Por mandato familiar, debió estudiar una carrera. Licenciado en Historia y parte de una generación que encontró nicho y puntapié en las redes sociales, Grego Rossello (31) siente que es un caso bisagra respecto a sus pares: estudió y fue formado con la cultura del trabajo (nada de ser autodidacta) pero, a pesar de eso, muchas veces incluso sintió que el éxito se le dio por casualidad.
Después de trabajar sus miedos en terapia y “de remarla tanto, y de 34 mil castings”, caídas y resurgimientos, el influencer, comediante y conductor de Red Flag (Luzu TV) atraviesa su momento de mayor éxito.
No solo el programa que conduce junto a Tuli Acosta, Agu Franzoni y Manu Viale ganó un Martín Fierro Digital a Mejor Programa de Entretenimiento y su show Ferné con Grego (en su canal de YouTube) sigue convocando a figuras como Duki: se prepara para estrenar en marzo un reality en el que compartió espacio con Susana Giménez.
Protagonista de la tapa semanal de GENTE, el chico que debutó a los 13 años en el cine (Palabra por palabra, 2008) pero siente que "nunca laburé” –hizo stand up en plazas para doce personas y también trabajó como guionista– habla sobre el nuevo lenguaje que está cambiando los medios, su extrema exposición, a lo Truman Show, “que me arruina hasta citas” y reflexiona a fondo sobre la cultura de la cancelación.
–Después de “dudar de tu propio talento”, tal como dijiste, ¿cómo se procesa un momento de éxito como éste, habiendo ganado un Martín Fierro Digital con Red Flag? ¿Cuesta creerlo?
–Pasa algo con lo de los premios que es divertido…Yo estoy en una especie de segundo ciclo en mi carrera, de alguna manera. Empecé en el 2015 con los videos, después fui a la tele (ESPN Redes y Polémica en el Bar) y en ese tiempo me dí cuenta de que había abandonado las redes y tuve como una caída. Viste que ahora la pegás pero atrás vienen más y nuevos. Por ahí ahora es más alto el techo pero el descenso es más fuerte. Y en esa época me habían nominado para un montón de premios, como mejor influencer y mejor comediante, desde Nickelodeon pasando a los Martín Fierro y los Estrella de Mar, y perdí todo. Entonces, en esta segunda vuelta, en la que todo es más sorpresivo y me tomo todo con más tranquilidad, pasó que con Ferné con Grego ganamos los Coscu Army Awards –los premios más importantes del streaming, organizados por Martín Pérez Disalvo– y con Red Flag, el Martín Fierro Digital. Fue re loco. Estaba acostumbrado a perder…
–¿Eso te llegó a frustrar?
–Para mí es lindo ir a ese tipo de premios en los que uno se prepara todo el día, pero bueno, a mí me gusta ganar a todo. Y fue un garrón. Puntualmente, me acuerdo de que me nominaron varias veces en los Estrella de Mar y yo decía “¿nunca lo voy a ganar?”.
–Y en esas oportunidades, ¿cara de poker y acá no ha pasado nada? Lo bueno es que podías tener el gesto entrenado (Risas).
–Total. Pero yo aprovechaba para hacer videos de todo. Entonces, me acuerdo de que en uno fuimos al extremo con las puteadas pero lo tuvimos que hacer en serio. Algo que nunca pasa. Cuando lo hicimos de verdad, todos me miraban sin poder creerlo. Por eso creo que esto que se dio fue como buscándolo menos.
–Esa etapa en la que no te acompañaron los premios, coincide con el inicio de tu popularidad…
–Pensá que yo estaba en la full explosión y empezaba a hacerme conocido, y conseguí el millón de seguidores en un año y medio, pero bueno, me quedé ahí. Y en esta nueva etapa, el año pasado lo mismo: abrí una cuenta de Tik Tok y la llevé a 700 mil seguidores; también en mi canal de YouTube superé los 200 mil suscriptores. Como recuperé otro millón, ya no desde los videos de comedia sino conduciendo y disfrutando de algo nuevo.
–En ese sentido te reinventaste varias veces y ahora tenés esta nueva faceta en la que fundís tu impronta de comediante con la de conductor.
