Juan Ingaramo mira las fotos con atención, elige algunas, descarta otras. Sabe que parte de ser hoy un galán tiene que ver con lo físico aunque su búsqueda va por otro lado, por la profundidad y la dedicación con que compone, sea un personaje, un disco o una letra. Para él, hay algo del paso del tiempo que lo interpela y le hace pensar en el mensaje.
Tiene 38 años, está en pareja con Violeta Urtizberea desde hace una década y juntos son padres de Lila, de 5 años. Está a un mes de debutar en el teatro Astral en Mujer Bonita donde comparte cartel con Florencia Peña. "Nunca había hecho teatro, pero fue una oferta irrechazable", dice sentado en el camarín del estudio de Revista GENTE.
Lo que sí hizo Juan Ingaramo son discos de diferentes géneros (se define como un artista "multigénero"), colaboraciones con otros artistas, videoclips y personajes en series, como el que hizo en El Reino 2.

La charla con Juan es suave, amigable, cercana. Más allá de que hace tiempo dejó de ser "el cordobés que vino a probar suerte a Buenos Aires" sigue con ese mood humilde, cálido y transparente. Algo que hace que la conversación parezca más entre dos personas intercambiando experiencias que con una estrella. Surgen temas: del desafío de ser el "Richard Gere argentino" pasando por la forma de mapaternar con Violeta al rol que ocupa Lila en su vida y sus ganas de volver a ser papá.
Ingaramo se jacta de poder levantarla, llevarla al jardín y compartir tiempo de calidad con ella. Experiencias que, según dice, no recuerda haber tenido con sus padres. También cuenta parte de la intimidad de esa casa de Maschwitz, donde se hacen fiestas en el jardín, se come ceviche, se escucha música y se reciben amigos. Toda la charla sucede mientras juega a transformarse: se calza un pantalón de traje y deja el look rockero para mostrar otra faceta. De fondo suenan Ca7riel y Paco Amoroso.
Y así Ingaramo pasa de una camisa más canchera a una corbata formal, del saco gris al negro, de la provincia a la ciudad. Lo que mantiene durante toda la producción es la sonrisa y los chistes, y también la pregunta sobre si tener otro hijo es o no una buena idea.
-¿Cómo viene el proceso de creación del "Richard Gere argentino"?
-Estay en eso, todavía no entrenamos. Tampoco es Richard propiamente dicho, es un personaje muy particular a quien le dio vida el célebre y famosísimo Richard Gere, uno de mis actores favoritos... Es un tipo muy económico, pero ¡con un carisma!
-¿Económico?
-Si vos ves Mujer bonita... Lo que tiene el tipo es su carisma, su presencia, su sinceridad... Estoy disfrutando de recién empezar a construir ese personaje. Es muy divertido.
-¿Viste muchas veces la película?
-La vi dos veces. No tanto. Ahora la empecé a picar después de que me ofrecieron la obra. Tampoco quiero verla mucho ahora porque no quiero imitar. Es como agarrar el esqueleto de la historia y rellenarlo con nosotros también. Creo que es una buena oportunidad para hacer algo distinto.

-Además tiene otros condimentos diferentes a la peli, Flor (Peña) no parece la mujer desprotegida que interpretaba Julia Roberts.
-Exacto. Y eso está bueno. Es una comedia romántica, 100%.
-¿Te gustan las comedias románticas?
-Sí, siempre me gustaron. Me sentía así como "apapuchado", "cosy", como dicen ahora. La comedia romántica es acogedora. Pero bueno, el tema acá es que voy a actuar en teatro por primera vez, no lo hice nunca.
-¿Nunca?
-He actuado en formato audiovisual, en series, videoclips, pero nunca en el teatro y ese es el principal desafío que me hizo aceptar. Eso de decir: "Bueno, qué bueno eso de ir al teatro de miércoles a domingo, vas en el auto, llegás, te estacionás, subsuelo. Te maquillás". Es como una vida así glamorosa y muy divertida... El elenco, Calle Corrientes. La verdad que era una oferta irrechazable.

