"Ni sé cómo estoy acá sentada", confiesa con brutal sinceridad Yanina Latorre cuando intenta desandar el camino que la llevó a convertirse en la panelista estrella del mundo del espectáculo argentino.
Fue "trabajando de ella misma" que a sus 56 años logró estrenar y oficializar el título de conductora en su ciclo televisivo Sálvese quien pueda (América TV), pero esta historia empezó mucho antes.
"Son dos Yaninas, pero en realidad son la misma...", reflexiona al momento de hablar de su pasado, que en toda esta charla con revista GENTE se entremezcla con el presente brillante que atraviesa en el que aparecen nombres como Diego Latorre, Wanda Nara, sus hijos Lola y Dieguito, su mamá Dora, Maru Botana y hasta Javier Milei.

Yanina logró, en los últimos años, traspasar el rol de periodista de espectáculos cuando, al contar el escándalo mediático que se generó por la separación de Wanda Nara y Mauro Icardi, se convirtió ella misma en protagonista del show que entretiene a todo el país.
Además de ser la "angelita" estrella en LAM (América TV), ciclo comandado por Ángel de Brito, a quien considera como su segundo marido, logró atrapar a su audiencia desde su cuenta de Instagram, donde tiene más de 3 millones de seguidores. Desde ahí se mezclan desde los escándalos de la farándula más ardientes y los "Yanitips" de belleza hasta las latas de atún que pide su esposo mientras ella es la relatora oficial del chisme del momento.
Cómo era su vida antes de conocer a Diego Latorre
Antes de volverse esa mujer que incomoda con preguntas filosas y que genera titulares con un simple comentario, Latorre, quien en realidad se apellida Arruza, era una joven estructurada, criada en un colegio de monjas, que soñaba con la vida de "Susanita". Es por eso que en esta charla con revista GENTE cuenta cómo era su vida antes del estrellato y mucho antes de conocer a su esposo.
—¿Cuál era tu profesión y a qué te dedicabas antes de conocer a Diego Latorre?
—Soy contadora pública, licenciada en administración de empresas, traductora de francés y profesora de inglés. Hay que estudiar. No es que te casás con Diego Latorre, apoyás el culo en la silla y sale. Nequi Galotti estaba casada con Mitre y no sirve ni para espiar. Soy profesional y estudié. Hay estudio, preparación y locuacidad...
—¿Trabajaste como contadora?
—Trabajé como contadora cuando me recibí en la facultad. Viste que son dos Yaninas, pero en realidad son la misma... Bueno, me recibí con uno de los mejores promedios y me mandaron a una pasantía. Fui la contadora del Instituto de Servicios Sociales de Seguros. Trabajé un año y medio en un sindicato. Fui a marchas... Te obligaban.
—¿Cómo eras en las marchas?
—¡Fui a marchas con empanadas y vino! (risas). Estuve en las reuniones del sindicato. Imaginate que un día me puse de novia con Diego Latorre y los sindicalistas no lo podían creer. Yo soy re contadora. Parezco medio loca, pero tengo una gran estructura mental. 1+1 es 2. Todo tiene que cerrar y por 10 centavos te corto el dedo. Soy muy cuadrada como contadora. Después empecé a trabajar en una mesa de dinero en la que trabajaba Calos Maslatón. Me puse de novia con Diego, me casé y me fui a vivir a Europa.
—¿Cómo fue ese cambio rotundo de vida?
—En el primer año me aburrí muchísimo. En ese entonces fue cuando aprendí a cocinar. La primera vez que hice una tortilla quemé 10 kilos de papas, pero aprendí. Ahora cocino bárbaro. Con el tiempo me convertí en contadora y representante de Diego. Yo le manejé toda su carrera y contrato y así despunté el vicio. Hoy la contadora de Diego y de Lola. Hago toda la facturación, ingresos brutos, IVA, ganacias, bienes personales... ¡Todo!

