Laura Azcurra (44) mamó desde chica el mundo del espectáculo gracias a sus padres. Hija de un director teatral y de una maquilladora de cine y tevé, transitar por sets y salas fue un habitué desde sus primeros años de vida. En su camino, luego de formarse, personificó piezas de las más renombradas en distintas plataformas. Y hoy, por primera vez en treinta años de carrera, tiene el desafío de ponerse en la piel de un personaje histórico que existió en la vida real de la mano de Frida ¡Viva la vida! en el Teatro Picadero.
“Es Frida Kahlo preparando el banquete el día de los muertos para homenajear a lo suyos. No es un guión pretencioso, pero sí muy actual. Hay cosas muy vigentes de su mensaje, lo que representa un golpe fuerte al plantearnos si avanzamos o no en los últimos cien años”, cuenta.

-¿Qué significa interpretar por primera vez a un personaje histórico?
-Lo vivo con una enorme responsabilidad. Es un honor porque se trata de un personaje querido y reconocido mundialmente. El mensaje que tiene Frida en su obra, todo lo que transitó, es muy esperanzador. Es una luz de esperanza en este presente tan roto que estamos viviendo.
-¿Cómo te interpela su figura?
-Siento que hay muchos puntos en común y otros que nada que ver, como me pasa con todas las humanidades. Lo que siento es la fortaleza y potencia de Frida, una mujer que creía en sus convicciones y en tener empatía por el otro. Siempre dijo lo que pensaba y sentía, lo que me invita ahora a mí a mostrar las vulnerabilidades e ir por la autenticidad más genuina. Siempre me pareció un aspecto inspirador de ella.

-Más allá del guion, ¿de qué forma te preparás para personificarla desde lo físico y gestual?
-Hice mucha investigación, que es lo que más me atrapa a la hora de componer personajes. Ver en qué contexto vivió, qué cosas le gustaban y todo lo que habla del personaje. La previa de la experimentación fue de gozo. Hay mucha biografía. Ella tuvo muchos amantes fotógrafos y fotógrafas que otorgaron un gran registro de lo que fue. Todas esas imágenes me inspiran muchos. Vi documentales y series para tomar cosas de ahí.
-Y hablás en neutro.
-Primero tuve que neutralizar mi acento porteño y después encontrar una cadencia mexicana. Sigo haciendo un gran laburo. Antes de la función me seteo en mexicano y voy haciendo ejercicios, porque cambia la forma de modular.

-¿Qué es hacer teatro para vos?
-El teatro es un arte ancestral, artesanal y antiguo. Desde que la civilización es civilización lo necesitamos. Felizmente en Argentina tenemos una educación teatral muy fuerte y Buenos Aires es la mayor plaza teatral del mundo después de Nueva York y Londres (información chequeada de Carlos Rottemberg, aclará). Las nuevas generaciones tienen el hábito de este ritual de ir a ver una obra. Lo humano que se genera entre la gente es revolucionario.
-¿Cómo ves la grieta entre el Poder Ejecutivo y los artistas?
-Por todo lo que estamos viendo de este gobierno, en donde muchas de las cosas que propone carecen de empatía por las mayorías, hay actitudes poco serias. La cultura es un espacio de encuentro. Es una pena que no apoyen los beneficios que aporta a una sociedad lo que significa ver teatro o una producción audiovisual. Me parece que es una picardía, algo triste. Este país tiene mucha gente talentosa y creativa.
La crianza “consciente” y con perspectiva de género que Laura Azcurra le impartió a su hijo
“Es interesante educar a un varón hetero, cis, porteño… En la ciudad tenemos un tempo que es distinto a otros espacios en donde hay otro contacto con la naturaleza. La ciudad te lleva puesto si no podés ser consciente de esos espacios y armonías personales”, avanza la actriz en la charla con Revista GENTE.

Y dice: “En este nuevo y feliz despertar, con una nueva visión que incomoda a muchas personas, empezamos a dejar de naturalizar cosas que antes eran orgánicas y hoy ya no vemos de la mejor forma. Nuestra generación creció con la cultura de la insistencia que transformaba un 'no' en 'sí’. Era un varón que te agarraba del brazo, te invitaba a tomar algo y una terminaba diciendo que sí para que no se pusiera pesado. Hay toda una generación, de los que tienen treinta para arriba, que lo están reconociendo”.
“El feminismo es para las mujeres y los varones. Para todos. Hay mujeres muy machistas. Todas las personas somos víctimas de los lineamientos del patriarcado. Quienes queremos la igualdad para todas las personas buscamos que esto realmente sea más equitativo para toda la población. Hay que buscar herramientas para que la balanza esté más equilibrada”, agrega.
“Mi hijo me ha visto en acción. Los hijos hacen lo que los adultos hacemos, para lo bueno y lo malo. Desde mi ejemplo en el compromiso de informar, con la responsabilidad que esto implica, yo no podía permanecer en silencio. No estamos en un momento para tibios, sino en uno para cambiar las cosas desde la posición de cada uno. En mi caso, desde una grupo de mujeres auto convocadas. Es una posición incómoda porque toca privilegios”, comenta.