-¿Te lo esperabas?
- No, no me lo esperaba. Me habían ofrecido un par de veces así situaciones de teatro musical, pero no consideraba que fuera el momento. Ahora sí, por la oferta y por mí.
-¿Qué cambio?
-Bueno, primero que es un gran título, con un gran director -que es Ricky Pashkus-, con una gran protagonista, Flor, con una música muy linda, que es de Bryan Adams, que es un músico que a mí siempre me gustó... Un teatro muy lindo, el Astral, que es una sala así mítica, hermosa.
-¿Y en lo personal?
-En cierto punto, hace muchos años que me dedico a la música y el formato de componer, grabar y girar ya no tiene tanta sorpresa para mí. Si bien cada disco es una vida nueva, soy un poco adicto a los desafíos. Me gusta la adrenalina, la posibilidad de uno superarse a sí mismo, de aprender... Y creo que esta obra es todo eso junto por 1000. Es mucha presión pero es sentirse vivo al mismo tiempo.
-¿Qué te dijo Violeta cuando llegó la propuesta?
-En un punto, ella es mi referencia porque sabe mucho del mundo del teatro y a veces cuando me ofrecían tal o cual cosa era: "No sé, no sé." Pero con esto me dijo: "Está bueno, eh. Ojo". Tengo ese privilegio y plus de tenerla a ella, que es tremenda actriz para consultar.

-¿Sos de consultarle mucho? ¿Es como tu coach actoral?
-No, para nada, cero. Todo lo contrario. De hecho, comparto poco y nada de esa intimidad mía de construcción de personaje. Me encierro en mi estudio ahí en casa, a pasar la letra, estudiar, me da un poco de pudor, incluso, que ella me vea actuando. Pero cuando hay algo que no sé bien cómo decir, en en cuestiones puntuales, me ha salvado. Me ha salvado también cuando hice series y demás, como que me lo resuelve al instante. Es muy grossa Viole.
-¿Siempre tu gustó actuar?
-Creo que siempre estuvo ahí latente. Me acuerdo de que hacía las obras de teatro en mi colegio, las guionaba, las producía, incluso en la secundaria que ya era grande. Siempre me gustó, porque el teatro es como la expresión máxima del juego. Si bien la música también tiene esta cosa del "play music", que significa jugar, se había convertido en mi medio de vida, en mi trabajo.
-¿Había perdido parte de esa magia?
-Obviamente es mi pasión primera y vivo pensando en música. Pero también uno, con el paso del tiempo, deposita expectativas, tiene ciertas ambiciones... Hay planes, estrategia, hay mucha gente involucrada, intereses, contratos. Entonces el juego no es que se pierde, pero sí se mezcla con un montón de otras cosas. En cambio, en el teatro, en mis humildes experiencias audiovisuales y ahora más que nunca, es puro juego porque no hay otra cosa. Es como cuando ves a tus hijos jugando, están actuando, haciendo de otros. Me voy dejando llevar por posibilidades para pasar buenos ratos. Creo que se trata de eso, porque la variable, por lo menos en lo personal, no es ni lo económica ni la estrategia.
-¿No tenés una meta para los 40?
-No. A veces me lo reprocho de alguna manera... Tengo colegas y amigos que tienen diseñado el plan y no paran hasta que sucede lo que ellos quieren que suceda. Pero siempre fui de estar abierto a posibilidades, a que uno cambia y el entorno, también. No es que me vaya aburriendo, pero también necesito de estímulos nuevos.