—Y ahora él te acompaña a vos...
—Eso te quería contar. Yo lo acompañé a él en todo: triunfó, nos mudamos, cargué contendores, crié a los pibes... Cuando terminó ese momento y él se acomodó en el periodismo deportivo, que es el mejor en lo que hace porque es maravilloso, hubo algo de mí que lo soltó. Yo soy un poco maternal y creo que es un defecto que tengo. Recién cuando lo solté apareció esto de las redes y afloró esto que tengo y siempre tuve. Nunca lo había usado ni lo había explorado porque estaba ocupada por acompañar a Diego.
—¿Ese cambio generó algo en la pareja?
—Al principio le daba celos. Lo mío fue chiquito. Empecé con las redes sociales, después hice radio con Cristina Pérez, fui con el Gato Sylvestre y después con Feinmann. Era un coqueteo, pero ahora es todo el día. Si tengo tiempo libre es para generar contenido en mi casa. Tengo 40 marcas por mes. Ahora empecé a grabar comerciales. Diego me banca porque sabe que lo acompañé y que es el momento de que yo me realice como persona. Como madre me realicé, pero como profesional me faltaba y lo estoy logrando.
—En esas épocas que eras Yanina siendo la mujer que acompañaba a Diego, ¿soñabas con otra vida?
—No. Jamás. Yo estaba chocha. Yo creía que me iba a quedar ahí. Iba al shopping a la tarde... No reniego porque me encanta: soy compradora compulsiva... A mí cuando me dicen que tal revista, muchas a las que no le doy notas porque me parecen pelotudas, quieren ir a tu casa a sacar una foto al vestidor. Andá a la casa de Wanda... Yo soy mucho más que 4 carteras. Una chica que sólo sabe mostrar las cosas que se compró me da lástima. Ojo: me encanta hacerlo porque si vas a mi casa está lleno, pero no lo voy a mostrar.

—¿Existía el término de 'botinera' cuando empezaste a salir con Diego?
—Sí, pero en realidad la botinera no es la mujer que se casa con un jugador de fútbol tipo yo con Diego o Claudia Villafañe con Maradona. La botinera es la que le gusta el jugador de fútbol y no le importa el nombre y apellido. La botinera es la mina que quiere vivir eso. Wanda sería una botinera glam. De Maxi López pasó a Icardi.
—Entonces, vos nunca fuiste una botinera...
—¡No! Nunca en la vida. Yo entré como de casualidad. No entendía nada ni busqué esa vida. Yo estudiaba y Diego me apareció por la ventana. Me costó un montón decirle que sí porque para mí era un ambiente nefasto. Yo era medio pelotuda como las mamás del colegio que conocí. Después fui cambiando.
—¿Cómo eras antes de conocer a Diego?
—Una reprimida. Yo lloraba porque Maru Botana me trataba de anoréxica. Era una pelotuda y por eso después me dediqué a incomodar pelotudas. Yo fui muy boluda y me fui auto superando. Me vino muy bien casarme con Diego porque conocí otro mundo. Yo fui criada en un colegio de monjas donde mis compañeras no usan bótox. Las ves hoy y son mi abuela. Ellas no se operan la nariz para estar mejor, sino porque tienen el tabique desviado. Todo es una excusa.

De la separación de sus padres a su vida de "esposa de country"
Hasta sus cuarenta años Yanina Latorre se encargó full time de su familia, de los contratos de su marido y de la crianza de sus hijos. En sus palabras "era una pelotuda ama de casa". Sin buscarlo, cambió por completo su vida cuando comenzó a utilizar las redes sociales y sus publicaciones llamaron la atención de muchos. De ahí en adelante, la historia es la que conocemos.
—Empezaste tu carrera profesional en redes sociales hace 16 años, ¿cómo revisitás ese camino recorrido?
—Empecé en Twitter en 2009. Es un camino hermoso. Soy re feliz. Me encanta mi laburo y me llena un montón. Estoy orgullosa de haberme reinventado y de no haberme quedado en la comodidad de mi casa del country con un señor futbolista que ganó mucho dinero. Yo laburo como una loca.
—En ese momento tenías 40 años, ¿había algo de la famosa crisis de cambio de década?
—¡No! No creo en esas cosas. Para mí son todos clichés de concha seca. Son excusas que la gente pone. No me pesaba nada y no buscaba nada.
—¿Eras feliz con esa vida?
—¡Re! Amaba a Diego y le ponía los cordones a las zapatillas. Esperaba a mi marido a la noche con la milanesa napolitana y durante el día llevaba a mis hijos al colegio... Los llevé a natación, a rugby y a hóckey. Hice todas esas cosas.
—Eras una esposa de country común y corriente...
—Sí, pero siempre tuve esta personalidad. Siempre era la disruptiva y graciosa en las reuniones. Era la que contaba una anécdota en la mesa de amigos. A mí me encanta incomodar gente al igual que a los famosos.

