“Tener una familia ensamblada es divertido. Las familias tradicionales no existen más, hasta te digo que es un concepto que no califica”, manifiesta Sandra Borghi sobre la multitud que vive en el hogar. Los tuyos, los míos y los nuestros en su mejor expresión. “Con Fernando (Casanello) unimos fuerzas”, remata.
“Fer me apoya, me acompaña y me estimula en mi carrera. Y yo hago lo mismo con él. Nos complementamos en las diferencias. Como en toda familia, hay momentos en donde aparece la fricción o los choques, pero nuestros cuatro hijos nos dieron la lección de bancarse entre sí como en un bloque”, cuenta la conductora de Mediodía noticias (eltrece) y Radio Mitre.
“El año que viene cumplo 50 y quiero que nos vayamos los seis juntos de vacaciones. Ya empiezan a estar grandes y las vacaciones en grupo son casi imposibles porque siempre aparece un novio o un amigo”, agrega.
Borghi consiguió poder amalgamar con éxito ambas familias. Ella llegó a la relación con sus dos hijos, Josefina y Valentín, y él hizo lo propio con Isabella. Ambos tuvieron a Juana. Pero antes hubo que avanzar en la comunicación de la noticia del romance, buscando el momento oportuno para acercarla, con la seriedad que ameritaba dar semejante salto.
Lo cierto es que ese famoso gran paso llegó de la manera menos esperada...: “Nuestras hijas mayores se hicieron muy amigas. En ese momento tenían cuatro y cinco años. Un día Isabella le saca el celular al papá y descubre una foto en donde nos estábamos dando un beso. Nuestros hijos hicieron un cónclave, vinieron con el celular en la mano y nos dijeron ‘descubrimos que son novios y acá tenemos la prueba’. Esa noche no dormí de los nervios. Hablé con Fernando y le dije que sentí una fuerte responsabilidad por haber involucrado a mis hijos, ya que a partir de ahí estábamos todos embarcados en este viaje”, relata.
El pacto de amor
Un Día de los Enamorados, cuando llevaban poco tiempo de conocerse, ella redactó un contrato de puño y letra en el que se proponen renovar cada seis meses el cariño mutuo que se tienen.
“Ese día nos vamos a comer solos, nos miramos a la cara y nos decimos un montón de cosas. Es el momento en que volvemos a elegirnos y a firmar el contrato. A mí eso me hace sentir libre: yo ya estuve casada, él ya estuvo casado, entonces los dos nos sentimos libres con este concepto y con la elección de renovar todo el tiempo", había contado en Infobae hace un tiempo.
El sueño de la gran casa familiar
Los vaivenes económicos hicieron que el sueño de la casa propia se transforme, para muchos, en una utopía.
“Mi marido y yo teníamos dos departamentos chiquitos. Cuando hace trece años nos fuimos a vivir juntos y unimos las dos familias alquilamos uno grande para que entremos todos. El mío yo lo había comprado cuando tenía 30 años con un crédito que terminé de pagar hace dos meses, en cuotas fijas de 1.200 pesos. Una locura. Eso me permitió de joven tener la primera vivienda”, cuenta.
Y sigue: “El alquiler se mantuvo, pero el año pasado con el delirio del dólar escaló un montón en pesos y me lo quisieron dolarizar a 1.200 dólares por mes. Yo a ese alquiler no lo podía seguir manteniendo, y tenía el otro departamento ocupado porque lo alquilaba. Entonces, como no contábamos con capacidad de sacar un crédito, compramos un departamento juntos con ayuda de familiares y amigos. Todos pusieron plata: recién ahora terminamos de saldar las deudas”.
“Este episodio de ‘me tengo que ir porque no puedo seguir pagando el alquiler’ lo conté en Instagram (tiene 1,2 millones de reproducciones y 49 mil me gusta), y estalló. Era el momento en el que varios famosos decían que no podían cubrir el costo del alquiler. Se viralizó y las marcas me contactaban para ofrecerme sus servicios a cambio de canje por publicidad. Me llovían las oportunidades. Pude rearmar este departamento que se caía a pedazos con eso”, revela con alegría.
“Una firma de griferías, una empresa de electricidad, otra de pinturas y puntualmente se me acercó una seguidora para ofrecerme hacer todo el interiorismo. De esa forma, lo que podría haber tardado cinco años por los costos, terminó siendo una cuestión de meses”, valora.
“A Leti de Selema le debo la vida. Ellos me montaron la casa íntegramente, pusieron mucha dedicación al proyecto y la calidez y el profesionalismo del equipo es para destacar. Este departamento es un sueño. De no poder pagar el alquiler pasamos a tener este hogar hermoso”, manifiesta emocionada.
La transformación física de Sandra Borghi
Todos los días a las 8 de la mañana la cita es con el gimnasio. “Es mi momento de dedicarme a mi salud, mi bienestar. Para poder amar hay que estar bien una”, manifiesta sobre el cambio de chip que la llevó a bajar ocho kilos.
“No estaba cómoda con mi cuerpo. Soy petisa y siempre fue un tema en mi vida. Esto implica que para verme bien tengo que mantenerme en estado porque siento que si engordas unos kilos no los podes disimular. Yo no quiero naturalizar esto, pero no me dejaba conforme lo que me devolvía el espejo”, se sincera.
“Es por eso que hace un año decidí llegar a mi peso médico haciendo un tratamiento con un grupo de nutricionistas que me hicieron una guía y seguimiento. No es una dieta, y eso me gustó. Yo vivía a dieta y no bajé un gramo. Con ellos incorporé hábitos saludables como hacer actividad física, algo que ahora no negocio”, explica.
“La gente te cuestiona y te dice por qué haces dieta si estás flaca. Y el estar o no flaca es subjetivo. ‘Estas flaca, ¿Estas enferma?’. Me ponen eso y me vuelvo loca porque mis hijos ven las redes. Yo estoy tranquila porque estoy acompañada por un grupo de profesionales. Verte bien también es un tema de salud mental porque me pone en autoestima alta y me deja entrar a un lugar de mayor seguridad”, dice.
Fotos: Chris Beliera
Video y edición: Cande Petech y Rama Palais
Maquilló: Silvana Mazzolla @silmazzolla
Peinaron: Luciano Castro (@lucianocastro1) y María Laura Rebora (@laureborhair)
Estilismo: Lucila Romano @lucilaromanook
Agradecemos a @grungebsas, @annarossattiok, @selemamuebles y Soledad Lladó de @floracomunicaciones