Juan José Campanella y "lo inevitable" de ser argentino: qué cosas le dan alegría y por qué no se siente orgulloso – GENTE Online
 

Juan José Campanella y "lo inevitable" de ser argentino: qué cosas le dan alegría y por qué no se siente orgulloso

El director, que el próximo viernes estrena Empieza con D siete letras, le cuenta a Revista GENTE cuál es el ingrediente secreto que hace que sus creaciones trasciendan fronteras.

Juan José Campanella tuvo un gran 2024, y ahora acaba de estrenar Alamesa, un documental sobre un restaurante atendido por personas neurodivergentes, y está por volver al teatro con una obra propia, Empieza con D siete letras, en el Politeama.

A días de que la obra cobre vida, el director y guionista habla con Revista GENTE en una charla donde abundan risas y en la que cuenta que tiene una camarita en el teatro para ver las obras en su teléfono cuando no está en el país. "A Parque Lezama -que estuvo 11 años en cartel e hicieron 1300 funciones- la vi unas 500 veces", revela y confiesa que dice "acción" en los ensayos y tiene algunos vicios del cine cuando trabaja en teatro.

El multipremiado realizador habla del humor como uno de los componentes que hacen que su trabajo trascienda fronteras y de la influencia italiana y judía en sus chistes. También de lo inevitable que es ser argentino y en cómo ese casualidad, porque después de todo uno no elige dónde nace, es algo que disfruta. "Me encanta nuestro castellano, nuestra facilidad para hacernos amigos, nuestro humor", enumera.

-Estás con varios estrenos, hace unos días fue el junket de Alamesa. ¿Cómo fue esa experiencia de meterse en el mundo neurodivergente?

-Fue espectacular. No sabés lo conmovedor que es el documental, mega conmovedor.

-¿Cómo te llegó la historia?

-Me mandó un WhatsApp Fernando Polack. Como no estuve acá en la cuarentena, no sabía del restaurante ni no lo conocía a él. Me contó lo que estaba haciendo, me fijé, lo llamé y ahí empezamos.

-Hay algunos lugares que tienen como la obligación de contratar personas neurodivergentes...

-Justamente es lo que él cuenta. No es cuestión de tener a una o dos personas en un ambiente neurotípico, palabra que aprendí, sino que sean todos. Entonces los chicos forman grupos, se ponen de novios, salen juntos. Es otra cosa, es integrar todo. Es adaptar el mundo a ellos, no que ellos se adapten al mundo "normal".

Campanella acaba de estrenar el documental Alamesa y está por estrenar Empieza con D siete letras en el Politeamo.

-¿Y qué otras cosas aprendiste?

-Bueno, la palabra neurodivergente, por ejemplo. Pero sobre todo los vi. ¡Tienen una fuerza impresionante los chicos! Tenés que ver el documental, vas a lagrimear pero bien, nada de tristeza. No lloran miseria nunca. Esto es lo bueno, que son re positivos, re alegres.

-Pensaba en esto: más allá de tener otras posibilidades (y sé que no hablás más de política) seguís pensando en Argentina y haciendo proyectos acá, ¿no pensaste en irte?

-No me queda más remedio, es inevitable. Un poco lo que pensamos cuando hicimos Luna de Avellaneda, con lo del carnet del socio vitalicio, es que ya ni pienso si es orgullo, si es alegría, si es tristeza, si es lo que es... Es inevitable, ya está.

-Sos argentino.

-Y sí. La verdad es que uno puede enojarse pero cuando uno se enoja se enoja a veces con la sociedad que tiene lo suyo, que es complicada, que es maravillosa a nivel individual y un desastre a nivel colectivo. Cuando sale un argentino afuera tiene enormes chances de que le vaya bárbaro, enormes chances. Salió hace poco en Estados Unidos un ranking de todos los países latinoamericanos a los que económicamente les iba mejor y eran los argentinos por lejos. Llegan, se arman su negocio... Pero bueno, acá estamos todos juntos y tenemos todo y es económicamente de los peores países de Latinoamérica ahora. Nos han pasado todos prácticamente. Menos Venezuela y Cuba nos pasaron todos

-Además no te explicás cómo puede ser, pero es así.

