"Cocina con onda”, dice en su presentación. Se ríe mucho. Al mismo tiempo es consciente de que la realidad no siempre es fácil. Se las ingenia para encontrar soluciones: no importa si se trata de elaborar un plato sofisticado con ingredientes limitados o de preparar comida para miles de personas. Jimena Monteverde (47) enfrenta el desafío con una sonrisa y el estilo descontracturado que se convirtió en uno de sus signos de identidad.
Se casó con Mariano Monteverde (62) a poco tiempo de terminar el colegio. Tuvo a su primer hijo, Victorio (hoy 27) a sus 20. “Hice muy rápido todo”, confiesa entre risas y agrega: “Mi marido siempre me ayudó a avanzar en lo que quería hacer. Cuando nació Amparo (hoy 23), yo estaba en una empresa de catering. Cocinaba sin parar… De pronto estaba ahí hasta las 6 de la mañana y él me traía a la bebita en medio de una fiesta. Son cosas que recuerdo con mucho cariño. Siempre tuve apoyo. Nos bancamos mutuamente y eso me permitió seguir adelante con mi carrera”.
–¿Cuándo nació tu amor por la cocina?
–Desde muy chiquita. Mi nonna era muy cocinera y yo estaba mucho con ella. Era italiana y cocinaba unos ravioles rellenos con espinaca y seso espectaculares. También hacía una impresionante salsa de tomate. Aparte, sin importar que fuera invierno o verano, te servía una sopa increíble. Nunca logré que me quedara igual. Me acuerdo que congelaba porciones, era muy organizada. Tenía todo en tuppers o bolsas y cuando llegabas lo calentaba.
–Más adelante, de adolescente, hacías tortas para vender.
–Me encantaba cocinar. Mamá también es súper buena cocinera y en casa siempre había olor a torta. Vivíamos en Pilar, cuando no había nada… El colectivo me dejaba en la ruta y debía caminar varias cuadras de tierra. Recuerdo estar llegando y sentir desde la tranquera el aroma a algo dulce. Cuando empecé con las tortas me preocupaba de que fueran ricas, pero también hice un curso de decoración con Marta Ballina, para que fueran lindas. Hice a La Sirenita, a Mickey y otras cosas que estaban de moda.
–También estudiaste gastronomía. ¿Con qué soñabas?
–Nunca vivo a futuro: voy día a día. En su momento di clases de cocina. Tenía un montón de alumnas. Hacía exposiciones con ellas en Pilar y las llevaba a rendir a Buenos Aires. Yo tenía carita de nena de 12: preguntaban por la profesora y no podían creer que fuera yo. Es el día de hoy que todavía recuerdan que aprendieron a cocinar conmigo y me piden que vuelva a dar clases.
–Después hiciste caterings y tuviste un restaurante. ¿Hay algo que volverías a hacer?
–¡Catering! Me encanta. Me gusta organizar y diseñar menús. Creo que se relaciona también con escribir sobre cocina, otra de las cosas que hice. Edité tres libros y además hice fascículos con recetas que cualquiera puede replicar en su casa.
–Llevás 30 años en la gastronomía. ¿Cómo evolucionó la cocina en este tiempo?
–Siempre hay modas y tendencias que vuelven, como pasa con la ropa. En los últimos años las recetas se fueron globalizando. También mejoraron los productos: hay más variedad de chocolate, de azúcar, de harina. En su momento era todo bastante más básico. Había influencia francesa, italiana, española y tal vez algo oriental, pero no todavía la globalización de la comida que hay hoy, cuando podés conseguir todo tipo de ingredientes en cualquier lado.
–De todo eso, ¿con qué te identificás?
–Yo hago una cocina cotidiana. Me gustan las comidas en las que los sabores no se mezclen entre sí. Prefiero apostar a lo simple, con productos de excelente calidad, que hacen al resultado de la receta.
–¿Qué ingredientes no pueden faltar en tu cocina?
–¡Quesos! Soy fanática. También frutas, verduras y huevos. Con eso puedo hacer de todo. También uso mucha harina, porque soy fanática de las masas.
–¿Cómo llevás el ser fan de las harinas cuando muchos “militan” por abandonarlas?
–A mí me parece bastante ridícula esa bandera, porque se generaliza y eso no está bien. Italia, por ejemplo, es uno de los países con más bajo índice de obesidad y su alimentación está basada en harinas. Comen pizzas, pastas, panes y demás, y son súper saludables. El secreto está en la cocción y el tipo de harinas que uno use. Me parece una ridiculez suspender la harina… Aparte, es algo que no se puede sostener en el tiempo. Personalmente, soy adicta a las harinas. Nunca las suspendería. Prefiero cuidarme en otras cosas.
–Así como te alejás de ciertos mandatos o tendencias, ¿te animás a innovar?
–¡Sí! Me encanta probar cosas nuevas, las buenas presentaciones y jugar con las texturas. En la mesa de Juana (N. de la R.: En 2020 se convirtió en chef oficial de ‘La noche de Mirtha’ y ‘Almorzando con Mirtha Legrand’, los dos ciclos que desde hace un año conduce Viale) tengo más posibilidad de lucirme con técnicas, que es algo bueno. E incorporo productos que quizás no uso habitualmente en mis recetas, que son más cotidianas y populares. Por ejemplo, quizás incluyo un queso importado –a pesar de que Argentina tiene excelentes quesos– como para darle un toque…
–Estar con Juana en el programa te acercó mucho a la gente desde otro lugar…
–Sí. Además, creo que la frescura de Juana hizo que me diera un lugar que quizás no tenían los cocineros en otro momento. Hay buena química entre las dos. A ella le gusta cocinar y comer y a mí me gusta malcriarla, como a mi familia.
–¿A tu familia con qué la malcriás?
–Mariano es fanático del rogel: cuando puedo le preparo uno. Le gustan las pastas y el asado, que también hago. Siempre encuentro con qué sorprenderlo. Amparo es vegetariana, así que me ayuda a probar cosas y estudia Ingeniería en Alimentos, razón por la que me tiene cortita. Aprendo un montón con ella. Soy muy abierta a todo lo nuevo: técnicas, productos, cambios en la alimentación. A Victorio le encanta la crème brûlée.
–¿Y vos qué comidas disfrutás?
–Me encanta preparar asado, tener a todos a comer el domingo al mediodía. Mi nuera me dijo el otro día que no hay entrañas como las que preparo yo… ¡Me hizo feliz! Me encanta el ritual de comer todos juntos en casa.
–Escribiste tres libros, plantaste árboles, tuviste dos hijos… ¿qué te falta hacer?
–Creo que nada. Hice de todo. Bailé, canté… No me queda mucho por hacer. En realidad cumplí un montón de sueños, y hubo otros que ni imaginaba, con los que la vida me fue sorprendiendo. Ahora estoy remodelando la cocina. Es un proyecto que me ilusiona. Estoy feliz. Me faltaba tener una cocina linda, para cocinar de acá a mucho tiempo. Ése es el próximo sueño que voy a cumplir.
por Florencia Rodríguez Petersen
Fotos: Christian Beliera
Edición de video: Manuel Adaro
Producción: Mariano Caprarola
Asistente de producción: Sofía Esther Ortiz
Agradecimientos: StoryLab Argentina Producciones y Romina Savastano