La actriz fue parte de los invitados del programa televisivo PH Podemos Hablar, conducido por Andy Kusnettzoff donde sorprendió a todos cuando hizo una confesión sobre cómo vivió el después de la muerte de su marido, Miguel Lecuna, conocido como "El Vasco", que fue asesinado en el año 2001.
El conductor le propuso a los participantes dar un paso adelante a quienes se hayan sentido alguna vez insatisfechos con su imagen. Barbarossa, comenzó recordando recuerdos de su infancia: "Hasta los cinco años fui una nenita normal, nació mi hermana y se ve que me agarró toda una cosa de celos y empecé a comer y engordar, y a luchar contra mi obesidad".
Georgina continuó: “A partir de ese momento me quedó como una mentalidad de que soy como...yo me veo en el espejo y siempre me veo gorda. Vivo haciendo dieta permanentemente. Tengo esa mentalidad de las anoréxicas que siempre se ven mal”.
La actriz también comentó cómo fue sus inicios en el mundo televisivo y los comentarios que le hacían sus colegas: "Cuando empecé a trabajar en la tele vinieron tres actrices de muy buena onda a decirme ´ché, te tenés que operar la nariz´, porque en esa época se usaba". En ese sentido, recordó que ella no se animaba porque le daba muchísimo miedo la anestesia y que su madre le decía que no se operara.
Miguel Lecuna, conocido como "El Vasco", fue el marido de la mujer durante 26 años y la pareja tuvo dos hijos mellizos. El hombre fue asesinado en el año 2001 mientras viajaba en un taxi. La mujer fue notificada de la triste noticia mientras conducía el programa Venite con Georgina.
Después del asesinato de su marido, Georgina, no se volvió a mostrar en pareja públicamente. Relató una de las mayores consecuencias que sufrió por este hecho: "Cuando lo mataron a mi marido, me agarró muchísima culpa de estar yo viva, y me empecé a acuchillar y a operar”.
Detalló sobre las intervenciones estéticas que se había realizado compulsivamente: "Me puse tetas, me saqué tetas, no tenía panza y me operé de la panza...mi madre me decía ´Georgina, estás loca´. Le mentía a mi terapeuta y me iba a operar igual".
Con el paso de los años, la actriz pudo lidiar con este vicio. Respecto a este avance relató: “Era algo como de castigo, después me di cuenta y ahora me veo que se me cayó un poquito la papada y digo ´ay, ¿qué hago?´, pero en algún momento alguien tiene que envejecer”.