La Cámara de los Comunes de Canadá aprobó el miércoles pasado una ley para prohibir las llamadas ‘terapias de conversión’ a la comunidad LGBTQI+. Hasta este año las personas podían seguir siendo sometidas a estas prácticas para intentar “cambiar” su orientación sexual o identidad de género.
La ley fue aprobada por unanimidad, teniendo en cuenta que las llamadas terapias de conversión no poseen ningún sustento científico y durante siglos fueron sumamente dañinas, debido a que se sometía a los individuos a la oración, la hipnosis o terapias electroconvulsivas. La noticia fue un logro grandísimo en materia de derechos ya que si bien estas medidas se encuentran desacreditadas a nivel mundial, según Naciones Unidas en la actualidad existen al menos 68 países que llevan a cabo estas prácticas.
El proyecto de ley canadiense prohibirá concretamente que se someta a los niños a estas prácticas o que se fuerce a un adulto a hacerlo sin su voluntad. En los próximos meses el proyecto debe ser aprobado por la Cámara alta, donde tampoco se espera que nadie se niegue a esta importante ley.
Randy Boissonnault, el asesor en temáticas LGBT, del primer ministro Justin Trudeau, dijo ante la prensa: “Nadie puede consentir en la tortura (...). Es un gran día para los sobrevivientes, saber que nadie más va a pasar por lo que ellos pasaron”.
De acuerdo a un estudio del Centro de Investigación Comunitaria con sede en Vancouver y publicado en la revista PLOS One, el 21% de los encuestados pertenecientes a una minoría sexual dijo haber sido objeto de esfuerzos para cambiar su orientación sexual, identidad de género o expresión de género. El 10% señaló que había experimentado estas terapias. Según los cálculos de los autores del estudio al menos 500 mil canadienses hasta la fecha han sido sometidos a estas prácticas.