Bandalos Chinos es una de las bandas con mayor alcance y crecimiento en el último tiempo dentro de la escena musical actual. Oriundo de la localidad de Béccar, el quinteto, liderado por Goyo Degano, se prepara para cumplir una meta que muy pocos grupos contemporáneos pueden lograr: tocar en el Luna Park. Con una historia de perseverancia, una pizca de suerte y mucho talento, se convirtieron en los protagonistas del 'Dar la nota' de esta semana.
Su historia se remonta a la escuela primaria Saint Mary of the Hills, un colegio religioso, bilingüe, de doble escolaridad y "con toda la bol...", como lo definió Goyo (Gregorio Degano). Allí el vocalista conoció a Salvador Colombo (sintetizadores), Matías Verduga (batería y percusión) e Iñaki Colombo (guitarras y sintetizadores). Posteriormente se sumaría Nicolás Rodríguez del Pozo (bajo).
"Yo conozco a la gran mayoría de los chicos a los 10 años en la primaria y después apareció el Lobito (Nicolás Rodríguez del Pozo). Éramos del barrio. Nuestro colegio era bastante conserva pero nosotros éramos los rebeldes (se ríe). Mati, el baterista, ya tenía una batería y para nosotros el juego era ir a su casa e inventar canciones. Entonces armamos una banda de covers y a los 12 años tocábamos en todas las fiestas de 15. Nos llamábamos Escoria", cuenta Goyo, cruzado de piernas, en los camarines de GENTE.
A pesar de que la banda se formó "sin demasiadas expectativas" y a paso lento, fue creciendo dentro de la escena. "Arrancamos sin un objetivo, nuestra intención no era tanto pegarla. Éramos un grupo de amigos sin demasiadas expectativas que a pasitos muy cortitos fuimos clavando pequeñas banderas y saliendo de esa instancia amateur para entrar en algo más profesional", confiesa el Lobo.
El nacimiento de Bandalos Chinos: resignar por apostar
"Cuando grabamos Nunca estuve acá (EP) nos dimos cuenta que queríamos sonar así", sostiene Goyo al recordar la primera vez que tuvo una visión más clara de BACH (Bandalos Chinos), luego de cinco años como banda.
En ese momento, cada uno trabajaba en diversos rubros para costear los ensayos y juntarse a tocar en las noches, único horario en el que coincidían. Por su parte, Goyo era cadete en Microcentro y el Lobo se desempeñaba como RRPP en boliches porteños, mientras incursionaba en distintas carreras universitarias como ingeniería industrial, filosofía, sociología y economía -lo que hoy le permite controlar las finanzas dentro de la banda-.
"Tuve un laburo muy divertido que fue en una compañía de teatros infantiles. Íbamos a los colegios y hacíamos musicales tipo Peter Pan o Romeo y Julieta. Ahí aprendí mucho de lo que es girar con cosas: llegar a un lugar y montar el sonido, armar la escenografía, vestirnos, maquillarnos y salir a actuar. Fue una instancia de mucho aprendizaje. También di clases de canto y con eso pude empezar a dedicarme a la música", dice Goyo.
-¿Cómo rompieron la barrera de salir de Zona Norte para llevar su música a otros espacios?
-Lobo: En Zona Norte no hay mucha movida, no hay muchos lugares para tocar, no hay muchas bandas que salen... Lo complicado fue entender que necesitábamos empezar a armar equipo, como conocer a otras bandas, armar fechas en común, armar un movimiento. Me acuerdo haber hecho festivales en la casa tuya (mira a Goyo) cuando vivías en un lugar al que le decíamos 'El hostel' porque mucha gente pasaba por ahí.
-Goyo: Lo más importante era generar nuestra movida en en Zona Norte. Armar esto que decía el Lobito. Después fue la famosa conquista de la ciudad, conseguir un show en Capital y a partir de eso creíamos que se iba a abrir un universo y, obviamente, que no fue así. En el medio aparece un lugar, que para mí es clave, que es el Polo Cultural Saldías. Conseguimos de rebote una sala ahí, porque Iñaki alquiló un departamento a un pibe que se iba a vivir un año a la India y el chabón le ofreció la llave de una sala de ensayo. Nosotros teníamos nuestra salita en Béccar y de a poco nos fuimos mudando. De esta forma empezamos a entrar en lo que es la escena, comenzamos a formar parte de esta era de músicos y músicas.
-¿La redes sociales influyeron en su crecimiento?
-Goyo: Un poco sí. Ahora es más fácil, en ese momento usábamos los grupos de Facebook para coordinar los eventos e invitar gente. El crecimiento de la banda se dio bastante a la par con las redes y, en ese sentido, levantamos la bandera de hacerlo súper orgánico, para que sea lo más genuino posible. La incorporación de Kevin, nuestro exmánager, fue fundamental porque se sumó en nuestra etapa de generar comunidad en redes y nos ayudó a potenciar esa herramienta. Nos decía que si subíamos buenos posteos era positivo para nuestra imagen. Me acuerdo que Verdu (Matías Verduga- baterista) se bajó Instagram cuando apenas había salido y flasheaba que era una App para sacar fotos (se ríe).