–Sí. A veces uno no sabe para qué aprendió lo que aprendió. Pero ahora el entrenamiento que hice en ESPN, que estuvo muy bueno porque viajé por el mundo, faceta en la que en su momento pensé que había errado elegir, fue una hermosa escuela de conducción que hoy empleo en Red Flag. Ahí en ese programa entrevistamos a dos personajes por día, que es algo que después hice en Ferné con Grego. Así que entendí que uno va aprendiendo y, como decís vos, estoy con esta faceta nueva que es la fusión de todo eso con la comedia.
Grego Rossello y el límite de jugar con su vida privada
–¿Cuál fue el lineamiento de tu rol en Luzu TV cuando te llegó la propuesta de Nico Occhiato?
–Cuando me llamó Nico para conducir, estaba Diego Leuco a la mañana, que aunque hizo algo distinto siempre aporta más seriedad, y Nico que es una fusión entre los dos. Él jode mucho también, pero viene de un perfil más tradicional de la tele, porque mamó todo eso. Y sentí que el tercer lugar mío, a la tarde, tenía que ser distinto. Nico me pidió que rompa y Luzu tiene esto de jugar con la exposición. Mientras él se guarda sus cosas, yo soy todo lo contrario.
–Esto de exponerte y jugar con tu vida privada, algo que también te hace cercano a la gente, porque generás identificación.
–Cien por ciento. Y a veces es un poco mucho, también. La primera semana al aire yo había invitado a una chica a mi casa y pasó algo muy gracioso, que es que estábamos comiendo y en plena primera cita, ella me ayudó con una computadora que no me funcionaba. Era el virgo más virgo del mundo: con la piba ahí pero arreglándome un problema. Y al día siguiente lo conté en el programa y terminó yendo a hablar sobre eso. La exposición al extremo, siempre sobre lo que uno decide, por supuesto. Eso se rompió con lo que se venía haciendo. El streaming en general, y Luzu TV en particular, tiene esto de ser lo más vos posible, ¿viste?
–Algo de la charla entre amigos que más atrás en el tiempo llevaron a sus programas conductores como Matías Martin. Esta cosa del backstage hoy llevado al extremo.
–Exacto. Fue algo que fue mutando y seguramente después dé toda la vuelta y ya no importe lo que nos pase. A veces parece que está todo improvisado pero en Red Flag tenemos estipulada una primera hora de hablar sobre lo que nos pasa y después pasamos a esas charlas que son como las que tenemos con amigos en una reunión o una cena. Pero también tenemos esa cosa bilateral de escuchar a la gente porque esto es una comunidad y no hay mejor manera de alimentarla.
–Y en tu estilo está esto de hablarles a tus iguales pero captando muy bien lo que quieren.
–En ese captar lo que estaba pasando en Twitch, me metió mi hermano Simón, que tiene 13 años. Entonces soy un mix entre los consejos que me dio en la vida Gustavo Yankelevich pero también aprendí de mis hermanos. Yo estaba haciendo videos en la cuarentena y decía “si no me ven ni ellos, estoy en el horno”. Yo ahí vi algo que no vieron otros: meterme en el mundo del streaming y con respeto a referentes como Coscu y Goncho (Banzas), que me recibieron muy bien. Y Nico vio otra cosa: que los pibes y las pibas de 25/30 no estaban tan metidos en Twitch pero tampoco miraban la tele. Encontró ese bache y es gente como yo, que no veo nada de tele.
Grego Rossello: las temáticas que interpela al staff de Red Flag y el caso Báez Sosa
–También tratan temas como la violencia que nos atraviesa como sociedad. ¿Cómo salen esos temas?
–Hace unos días (el 6 de febrero) se estaba definiendo la sentencia del crimen de Fernando Báez Sosa, y dijimos “tenemos que hablarlo”. Hay una comunidad del otro lado que son pibes, a los que probablemente a algunos se les cruce por la cabeza que la violencia sea la forma, porque son pendejos y no lo hablan, no entienden, y bueno, esa es la obligación que nosotros tenemos. Así que hablamos una hora sobre eso, aunque en general tratamos cosas más banales. La gente del otro lado está laburando y nos dice que nos necesita: hay muchos que explican “siento que estoy escuchando a mi grupo de amigos cuando no estoy con ellos”.