-¿Qué te pasa con esto de convertirte en galán?
-No, a ver, qué decirte. No sé qué es exactamente ser un galán. Siento que recibo mucho cariño cuando ocupo ese lugar de parte del público, tanto de mujeres como de hombres. Creo que es un rol que tiene mucho que ver con lo físico y a veces digo: "Bueno, ¿cómo será con el paso del tiempo?". Por eso trato de no aferrarme a eso. Es una circunstancia, pero para mí lo más importante es, y va a sonar cliché, lo de adentro, es poder conectarme profundamente con lo que hago... Sea la composición, la música, los universos que creo con cada disco o ahora, en el caso de la actuación, disfrutarlo. Pero no me identifico con esa palabra.
-Es un mote, nomás.
-Sí. Es parte del juego también que tiene esa parte linda de recibir cariño. Pero no, todavía no siento que sea un galán.
-¿Y Viole se pone celosa?
-No, cero. Por suerte en nuestra pareja somos bastante relajados con eso, tanto ella conmigo como yo con ella. Imaginate que está filmando hace tres semanas en Uruguay una película. Y yo también o me voy de gira o tengo rodaje. Somos bastante libres en ese sentido, ¡por suerte! porque los celos son superrestrictivos.
-Pero viste que hay gente que que no los puede dominar.
-Sí, yo creo que nosotros tenemos un montón de otras formas de discurso amoroso que hacen que no hagan falta los celos. En general, el celo es como una herramienta de "demostrar amor" pero en realidad es toxicidad... A parte yo la conocí así, la he visto besarse con otros actores y lo mismo ella. Pasa por otro lado.
Juan Ingaramo y su rol como papá: "Me gustaría tener otro hijo"

Juan Ingaramo está en pareja con Violeta Urtizberea y son padres de Lila, de cinco años. Algo de la paternidad y la familia surge en la charla. Muchas veces el músico y actor se pregunta qué pasaría si tuviera otro hijo. Algo que podría pasar o no pero que no deja de causarle intriga. "Tengo una hermana más chica, se llama Inés, es abogada y la amo. Es mi cable a tierra. Por eso a veces pienso en tener otro hijo y que Lila tenga un hermano", dice a Revista GENTE y confiesa que le encantaría ser tío en algún momento.
También cuenta que vivió una infancia muy diferente a la que se vive hoy: mucho tiempo en la calle, con amigos, más "selfmade". Según dice era buen alumno y amiguero, aunque su verdadera pasión eran los deportes. "Es algo que le quiero inculcar a Lila", asegura.
-¿Cómo se organizan con Lila con el tema de los viajes?
-Tenemos un buen equipo. Justo ahora están mis viejos que vinieron de Córdoba, por ejemplo. Nos las arreglamos. Yo estoy mucho tiempo con Lila. A veces amigos de Córdoba o gente que no te conoce profundamente te dice: "¿Cómo hacés?". Yo la verdad la despierto a mi hija todos los días, la llevo al jardín... Estoy mucho más tiempo con mi hija de lo que estuvieron mis viejos conmigo. Es un cambio radical.

-¿Cómo es tu vínculo con ella?
-Es cada día más increíble. Pasan los días y, en un punto, es arena en las manos, porque se va... Ese cuerpito, esos canchetes, esa ingenuidad, esa vocecita... Toda esa cosa de la niña que va dejando de ser y que también se va convirtiendo en una persona que salió de uno. La verdad es que la paternidad es apasionante y disfruto mucho de poder compartirla con Viole.
-¿Son un buen equipo?
-Sí, somos un muy buen equipo. Debe haber muchas maneras de mapaternar, pero creo que la cosa del equipo potencia el disfrute.
-¿Quién pone los límites?
-Es bastante flexible, de acuerdo a cada situación. Ahora, la primera semana que estuvimos solos porque Viole se fue a rodar, cenábamos a las 12 de la noche y nos dormíamos a las 2 de la mañana viendo la tele. Lila se despertaba a las 12... En situaciones así vale todo. Pero también está bueno eso, que pueda ser flexible la cosa.