—¿Qué es lo que te gusta de eso?
—La cara de incomodidad del otro porque la gente está siempre en zonas de confort. Un ejemplo sería un desayuno de las mamás del country que manejan un nivel de conchasequismo mil. Toda gente rica y al pedo. Te hablo de gente que en el chat de mamis preguntaba: "Se me fue la mucama, ¿alguien tiene una para recomendar?". Entonces yo les ponía: "¿Nadie nunca pide una pija?". Yo me las imagino a todas criticándome. Y ojo: no es que yo andaba buscando una pija porque soy cero eso. Con lo expuesta que estoy y todo lo que dije de todo el mundo, si tuviera un muerto en el placard ya estaría publicado. A veces íbamos a tomar un café con las mamás del colegio después de dejarlos en clases. Todas vestidas de blanco y lino comenzaban a contar cosas. Yo ahí miraba a una y le preguntaba: "¿Le chupás la pija tu marido?". Se lo decía tranquila y ellas se quedaban duras.
—Vos fuiste así y lograste cambiar...
—Yo era así. En verano me iba a Punta del Este y en invierno iba a esquiar. Quería la vida de Susanita. Vivía en Belgrano con mi papá y mi mamá. Ellos se separaron cuando yo tuve 15 años y fue un drama.
—¿Por qué lo viviste así?
—Era un secreto y no se lo podíamos contar a nadie porque quedaba mal.
—¿Sufriste la separación de tus papás?
—¡Sí! Por eso entiendo tanto a los hijos de Wanda. A los 15 años cuando mi papá se fue de casa a mí se me terminó el mundo. Cuando conocí a Diego conocí gente que comía distinto, hablaba distinto y que no sabía hablar inglés. Era gente que no tenía clichés encima y era más de barrio. Yo no tenía barrio encima y me gustó. Ahí aprendí porque yo fui pelotuda. Yo decía las palabras en inglés y Diego me corregía.
—Salías con un jugador muy famoso y podrías haberte subido a esa.
—No me subí y él me bajó a tierra. Estuvo bueno. Me fui a vivir afuera y ahí aprendí a cocinar y a lavarme las bombachas. Yo tenía niñera cuando era chica. De hecho, Rosa todavía vive conmigo.

Quién es Rosa, la persona de máxima confianza de Yanina Latorre
—¿Cómo es tu relación con Rosa?
—Rosa es mi mano derecha y es la persona que se ocupa de toda mi vida.
—¿Cómo es esa relación con alguien que estuvo al lado tuyo toda la vida?
—Yo tenía 8 años cuando entró a casa y ella tenía 14. Mi mamá la crió, la mandó al colegio y es su tutora. Es una hermana mayor para mí y es la única persona a la que le tengo total confianza para todo: mi casa, mis hijos, mis perros... A mí me gustan los vínculos largos. Me gusta que la gente que trabaja conmigo o es parte de mi vida sea parte de mi familia.
—¿Qué diría Rosa si le preguntamos cómo es Yanina como jefa?
—No soy jefa. Ella manda en casa. Yo como lo que dice Rosa. Ella dirige. Soy cero jefa porque doy mucho más carácter del que tengo. Soy vehemente para moverme, pero en mi casa no hablo y no pido nada. Todo lo decide Rosa.
Lo que no le perdona a su papá y la entrañable relación con Dora, su mamá
Sin melancolía ni drama, pero con seriedad y seguridad en sus palabras, Yanina recuerda a Alfredo, su papá, y cuenta cómo fue su vínculo con él tras la separación de sus padres.
Segundos después cambia por completo al hablar de Dora, su mamá, con quien habla de todo durante todo el día y no duda en confesar: "es la mejor".
—¿Con tu papá tenías la misma relación cercana que tenés con tu mamá?
—Sí y no. Nunca le perdoné que haya vuelto a rehacer su vida. Ese es un problema que yo tengo por eso odio tanto a las amantes. Yo soy consciente de lo que me pasa. Lo traspolo porque mi mamá sufrió mucho. Creo que mi papá se murió sin que yo lo perdone.
—¿Después de la separación de ellos seguiste teniendo vínculo con él?
—¡Sí! Mi papá era mi papá y todo bárbaro, pero había algo que no fluía porque nunca le acepté a la mujer ni dejé que venga a mi casa o mi casamiento. Yo para eso soy inflexible.
—¿Con el diario del lunes pensás igual?
—No me arrepiento de nada. El que se tendría que haber arrepentido de todo lo que hizo es mi papá.
—Y con Dora la relación es otra cosa...
—Mi mamá es la mejor persona del mundo. Hablamos todos los días.
—Ella ha contado que congela nombres en el freezer, consulta cómo te va a ir con el tarot...
—Es verdad todo eso. No sé a quiénes congela porque yo no la mando a congelar gente. Mi mamá es peor que yo: me tocás y te congela.

