"Hace poco me crucé a la Mona Jiménez en el baño del Hotel Faena. La verdad, lo reconozco, me intimidó con su presencia", confía entre risas Juan Ingaramo (36), cruzado de piernas con un pantalón de cuerina y una remera rockera negra con un dibujo de Elvis Presley, simulando ser una personalidad de los años 80s, en un mediodía muy húmedo y caluroso para esta altura del año.
"La Mona me genera mucho respeto. Lo conozco por mi familia y por su hijo Carli. He ido a verlo al boliche Sargento Cabral muchas veces, estuve en su camarín.... En el baño nos lavamos las manos frente a frente y le dije 'Carlos ¿cómo te va?'. '¿Qué hacés papá?', me dice. Entonces me presento: "Soy Juan Ingaramo, de Córdoba". "¿Qué hacés, Juancito? ¿cómo andás? ¿cómo anda tu viejo?.... Estás cantando lindo, eh. Te escuché hace poco", relata con entusiasmo, mientras afirma que el rey del cuarteto tiene una visión muy lúcida de la actualidad a sus 72 años.
"Y nos sacamos una foto está mortal... Ojalá un día hagamos algo juntos", sueña ahora Ingaramo, quien comenzó su carrera musical a muy temprana edad, pasando por diferentes estilos musicales, pero con la misma certeza: disfrutar de lo que le tocó.
"Me encantaría hacer un Luna Park. Lo voy a decretar, así sucede"
De chico tenía una gran pasión: el fútbol. Aunque es hincha de Belgrano de Córdoba, se lucía en el Club General Paz Juniors y fantaseaba con ser futbolista. Sin embargo, la música siempre estuvo a su alrededor. Hijo del pianista Mingui Ingaramo, se crió escuchando melodías en el piano de cola del living de la casa de sus abuelos: con sus primos se pasaban horas inventando canciones, en vez de ir a jugar al patio.
"Tengo el recuerdo de cuando conocí el mar, a los siete años. A la vuelta pasamos por Rafaela y había unos parientes de mi abuelo, en donde parábamos... Ahí vi por primera vez una guitarra eléctrica de un primo mío, que casualmente se llama Juan Ingaramo (ríe), pero ahora es ingeniero aeronáutico, nada que ver, y ahí tuve un crush. Me volví loco. Regresé a casa y le dije a mi papá que quería tocar la guitarra. Me compraron una chiquita y ahí empecé a tomar clases", recuerda.
Juan acaba de lanzar su nuevo single Anímate, una salsa pop bien romántica que tiene como protagonista de su videoclip a Marcela Kloosterboer. Grabado en el histórico Super Park de Córdoba, Ingaramo revela que este tema es el adelanto de su próximo disco -el quinto de su carrera-, que estará bien arraigado a sus raíces. "Para mi próximo álbum estoy tramando algo bien grande con artistas de Córdoba que tienen mucha historia. Va a contar con colaboraciones de artistas de mi provincia y mexicanos, porque gran parte también la grabé en México", explica Juan, sin querer adelantar demasiados detalles.
El debut actoral de Juan Ingaramo y su conversión a latin lover
Por estos días Ingaramo justamente está haciendo un minitour en México, demostrando que poco a poco se va ganando el reconocimiento en suelo internacional, pero no solo con la música: es que fue una de las revelaciones de la última temporada de El Reino, la serie de Netflix dirigida por Claudia Piñeyro y protagonizada por Diego Peretti, Peter Lanzani, Chino Darín, Mercedes Morán, Joaquín Furriel y Nancy Duplaá, entre otros.
"Me acuerdo cuando hice la primera lectura de guión estaban Mercedes, Diego, el Chino, Nancy, Peter y Joaquín Furriel ¡Todos!. Encima me preguntaban "¿vos qué hiciste antes? ¿dónde actuaste?", rememora sobre su debut en la pantalla chica.
Entretanto, a fines de este año podremos ver a Ingaramo en una nueva ficción que hizo para Paramount+. Se llama Inadaptada y está protagonizada por Maite Lanata, con las actuaciones de El Purre, Santiago Achaga, Agustina 'Papry' Suásquita, Mónica Antonópulos y Diego Cremonesi. Dirigida por Agustín Alberdi y Matías Moltrasio, es la historia de una adolescente que tras un intento de suicidio es internada en un centro de salud mental en el que conoce a otros jóvenes depresivos y adictos.
"Actuar fue lo más difícil que hice"
Con la aparición de Juan en las plataformas de streaming hubo una revolución popular, en especial en las redes sociales, donde tras una escena al desnudo total precisamente en El Reino se convirtió en un nuevo latin lover argentino. "Me pusieron en cu... y yo ni sabía", cuenta entre risas, algo pudoroso.
