Este miércoles, el vocalista, Joaquín Levinton hizo un repaso por "el disco de su vida" en Noche al Dente, conducido por Fer Dente, y en el mientras entablaban una charla súper íntima y por momentos, emotiva, el cantante de Turf le confesó al conductor una desconocida y divertida anécdota que vivió con Charly García en su adolescencia, mientras aún vivía con su mamá.
"Qué hermoso lo que estamos escuchando. Tenemos una amistad con Charly de 27 años donde hemos pasado mucho juntos. Desde tocar hasta ir a la casa, a ver películas de Woody Allen, a leer juntos Astérix, a divertirnos , a sufrir a veces también y a compartir escenarios aquí o allá", confesó emocionado.
El músico recordó una historia muy divertida y decidió contarla al aire: "Me acuerdo que cuando vivía con mi mamá, una vez a ella le llegó una cuenta de teléfono altísima, yo era adolescente y hablaba con mucha gente entre ellos Charly. Así que agarró pidió el resumen, se puso a llamar a todos y cuando la atendió Charly con su característica voz, mi mamá se quedó helada y le cortó", reveló entre risas. "La cuenta, por supuesto, la tuve que pagar yo", cerró.
Joaquín Levinton habló de su familia
Joaquín Levinton aceptó una entrevista con la periodista María Laura Santillán, y entre varias cuestiones, hablaron de la familia del artista "Tengo suerte, porque uno a la familia no la elige y yo veo amigos míos que no tienen la suerte de que les hayan tocado padres copados. Mi papá y mi mamá, además de ser arquitectos fueron docentes de la UBA y además tienen una veta muy artística" comenzó contando.
Luego, profundizó un poco mas en la vida de su madre: "Mi mamá fue bailarina, coreógrafa y tuvo un grupo que dio la vuelta al mundo. Mi papá es ecologista, hace barrios sustentables con basura. Tengo dos hermanos, Micaela y Ezequiel. Hasta los 15 años yo fui hijo único".
Además, el artista aseguró que en cuanto cumplió su mayoria de edad, fue su madre quien le aseguró que debía trabajar si queía seguir viviendo con sus padres. "Para pagarle a mi vieja el alquiler, para que no me raje a la mierda. Cuando cumplí 18 años mi vieja me dijo: ahora para vivir acá, tenés que poner plata y colaborar. ¡Qué hija de puta! ¿Ahora cómo hago? Me voy a tener que ir a vivir a otro lado. Entonces mi abuela me daba la plata en silencio. Cuando íbamos a comer a su casa con mi familia, me pasaba la guita, como si fuese un soborno. Pasaba de manos, yo se la daba a mi mamá".