La mediática murió este jueves a los 43 años luego de estar más de setenta días internada. Fue una de las primeras pacientes que comenzó a evidenciar problemas de salud luego de operarse con Aníbal Lotocki, sufría una insuficiencia renal y necesitaba un trasplante de riñón.
Cuando el 1 de marzo del año pasado Silvina Luna hizo su última producción de tapa en GENTE estaba entusiasmada. Se venía una nueva etapa profesional en su vida, después de la reconstrucción interna que realizó con el objetivo de aceptar su cuerpo y transformar el daño en algo positivo. “Hubo momentos en los que me perdí para encontrarme. Hoy me siento más plantada, segura y queriéndome así. Me miro al espejo y, después de muchos años, me gusto”, afirmaba por aquel entonces.
-Siempre fui de ir más allá, de buscar algo más. Si me remonto a “Gran Hermano”, que fue hace veinte años, me importaba poco la opinión ajena, aumenté diez kilos y me reía. Quizás es porque era bastante inocente. Pero cuando empecé en los medios, me di cuenta que como mujeres estamos bajo las creencias de los estereotipos. Por querer mejorar o tener una exigencia sobre mi cuerpo me hice una cirugía y a partir de ahí tuve el problema que es de público conocimiento. Empezó un camino de decir ‘por acá no es’ por lo que comencé a hacer terapias que hoy comparto en mi proyecto con referentes que me dieron herramientas y vinieron a sumar.
-Sí. Por mucho tiempo fui presa de la crítica ajena. Cuando me operé venía de un momento en el que había viajado bastante tiempo afuera y tenía que volver al teatro de revista, en donde mi cuerpo estaba expuesto. Sentí la presión de que si tenía que mostrar el cuerpo tenía que ser con todo. Yo no estoy en contra de las cirugías porque a muchas personas les da bienestar, pero tuve la mala suerte de toparme con un mal profesional.
-Se trataba de un momento en el que las operaciones eran furor. Yo lo que aprendi es que había ignorancia de mi parte y estaba sola porque no tenía a mis padres para charlarlo. Si quieren hacerse una intervención, recomiendo que consulten y estén bien informados para dar con un buen profesional.
El 9 de febrero del año pasado Aníbal Lotocki había sido condenado a cuatro años de prisión y cinco de inhabilitación para ejercer la medicina por las "lesiones graves" que les provocó a cuatro de sus pacientes. Silvina fue intervenida en octubre y noviembre de 2011 en un procedimiento en el que le colocaron microesferas de polimetil metacrilato (PMMA) en la zona de los glúteos y muslos.
-Si lo vemos por lo que fue la sentencia, es poco; pero también fue un gran paso para nosotros y la Justicia argentina a la que le cuesta mucho reconocer los casos de mala praxis. Al ser condenado, nos terminaron dando la razón con todo lo que expusimos. Es un precedente. Mi deseo es que se acorten los procesos porque es un tema de salud y que otras chicas, que no denunciaron por vergüenza, se animen y hablen. Callar no es una opción.
-Si. Fue hace muchos años atrás. Al principio sentí el juicio ajeno. Como tenía que ver con la estética, muchas personas pensaban que era algo banal… pero tiene que ver con la vida.
-Sí y se presentó todo lo que se tenía que presentar mientras eso pasaba. A mí la Justicia me avaló. Lo que me pasó me pasó, mi salud no va a cambiar y esto es algo que me va a acompañar siempre.
-Ocupándome, pero trato de contrarrestar con una vida saludable y el bienestar físico, mental y espiritual. Todo el camino que hice es parte de estar hoy entera y que se me vea saludable para seguir con ganas hacia adelante.
“En el medio de la pandemia se me ocurrió fundar ‘Simple y Consciente’ porque necesitaba contar lo que había vivido y algunas experiencias personales. Arrancó como un blog y después se me ocurrió ser un puente con la gente que estaba buscando herramientas. La pandemia nos permitió tomarnos una pausa y reflexionar cómo era nuestra vida y si éramos felices. Se armó una comunidad re linda”, manifestaba.
“El couching lo que hace es acompañar a personas o instituciones en procesos de reflexión para tener una mirada más posibilitadora. Te da herramientas para el día a día, tener una apertura mental y está bueno porque haces un proceso personal para después ayudar a otras personas”, comentaba.
-Hay que bajarle un poco de solemnidad a la palabra. Ser espiritual es levantarte todos los días, elegir ser feliz y tener emociones positivas. Es mucho más terrenal. Hay mucha gente que lo hace y ni sabe qué está haciendo esa filosofía de vida.
-Yo no lo hago para que me tomen en serio. Mira si tengo tiempo ahora para pensar en eso.
-Hice un camino para que no me afecte la crítica ni la opinión ajena. Uno tiene que superarse a uno mismo y estar focalizado en lo que quiere. Me importan los que me conocen de verdad.
-Es uno de mis universos. Este año voy a seguir con los vivos de Instagram, talleres presenciales y online junto a algunas charlas.