-A qué venía todo esto, cierto: ser argentino es inevitable, no hay forma de escapar, entonces mejor abrazarlo. Pero además tiene un montón de cosas por las que a mí me da alegría ser argentino, no orgullo... ¿por qué orgullo si nací acá de pedo? Yo reservo el orgullo para las cosas que me gané con mi esfuerzo. Me parece que está mal utilizada la palabra orgullo. Me da orgullo el equipo del mundial que ganó porque se sacrificó, porque son buenísimos, porque entrenaron, porque son grandes deportistas. Pero no de ser argentino, porque es como decir: "Me da vergüenza ser pelado...". Si no lo elegí. Pero sí me da alegría en muchos casos ser argentino.

Campanella ganó un Oscar por El Secreto de sus ojos y estuvo nominado por El hijo de la novia.

-¿En cuáles?

-Cuando veo a Les Luthiers, cuando veo al equipo que ganó el mundial, cuando veo nuestro sentido del humor. Me gusta mucho nuestra manera de hablar, es el castellano que más me gusta, me divierte muchísimo. Hay ciertas cosas que me gustan mucho de Argentina: la amistad fácil, hacerse amigo fácilmente de alguien, amigo profundo no, pero con el mozo, con el taxista. No existe en otros países, en Italia, solamente. Estoy seguro que viene de ahí.

-La charla con el taxista es un clásico.

-Sí, eso de estar como chancho, en confianza hasta de cosas íntimas, con alguien que conociste ayer. El taxista porteño para mí es una institución.

Campanella revela cuál es su secreto para que su cine trascienda fronteras

A los 65 años, Campanella sigue imaginando historias y se inspira, muchas veces, en la idiosincracia argentina.

Campa, como lo dicen los que lo quieren, tiene un olfato para encontrar historias que tienen que ver con nuestra idiosincracia. En sus películas hay mucho diálogo y también imágenes muy concretas de la melancolía y el humor argentino.

Ganador de un Premio Oscar por El secreto de sus ojos, su genio creativo no descansa y tampoco sus ganas de seguir retratando nuestra cultura a lo largo y ancho del mundo. Más allá de haber tenido muchos éxitos, para él y también para Eduardo Blanco, su actor fetiche, la serie Vientos de agua es de lo mejor que han hecho. Sin embargo cuando se estrenó no fue exitosa.

Sobre estas cosas y sobre qué piensa él que tiene su cine para lograr trascender fronteras reflexiona el director con Revista GENTE sentado en una de las butacas del Politeamo.

-Muchas de tus historias tienen una pata costumbrista y al mismo tiempo llegan a Hollywood, ¿cómo explicás ese fenómeno? .

-Por qué es bastante universal.

-¿Qué es lo que te parece que hace que tu cine trascienda?

-No sé. La verdad que yo creo que tiene que ver con el humor. Me parece que ese es el diferencial, que es muy italiano y muy judío, que son dos culturas que acá se se potenciaron. Fijate que los yankees tienen ese humor judío, que es reírse de la desgracia, de lo malo. Y los italianos tienen lo mismo, el grotesco, la comedia a la italiana, de los años 50 al 80, que era reírse de los dramas. Yo mamé mucho esa cultura y me parece que es muy porteña y muy argentina. Otros países de Latinoamérica no tienen tanto.

-El secreto de Sus ojos no tiene tanto humor...

-Yo definí en mi cabeza El secreto de sus ojos como una película americana con personajes italianos. Cuando digo italianos acá se reemplaza por argentinos automáticamente. Siguiendo ciertas reglas del thriller y del cine negro, pero los personajes son otros. Austeros, estoicos y sufrientes. Son como nosotros.

