Cuando en 1983 volvía la democracia, Rodrigo de la Serna (47) tenía apenas seis años. Cuatro décadas después, a través de El rapto, el actor se vio en la obligación de revivir esas sensaciones del pasado oscuro al que toda una sociedad no quiere volver. Se trata -según recuerda, entre tantas cosas- de los resabios de la época en la que estaba en la escuela primaria y tenía que salir rápidamente del establecimiento ante una amenaza de bomba. Hechos que eran moneda corriente y marcaron parte de su infancia. La película dirigida por Daniela Goggi llega este 3 de noviembre a Paramount+ (ya se estrenó en cines el 26 de octubre) representando un desafío actoral sin precedentes y no duda en definir que es “el mejor” film que le tocó hacer.
“Poner el cuerpo es parte de mi trabajo como actor. El alma y el espíritu también. Pero en este caso es especial. Engordé ocho kilos. Me abandoné un poco a mi mismo. Lo requería el personaje. Representaba una manera de asumir esta situación trágica que atravesaba el personaje en la película: una persona que traga sostiene todo y no larga nada. En esa corporalidad también se entiende la tragedia y por eso tuve que asumir esa responsabilidad”, afirma en un mano a mano con Revista GENTE sobre el personaje de Julio Levy.

“Hay un compromiso con lo histórico porque la historia de Julio está atravesada por algo que golpeó mucho a una generación. Es una síntesis generacional de estos hombres y mujeres que les primó el estado de violencia”, agrega.
-Y en parte cuenta también el otro costado de esta historia que se puede ver en Argentina 1985 donde estaba toda esa batalla por el Juicio a las Juntas Militares.
-Puede ser como el reverso de la épica democrática que es lo que todos recordamos porque es lo que queremos recordar. Ese estallido de decir ‘nunca más’, el fervor que nos acompañó esos primeros años. Aunque veníamos de una inercia de treinta años de violencia que de la noche a la mañana no iba a cambiar. Yo siento que es la historia de una generación de argentinos sintetizada en un hombre. Ahí me empezó a jugar lo emocional. Es también, sin ir más lejos, la historia de mis viejos y el hecho de recordar lo que fue esa transición cuando era niño.
-¿Cuántos años tenías en esa época?
-Yo nací en 1976 y en 1983 tenía seis años.

-¿Qué es lo que más recordas de toda esa revolución post dictadura?
-Que de golpe hubo como un fervor popular. Mi vida era estar encerrado. Esa era la normalidad. Ir a lo de mis abuelos como mucho. Y de repente había hordas de personas yendo de un lado al otro, gritos en la calle, se sentía como que algo había cambiado. Era como una descarga social potente.
-En medio de todo ese fervor también había, en paralelo, un trasfondo complejo y oscuro.
-Las instituciones seguían operando y estaba el enemigo invisible que generaba los secuestros extorsivos. Eran una moneda corriente.
El orgullo de Rodrigo de la Serna por Miranda, su hija artista
Miranda de la Serna (22), la hija que el actor tuvo con Érica Rivas, se crió en los pasillos del San Martín. No hay dudas de que el gen de la actuación lo lleva en la sangre, aunque es uno de los casos que decidió ir por mas y no quedarse como una mera portadora de apellido. Se formó de la mano de Nora Moseinco, Gaby Ferrero y realizó seminarios. Ese bichito de la actuación le picó cuando tenía nueve años y vio el film Antes del estreno que dirigió Santiago Giralt, uno de los amigos incondicionales de quien se supo poner en la piel de la mítica María Elena Fuseneco en Casados con hijos.


“Con mi hija venimos hablando de esto desde que nació”, confiesa sin vueltas el entrevistado al dejar en claro que el futuro profesional de la joven estaba marcado tanto como una herencia familiar.
“Siempre uno trata, tácitamente, de dropear algún consejo. Pero ella ya es una mujer con su recorrido. Tiene una constitución muy firme y esta tomando sus decisiones, eso es lo que más me enorgullece. Cuando vos ves a un hijo tomar decisiones sentís que está la tarea cumplida”, explica.
“La mejor elección” de Rodrigo de la Serna
Hay que destacar que este trabajo es el primero que hace después de la exposición que logró con su participación en La casa de papel, marcando el inicio de una etapa en donde ponerse al frente de un proyecto es también una elección personal.


“Cuando uno tiene la posibilidad de elegir, lo hace. Incluso a veces uno opta hacer todo: teatro, música, televisión… ¡Todo! En este momento, por un rasgo de madurez de que a los cuarenta años uno piensa más las cosas porque siente que no tiene tiempo para perder, piensa más las cosas. Yo estuve esperando mucho esta película. Hacía mucho que quería algo así. Es cine puro que trasciende lo nacional. Lo vimos en los festivales de cine de Venecia y Toronto donde generó emoción a pesar de lo coyuntural. Elegí muy bien”, agrega.
“Como trabajador de la cultura pienso que está bien reflexionar sobre esos años pensando también en el presente. Es un thriller psico-político. La narrativa que le imprime Daniela Goggi es impresionante. Es la mejor película en la que participé. Estoy orgulloso de mi trabajo y el de ella”, manifiesta con seguridad.
El rapto, la película que revive otra época oscura
Situada en Buenos Aires durante la década del ochenta, el eje central de la trama está puesto en Levy (Rodrigo de la Serna) y su familia que vuelven al país después del forzado exilio por la dictadura. Pero esa alegría de reencontrase con sus raíces se ve interrumpida cuando su hermano, interpretado por Germán Palacios, es secuestrado y debe ponerse al frente de la empresa familiar.
En el mientras tanto, también encabeza una búsqueda y descubre que aún las fuerzas oscuras siguen trabajando. Se trata de “la mano desocupada” que quedó después del proceso, esa que extorsionaba y secuestraba a miles de argentinos. A ellos les tocó enfrentarse al poder, pero las cosas no salieron bien. Julieta Zylberberg, Jorge Marrale, Germán Palacios y Andrea Garrote completan el elenco.
Por su parte, De la Serna explicó que la película va más allá de este caso. Es que, el año pasado, el apoderado legal de Gabriel Sivak, Julio Raffo, difundió una carta pública en donde expresó su preocupación por la adaptación que se estaba haciendo del libro El salto de papá.

“El libro estuvo en la mesa de trabajo de las guionistas pero yo creo que va más allá de eso porque termina abarcando un periodo social histórico. La personificación de Julio Levy termina siendo el instrumento por el cual podemos hacer un retrato generacional y homenajear a nuestros padres”, cierra.

Fotos: Diego García.
Edición de videos: Rocío Bustos.