Hace dos años, luego de ser tapa de un suplemento documental en el New York Times tras una larga entrevista que le hiciera la periodista Vanessa Grigoriadis, Madonna (62) criticó el tratamiento que tuvo por parte del medio, a quien llamó "los padres fundadores del patriarcado". El artículo al que hacía referencia, según la Reina del Pop reprodujo "la infinita necesidad de disminuir, desprestigiar o degradar lo que saben que es bueno. Especialmente a las mujeres fuertes e independientes" que tiene la sociedad.
En un posteo aclaró que la periodista que escribió ese artículo, quien "fue invitada a un mundo al que la mayoría de la gente no tiene acceso", puso el foco en "aspectos superficiales y triviales" e hizo "inacabables comentarios sobre mi edad que jamás habría hecho si yo hubiera sido un hombre".
Justamente ése es el tenor de la mayoría de los comentarios que explotaron en las redes tras haber compartido ante sus más de 15 millones de seguidores de Instagram un carrusel de selfies en las que se fotografió en ropa interior.
"Ahora por un momento de autorreflexión", escribió Verónica Ciccone en el caption del posteo, que obtuvo casi un millón de likes y más de 26 mil comments. Claramente, Madonna sabía que con ese gesto –nunca inocente– iba a reinstalar en la agenda temas como el señalamiento del cuerpo y el machismo y derribar la limitación de lo que puede o no hacerse a determinada edad, vara que sólo parece aplicarse a las mujeres y se reproduce tanto en titulares sensacionalistas.
Hay quienes en Twitter la atacaron diciéndole que era un ícono musical pero que ya había perdido la dignidad. "Sos sólo seis meses más grande que yo, actuá como alguien de tu edad y no por el talle de tus zapatos", dijo una usuaria, demostrando cómo responde al patriarcado que Madonna combate.
"Madonna está luchando una vez más por las mujeres y desafiando esos tontos estándares", le respondió otra internauta, que evidenció cuál había sido la verdadera intención de Maddy: debatir sobre los límites arcaicos con los que el patriarcado –a quien ella proclama batir a duelo en cada acto– logra que se juzgue, en lugar de celebrar la libertad.