-¿Y con tu hijo sentiste la necesidad de sentarte y transitar una charla formal al respecto?
-Siempre. Él tuvo su clase de educación sexual integral en casa a lo largo de toda una tarde que le dedicamos a eso. Desde los cuidados hasta los consensos. Eso es lo que más me interesa hablar. Nada se tiene que dar por sentado. La comunicación nos invita a saber cómo se siente el otro y cómo estamos nosotros mismos. Yo vengo de una generación en donde ibas a tomar un vino a la casa de una persona que te interesaba y era sinónimo de terminar teniendo sexo. Y por ahí no hay ganas. Por eso lo invité a Marco a preguntar y tener el desafío de renovar cada diez minutos si se sigue o no con la situación y detener la acción ante una respuesta negativa. Nunca hay que dar las cosas por sentadas.
-Ese trabajo de orfebre que hiciste con él, ¿lo notás replicado en sus amigos? ¿Cómo ves plantados a los demás?
-Tiene un grupo de amigos hermoso. Terminó el colegio, pero sigo viéndolos. Egresó del conservatorio del Juan Pedro Esnaola, una escuela de artistas, músicos y seres sensibles. Los veo con la hermosura de la libertad de amar a la persona que les interesa sin importar el género. Fomento que se cuiden entre ellos, estando atentos a la otredad. Es importante que tengan en cuenta eso. Veo algo que sucede con esta generación, y es que hay un poco de frustración al fracaso, queriendo que las cosas se hagan apretando un botón. A los jóvenes debemos darles la tranquilidad de que sepan que hay cosas que se pueden intentar varias cosas y no van a salir, por lo que necesitan saber que es bueno perseverar tras un objetivo. En esa insistencia sí que creo.
El misterioso nuevo amor de Laura Azcurra

“Es hermoso lo que estoy viviendo. Mi pareja es un refugio, como una vacación, un cambio de paradigma. Yo crecí con una generación de mandatos en donde todo estaba heteronormado con la familia, tener hijos y convivir. Probé y cumplí algunos de esos mandatos, algunos por imposición y otros por deseo, pero ahora me interesa vincularme desde un lugar amoroso y liviano”, puntualiza.
-¿Cómo sería eso?
-Liviano no significa que no haya responsabilidad afectiva. Al contrario. Es de saber que, parte del cuidarse y querer crecer con el otro puede incluir no convivir. Buscar el lugar para encontrarnos es algo muy positivo. Desarmar eso es un plus. Me encanta vivir con mi hijo, dedicar tiempo a mis proyectos y a mis amigos, que son mi máximo pilar emocional. Siento que el vínculo que pudimos lograr con mi pareja, un vínculo que casi tiene cuatro años, es de ese cuidado y de esa lucidez, y va de la mano con lo profundo de trabajar en el amor. En tiempos de poliamor y matches de Tinder, hay un vacío muy grande.
-¿Y de qué otras formas trabajan el amor?
-Transitando las conversaciones incómodas, buscando un equilibrio, etc. Para mé es importante un vínculo respetuoso, con charla y la flexibilidad de poder acompasarnos en los movimientos que nos van ocurriendo en la vida.

-¿Cómo fluye la posibilidad de maternar nuevamente?
-Biológicamente ya supe lo que es la experiencia, pero estoy abierta. Me tranquilizó mucho no tener que pensar en congelar óvulos o pensar en que alguien se embarace por mí... Y está la posibilidad de adoptar. Hay muchas posibilidades de dar amor. Esa puerta esta abierta y eso me tranquiliza. Quizás en unos años tenga ganas de hacerlo. Hay millones de formas de maternar, otro mandato que se puede romper. Si uno tiene ganas de dar amor, hay mucha gente que tiene ganas de recibirlo.
Fotos: Diego García
Retoque: Julieta Scavino
Agradecemos a Nano García, al Teatro Poncho y a @cocoliche Moda circular