Gaby Alvarez (43) es un hombre de mundo. Vivió tres años en Nueva York, después cuatro y medio en Tulum, y desde marzo reside en Miami, la ciudad en la que se casó hace diez años con su actual mujer, la diseñadora americana Lucrecia Gamundi (47).
"La verdad, nosotros somos itinerantes, no tenemos hijos, y nos mudamos porque necesitábamos cambiar y mejorar nuestra calidad de vida. Y una de las personas que me convencieron para que nos vengamos fue Alan Faena (57). Y fue muy acertado, porque pasé toda la pandemia acá, empecé a trabajar para varios lugares y me está yendo muy bien", dice desde su departamento de Midtown, "un barrio que está a tres cuadras de Design District y a otras tres de Winwood".
Con respecto a la pandemia, el hincha de San Lorenzo enuncia que "es un afortunado", porque "en Miami en ningún momento nos encerraron ni nos prohibieron ir a correr, a la playa o a caminar. Sólo hay toque de queda a las 12 de la noche".
¿Si extraña la Argentina? "Sí, obvio, y no descarto la posibilidad de volver el día de mañana", responde el RRPP, que habla todos los días por teléfono con Élida, su mamá de 84 años, que lleva meses encerrada por el COVID-19.
Allá también se rodea de celebridades argentinas –"yo creo que en algún momento del año todos vienen, y todos me escriben apenas bajan del avión"–, que van a comer a sus restaurantes. Como Stefi Roitman (26) –"ella y su novio, Ricky Montaner, me parecieron divinos"–, Nacho Viale (40), Juana Tinelli (18) –"estuvo con su novio, y los vi súper enamorados"–, Martín Redrado (59), Tini Stoessel (23) –"creo que es una de las mujeres más lindas de la Argentina"– y Deborah de Corral (45). Igual, sin vueltas, aclara que eso sucede por su historia con el país y por las temporadas que pasó en Punta del Este, pero que su agenda "es absolutamente internacional" y que trabajó "con los Rolling Stones, Jamiroquai y Lenny Kravitz, por decir algunos".
EXIGENCIA. "A mí me encantaría dormir hasta las dos de la tarde, pero yo me despierto todos los días a las 8 de la mañana, hago una hora de natación y me tomo media hora para hacer yoga, porque Miami es un lugar exigente: tenés que estar bien física y mentalmente, y entrenado. Yo trabajo con mi apariencia, y a mí me encanta ser flaco, marcado y lindo, porque trabajo con la seducción. Mi trabajo es conquistar al hombre y a la mujer para que se me acerquen y quieran estar conmigo, pertenecer a mi círculo y que paguen por eso", comenta con seguridad el hombre que está comiendo ensaladas, jugos verdes y batidos antes de aclarar otro detalle del lugar donde vive: "Acá no es que te podés mandar una, acá no te podés mandar ninguna. Es una ciudad que está toda filmada, ¡imaginate!".
"A futuro quisiera ser feliz. Mi mujer siempre me dice que vamos a terminar en una casa de Villa La Angostura con un montón de perros, pero tengo 43 años, soy bastante joven, y por ahora disfruto de una ciudad caribeña", cierra con una sonrisa.
