A mediado de año, Stefi Roitman y su novio, Ricky Montaner, adoptaron un perro al que le pusieron Mao de nombre. La mascota los acompaña y se transformó, según ellos, en el hijo que todavía no tienen. No solo lo cuidan, sino que están pendientes de cada detalle. Fiel a las palabras que ellos utilizaron, lo tratan como si fueran los padres...o al menos, practican con él.
Como tal, la actriz empezó a toparse con esa realidad. Se trató de una surte de enseñanza para lo que vendrá en un corto plazo. Durante la última noche, el perro, travieso, comió algo que no debía y le hizo mal a la panza. ¿Las consecuencias? una descompostura que no dejó dormir a nadie en la casa de los Montaner, en Miami.
“Cuando el perro come algo que no debe y vomita y caga toda la noche. Así estamos país…”, fue la frase que eligió para describir una foto suya en la que se la ve despeinada, con cara de cansancio y grandes ojeras.
“Buenos días, ¿ya puedo dormir? Ah, dale. Buenísimo, La próxima entonces”, agregó, para esa altura, ya tomándose con humor lo que había acontecido. Sin embargo, y más allá de lo que vivió, tuvo palabras cariñosas para con su mascota: “Te quiero, papito”.
Tanto ella como su futuro marido se pasaron toda la noche limpiando los pisos. No pegaron un ojo en toda la noche. A tal punto, que contó que a la mañana siguiente le costó despertar a su pareja…y al perro. “Dos hombres caídos”, dijo, para describir como Mao y Ricky dormían sin enterarse de que ella estaba en la habitación filmándolos.
Días atrás, Roitman había estado en Argentina. Como pasó la cuarentena en Estados Unidos, llevaba varios meses sin ver a su familia. Con la única que había tenido contacto fue con su hermana, que fue a verla para su cumpleaños. Ya de regreso a la casa de sus suegros, fue recibida como contó, con un perro que no se lo perdonó y le vomitó todo el dormitorio.