A lo largo de las últimas décadas fueron muchos los artistas y deportistas que se sumaron a la política con el objetivo de generar un cambio aprovechando su popularidad. El caso que más resuena en estos días es el de Amalia Granata tras el viral en donde se la ve circulando con un chaleco antibalas por Rosario, pero hay otros casos como el de Maximiliano Guerra que desde hace meses recorre el país para conocer las necesidades de la gente.
Si bien aún no hay nada definido, tiene previsto tener un rol activo en Juntos por el Cambio de cara a las elecciones presidenciales que tendrán lugar en el mes de octubre. Pero, sin dudas, una de las grandes presuntas es por qué una figura de esa talla con una carrera exitosa decida arriesgar su popularidad al ingresar a este mundo que suele acarrear más críticas que beneficios.
“No hay que generalizar. Hay políticos muy buenos, interesantes y honestas. El otro día lo hablaba en una entrevista: volví a la Argentina para devolverle lo que me dio. Creo que se lo merece y necesito hacerlo”, explicó el bailarín en diálogo con Nicolás Magaldi en EPA.
“Yo estudie en el Colon gratis, fui al Mariano Acosta gratis, tuve al público que me aplaudió… cuando llegue a Londres a vivir tenía veinte años y la primera frase que le dije a mi vieja fue: ‘mamá, acá los teléfonos públicos funcionan’. Quiero que no nos enorgullezcamos porque un pibe de ocho años está emocionado porque abre una canilla de agua por primera vez. Lo grave es eso”, justificó.
“En este mundo (en referencia al artístico) vivimos en una burbuja, no estamos en la que le pasa a los pibes. Yo recorro mucho el país con Miriam, mi mujer. Y lo que marco siempre es que con la educación pública logramos un montón de cosas. Hoy en día eso es relativo. De un tiempo a esta parte estamos obligados a ir a una privada”, opinó al hacer referencia a una de las fallas estructurales actuales.
La fuerte crítica de Maximiliano Guerra al lenguaje inclusivo
“Fui a una oficina a realizar un trámite. En el vidrio había un cartel que decía: ‘Todes les abuelites serán atendides pronte (¿lenguaje inclusivo?)’”, escribió el ex bailarín. “No me gustó y comencé a hablar con lengua de señas. Obvio, no me entendían. Llamaron a otra empleada, tampoco entendía nada”, relató en sus redes.
“Saqué mi tablet y escribí en Braille. Menos. Entonces hablé: ‘Perdone señorita, pero eso es inclusión. Poder entender lengua de señas, saber Braille, tener rampas para sillas de ruedas, alguien para ayudar a personas con muletas, bastones. Mientras hablaba, otra empleada fue y sutilmente sacó el cartelito. Eso es inclusión’”, agregó.
“Lamento si muchos de ustedes no están de acuerdo, pero el idioma español es tan rico que no merece esta payasada. Yo lo copié. Si pensás igual, hacé lo mismo. Sí a la verdadera inclusión”, continuó el bailarín.