—¿Cuando tenés dudas de algo le pedís que le pregunte a las cartas del tarot?
—No porque le pregunto derecho a la tarotista de mi mamá y hablamos. De todas las dudas que tuve lo charlamos. A mí me costó agarrar el programa porque estoy tan bien que no quería que me fuera mal. Creo mucho en mi tarotista porque ella le empezó a preguntar a mamá las cosas que me iban a ir pasando y pasaban. No soy de recurrir a brujas... Soy bastante escéptica.
—¿Qué te dijo sobre tu nuevo programa?
—¡Todo! Elegimos a los panelistas. Le tiró las cartas a todos y me quedé con los que mejores cartas tenían... ¡Ay, qué loca estoy! (risas). Te lo juro… Tenía miedo. No te creas que me las sé todas.
De Twitter al programa propio: Sálvese quien pueda de Yanina Latorre
"No lo pedí. Es más: puse muchas más trabas para hacerlo que facilidades y me terminaron convenciendo", explica Yanina sobre este nuevo rol que ocupa frente a la conducción de Sálvese quien pueda producido por Mandarina Contenidos (LAM, Diario de Mariana y Bondi Live).
—¿Cómo viviste la previa a tu lanzamiento como conductora?
—Nerviosísima y estresada, pero contenta.
—¿Qué es lo que más ansiedad te genera este nuevo desafío?
—Quiero que sea bueno el producto y que sea divertido.. No le tengo miedo a conducir. Vengo de reemplazar mucho a Ángel. Estoy acostumbrada y estuve bien cuando lo hice. Además, conduzco un programa de radio todos los días. Siento que en LAM estoy por encima de las angelitas en el buen sentido. O sea, tengo 10 años de trayectoria en el programa y creo que soy co-equiper con Ángel.

—¿Qué querés que este programa le genere a la gente?
—Hay mucha ansiedad y expectativas. Están esperando algún tipo de genialidad que no sé si llego (risas). Todos me dicen que me lo merecía y que la iba a romper... No sé.
—Asumo que no es la primera vez que te ofrecen conducir un programa
—¡No! Todos los años me ofrecen y siempre digo que no. Es la primera vez que me divierte el proyecto. Primero porque es pegadito a LAM. Además es un programa de una hora, rápido y fresco. Es más cómo soy yo, por eso se llama Sálvese quien pueda.
Yanina Latorre revela de dónde consigue la información y afirma: "No soy detective"
"No tengo idea", responde Yanina al ser consultada por el tiempo promedio de uso de celular que tiene por día. Rápidamente intenta buscar en el teléfono más picante del país y confiesa: "10 horas y media". Lo cierto es que esta herramienta de trabajo la acompaña durante todo el día y cuando cuando tiene algunos minutos fuera del vivo se encierra en un camarín a filmar más contenido para sus redes sociales. En medio de ese trajín recibe mensajes y llamadas que horas después serán la noticia de la semana.
—¿En qué momento y cómo te informás?
—Sigo todo. Yo me levanto muy temprano a leer. Arranco por redes y según lo que me muestre X (ex Twitter) me doy cuenta para dónde está yendo todo. Yo sigo a periodistas y no sigo gente random. A veces mis amigos se ofenden porque no los sigo. Para mí es una herramienta de laburo. Ahí veo por dónde va todo. La data me llega y la laburo. Generalmente cuando tengo bombas y primicias es más lo que me llega y me buscan para que yo la cuente. Al famoso le gusta que yo cuente la primicia.
—¿Cómo te llega esa información?
—El famoso... Él o el hermano, el padre, sus amigos que mandan... Yo no invento nada ni soy detective. Tampoco ando persiguiendo para que me cuenten cosas. Me pasó con el Wandagate: por más que critique a Wanda, ella tiene la necesidad de llamarme y que yo hable. Ellos te pasan todo. Hay algo donde se ve que ella piensa que yo soy una gran formadora de opinión y necesita que yo la nombre. Siempre está buscando gustarme. Ahora que la estuve criticando porque no me gusta lo que hace con las hijas, me bloquea. Después se le pasa.