–Además la responsabilidad de concientizar, además de entretener, ¿no?
–Hay cuestiones que cuando sentimos que atraviesan a nuestra comunidad tenemos la obligación. Yo lo considero así y tratamos de tomarlo de esa forma.
–Claro, y qué importante aparte hablar sobre eso, en un espacio como el suyo. Además de que hubo mucha espectacularización en el tratamiento del caso, ¿no?
–También, y los chicos tampoco entienden hasta qué punto nos puede atravesar a todos. Yo ahí conté que ese verano yo había estado en Villa Gesell, cuando giramos por toda la Costa, y había visto un nivel de violencia que no era normal. Quiero creer que con la sentencia y con el hecho e que se haya hecho justicia, va a bajar. No solemos meternos tanto en temas de agenda, pero ahí la responsabilidad siempre está. Entonces si estamos hablando de relaciones, hablamos de responsabilidad efectiva, si estamos hablando de sexo, que se habla mucho, hablamos de cuidarnos. O si hablamos de infidelidades, también hacemos foco sobre la responsabilidad que uno tiene con una pareja. Incluso nos pasa que nos dicen “mirá, a partir de lo que me dijeron, me di cuenta de que me estaba forreando mi pareja” o “mis amigos no me valoraban”. Ponemos en la mesa temas que nos atraviesan a todos y es sorprendente la respuesta de la gente.
–También hablan de sus frustraciones, algo que nos pasa a todos.
–Hablamos sobre si nos dejaron nuestras parejas o si nos quedamos sin laburo. Ni a Tuli, Agus, Manu ni a mí nos regalaron nada. Ninguno es hijo de nadie ni venía de este palo. “Franzo” estaba generando contenido y Tuli bailando y con el stream. Eso creo que también hace que la gente se identifique con nosotros. Por eso nuestro estilo siempre fue por el lado de hacer algo más transparente. Esto que decías vos, desde mis salidas frustradas con mis no-novias pasando por Tuli largándose a llorar al recordar a su familia y Agus, que tiene un corazón enorme y una sensibilidad extrema. Lo lo jodo y le digo que es medio mi antítesis. Me encanta cómo encara las situaciones desde el “antimacho”, en el buen sentido. Porque también necesitamos como sociedad que se caigan los estereotipos. Porque si podemos transformar algo, además de representar a tanta cantidad de chicos jóvenes, mucho mejor.
–¿Y cómo juega tu rol en el grupo?
–Yo me pongo en el personaje del “villano”, medio en el estereotipo del cheto, para que ahí Franzo se luzca más. A veces me tengo que comer algunas puteadas, que me duele un poco pero lo hago desde un personaje. Si yo me hago el “vivo”, él dice: “Boludo, dejate de romper las pelotas y buscá a alguien para ser responsablemente afectivo”. Hay algo entre los dos que por ahí está cubierto: este gran abanico de pibes y pibas. Y ponemos eso en el debate.
–¿Qué otras discusiones sentís que pusieron en la mesa y suman?
–Por ejemplo, hablar sin el miedo de la cancelación, que es tan difícil hoy en día.
Grego Rossello analiza la cultura de la cancelación, entre el corset de la corrección política y la deconstrucción
–¿Para vos la corrección política y el miedo a la cancelación fueron un corset a la hora del humor o lo siguen siendo?
–Yo me hice conocido haciendo videos a los 24 años, con un pie en el boliche y no tenía ningún tipo de miedo y de repente: "no puedo decir esto, no puedo decir lo otro”. También porque aprendiste y porque ideológicamente evolucionaste, eso buenísimo. Ahora, cuando ya lo políticamente correcto parece porque sí, entonces es otra cosa. Cuando laburé en ESPN, que era de Disney, tenía muchas cosas que no podía decir. También pasa que hoy Twitter no te deja y de repente estás en un corset en el que no vale ningún chiste.
–¿Y cómo lidiás con eso cuando la materia prima de lo que hacés es el humor? ¿Te condiciona cada vez más?
–Yo veo que el único condicionamiento que uno tiene que tener a la hora del humor es la moral propia. Yo considero que soy un pibe heterosexual criado en Recoleta que sigue en una deconstrucción gigante y constante.