-¿Cómo ven el camino recorrido ahora que van a tocar en el Luna Park?
-Goyo: Está buenísimo, se siente una satisfacción enorme. Sabemos, más allá de todo lo que nos rompemos el alma laburando, de cómo ponemos el cuerpo, cómo ponemos la emoción, cómo ponemos guita y tanto de nosotros, que funcione es una alegría. No todas las bandas corren con esa suerte y se siente como una sensación de victoria colectiva, porque somos un grupo. Nosotros hablamos de la teoría Megazord (Power Rangers), que entre todos armamos un robot, unimos fuerzas y el aporte de cada uno es fundamental.
-Lobo: Se siente como orgullo de uno mismo poder estar haciendo esto: girando por el mundo con nuestra música, entrando una vez cada año o una vez cada dos años al estudio. Es un privilegio enorme que implica mucho trabajo, pero vale la pena. Más en momentos donde creo que las bandas numerosas empiezan a desaparecer dentro de la industria y es más fácil llevar proyectos solitarios. En ese sentido reconocemos que estar juntos es clave, porque somos más fuertes.
-¿Sienten que son una especie en extinción?
-Goyo: Sí, es muy difícil, o sea, no les pasa a todos tener la posibilidad de tocar en el Luna. Igualmente, nosotros también aprovechamos esto de no estar de moda. De repente vemos a todos los artistas muy expuestos y, teniendo en cuenta nuestra personalidad, nos gusta más elegir un camino de pisada firme y no quemarnos ni prendernos fuego de un año para el otro.
-Lobo: Además, está bueno poder digerir de a bocados (se ríe). Cada año se van dando muchos cambios y a veces uno queda dando vueltas en el aire sin entender dónde está parado.
-Goyo: Yo creo que las las generaciones que son más jóvenes que nosotros vienen re picantes, súper estimulados y por ahí se la bancan. Yo a los 20 o 21 años era un pichón y si tocábamos en un Luna Park... no sé, me la iba a pegar contra algo (se ríe).
-¿Cómo se preparan para el Luna Park?
-Goyo: Es como una victoria también para nuestra escena que nosotros podamos presentar nuestro disco en el Luna Park, así como que el Ruso (Mateo Sujatovich - Conociendo Rusia) toque en el Movistar Arena. Ese tipo de situaciones nos van abriendo puertas a todos los que venimos atrás, así como en su momento Él mató a un policía motorizado fue para nosotros esa punta de lanza que iba abriendo el camino, que nosotros hoy podamos estar abriendo el camino a los que vienen atrás... Es un flash.
Bandalos Chinos presenta El Big Blue: un álbum grabado en cinta y a prueba de errores
Tras dos exitosos álbumes (Bach 2018 / Paranoia Pop 2020), Bandalos Chinos se encuentra presentando El Big Blue. Se trata del nuevo disco de 11 canciones que fue grabado en el estudio Sonic Ranch, en Texas [en la sala Big Blue que ellos estrenaron en 2021] y producido junto a Adán Jodorowsky.
Por tercera vez consecutiva, BACH escogió grabar en dicho estudio que está ubicado en medio del desierto texano en la ciudad fronteriza de Tornillo. "Es un pueblo de 800 habitantes", explica Goyo y agrega: "Lo lindo de la experiencia es retirarse y estar ahí encerrados, conviviendo todos los días y pensando exclusivamente en eso. No subiendo a un bondi o a un auto, discutiendo con alguien en la calle... Estar tan enfocados lo vuelve muy intenso y a la vez muy productivo".
El Big Blue se grabó enteramente en cinta y en vivo, como se hacía en las primeras épocas del pop. De esta forma la banda enfrentó la prueba compleja de grabar cada instrumento en simultáneo y en una sola toma, prácticamente sin overdubs ni edición. El resultado: un disco orgánico y auténtico, al mejor estilo Beatles.
-¿Tienen alguna anécdota divertida de la grabación?
-Lobo: En la frontera con Estados Unidos casi nos confunden con inmigrantes (se ríe). Habíamos salido a caminar y cuando comienza la noche hay una especie de toque de queda. Estábamos en el medio de Granada, a un kilómetro de la frontera de la reja que separa a México de Estados Unidos, y vemos un lugar lleno de arbustos. Se veían luces como que estaban buscando a alguien escondido... En eso nos frena un auto y nosotros dijimos 'tenemos que actuar normal'. Buscamos nuestro pasaporte y le explicamos que éramos argentinos y estábamos grabando en Sonic Ranch. Me acuerdo que moví despacito la mano hacia donde tenía el pasaporte por miedo. Al rato escuchamos unos caballos que venían y vimos a un sheriff armado, fue todo muy intenso.
-¿En este álbum volcaron cosas más personales?