"Yo soy como me muestro en redes. No es algo forzado. Obvio que me divierte jugar con eso... Creo que fue la llegada de los treinti: con la edad uno se siente más seguro de sí mismo. Me divierte ser galán", admite riendo, mientras pide que "no pongan eso de título". "Si así me ven me gusta", agrega.
-¿Cómo surgió tu faceta actoral?
-Me escribieron del casting de El Reino para decirme que querían verme actuar porque habían pensado en un personaje que podía encuadrar conmigo. Debí filmarme solo, porque en ese momento mi pareja (Violeta Urtizberea) estaba de viaje, y les contesté "no, gracias" (ríe). Meses después me escribieron de nuevo, y les dije que lo hacía si venían a filmarme. La verdad, tenía cero expectativa. Lo hice y me dijeron que les había gustado mucho. Hasta que un día me confirmaron que me habían elegido a mí.
-¿Le pediste algún consejo a tu mujer?
-Por supuesto, y me ayudó muchísimo. Se sorprendió cuando me llegó la propuesta. Tenerla cerca es una ventaja porque me aconseja... Yo nunca antes había actuado porque me daba vergüenza. Es muy difícil actuar; lo más difícil que hice, te diría.
La historia de amor de Juan Ingaramo y Violeta Urtizberea
Violeta Urtizberea y Juan Ingaramo están en pareja hace ocho años y tienen una hija llamada Lila, de tres años. Se conocieron en el teatro, a través de un amigo en común. Ella en ese momento estaba de novia, pero le dijo a su confidente “¡Que lindo el chico que trajiste al teatro!”. Él le contestó: “¿Sabés que Juan me dijo lo mismo de vos?”, contó en su momento Violeta.
A los seis meses de este encuentro, la actriz se separó y Juan se enteró, asÍ que le envió un mensaje y la invitó a salir. Ella aún estaba de duelo y le sugirió encontrarse en un asado con amigos en común, para que no fuera "tan cita". Desde aquel momento, no se separaron más.
"No me imagino estando con ninguna otra mujer"
-¿Se van a casar?
-No, casamiento no porque me parece que podría ser medio mufa. Vamos por los ocho años juntos y transitando un gran momento. Cada uno en lo laboral está bien. Con Lila todo es hermoso. Tenemos muchos proyectos y cosas en común muy lindas. Disfrutamos el presente.
-¿Qué es lo que más te gusta de ella?
-Además de que me parece una mujer hermosa y súper inteligente, es súper sensible. La admiro y no sólo como artista. Aunque ahora que actúo y entiendo lo difícil que es esta actividad, me doy cuenta de que ella la rompe a un nivel tremendo y es la mejor... No me imagino con nadie más. Es un privilegio estar con ella.
La verdadera felicidad de Juan Ingaramo
"Lila está tremenda. Ya va al jardín de infantes. A mí se me cae la baba. Es un aprendizaje diario y un sentimiento tan fuerte que podría definirla como mi mayor fuente de felicidad. Cuando me conecto con ella los problemas no existen. Me ayuda a valorar lo importante de la vida. Me baja a tierra y me enamora. Me une mucho con Viole, se armó un triángulo muy lindo", dice Juan en relación a su pequeña hija.
-¿Te acompaña a los shows?
-Sí. Hace poco vino a uno de los Gran Rex de Miranda, donde estuve invitado. Cuando me voy de gira la extraño mucho. Es bastante desgarrador, pero entiendo que son las cosas de la vida.
-La hemos visto cantando en tus redes...
-¡No para de cantar! (ríe). Cuando viene a las giras me gusta que viva eso. Es divertido, y además la mima todo el mundo. Igual trato de que lo viva como un juego, no pretendo que se dedique a esto. De hecho, me encantaría que fuera lo que ella quiera y la haga feliz, pero también quiero que sepa que la vida del artista es dura: someterte a los juicios de valor, a las críticas... es un camino difícil para el que necesitás tener suerte y privilegios... Me gustaría que sea arquitecta o médica (ríe).
"Me gustaría que mi hija sea arquitecta o médica, la vida del artista es dura"
-¿Qué actividades comparten juntos?
-Nos encanta ver películas. De hecho,ahora estamos copados con una que se llama Sing, que es fantástica. También nos gusta jugar a las muñecas: vamos armando escenarios e inventamos historias. Trato de incentivarle que haga actividad física. Para mí fue muy importante a la hora de relacionarme con otros chicos. Se relaciona mucho con adultos, porque la mayoría de mis amigos no tienen hijos. Está, por ejemplo, Miel, hija de Mike Amigorena y Sofía Vítola, que es como mi otra hija, la amo. Son grandes amigas, pero también me gustaría que tenga una vida social y deportiva rica.
-¿Te gustaría otro hijo?