–Claro, eso es permanente, ¿no?
–Sí, re contra. Por ejemplo, hacer un chiste sobre una mina que se coge a un montón de pibes y considerarla de trola. No podría hacer reír sobre eso porque es algo que no pienso. Entonces no lo voy a hacer porque no me causa la mínima gracia. Ahora, sí pasa que si le tiro onda a Wanda (Nara) cuatro veces en vivo me pueden tratar de pajero, pero eso sí es divertido. Si sé que tengo una persona al lado que está cómoda, la joda la voy a hacer, porque es un show. Si dejamos de hacer todo y todos somos iguales por lo que se debe hacer o no, ahí es donde nos empieza a frenar. Igualmente vengo zafando de las cancelaciones, pero pronto puede llegar.
–¿El miedo a que te cancelen es un tema que hablás en terapia?
–Sí, es un miedo con el que sigo trabajando. Pero también hay que decir la verdad: todos en la intimidad hacemos comentarios difíciles o desde el humor negro o la ironía. El tema es que ciertos chistes se pueden hacer solo entre amigos porque conocen cómo pensás. Muchas veces si los decís en público puede hacer que se termine la carrera de una persona.
–Hace más de siete años que te analizás. ¿Qué otro tópico fue central?
–Y… yo tenía como un miedo enorme de sentirme un impostor. Me pasó cuando se me viralizaron un par de videos. Yo había remado toda la vida, hice 34 mil castings, estudié en el IUNA (Universidad Nacional de las Artes) y a pesar de eso había algo de mi inseguridad. Esto de “che, esto se me dio de pedo”, “se va a caer todo y me van a cancelar”.
–¿Algo así como que no era suficiente todo lo que habías hecho para agradecerte tu logro?
–Claro. Me llegué a convencer de que era una mierda lo que yo hacía: cuando vos creés eso, claramente empezás a hacer cosas que son una mierda. Por eso te digo que en esta segunda vuelta me bajó un poco eso. Confío y creo en lo que hago. Cuando nos entregaron el Martín Fierro lo dije con lágrimas en los ojos: “Hoy tengo tres compañeros a los que les gusta lo que hago y que confían e mí”. Y tenemos dos productores como Bernie y como Luis (Cella), que tienen mucha idea de esto, y que crean en lo que hacemos es un honor. Entonces lo bueno es saber que si hay un miedo, hoy es menor. Porque tengo en claro quién soy, cómo soy, cómo pienso y qué hago. No digo nada malo y no tengo nada que esconder. Así ya se labura más tranquilo… porque en aquella época había más presión…
–¿Creés que en un momento hubo una suerte de “caza de brujas” con los influencers?
–Creo que hubo un poquito de eso. Igual lo que yo hacía eran pavadas, no era humor con temas difíciles pero sí te podía parecer que era un ridículo o darte cringe. Entonces me condicionaba todo: si iba a hacer un video con una peluca, decía "mejor no me la pongo" o tenía miedo de que me levanten en Twitter. Ahora, que digan “che, tiene 31 años y es un pelotudo porque se está haciendo el pendejo”, va a seguir pasando porque considero que está bueno lo que hago. Y eso me parece el game changer a a hora de salir a laburar todos los días.
–¿Te afectan si escriben sobre vos en las redes o simplemente ponés filtros y elegís que no te lleguen alertas o comentarios?
–Leo todo. A veces jodemos con Nico porque él me dice “no leas YouTube, no leas Twitch”. Y está bueno lo que dice pero yo miro todo igual. Hay 50 mil personas mirándote y es un flash, por ahí en YouTube hay solo tres comentarios malos. Después, hay todo un pensamiento en el palo de los influencers de que si te critican es porque te tienen envidia. Y no, simplemente hay gente a la que no le gusta lo que hacés. En todo caso, a mucha gente le parecés un pelotudo simplemente y también hay que aceptarlo.
–¿Y le prestás atención a esas cosas que no son tan buenas?
–A veces nos dicen que nos pisamos mucho o que no se entiende o “están gritando” y entonces está bueno verlo. Obvio que voy a escuchar más a mis productores pero por ahí hay alguien al que le gusta el programa y también me lo pone de buena onda. ¿Por qué no voy a prestarle atención?