-¿Y Lila cómo es?
-Es muy buena, se porta muy bien. Es sensible, graciosa, ¿qué te voy a decir yo? Siento que es muy inteligente, pero sobre todo que se conecta con las emociones. Eso me gusta. Tiene cierta sensibilidad que espero que resulte en una conexión con el resto, con el mundo, que pueda ser empática y buena en este mundo tan cruel.
-¿Sos un padre aguerrido cuando ves situaciones de pelea?
-Lamento decirte que ha pasado al revés. Lila es brava. No desde un lugar de maldad porque a esa edad no existe la maldad. A veces viene una amiga y no le presta las cosas. También es normal que ellos vayan conociendo esto de la propiedad.
-¿Decís que le hace falta el hermanito?
-Le vendría bien un hermanito, pobre.
-¿Te imaginás siendo padre de más de uno?
-Me imagino siéndolo como también me imagino que no. Siento que así estaría muy bien y también que tener otro hijo también estaría muy bien. Sería un gran trabajo.

-¿Qué te pasa cuando la ves a Viole madre?
-No solamente la admiro en lo profesional y la considero una gran actriz, mega talentosa, sino que la veo como una persona muy inteligente también para las cuestiones de la vida. Pero cuando la veo siendo madre me siento un gil.
-¿Por qué?
-Porque tiene una inteligencia emocional muy grossa. Creo que hay algo de ser mujer, ¿no? Son, sin duda, superiores. No es demagogia ni falso aliado. Realmente, nosotros los hombres convivimos, o por lo menos yo, con esa inferioridad que me hace querer ser mejor. Agradezco a la vida poder estar con Violeta, porque me obliga y me motiva a ser mejor persona.
-¿Qué te pasó cuando la viste en "Envidiosa"?
-Me cagaba de la risa, qué yegua. Es tan buena actriz que te hace creer que es así. Incluso hay gente que piensa que es una cheta. Pero Viole es de Boedo. Nada que ver. Tiene como esa capacidad de convertirse en lo que quiera. Siempre disfruto de verla. En teatro ni te cuento. Está haciendo Quiero decir te amo y se está despidiendo de Una casa llena de agua, un monólogo de Tamara Tenenbaum donde hace de una niñera. ¡Es buena la guacha!
Juan Ingaramo y qué vicios conserva de su Córdoba natal

Juan vino a Buenos Aires en 2008 con un grupo de amigos y, más allá de que pasaron casi 20 años desde que se fue de su provincia natal, nunca dejó de sentirse cordobés. "Nos vinimos con mi banda, se llamaba Buen tren y después pasó a ser Globo. Vine con algunos y después vinieron más y se fue armando una comunidad", recuerda.
Y cuenta que si bien al principio pareció como un viaje de estudios largo, nunca pensó en que su búsqueda musical no iba a funcionar.
"A mí me gustaba aprender, entonces estudié batería y armonía. Venía de hacer dos años en la facultad de composición musical. Me vine para acá a estudiar en la universidad de la calle. Yo sabía que atrás del conocimiento y del trabajo había recompensa", sostiene Ingaramo, capricorniano que, a base de constancia, logró su cometido.
-¿Sos un cordobés más o ya estás teñido con los vicios porteños?
-Yo me siento cordobés. Eso no se va nunca. Cada vez que voy lo disfruto como siempre y me siento en casa. Es una ciudad que da mucho para lo artístico. De hecho, mi más reciente disco es una especie de homenaje a la ciudad, como que me conecto mucho con Córdoba y con el tiempo en que vivía allá.
-¿Hace cuánto estás acá?
-En el 2008 me mudé. 20 años casi, es mucho tiempo y no dejo de disfrutar a Buenos Aires a diario. Las autopistas, el volumen de la ciudad, la magnitud, la oferta cultural, la desincronización.
-¿Qué tienen los cordobesés de especial?
-Yo creo que Córdoba es una ciudad mediterránea. Estamos en el medio del país, rodeados de montañas. Tenemos una tonada única y el cuarteto, que es una especie de paso doble, polka, de los inmigrantes italianos haciendo una música medio de celebración, pero triste, como de posguerra. Es originaria 100 por ciento. Tiene esa influencia de Europa del Este, Italia y lo que pasó después: a fines de los 80, hubo artistas dominicanos y puertorriqueños que también aportaron y eso contribuyó a que sea una síntesis única.