-Goyo: Sí, yo creo que fue medio ineludible esa situación porque es un disco que se compuso en el encierro, en la pandemia, y fue un poco la respuesta a no poder girar. El gran compositor y el que baja la mayor cantidad de ideas es Chapi (Salvador Colombo- tecladista), como viene haciendo desde BACH. Pero después abrimos el juego y empezamos a hablar de cosas más personales y como en contraposición a lo que había sido Paranoia Pop, donde habían aparecido personajes un poco más histriónicos y temáticas como la fama, el éxito, los ídolos... Creo que el párate del mundo nos hizo bajar un cambio y creo que eso se refleja un poco en el disco.
-¿Cómo es la convivencia entre ustedes después de 10 años como banda?
-Lobo: Mantenemos el vínculo hablando mucho, poniendo sobre la mesa todo lo humano. Creo que es clave darnos espacio y hablar. Obviamente, a veces hay peleas, como cualquier relación, hay sobresaltos y también momentos de mucha alegría y euforia. Intentamos también propiciar espacios porque a veces entre compartir tanto tiempo estás muy encima del otro y perdés profundidad. A veces generamos nuestros momentos, como ir a comer todos juntos, no pensar en laburo, hablar de nuestras familias. Nos expresamos a nivel humano, no solo creativo.
-Goyo: Tal cual, a veces hay rispideces, hay roce. Pero es como las piedras: cuando las rozás, se van limando y quedan suavecitas.
El futuro de Bandalos Chinos: proyectos audiovisuales y la admiración de Bad Bunny
El pasado mes de mayo, Bad Bunny confesó en un stream con Ibai que entre sus artistas reproducidos en Spotify se encontraban los Bandalos Chinos. "Hermano, yo escucho literalmente de todo. Dentro de lo que para mí es de todo, tengo a Kanye West, Nirvana, Rauw (Alejandro), Los Panchos, Bandalos Chinos, Rosalía...", enumeró al ser consultado por el influencer español.
-¿Cómo reaccionaron cuando Bad Bunny dijo que los escuchaba?
-Goyo: Fue como 'Wow bol.., ¡qué flash!', un out of context total. Nosotros tenemos la teoría de que fuimos beneficiados por el orden alfabético porque, cuando empezó a nombrar, aparecimos nosotros con la B larga. Yo vi la entrevista después y me di cuenta que Ibai le había preguntado dos o tres veces qué música escuchaba y él se hacía el bol... Lógicamente sabe que lo que pueda decir genera un gran impacto.
-¿Se animarían a una colaboración con alguien de otro estilo musical?
-Lobo: No sé si con un trapero. Pero con un Bad Bunny, siento que tenemos la versatilidad para hacerlo. De a poco tenemos que perder el miedo, creo que viene por ese lado. Como nosotros somos una banda, cuesta abrir el círculo. Ya va a llegar el momento.
-Goyo: Yo me muero por hacer un reggaetón afro, lo que pinte en realidad. Me encantaría cantar con Nicki Nicole, que tiene una voz poderosísima, con mucha personalidad. El Duko también me gusta un montón.
-Ahora que hay varios programas de música ¿Tuvieron propuestas televisivas?
-Goyo: A ver, la participación que hizo Matu (Mateo Sujatovich- Conociendo Rusia) en La Voz Argentina me encantó. Desde ese lado de coacheo, me re divierte, encima yo fui profe de canto un montón de años. Pero la realidad es que me invitaron a participar del programa de Tinelli y no quise ir, no me divertía, siento que ahora no tengo tiempo. Creo que hay que mantener el foco en lo que uno quiere priorizar, algo tan masivo como la televisión te saca un poco de eje. También me llegó una propuesta para actuar en una serie de acá de Netflix o HBO, no me acuerdo, estaría buena la experiencia pero si se superpone con Bandalos, no gracias.
-Lobo: Por otro lado, desde hace un tiempo empezamos a grabar material de archivo para algún día lanzar nuestro propio documental. Tenemos la idea de un libro también. Tenemos un amigo documentalista que nos suele acompañar y va guardando momentos cruciales. Todo empezó cuando vimos Get Back, el documental de los Beatles y nos dimos cuenta cuánto valor toman ese tipo de contenidos con el paso del tiempo.
-¿Dónde se ven dentro de 10 años?
-Goyo: Mirá, la verdad es que hace 10 años si yo hubiera tenido que imaginarme dónde estábamos hoy, no le hubiera pegado. No sé dónde me imagino, ni qué voy a estar haciendo. Bueno, sí: seguiría tocando, grabando y girando por el mundo. Es lo que me gustaría que pase. Llegar cada día a más gente y, con un poco de suerte, seguir siendo igual de feliz.
Fotos: Alejandro Carra
Video: Manu Adaro
Producción: Elizabeth Correa
Make up: Guille Parra y Barby Mencía
Estilismo: Isabella Gómez Tendler
Ropa: Revolver