“El perdón es algo que queda chico. Necesité mucho trabajo personal que lo llamé ‘redención’. Fue algo espiritual donde acepté todo como fue, un proceso alquímico que aún no termina. De esto va a tratar mi nuevo libro que sale entre abril y mayo y se llama “Vínculos 2”. Va a traer toda la síntesis de mi trabajo durante 25 años, con los temas más difíciles”, afirmó Gabriela Arias Uriburu en una entrevista con GENTE al hacer referencia a lo que tuvo que trabajar para poder superar el mal momento que le hizo vivir Imad Shaban.
“No me alcanzó la psicología de Freud, necesité mucho más. Por eso hice un trabajo transpersonal. Para mí fue eso lo que me ayudó a generar vida en el infierno, la paz en las noches oscuras. El mensaje es que la labor la tiene que hacer cada uno. Es un camino de autoconocimiento. Qué hago con lo que me pasó y si me voy a quedar del lado de la víctima o voy a accionar para hacer el gran hito de mi vida”, dijo la escritora.
Luego de confirmar que en la actualidad tiene cierto vínculo con quien fue su pareja, explicó: “La relación que tenemos va y viene. Hay momentos en donde estamos más comunicados que en otros. No es fácil ni para él ni para mi porque venimos de dos culturas diferentes. He tenido que ceder mucho y todavía no se compensó todo eso que he cedido, por eso no está bueno”.
La madre de Karim, Sharif y Zahira manifestó que una de las últimas charlas quer tuvieron se dio hace cuestión de semanas cuando ella tuvo que ser operada del riñón y uno de sus hijos viajó a Argentina (después de doce años sin venir) para acompañarla.
“Estuvimos comunicados. Como, entre comillas, fue una situación grave, puso a toda la familia en alerta. Es interesante porque en los momentos malos es donde se ve todo. Ahí actuó algo maravilloso de Imad que tiene que ver con todo lo que hemos hecho, de diferentes maneras, por nuestros hijos”, dijo.
Cómo hizo Gabriela Arias Uriburu para recomponer el vínculo con Imad Shaban
“La historia fue brutal. En cada viaje a Jordania él estaba en las visitas. Por más que yo no quería saber nada, él estaba ahí. Hay un libro que hice que se llama “Enemigo íntimo”… y es eso. Hay que trabajar con ese enemigo íntimo porque la vida te lo va a poner una y otra vez hasta que vos asumas lo qué queres hacer. La situación estaba muy polarizada. Tuve que aceptar que él estaba ahí poco a poco. Imad hablaba conmigo y me decía cosas fuertísimas que yo contestaba de otra manera. Eso golpeaba en él. Si a la violencia le contestas igual, encendes un fuego. Yo no elegí eso”, contó.
“Terminó siendo mi mayor beneficio porque tuve que trabajar en las diferencias, la ira y la desesperación para reconstruir la familia. En toda la filosofía zen lo que te muestra el otro es lo que hay que sanar por dentro. Esto es lo que le digo a los padres cuando se encuentran en estas guerras. Que interesante fue que él estuviera en esas visitas porque obligó a trabajar en esa oposición para poder llegar a que los chicos estén en el territorio de la familia, más allá de las dificultades”, sentenció.