Las conversaciones privadas que difundió hace unos días Luciana Salazar (40) entre ella y Martín Redrado (59) fueron la gota que rebalsó el vaso y que llevó al economista a denunciar a su ex pareja por hostigamiento e injurias.
"El carácter público que he revestido en los últimos años me ha colocado en los comentarios de distintos periodistas especializados en temas económicos, pero ello no habilita a que se ofenda mi honra objetiva, mi buen nombre, mi reputación, por el solo hecho de no haber complacido los deseos de la denunciada. Tuvimos una relación que hace años que fracasó, pero hubo amor, y en el nombre de ese amor me lastima, injuriándome públicamente", expresa una de las querellas que Redrado inicia "a partir de declaraciones públicas efectuadas a través de redes sociales, diversos medios gráficos y audiovisuales", según publica La Nación.
Redrado, que será representado por los abogados Fernando Burlando y Elba Marcovecchio, dejó asentado que Salazar se refirió a su persona como "lacra" en una revista y como "mitómano, siniestro, psicópata" en diferentes programas de televisión.
"Arteramente grabó conversaciones privadas supuestamente en nuestra ‘reconciliación’, pero ¿quién graba conversaciones si es que se está reconciliando? Nada es normal, nada es amor, todo es un libreto para su novela mediática", dice el texto.
El economista también argumenta que en la “cultura de la cancelación” ser acusado de ejercer violencia de género y de psicópata afecta a su reputación y honor. "He vivido el enorme daño que se genera en la psiquis de la víctima de la injuria. Increíblemente, la víctima de injuria se siente en la obligación de demostrar su honradez o la sinrazón de las ofensas del agresor, sometiéndose a un ‘juicio’ de valores, cuando ha sido agredido injustamente", sostiene en el escrito.
"Mi honor, mi reputación, mi ser, se ve dañado con lo más bajo que pueden sindicarme, que es ejercer actos de violencia, de ser tildado como una lacra, como siniestro, psicópata", explica Redrado.
Finalmente, el economista denuncia por hostigamiento a Salazar, acusándola de grabar conversaciones privadas para luego editarlas y difundirlas. “Jamás consentí la grabación de conversaciones íntimas y menos aún su difusión”, explica en el escrito.
"Es dable acotar que explicar los motivos de la falta de consentimiento a la obscena exhibición de la intimidad se asemeja a revictimizar a la víctima del ataque, cayendo en su juego perverso de someter nuestras decisiones amorosas al ‘tribunal mediático’ de programas televisivos", dice en la denuncia.