Campanella dirige Empieza con D siete letras, su nueva obra de teatro que escribió junto a Cecilia Conti y estrena el 10 de enero.

-Sí también poner a Guillermo Francella en un personaje serio es una apuesta.

-Por ejemplo, pero él indudablemente le da un humor a ese personaje.

-Y acá, en Empieza con D siete letras, estás apostando al humor nuevamente.

-Hay mucho. Pero también tiene una escena con Eduardo Blanco que terminamos llorando todos, que está muy buena... Habla de la muerte también. Aunque yo creo que va a ser una cosa de risa casi constante.

-Contagiosa.

-Sí. Esto es lo que nos ofrece el teatro y que el cine ya no lo da. Pero sí, tiene mucho humor y tiene cosas que quizá calen un poquito más hondo.

-Esuché por ahí que en los ensayos decís: "Acción"

-Sí...

La obra estrena el 10 de enero en el teatro Poliamor y está protagonizada por Eduardo Blanco, Fer Metilli y Gastón Cocchiarale.

-¿Qué otros vicios del cine aparecen en el Campanella dramaturgo?

-Camino por el costado del teatro porque veo cuál es el plano y el contraplano. El problema del teatro es que cada uno ve una película distinta. Si te vas allá, la ves en plano general. Si estás en la primera fila, la ves en primeros planos... Y hacés tu propio montaje. Trato de repartir un poco para que no estén siempre de espaldas, pero alguna espalda te vas a comer. Eso es lo lindo del teatro, sentís como que estás en la habitación escondido y ves por una hendija del del placard. Estás ahí escondido y los tipos no se dieron cuenta.

-Y se puede ir ajustando también función a función.

-Claro. No estamos jugados. Te da la posibilidad. Aún cuando está todo bien, la audiencia distinta te hace una función distinta. Si se ríe más, si se ríe menos, si prima la parte emocionante o la parte más cómica de la de la obra... depende de la gente.

-¿Cambia mucho?

-A veces pasa que el chiste que vos pensabas que se iban a reír se ríen en el pie y el chiste no se escucha. Me pasó en El cuento de las comadrejas que hay un chiste que me parecía genial y la carcajada cuando Mundstock da el pie era tan grande que nunca lo habíamos pensando: no se escucha nunca el chiste, lo tapa. Solamente se lee con subtítulos, cuando la vi en funciones en otros países. Pero en teatro lo podés medir a eso, el actor modifica su actuación de acuerdo a la audiencia.

A Campanella le da alegría ser argentino por algunas características que nos definen.

-Igual tu lugar es el cine, más allá de que hagas teatro. Eso que ta pasó con el cine a los 14 años fue tu gran revelación

-Sí, el cine. Pero el teatro me encanta. Fui espectador de teatro no tanto como de cine porque era mucho más caro el teatro. Vi teatro toda mi vida. De hecho han criticado mis películas por ser muy dialogadas.

-Es como que cuando estás haciendo cine, te viene el teatro y cuando hacés teatro, te viene el cine...

-Sí, me gusta mucho el diálogo.

-Eduardo Blanco vuelve a ser el protagonista, ¿qué me podés contar de este vínculo inoxidable con él y con Fernando Castex?

-Yo debo tener 4 o 5 personas que puedo decir que son hermanos de la vida y que, como con un hermano, a veces te podés distanciar, te podés enojar... Pero sigue siendo tu hermano y, si está en un quilombo, uno va a estar por más que esté en un momento de enojo. Ahora con Eduardo y Fernando nunca nos enojamos ni nos distanciamos. Discutimos un montón. Además tenemos un humor los tres muy sarcástico que nuestra manera de relacionarnos es insultándonos básicamente todo el tiempo. Algo que es muy argentino también. Pero sí somos hermanos.

Fotos: Chris Beliera.

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