-Y el fernet.
-Hay como una necesidad de identidad muy clara que nos hace distintos. Respondiendo a tu pregunta, creo que hay un orgullo de ser cordobés. Además hay una predisposición a pasarla bien y joder, hacer chiste. Ha sido muy progre Córdoba, reforma universitaria, cordobazo, es una ciudad jesuita. Córdoba es inexplicable.
-¿Te interesa la política?
-Ser ciudadano, parte de una sociedad, te hace ser un sujeto de derecho y ser un sujeto de derecho es votar. Me interesa sobre todo desde que soy un padre y pienso en el porvenir de este país y demás. Lo que pasa es que divide mucho. Ya uno no puede decir lo que piensa e intercambiar ideas, porque es entrar en guerra con el otro si no está de acuerdo. Siento que lamentablemente se están legitimando mucho los discursos de violencia. Y eso es terrible porque se replica absolutamente en todo el resto de la sociedad. Vos tenés un presidente que, más allá de que te guste o que estés de acuerdo con sus políticas económicas, habla y putea. Cuando era chico un presidente era como la máxima figura. No entiendo qué ha pasado.
-Tuviste un disco de cuarteto, ¿te dan ganas de seguir por ahí?
-Nunca fui un cuartetero, no soy un artista de género yo. Soy multigénero. Ahí ves, ahora estoy actuando. Nunca me llevé muy bien con las etiquetas. En una época hice pop, después me puse un poco más alternativo, después coqueteé con los ritmos urbanos, después empecé a viajar por el mundo, a hacer giras y me encontré haciendo latino. Entonces, la música urbana, después sí, volví a Córdoba y ahora estoy como yendo para otro lado. Me di el gusto de compartir canciones con grandes ídolos de la juventud, como Jean Carlos, Ulises Bueno. La música es la posibilidad de ser libre. ¿Para qué me voy a encerrar en un género, en un ritmo? Si puedo hacer lo que quiera.
-¿Y ahora?
-Se viene un disco muy lindo que estoy grabando con Mariano Otero de productor, que es, casualmente, el exmarido de Flor Peña. Es un disco en el que vuelvo un poco a un tipo de esencia mía, influencia del jazz, de lo que yo curtí en mi casa con mi viejo, mi tío, mi abuelo.

-¿Qué se escuchaba en tu casa?
-Jazz. Mi viejo es pianista y tenía un grupo de jazz rock en los 80. Fueron pioneros del género y como una especie de música más sofisticada que también es parte de mí, como también lo es el cuarteto y la música urbana. Soy todo eso. No es rígida la vida. A veces siento que el sistema te impone cierto orden.
-¿Y hoy qué música escuchás?
-Ahora estoy escuchando mucho Gauchito Club, una banda mendocina que me encanta, que los conocí el otro día en Mendoza. La escuchamos con Lila y Viole, metí el virus. Soy el que decide la música que se escucha en la casa, no es una dictadura, pero tomo ese rol. Disfruto de ser DJ en las fiestas que hacemos en casa.
-¿Hacen muchas fiestas?
-Hacemos muy buenas fiestas. De hecho, en el último cumple de Viole hubo 97 invitados. Pongo un cubre césped en el jardín, como en el estadio. Fue el 19 de febrero. También hice una gran fiesta en enero para mi cumple. Fue un fiestón.