El código de Luzu TV versus los medios tradicionales y el poder multitarget de Wanda
–¿Creés que la tele quedó “vieja” respecto a los nuevos medios?
–No creo que haya quedado vieja pero sí hay algo distinto y para mí el mejor ejemplo es cuando le hicimos la nota a Wanda. Ella no estaba dando notas en ningún lado, sobre todo por el tema de L-Gante, pero la pudimos entrevistar en Red Flag. Y ahí entendí que hay público para todo, porque ese día le hicimos la “anti nota”, según los periodistas tradicionales. No le preguntamos por esa nueva relación ni por el kilombo con Mauro (Icardi): creo que de pedo le sacamos que estaba soltera. Obvio que es algo que se lo quiero sacar pero no iba por ahí: creo que ese el motivo por el que decidió hablar con nosotros y fue otra Wanda. Me acuerdo de que ese día volví a mi casa y la persona de seguridad del edificio me dijo: “Ví la nota y no le preguntaste nada” (Risas). Y yo quedé re caliente pero después me di cuenta de que habíamos hecho el laburo bien, porque para nuestro público fue una charla en la que pudieron conocerla desde otro lugar. Todavía está el público de la tele, no es que murió. Están los que quieren esa data y quieren los chimentos a los que apuntan los programas.
–Y hasta fuiste entrevistado en esos mismos programas de espectáculos por la réplica que tuvo el mano a mano que hicieron con Wanda.
–Sí. Me pasó que me llamaron de Intrusos (América) y me pidieron un móvil “para hablar de mi carrera”. Y yo sabía que era para hablar sobre Wanda. Cuando me preguntan porqué decidió ir a nuestro programa les dije la verdad, que porque se maneja un nivel de transparencia que no es tan habitual en la tele. De hecho, le dije a Flor de la V que lo que me hicieron ellos –prometer una charla sobre lo laboral con otro objetivo– es algo que no le haría a Wanda ni a ningún invitado. No es que yo sea mejor, solo son estilos, nada más. Creo que hay una nueva generación a la que no le interesa la vida privada de las personas.
–Y además, en un punto, todos nos alimentamos de los mismos personajes. Por eso también la rompió en Red Flag, con record de likes.
–Sí, fue una cosa de locos. Y los clips tienen 4 millones de reproducciones. Wanda puede vender para la ama de casa que quiere el programa que intenta meterse en su privacidad y también vende para la pendeja que la sigue en Instagram y la toma como referente.
–¿Cómo analizás a Wanda como personaje? ¿Entonces es una estratega multitarget?
–Después de esa nota entendí que es muy buena haciendo lo que hace: armar una carrera a partir de todo lo que le sucede. Me parece que es vivísima.
–Bueno, un poco Truman show como vos…
–¡Exacto! Pero a la enésima potencia. Me acuerdo que la jodí, le tiré fueguitos y después vino L-Gante al programa y me lo echó en cara. Se armó un clipcito muy divertido en el que me contó que se hizo el boludo un tiempo y después me tiró: “¿Vos le tiraste un fueguito a mi novia?”. Estuvo pillo. Y no es que nosotros somos santitos, que de algunas cosas no hablamos: los terminamos cruzando a los dos pero, repito, desde otro lugar. Algo que hice también con Duki en Fernet con Grego. Yo ya sabía que estaba de novio con Emilia (Mernes) e incluso en la nota me contó que su primera novia se llamaba Emilia. Pero a pesar de haberme dado todos los pies, yo sabía que él no quería hablar de eso, así que no lo hice.
–Me dijiste antes que no veías tele, ¿nada nada consumís?
–No, obvio. Algo sí. Últimamente me pasó que me enganché con Gran Hermano (Telefe), algo que no me había pasado antes, y también con La Voz Argentina. Pero no veo mucha TV. También considero que hay muchos programas que no están enfocados para que yo los vea y es por eso que también fui a la tele: para hacer contenidos para la gente de mi generación. Mientras pensé que me veían solo pendejos, no fue así. Es muy loco: estuve dos años con videos en Instagram que fueron horribles. La gente en la calle me hablaba en pasado acerca de eso mientras yo había estrenado uno ese día, entonces entendí que me habían dejado de ver. Por eso hoy es un renacer. No paran decirme “che, te ví hoy en Red Flag” o “qué bueno Fernet con Grego”. Estamos de vuelta en una vigencia piola pero para eso hay que parar la pelota, ver lo que quiere tu público y lo que querés vos. Ahí es cuando se da un match que se pone interesante.