—¿En algún momento te enojás de esas reacciones?
—¡No! Me encanta porque yo también la uso a ella. Yo soy la que mejor cuenta la vida de Wanda.
—Más allá de contar lo que pasa en su vida, vos te volviste parte de esta historia...
—¡Claro! Es como algo mezclado. Creo que ese es el plus que tengo con otros periodistas de espectáculo.
—¿Cómo lograste hacer eso?
—No sé. Ni sé cómo estoy acá sentada. No me lo propuse y no estudié periodismo, pero me lo tomo seriamente. No es que un día dije que quería entrar a los medios y ser famosa. Se fue dando de forma natural. Creo que la naturalidad y honestidad que tengo para moverme lo fui sabiendo aprovechar. Yo trabajo de mí y con el tiempo lo supe enriquecer. A veces me preguntan qué viene después de esto y no tengo idea. No sé ni cómo me va a ir en el programa en las próximas semanas.
Por qué Yanina usa el apellido de su marido, Diego Latorre
La conductora supo convertir su nombre, acompañado por el apellido de su marido, en una marca registrada. Pero esa elección, lejos de ser una estrategia mediática, ocurrió mucho antes de su salto a la fama y responde a un motivo mucho más tradicional de lo que muchos podrían imaginar.
—Me decías que cuando empezaste a salir con Diego te bajó a tierra, ¿en qué otros aspectos te calma?
—A Diego le gusté y le daba vergüenza que yo quede como una pelotuda tipo Mariana Nannis. El qué dirán o que te quieras hacer lo que no sos, a Diego no le gusta. En eso me bajó a tierra. Él me baja en todo. Es un tipo súper terrenal y daba medio agrandadito, pero es muy tranquilo y humilde.
—Ahora que estás muchísimo más arriba con tu exposición, ¿él te dice que bajes un poco el perfil?
—Cero. El universo fue inteligente con nosotros porque cuando lo conocí él estaba en la cresta de la ola y yo sólo era la esposa de Diego Latorre. Nunca lo negué. De hecho, uso el apellido de él. Traigo el cassette de boluda de mamá de colegio que me quedó. Mi mamá también usa el apellido de casada y no el de soltera. Y pensá que mi mamá se separó y mi papá ya se murió... Somos muy tradicionales.

—Decidiste utilizar el apellido de tu marido y muchas veces te critican por eso...
—¡Me chupan un huevo todos! Yo hago lo que quiero. Es el nombre de mi familia. Somos Latorre. Me parecería raro hoy usar el apellido de soltera. Creo mucho en la familia y en el proyecto de vida. Somos los Latorre. No sé por qué a la gente le moleste tanto mis elecciones de vida. Nunca escuché a nadie que le critiquen a Cristina Kirchner que use el apellido de su marido.
Su mirada sobre la actualidad el país y la reciente charla que tuvo con Javier Milei
Lejos de limitarse al mundo del espectáculo, Yanina también se mete de lleno en la arena política. Con opiniones firmes, sin corrección política y sin miedo a incomodar, no duda en opinar sobre la actualidad del país. "Nunca estuve ensobrada", se justifica al momento de dar su visión de la Argentina actual.
—Me decías que hace 20 años ibas a estas marchas por el trabajo, ¿por qué saldrías a marchar hoy?
—¡Ni sé a qué iba a marchar, eh! No me gustan las marchas. Siento que es violento. Creo que la marcha no cambia nada. Hoy hay un montón de formas de hacerte escuchar. Eso es violentar al otro. Manifestando cortan toda la ciudad y eso hace que la gente no pueda llegar a su casa o al trabajo. Le cagás la vida a alguien. Yo creo que marchando y cortando la ciudad no se logra nada de nada.
—¿Cómo creés que sí se pueden lograr cosas?
—En este país es difícil. Yo creo en el diálogo, en la negociación y en el trabajo. Para que eso llegue a este país falta mucho. Venimos de mucha corrupción y violencia. Fijate lo que pasó hace unas semanas con los jubilados. Después de eso, Jorge Rial había dicho que Mariana Brey, que piensa distinto a él, era una hija de puta y pidió que la echen por eso. No mató a nadie, eh. Habrá dicho una boludez, pero nadie es perfecto. Para mí como sociedad estamos arruinados.
—¿Cómo ves la situación actual del país?
—Soy claramente anti K, pero no soy libertaria. No voté a Milei. Los jubilados no vivían mejor con los kirchneristas. Se infiltraron los sindicatos y los barrabravas porque la oposición no está encontrando lugar. Para mí el kirchnerismo está completamente desarmado y quisieron meterles sangre al gobierno. Lograron un disturbio que los jubilados no hubieran generado solos. Se metieron para eso. Es triste porque a la oposición tampoco le importan los jubilados. Eso es lo que yo pienso.