-¿Qué hacen tus viejos?
-Mi viejo es músico, compositor. Soy un nepo baby cordobés. Y mi vieja es pedagoga, universitaria. He tenido una crianza y una infancia hermosa gracias a ellos. Crecí en un entorno amoroso. No es solo el mérito, hay circunstancias con las que uno pelea y a veces salen y otras no. Ahora está tan ponderado el éxito. El éxito es la única opción. Y es muy cruel eso.
-Las redes sociales imponen un poco eso.
-No tenemos que caer en la trampa de creer que el algoritmo es todo y que todo sucede en las redes. El teatro, la música en vivo, encontrarte con gente querida, conocer gente nueva... Creo que también uno cae en la trampa y abandona toda búsqueda y posibilidad que no sea el like, el número, las views o la guita, como ahora estos chicos que te ofrecen el rolex o los autos. Lo verdadero no está en internet. Eso es lo que yo pienso.
-Claro, hay como una creencia en una generación de que hay que romperla en internet...
-¿Pero qué es romperla en internet? Porque yo tengo un montón de amigos y colegas y conocidos que la rompen entre comillas en internet y sufren un montón. Es una ilusión internet, o sea: te quedás sin wifi, sin datos, se te acaba la batería del celu y no existen ni los seguidores ni los views. Por eso digo, perdemos la noción de la realidad.
Juan Ingaramo y su tatuaje por amor a Violeta Urtizberea

Ingaramo la conocía a Violeta y le gustaba. Pero después de unas veces que coincidieron y que un amigo en común los presentara, él se animó a invitarla a salir. "Físicamente siempre me gustó. La había visto un par de veces y me gustaba, me atraía, me parecía así superespecial, misteriosa, a parte de linda. Pero siento que ahora está más linda que cuando lo conocí", dice al hablar de la mamá de Lila.
Y cuenta que él la encaró. Sin eludir preguntas sobre su historia de amor, Juan dice que a él siempre le gustó el amor y que es una persona enamoradiza pero que nunca había estado 10 años en pareja, cifra que alcanzó con Violeta.
-¿Seguís enamorado como el día uno?
-Más, es muy loco pero sí. Con el tiempo como que va creciendo ese amor, se va llenando de historias, de recorrido juntos. Ni hablar de la maternidad, la paternidad.
-Sos un romántico al final.
-Cien por ciento.
-¿Siempre fuiste enamoradizo?
-Siempre me gustó el amor, disfruté mucho. Pero nunca había estado 10 años en pareja. Para los 10 me hice mi único tatuaje. Ahí una cosa que nos íbamos a escribir cuando empezamos a salir, que dijimos: "Hagamoslo", pero quedó ahí. Fue una sorpresa mía.

-¿Y qué dijo ella cuando lo vio?
-Se sorprendió. Hacía mucho que no se sorprendía de mí, me parece. No nos aburrimos. Yo siento que la tengo que conquistar a Viole, día a día. Pero también me pasa eso que la veo, la admiro y me sigue deslumbrando con un montón de cosas. Entonces siento que tengo que estar con todo. Eso me pasa a mí, capaz a ella le pasa lo mismo.
-¿Cómo se conocieron?
-Nos conocimos por un amigo en común y yo ya puse la semillita ahí y le hablé a mi amigo para que le dijera a ella. Y ahí fluyó y empezó a crecer la semillita. Hubo interés y dije: "Ah, con esto puedo trabajar."
-¿Y habías salido con alguna chica conocida?
-Tuve algunas... Pero nunca de novio, ni nada. Tuve mis épocas de soltería así furiosa.
-¿Están en el chat de papis?
-Todavía no hay tanta onda. Sí con un par de papis, pero no es una cosa así colectiva.
-¿Los padres los reconocen?
-Buena onda, siempre cariño. Yo no vivo con esa conciencia de ser nada, la verdad. Y así puedo estar relajado y tranquilo. Si alguien me dice algo es: "Gracias". Buena onda, pero, si no, soy uno más. Un cordobés que se vino acá y labura.
-¿Cómo se maneja el tema del ego?
-Yo por suerte convivo con Violeta que está acostumbrada a la exposición de muy niña, Mex (Urtizberea), también. Mi viejo es conocido en Córdoba. Siempre tuve bien claro lo que significaba eso y lo que no significaba, así que nunca me comí la película.
Fotografía: Miranda Lucena
Estilismo: Ale García
Arte de tapa: Darío Alvarellos
Retoque de imágenes: Gustavo Ramírez
Maquillaje y peinados: @luani.makeup, para @sebastiancorreaestudio
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