Gabriel Batistuta es uno de los pocos ídolos que tiene la Selección Argentina que nunca se coronó campeón del mundo. Hasta la llegada de Lionel Messi fue el máximo goleador albiceleste y parecía imposible que alguien superara sus 54 goles. Ahora, lejos de los campos de fútbol, disfruta de una vida rural junto a Irina Fernández, su esposa desde hace más de tres décadas.
Los dos son oriundos de Reconquista, un pequeño pueblo del noreste de Santa Fe. Cuando eran adolescentes, él se coló en la fiesta de 15 años de ella y, desde entonces, floreció el amor. Primero se pusieron de novios, ella lo acompañó en todo el proceso deportivo en el que dejó de ser Gabriel y se transformó en "El Bati".
El 28 de diciembre de 1990 se casaron y se mudaron a Italia. Cuando él fue contratado por la Fiorentina y se transformaba en ídolo del equiop "viola", ella lo acompañaba en los éxitos y las frustraciones.
Algo similar sucedió en Argentina. Aunque no jugó el Mundial de 1990, "El Bati" era observado por los entrenadores y, cuando asumió Alfio Basile no dudó en llamarlo. Con la selección ganó dos títulos en 1991 y 1993, las últimas Copa América antes de la que ganó la "Scaloneta" en el 2021. Mientras tanto, la familia se agrandaba: nacieron Thiago, Lucas, Joaquín y Shamel, los cuatro hijos de la pareja.
Tras el retiro, la pareja volvió a Argentina, mas no a cualquier lugar, sino a su Reconquista natal. Hoy en día llevan una vida campestre porque son propietarios de una estancia en la que crían ganado. A pesar de que a veces hubo rumores de crisis, ellos siempre lo negaron.
"No se separaron, siguen viviendo juntos en Reconquista. En otros momentos les ha tocado enfrentar crisis, como a toda pareja, pero en este caso no es así. No sé de dónde lo inventaron. Hablé con Irina y no le gustó nada escuchar una cosa así en los medios, pero ya está acostumbrada", escribió Ciudad Magazine en el 2014 tras hablar con una fuente cercana a la pareja de Batistuta e Irina Fernández.