Esta nota es parte de la edición de febrero 2023 de Revista GENTE.
Siete artistas, una obra y una infinidad de aplausos. Desde que Pedro Alfonso, Paula Chaves, Pachu Peña, Romina Gaetani, Rodrigo Noya, Agustina Agazzani y Camilo Nicolás comenzaron a presentar Un Plan Perfecto –el 29 de diciembre de 2022–, el éxito de la comedia que tiene dos funciones diarias ha ido en aumento.
Es por eso que no nos sorprendió encontrarnos con una larga fila que daba la vuelta a la esquina del Teatro del Lago, ni encontrar a un montón de fans agolpándose en el ingreso de los artistas con la esperanza de poder verlos antes de que comience el show. Sorteándolos, nos adentramos en el teatro, pasamos las butacas –aún vacías–, subimos al escenario y nos dispusimos a recorrer los curiosos espacios que se esconden detrás de la escenografía. Acá, los camarines y las escenas que el público no ve.
Rodeada de amor
“Bienvenidos a mi camarín. Como ven, está repleto de fotos de familia, de amigos, de amigas y de mensajes que me fueron dejando mis hijos en los espejos”, arranca describiéndonos Paula Chaves mientras nos adentramos en su espacio: el Camarín Nº6.
Lo primero que llama nuestra atención, además de su colección de perfumes y su amplia paleta de sombras color terracota, es la cantidad de polaroids que decoran el ambiente, junto con mensajes cortos pero poderosos como “Positive Energy”, “Carpe Diem. Aquí y ahora”, y un “Te quiero. La rompés siempre” de Oli, su hija mayor.
Al instante, Paula, que ya está vestida para salir a escena, nos describe cómo es su rutina teatral: “Acá todos los días me maquillo y me peino muy tranquila y en silencio, porque no soy de poner música ni nada de eso… Es que tengo tanto lío en casa, que necesito venir y no escuchar absolutamente nada”, comenta elevando sus piernas con confianza.
En la tele la gente nos veía gratis, pero que 1.300 personas elijan venir a vernos todas las noches pagando por sus butacas es otra cosa: ¡Es una bendición!
Paula Chaves
Sorpresivo hasta para sus compañeros
A Pachu Peña lo encontramos en el Camarín Nº 8 ubicado justo a la izquierda del escenario. “No es tan grande como el de otros años, pero me queda practiquísimo para hacer todos los cambios de vestuario que necesito hacer”, nos cuenta antes de mostrarnos el perchero en el que surgen algunos de los looks que lucirá, como el saco con trazos de colores metalizados con el que aparecerá al comienzo de la función.
El detalle –y lo que más le divierte contarnos– es que ni sus compañeros de escena conocen el resto de sus outfits. “A mí me gusta sorprender a mis amigos, y cuando salgo del que sería mi cuarto -porque toda la escenografía vendría a ser mi casa-, me divierte aparecer siempre con un nuevo vestuario y que sea un poco extrafalario. Hoy, por ejemplo, vengo de comprar un velo y un tutú negro que voy a combinar con unas medias medio locas. ¡A que se van a sorprender!”, vaticina riéndose por anticipado.
Este cartelito me lo hizo Pedro con la nominación que le llegó a él a los Premios Carlos 2023. Me lo cedió porque para él era una injusticia que yo no estuviera nominado. Así que se tachó y escribió eso que se lee
Pachu Peña
Práctica y sensual
Debajo de las letras que indican que estamos accediendo al Camarín Nº5, hay un cartelito que dice “Romi” con cuatro flores amarillas en sus esquinas. “Lo hizo Olivia, la hija de Pedro y Paula, que es toda una artista”, nos explica Romina Gaetani antes de poner en pausa la canción que está escuchando en Spotify: Nueva Luna, Mundo Arjo.
Luego, mirándose en el espejo, nos confía lo que viene sucediendo con su estilismo a lo largo de esta temporada: “Yo arranqué re bien, venía la peinadora y me hacía un maquillaje súper, súper completo. Pero como soy muy vaga, la verdad es que ahora sólo me traigo unas cositas para ponerme en la cara… El secreto les diría que es mucho rouge, mucha boca en un color fucsia que combina con el vestido que uso casi toda la obra y con el sobre que llevo en la mano, ¡y listo! Besitos para todos”.
