"Nuestro secreto es elegirnos una y otra vez", afirmaron Catherine Fulop y Ova Sabatini al posar para GENTE en las paradisíacas playas de Aruba. Se sabe que acá los polos son un tanto opuestos, ya que Cathy tiene un perfil mucho más mediático, mientras Ova prefiere mantenerse más al margen a pesar de la exposición justamente de su esposa, su hija Oriana y de su hermana Gabriela, la mejor jugadora de tenis argentina de todos los tiempos.
“De Ova me enamoró su caballerosidad. Además de su belleza, porque todo primero te entra por los ojos. Evidentemente había una cuestión de piel. Me enamoró mucho su trato. Me parecía un hombre educado, amable. Era ‘¡guau, qué tipo que se sabe comportar ante la vida y trata tan bien a una dama’. Y eso es lo que me sigue seduciendo. Ova es un protector, uno de esos que siempre está atento a lo que a mí y a mis hijas nos pasa. No puede vernos sufrir, que nos pase algo o tengamos una necesidad. Siempre está para nosotras”, afirmó ella.
Cuando fueron consultados por la posibilidad de abrir la pareja, el tomó la posta y fue categórico: “La respuesta, definitivamente, es no. Somos una pareja clásica. A los mensajitos que llegan (con propuestas de terceros) los tomamos como para divertirnos, y como algo positivo cuando se trata de mensajes de admiración”.
“Nos encanta ser así de clásicos. Yo mucho no me meto en el sector de los mensajes de la gente que no sigo, pero a veces leo cosas medias pasadas de tono y las comentamos con Ova. A él, chicas y chicos les mandan piropos lindos. La verdad, no prestamos mucha atención a esos mensajes de gente desconocida”, confesó la artista venezolana.
Catherine Fulop y Ova Sabatini hablan de la crianza de sus hijas y el fantasma del “nido vacío”
Oriana tiene 27 años y ya hizo una vida y carrera profesional propia. En algún momento será el turno de “volar” para Tiziana, de 24. Allí se abrirá un nuevo capítulo en la vida del matrimonio. Pero parece que no lo viven con preocupación, a diferencia de matrimonios en donde el fantasma del “nido vacío” es todo un drama que hasta se llega a tratar en numerosas sesiones de terapia.
-¿Se sufre un poco esta sensación del nido vacío?
Cathy: Un poco. Amo que mi casa se llene de chicos y amigas cuando viene Ori, que Tiziana esté con su novio… Admito que tengo una sensación encontrada porque extrañas todo eso, pero también uno se va volviendo grande y quiere tener una vida más slow, más tranquila. Está bueno el alboroto y también me gusta cuando estamos solos, Ova ve un partido y yo una serie. Más allá de que el nido pueda estar vacío, uno lo padece… pero no tanto.
Ova: Es como un medio nido vacío porque aún una de nuestras hijas, Tiziana, vive con nosotros y Oriana, a quien extrañamos un montón, en Roma.
-¿Cómo son como padres? ¿De estilo moderno o de los súper presentes que siguen cada paso de sus hijas?
Cathy: Fuimos modernos porque les dimos muchas libertades a nuestras hijas para que puedan elegir sus vidas y sus destinos.
Ova: Pero siempre estando muy presentes. De hecho, las chicas siempre nos siguen preguntando cosas y piden consejos. Cuando van a algún lado avisan adónde…
Cathy: Los consejos se los piden al padre más que nada, porque a la madre no le dan bola. Si tienen un trámite de la universidad, la vida, un contrato, lo consultan con él. Yo las crié hasta cierta edad y después Ova tomó la posta. Ellas sólo vienen a mí cuando saben que él les va a decir que no (risas).