-Creo que sí. Igual, depende más de la madre igual, porque es la que pone el cuerpo... Es bravo, muy lindo, pero requiere un gran trabajo. Criar no es una pavada.
-¿Preferirías un varón?
-¡Lo que venga! Con otra nena me muero del amor y un varón me encantaría.
Una carrera por casualidad, ¿o causalidad?
A los ocho años Juan Inagarmo dio su primer recital en un geriátrico de Córdoba Capital junto a su profe de guitarra. Tocaron Hey Jude y Samba de mi esperanza. Por esos años, él indagaba en la biblioteca musical de su casa, donde habitaba todo tipo de música: desde brasileña a tangos y rock nacional, con Serú Girán, Charly y Fito a la cabeza. Sin embargo, por la ventana se metía el cuarteto. Juan y su familia vivían en San Vicente, un barrio popular en el que se encuentra el Sargento Cabral, que es el lugar principal donde ser desarrolla este género.
Toda esa mezcla lo fue formando, y en el secundario terminó de instruirse con los Red Hot Chili Peppers y Nirvana. "Ahí me enamoré de la batería y a los 11 ó 12 años empecé a estudiar. Para mí cumple de 15 me regalaron una batería. Tenía una banda que se llamaba Verdetodo: nos corrían del barrio porque el cantante tenía pelo verde. Éramos los raros de la cuadra", relata Ingaramo.
"No me gustaba cantar y lo sufría mucho"
A sus dos décadas de edad, tras abandonar la carrera de Licenciatura en composición musical de la Universidad Nacional de Córdoba, se mudó a Buenos Aires con amigos, sin conocer a nadie y sin un trabajo estable. "Vivíamos en San Telmo, los cuatro en un pasillo (suspira). Trabajé como promotor en un supermercado en Paseo Alcorta. Paralelamente formaba parte de una banda de covers de los Beatles con los que hacíamos boliches, fiestas de 15, casamientos, cumpleaños...".
Hasta que un día por casualidad -o causalidad- Claudio Cardone, tecladista de Spinetta y profesor de piano de Juan, lo contactó con el productor Rafa Arcaute, "un pibe que trabajó con Luis Alberto" y terminó siendo uno de los productores más importantes de la escena: produjo, por ejemplo, a Nathy Peluso, Calle 13 y Christina Aguilera. Él le aconsejó a Ingaramo a que escribiera y cantara sus propias canciones.
-¿Nunca antes lo habías pensado?
-Noooo. Me acuerdo mi primer show que estuve con los ojos cerrados mientras mis amigos me decían "che, tenés que abrir un poco más los ojos" (ríe). Pero sin querer queriendo, gracias a Rafa Arcaute nació esta mal llamada carrera musical. Accidentalmente, pero con mucha historia y disfrutando de los desafíos -que siempre me gustaron- empecé a tomar clases y a aprender a comunicarme con el público. Y pensar que cuando empecé a cantar lo sufría mucho…
-¿Cómo encontraste tu identidad en la música?
-Cuando empecé a viajar y girar por Latinoamérica, Europa, Estados Unidos entendí mi identidad latina y me planteé: "Quiero trasladarlo a mi música". Siento que en este mundo todo tiende a igualarse, que se repite un mismo discurso, una misma estética e incluso la misma forma de hablar, y ya no importa si sos rosarino o puertorriqueño... A mí no me representa. Creo que 'de donde sos' es clave en el arte. La época y la región son esenciales en el arte. Y te aseguro que hoy mi objetivo máximo es mostrar mis raíces: en mi caso Córdoba y los 90's.
-En algún momento se te señaló como el nuevo Rodrigo Bueno...
-Rodrigo para mí es un ídolo y lloré cuando murió, yo era un chico... Siento que no podría asumir esa responsabilidad, pero sí llevar un poco esa bandera de tocar la música de Córdoba fuera de Córdoba. Ahora está pasando con grupos como La Konga, Ulíses Bueno...
-¿Qué tan importante son los números de reproducciones para vos?
-No podés someter tu obra y tu autoestima a los números. Eso es terrible. Para mí la bendición está en poder hacer canciones que gusten y que la gente venga a tu show. En las redes hay mucha ansiedad, frustraciones, falsas realidades, cuando de lo que se trata es de disfrutar la vida que uno tiene y que gracias a Dios, en mi caso, es la que siempre soñé.
Fotos: Fabián Uset
Video y edición: Miranda Lucena
Producción y estilismo: Sofía Perez y Santía
Asistente de producción y estilismo: Jazmín Ochoa
Maquilló y peinó: Natalí Pomasoncco, para Sebastián Correa Estudio
Agradecemos a: Lacoste, Levi’s, AY Not Dead y muy especialmente a La Calle Bar,por la locación