En mi humilde camarín, que me da mucha felicidad, tengo un afiche colorido que le pedí a la producción, un cuadrito de San Spinetta que me regaló una fan porque es todo un prócer, y un balde en el que guardo un ramo de flores muy seco que me regalaron mi mamá y mi hermano el día del estreno
Romina Gaetani
El corazón del back
Desde lejos se escuchan la música y las voces que salen del Camarín Nº2. En el letrero dice “Pedro Alfonso”, pero cada noche, en la práctica, también es el camarín de Rodrigo Noya y Camilo Nicolás, y de Gladys Ragona –productora ejecutiva de la obra–, Hernán Paz –fotógrafo y amigo de la infancia de Pedro– y Rubén Zas –stage–. Es que el team (que en un alto del juego se retrató frente al espejo) se reúne antes de cada función para jugar al Tapiball.
“Quiero aclarar que éste no es sólo un juego, es todo un ritual”, añade Paula, recién ingresada. Acto seguido, atenta a la final que se desenvuelve tensamente frente a sus ojos, nos mira y susurra: “Estamos a diez minutos de arrancar la obra y este torneo que ven, al contrario de lo que dicen las sonrisas, no es ni distendido ni relajado, ¡para nada!: siempre termina muy picante”.
Instantes después, con Rodrigo bien atento frente al pizarrón que usan para anotar los tantos, la partida llegaría a su final… ¿El ganador? Sólo digamos que no fue el dueño del camarín.
Estas tapitas las usamos para un juego que inventé hace unos cuatro o cinco años y se llama Tapiball. Básicamente consiste en que tu tapita llegue lo más lejos posible sin caerse de la mesa
Pedro Alfonso
Con frase de cabecera
Frente a la puerta de Paula Chaves y en diagonal a la de Romina Gaetani, nos encontramos con el Camarín Nº7, que le corresponde a Agustina Agazzani, quien no se encuentra sola. “Les presento a mi mamá, Cristina. Ella viene todo el tiempo a visitarme porque mi familia es de Córdoba Capital”, resume feliz.
Luego, comienza a hablarnos del desorden de maquillajes que hay en su mesada, de lo extraño que es que no encontremos un sahumerio prendido, y de la llamativa frase que escribió en su espejo: “Puse ‘Yo soy la confianza en mí’ porque creo que está bueno reafirmármelo. Me había tatuado la frase ‘Believe in yourself’, o sea, ‘Cree en ti’ en español, y un día mi profesora de biodecodificación me preguntó: ‘¿Por qué se lo decís a otros y no a vos?’... Bueno, desde ese día me lo escribo donde puedo para recordármelo”.
Acá tengo una especie de altar con una foto de mi familia, un rosario, una velita y una muñequita: supuestamente soy yo encarnando a Mia, mi personaje en la obra. Me la regaló una chica muy dulce a la salida del teatro
Agustina Agazzani
No falla nunca
Detrás del escenario, delante de unas mesas de plástico negras que el público jamás conocerá, es donde los integrantes de la obra se reúnen a decir unas palabras justo antes de salir a escena. Con todos sujetos de las manos, Pedro toma la posta: “¡Vamos a romperla! Amor, compañerismo, energía, energía, energía. ¡Vamos, vamos!”.
Luego, todos comienzan a rezar: “Padre Nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu…”. Entretanto, del lado de la Sala Emilio Disi rebosante de personas, estalla la música: una especie de cumbia que anuncia el inicio del show. Los actores, con los ojos aún cerrados y las manos entrelazadas, terminan la oración con un “Amén” y exclaman: “Gracias, gracias, gracias. ¡Un plan per-fec-to!”, antes de lanzar un grito y aplaudir en ronda. En segundos, será el público el que los aplauda.
Por Kari Araujo
Fotos: Christian Beliera
Video: Martina Cretella
Edición de video: Cristian Calvani
Agradecemos a Emilia Rodríguez y a Alejandra Benevento (Agencia AB)