Grego Rossello: el encare, la exposición y las citas fallidas
–Recién hablábamos de la cita que tuviste con esta chica que terminaste sentando en el programa. ¿Cómo sos al encarar? ¿En algún sentido es bastante parecido a lo que mostrás en el programa?
–No, no. Soy bastante transparente en ese sentido; siempre jodí con que lo único que tengo es esto, la parla… Hacer reír a alguien es como la única forma que tengo y que encuentro. Cuando era chico, iba a los boliches y el estereotipo que más garpaba era el lindo que se hacía el misterioso.
–El enigmático…
–Sí, bueno, pero nunca pude tenerlo. Sí por ahí lo que no cuento es que hay una cuestión ahora de un personaje mío que hace chistes con ser mujeriego y la realidad es que en mi adultez solo tuve seis relaciones, soy mega fiel y me gusta tener una compañera. Y cuando estoy solo, claro que me gusta joder. Y también es algo que garpa en el programa pero está bueno que se sepa que es un personaje.
–¿Y eso creés que te puede jugar en contra si conocés a alguien?
–Es que sí. Me pasó en una primera cita con una chica que fuimos al recital de Coldplay. Estaba todo bien e íbamos caminando por la calle. Hacemos una cuadra y me dice: “¿Vas a hablar de esto mañana?”. Y no me la vi venir. Hay un poquito de miedo con eso, se ve. Obviamente yo no expongo a nadie con nombre y apellido y soy muy cuidadoso. Entonces nadie se puede enterar, a menos que esa persona también lo haya contado.
–Pero pará, necesito que me cuentes como siguió la cita en el show de Coldplay, porque era un muy buen plan.
–Quedó ahí. Pero pasó algo peor que te tengo que contar. Y esto es un papelón. Se enteró que en la misma semana que había salido conmigo, yo había ido a otro recital con otra chica. Nico me quemó en la radio sin querer y me terminé pisando. Y ella lo vio en el programa. Bueno, son un poco las reglas del juego, si me expongo me la tengo que bancar. Pero no hago nada distinto a lo que hace todo el mundo que es que, si estás solo, tal vez estás conociendo a otras personas. Esto de abrir el juego para tener opciones. Yo doy sentado de que si estoy con una piba que no es mi novia, estoy solo.
–Es delicada la línea si no filtrás lo que contás, también.
–Claro. Igual la cita estuvo buena. Pasa que después tenía un laburo, así que solo fuimos al recital. A mí lo que más me divierte es conocer a alguien posta. Poder charlar. Cuando conocés a alguien en un boliche no tenés ni la chance de hablar. Yo prefiero otras cosas, como salir a comer. Me gusta la buena gastronomía, ir a comer algo rico y llegar a conocer más a la otra persona. Porque me pasa que ya me conocen un poco más o creen conocerme por lo que ven al aire.
–¿Sentís que hay prejuicios previos?
–Sí, un montón. Pero ya es parte del todo y son las reglas del juego.
–¿Te pasó que te hayan ghosteado y no te quieran ver más?
–El año pasado, contrariamente a lo que debe pensar todo el mundo, me rompieron el corazón. Lloré un montón y fue antes de lo de Luzu. Yo me re enganché con alguien y re quería estar de novio pero ella no quiso. No pasa nada. Era una chica con la que nos conocíamos desde hace mucho tiempo. Pero fue terrible porque me dijo: “Yo te quiero como amigo”.
–¡Qué dolor!
–Fue re duro, obvio. Pero no tengo problema en contarlo. Además no tengo resentimientos. Viste que a veces uno no quiere que el otro se entere que estuviste mal.
–Pero los hombres también lloran…
–Sí, exactamente así. Lloramos también.