—A veces tenés agarradas fuertes con diferentes personas por opinar de temas políticos, ¿con algún tema preferís no meterte?
—No, no le tengo miedo a nadie. Nunca estuve ensobrada y no soy amiga del poder. La primera vez que Milei me escribió fue porque yo lo describí bien según él y le dije: "Mirá que hoy me vas a agradecer y mañana me vas a decir que soy una hija de puta. Así como te digo que esto me cayó simpático, mañana te puedo hacer mierda". Él me dijo: "Eso es lo que más me gusta de vos". No soy amiga de nadie del poder ni me interesa. Me interesa como ciudadana poder decir lo que pienso. Sí me jode cuando digo algo que el boludo de redes me diga: "Dejá, seguí hablando de espectáculos". Como si lo que yo hiciera fuera un género menor. La gente piensa que por hablar de espectáculos sos un pelotudo y yo de pelotuda no tengo ni un pelo.
Cómo es Yanina Latorre fuera de las pantallas y por qué "desaparece" los fines de semana
Fuera de cámaras, Yanina baja el volumen. Aunque en pantalla se muestra imparable, verborrágica y afilada, en su casa prefiere el silencio, el jogging y la rutina simple. Los fines de semana “desaparece”, se desconecta del ruido, se cansa de escucharse y, según cuenta, ni siquiera le habla a Diego.
—Te mostrás con esta pinta de mujer fuerte que no le tiene miedo a nada, ¿en qué momento te desarmás un poco?
—Soy así. No está bien, pero soy así. Aunque me pase algo a mí termino yo consolando a mi familia. Esta semana estuve con un tema de salud y mi marido me miraba como si estuviera en el lecho de muerte. Yo terminé consolándolo a él. Yo soy la fuerte de la familia. No está bueno, pero es lo que hay.
—¿En algún momento tu cuerpo o tu mente te pide sentarte en el piso y hacerte bolita?
—No porque no soy dramática. Me gusta ocuparme, trabajar y hacer cosas. Ojo: yo sábados y domingos desaparezco. Me meto en mi casa y no salgo a ningún lado. Me pongo un jogging y listo. No ando mucho por la calle aunque trato de ser cercana a la gente. Si vengo a darte una nota la voy a hacer bien. Si alguien me saluda lo abrazo, le hago un videito y me saco una foto. Eso me gasta mucha energía. Por eso en mis días libres no es que me escondo, pero veo series, me tomo un vino, como asados con amigos y me voy mucho de vacaciones. Siempre que me voy es un mes y medio. Ahí desaparezco porque me aburro de mí.

—¿Cómo es eso?
—Hay un momento en el que me aburre escucharme. En mi casa no hablo. No le dirijo la palabra a Diego y es lo único que odia de mi trabajo.
—¿Por qué odia eso?
—Me pregunta cosas que pasaron en el día y le digo que lo mire por YouTube. No puedo desarrollar de nuevo lo que ya dije. Hablo poco porque trabajo de hablar. Eso no está bien porque a veces le contesto mal (risas). Es lo que hay. Cuando no trabajo no abro la boca.
Fotos: Chris Beliera
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