En el marco de la charla íntima que mantuvo con GENTE, la actriz recordó su infancia en Rosario, cómo fue crecer en una casa de militancia política y la pérdida de su padre, asesor de Juan Domingo Perón y senador nacional.
Abrimos entonces las puertas de su casa rosarina, donde vivió hasta sus nueve años y antes de las catorce mudanzas porteñas. Una casa “en la que sobraban regazos, abrazos, música, miradas idealistas y muchos cuentos”. Entramos al relato de sus orígenes. “Papá, en ese entonces periodista de La Voz de San Justo (y también cantautor), y mamá, actriz y bailarina, se conocieron en una compañía teatral de San Francisco, Córdoba”, cuenta Meme respecto de sus padres. “Al tiempo formaron su familia en Buenos Aires. Él ya había comenzado su militancia peronista, y el ’76 llegó con terror y paranoia. Le habían echado el ojo. La situación se complicaba. Luego de su segunda cita en la ESMA, decidió llevarnos a Santa Fe. Sabía que vendrían por él”, dice.
Mercedes nació el 1º de enero de 1979 en el hospital Eva Perón, de Granadero Baigorria, cerca de Rosario. “Recuerdo la emoción de cada viernes al ver a papá volviendo con su valijita. Y de cómo se me estrujaba el corazón al despedirlo en la estación cada domingo”, relata. “Tardé en relacionar su ausencia con su pasión, su convicción visceral. Porque seguía militando a escondidas, como tantos otros”.
Es muy fuerte ser la hija de un político sin herencia millonaria. Y mucho más es decir: ‘Mi viejo fue un servidor’. Murió como senador de la Nación, en un departamentito alquilado entre los dos, seis trajes, una caja con sus cositas, pobre de dinero y rico en dignidad.
Crecer entre políticos –“de aquellos de largos tablones de asado infinito”– fue para Meme “lo más normal”. Porque “el mundito de papá era de mucha gente, de opiniones y de auténtico fervor”. La palabra “política”–“bastardeada con el tiempo”– dolió más tarde. “En ese ámbito hay hilos invisibles, algunos malos, y otros como los de papá”. Carlos Funes fue asesor de Juan Domingo Perón y –“con apenas treinta y pico”– autor del tratado de diez pasos para articular su regreso a la Argentina. Un hecho meritorio para recibir la invitación del General a Puerta de Hierro (Madrid, España), donde “el Changuito” viajó en compañía de amigos como Alberto Cortez y Sergio Villarruel. Más tarde ocupó bancas como diputado provincial y nacional, y fue uno de los responsables del “Síganme, no los voy a defraudar”, en su veta publicitaria junto a Carlos Menem.
–Hablemos del Chango Funes de entrecasa...
–¡Era tan alegre y amoroso...! Instruido sólo por el ajedrez. Obligado a dejar sus estudios para trabajar, encontró en esos tableros el ejercicio para razonar. Fue un papá de rituales. Vivíamos en una casa muy chiquita, siempre inquilinos. Mi hermana y yo dormíamos con mis padres en la misma habitación, donde él hacía que, a través de sus cuentos, nuestras noches fueran mágicas. Cuentos “de avanzada”, que inventaba para nosotras, en los que Luciana y yo éramos protagonistas. Heroínas loosers a las que se les caía el zapato de cristal y el príncipe moría por el olor a pata. Lo cual, pienso hoy, me enseñó a reírme de los estereotipos de las princesas perfectas. Finalmente, mientras el príncipe azul se dormía de aburrimiento, éramos nosotras quienes resolvíamos los conflictos de la trama.
–Un papá feminista.
–¡Muy feminista! Siempre nos dio un consejo, al que naturalmente no le hice caso, porque así debe ser... hasta que lo entendí. Papá me decía: “Hija, nunca te subas al caballo blanco del príncipe azul. Quedate en el tuyo. Y galopen a la par”. ¿Qué hizo la boluda? Se subió a varios, como hacemos todas... ¡Pero hay que golpearse para entender!
Fotos: Christian Beliera
