Marlene Rodríguez tiene 56 años y lleva más de la mitad de su vida en pareja con Ricardo Montaner (63). Él cantautor y ella productora, se convirtieron en una de las parejas más queridas del ambiente artístico. Ambos trabajan codo a codo en la producción de sus discos y colaboran también en los proyectos profesionales de sus hijos: Mau, Ricky y Evaluna.
Recientemente, al cumplirse un año de la boda de Camilo y Evaluna, Marlene presentó el segundo de los libros que escribió, pensando en compartir con su hija menor los secretos de la maternidad. Aunque con perfil bajo, Marlene Montaner marca el ritmo de su familia.
"Empecé a escribir el libro hace bastante tiempo porque Evaluna siempre quiso ser mamá. Le preguntaban cuál era su meta y ella decía que quería ser mamá y ser esposa. Ella nació así, como Susanita la de Mafalda", contó en entrevista con Paula Zelaya.
"De mi primer hijo parido a Evaluna las cosas cambiaban de un embarazo al otro. Nació Ricky y al bebé había que acostarlo panza abajo, nació Mau y había que ponerlo de ladito, nació Eva y había que acostarla boca arriba", contó al recordar cómo ella misma aprendió a ser mamá.
Esto la motivó a informarse, aprender y recopilar las "cosas que yo hice y no me gustaría que hagan mis hijos", justificó. Detalló que el libro se dividió en dos: la primera parte relacionada con la convivencia y el matrimonio, y la segunda con la preparación hacia el embarazo y la lactancia.
"Siento que ser mamá es de las cosas más difíciles", dijo y añadió: "Siento que si uno lo pensara no sabría si asumir esa responsabilidad. Ser mamá es maravilloso y es dificilísimo", detalló. "Cada hijo es tan distinto. Y no vienen con un manualcito. Lo que estoy tratando de darle a Evaluna es un 'pseudo manual' de lo que a mí me fue fatal, lo que me fue más difícil y algo que le pido a Dios siempre que es aprender por cabeza ajena", aseguró. Y explicó que se refiere a esto de ver lo que le pasó al otro para aprender sin necesidad de golpearse.
"Si no hubiera sido porque Dios estaba en el centro de la crianza de mis hijos, no hubiera sido capaz", confesó. Valoró su capacidad de ser sabia a la hora de accionar y dejó ver esta cualidad como algo en lo que Dios la fue guiando.
Durante la charla, Marlene señaló que lo más importante es que tanto ella como Ricardo, su marido, pudieron ser personas coherentes. "Dios en nuestras vidas es fundamental. Es mi piso, mi centro y mi cabeza. El sano temor de Dios es saber qué está bien o mal. Necesitaba que ellos tuvieran ese piso, ese centro y esa cabeza".
"(Ricardo) Montaner viajaba todo el tiempo. Teníamos dos opciones: nos montábamos en el burro e íbamos todos arriándolo o me quedaba en la casa cuidando a los niños y eso no iba a funcionar porque se pierde la cotidianidad. Gracias a Dios decidimos que íbamos a hacerlo juntos. Mi mamá estuvo siempre ahí", contó. "El tiempo compartido haciendo cualquier cosa es un gran aprendizaje", expresó segura de que había sido buena la decisión de acompañar a su marido en las giras.
"Creo que son súper chévere todos, pero lo que más me importa es que son buenos. Siempre me importó eso, que mis hijos sean buenas personas", concluyó completamente admirada por el camino que sus hijos están recorriendo.