Según trascendió en los últimos días, habría cierto malestar en la producción del programa que conduce Angel de Brito en América por algunos pedidos "excesivos" que hace la dra Rosenfeld, según se comenta en los pasillos del canal.
Si bien la abogada no tiene experiencia en televisión y eso nadie lo cuestiona -hace algunos días respondió un audio al aire, con el micrófono puesto y el conductor tuvo que pedirle que no usara el celular entre las 20 y las 22 horas- , la incomodidad ahora vendría por parte de las vestuaristas del canal.
"No me gusta la ropa que me traen", aseguran que les dijo Rosenfeld y pidió marcas como Gucci, Prada y Balenciaga. La realidad, es que todas las participantes del programa se visten con etiquetas argentinas y, si alguna quiere sumar diseñadores europeos, trae prendas de su guardarropas para lucir al aire.
Por otra parte, Ana también se quejó de tener que compartir el camarín con el resto de las panelistas. Aseguran que ella creyó, cuando firmó contrato, que tendría su propio espacio en el canal para cambiarse, maquillarse y peinarse a solas.
"Yo no uso billetera"
Por otra parte, hace sólo algunos días el equipo completo de LAM fue a comer a un lindísimo restó de Palermo invitados por Angel de Brito. El conductor, con mucha generosidad, aclaró: "Quiero invitarlas yo" y así fue: pagó la abultada cifra de la cuenta sin inmutarse.
El problema llegó cuando hubo que poner propina: todas las angelitas pusieron algo para colaborar con los dos mozos que los atendieron menos Ana. "No tengo dinero, no uso billetera", dijo la abogada ante el asombro de todos los presentes. De hecho, cuando llegó el momento de volver a casa, Ana pidió que la producción de LAM le reservara un auto y fue el mismísimo Angel de Brito quien le explicó que, al no tratarse de una salida de trabajo, cada uno pagaba su auto.
En ese momento, Ana preguntó: "Es que no tengo efectivo.... ¿Cómo pago un taxi?" Fue Pía Shaw quien sacó $1000 de la billetera y se los entregó a la abogada.
Nadie dijo nada en ese momento pero la realidad es que el clima quedó enrarecido. Tal vez sólo es cuestión de "aggiornarse" al mundo de la televisión y sus usos y costumbres pero la realidad es que hoy no rige, precisamente, la armonía entre las angelitas y Ana Rosenfeld.