David Beckham
El ex jugador de fútbol es uno de los más devotos de los Rolex. Su Yatch-Master de Oro amarillo de 18 kilates es todo un clásico, que de hecho personalizó con correa de cuero. Otro de sus modelos preferidos es el Submariner, que suele intercambiar con Victoria Beckham, fanática del Day-Date de oro amarillo.
Lo llamativo es que el fundador del Inter de Miami, de 45 años, tiene algunos trucos a la hora de posar para que sus relojes le den ese toque de charme que siempre mantiene.
Apoyando la mano en el mentón, tocándose la boca o haciendo un estudiado gesto de indiferencia, Beckham sabe cómo hacerse el interesante (¿o decimos "bebotear"?) y a la vez presumir de los tatuajes que con el tiempo le cubrieron casi por completo la mano derecha.
Justin Bieber
Fanático empedernido de los relojes como Beckham, el cantante australiano de 26 años también sabe cómo hacer lucir las nuevas adquisiciones que engrosan su colección personal, compartida con Hailey Baldwin, férrea adoradora de la firma y adepta a usar relojes masculinos.
Ya desde muy chico se arremangaba y cruzaba los brazos para pavonearse con sus costosos Rolex. Convirtió en marca registrada ese detalle en el estilismo de sus comienzos, en sus épocas de Baby, mucho antes de sus breakdowns y problemas con las drogas.
Su afición por los relojes es tal que el año pasado, para celebrar su casamiento con Baldwin, se auto-regaló un Audemars Piguet vintage. Otro de sus caprichos fue usar más de un reloj a la vez, como también suelen hacerlo LeBron James y Jimmy Butler.
Kanye West
El perdedor de la carrera presidencial de Estados Unidos también es fan de la firma de la corona. ¿Sus favoritos? El Day-Time, el Submariner con esfera azul y el Yacht-Master II. Además, su devoción por los Rolex trasciende el estilo: más de una vez el rapper de 43 años incluyó el nombre Rolex en sus canciones.
Una de las clásicas postales del rapero y marido de Kim Kardashian luciendo un Rolex fue en la celebración de los Grammy, donde su reloj fue protagonista de la escena mientras sostenía los galardones –que tiempo después, en septiembre pasado, terminó orinando para protestar contra los contratos esclavos de las discográficas– con unos guantes blancos.