Grego Rossello: desde sus primeros trabajos al reality con Susana Giménez
–¿Qué trabajos corrientes tuviste además de laburar en esto? ¿Hay alguno que no sepamos?
–Siempre digo, y no me lo pongas en el título para que no me peguen en Twitter, que lo mío nunca fue laburar. Pero me refiero a que todo lo que hice fue en el medio y me encanta. Laburé a la gorra mucho tiempo, también como guionista y fui asistente en clases en una etapa para pagarme algunos cursos. A los 13 hice una primera película, que fue Palabra por palabra, con Katja Alemann, que hacía de mi mamá. Y después llegó mi aparición en Casi Ángeles, pero con personajes muy chiquitos. Yo la “pego” recién a los 23, 24 años, con los videos en Instagram. Pero fueron diez años de castings frustrados. Por eso digo que nunca tuve un "laburo" pero en realidad trabajé desde muy chico.
–Y estás por estrenar en marzo LOL: si te ríes pierdes, un proyecto que hiciste con Susana Giménez.
–Sí y fue un súper flash. LOL es un reality que hice en México con Susana para Prime Video. Mirá que viajé a todos lados pero laburar para una plataforma internacional que llega a más de 200 países es una locura. Es algo tan random llegar a trabajar con Susana que es algo que ni soñás. Jamás se me había ocurrido terminar conduciendo con ella; obvio que yo tenía un rol más bajo, obvio (N.d.R: una suerte de asistente). Es una persona bárbara, de una generosidad total.
–¿Qué cosas compartieron juntos y cómo fue el feedback de laburo con ella?
–Yo siempre digo que después de la semana que viví con Susana, no me puedo agrandar nunca. Si no se agrada ella, de ahí para bajo, ninguno. Desayunamos, ensayábamos… Me trataba como un amigo. Me decía “te ayudo con esto”. También me dio el lugar para que anuncie el ganador del reality, ¿entendés lo que te digo? Hizo una pausa para que lo diga yo.
–¿Y qué es lo más loco que viviste allá –más allá de conducir con Susana– formando parte de una producción internacional?
–Cosas que nunca pasan cuando trabajás acá en Argentina. Por ejemplo, tener una asistente personal que me levantaba a las ocho de la mañana con el desayuno o que, si llovía, me acompañaba a comprar lo que sea con un paraguas en la mano. Un nivel de atención al que no estaba acostumbrado y es muy loco.
–Las generaciones a las que le hablás ya se relacionan de un modo distinto con el trabajo. Se inventaron maneras de ser autodidactas y se apoyaron en internet para armar carreras. ¿Sentís que hay otra idea del trabajo hoy, menos sacrificial?
–Sí, hay otra concepción del laburo hoy. Linkeándolo a lo que te decía, ahí está eso de sentir que “no laburé nunca”. Los que tenemos treinta y algo somos los últimos de una generación que viene con la idea arraigada que el trabajo es “agarrar la pala” y no tomarse vacaciones. La idea de hacer un sacrificio y aplaudir al que trabaja más.
–Hoy también se hace más foco en el disfrute y la “slow life” (la vida lenta).
–Viste que soy Licenciado en Historia… y analizando la historia, mis abuelos llegaron en un barco desde España con todo el mandato del sufrimiento. Algo que nos inculcaron a muchos nuestros padres. A mí, mis viejos me criaron así. Mi papá me levantaba todos los días súper temprano aunque la noche anterior hubiera estado haciendo shows en las plazas hasta las tres de la mañana. Tenía 12 personas viéndome: estaban todos borrachos, drogados o dormidos: tal vez solo seis me prestaban atención. Mientras mis amigos que iban a un colegio cheto como yo (el San Jorge, de Quilmes) estaban comprando la mesa para ir a Jet o Tequila –y yo igual tenía la posibilidad económica– yo tenía puesto el chip del laburo. Soy de esa generación que es el cruce de esas dos cosas, el laburo duro y aprender a disfrutar. Pero yo no quería perder el tiempo porque sabía que si no arrancaba ahí y le daba súper duro, esto no se me daba nunca.
Por Karina Noriega
Fotos: Chris Beliera
Estilismo: Camila Mariani
Make up: @fatipmakeup
Videos: Martina Cretella y Miranda Lucena
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