¿Qué quería ser cuando era chico?
–Jinete -responde sin dudarlo-. Y es una vocación latente, que de vez en cuando vuelvo a visitar. Monté de los siete a los 14 años. Sucede que teníamos una casa familiar en el Club de Campo La Martona, de Adrogué. No bien nací el 7 de enero de 1990 en la Clínica Finochietto, me llevaron. Ahí pasábamos el verano y el invierno, Semana Santa, los fines de semana. Estaba buenísimo: con arroyo, naturaleza, verde, aire puro…
Juega con sus ojos castaños, Fernando Dente, como intentando meterse en cuerpo y alma al pasado, para arrancar esta entrevista con Revista GENTE en el estudio de Grupo Atlántida, Colegiales, al que llega puntual (a las 14 de un fresco martes), caminando (“Vivo cerquita”) y destilando una terrenal sencillez (“¿Algo para almorzar? No hace falta. Con un agüita y… ¿podrá ser una Coca light?”, sugiere). “Por la crisis económica, en 2000 debimos vender la vivienda. Instalados en Flores, mis expectativas mutaron hacia otros lados. Ahora, aunque no vivencio la misma experiencia que de chico, cuando montar era mi objetivo absoluto, conservo una conexión especial con los caballos y ese deporte. Es como que me hacen pasar de nafta a gas. Una de las pocas cosas en las que siento que me desdoblo y aparece otra persona dentro de mí”, define el muchacho sin segundo nombre, mientras se quita su campera azul The North Face.
–Recuérdenos qué clase de pibe era en su casa, en su barrio.
–Creo que hasta los cinco o seis años, uno extravertido, con mucha energía. Hay videos de un viaje familiar que hicimos en el que yo estaba muy arriba todo el tiempo. ¿Viste cuando sos chico y casi que pedís que alguien te pegue un cachetazo para bajar la histeria? Por otro lado, en el jardín y la escuela siempre parecía un lord inglés, re correcto. Y pensaba: “Qué distinto soy en mi casa y fuera de ella…” Puertas adentro, como mis hermanos mayores -Lucas, Tomás y Guido, en ese orden- me llevan entre diez y trece años, me crié casi como hijo único. Ellos no estaban nunca. Yo, sí, salvo las dos veces a la semana que me debía quedar en el colegio.
–¿Por eso empezó a tomar clases de vóley, taekwondo, esgrima y teatro en el Club Italiano de Flores?
–Como capricorniano obsesivo, me anoté en todo. Pero a la semana lo único en lo que había quedado era el teatro. Salvo para andar a caballo, siempre fui malo en el resto de los deportes. Yo no juego a nada para divertirme si lo hago mal. Prefiero no jugar, no me siento cómodo. Pero en la primera clase de actuación, una chica llamada Jimena me enseñó una coreografía, me vi en el espejo y pensé: “¡Guau, esto sí me sale!”. Y me quedé, porque empecé a vivir la experiencia de hacer algo bien y con facilidad (ríe). Yo creo que los dones, los talentos, vienen de otra vida. Ahora que tengo una estructura mental que me permite encarar fuerte el trabajo (pasé por el ballet, el contemporáneo, el tap), sigo sintiendo que lo relacionado a esto me sale con facilidad. Bueno, también comía con facilidad…
DE CHICO QUERÍA SER JINETE. ES UNA VOCACIÓN QUE DE VEZ EN CUANDO VUELVO A VISITAR. MONTÉ DE LOS SIETE A LOS 14. SALVO PARA ESO, NUNCA FUI BUENO EN LOS DEPORTES. IGUAL, COMO CAPRICORNIANO OBSESIVO, DE NENE ME ANOTÉ EN TODO: CLASES DE VÓLEY, TAEKWONDO, ESGRIMA Y TEATRO. EN LA PRIMERA DE ACTUACIÓN, UNA CHICA LLAMADA JIMENA ME ENSEÑÓ UNA COREOGRAFÍA, ME VI EN EL ESPEJO Y PENSÉ: ‘¡GUAU, ESTO SÍ ME SALE!’ . Y ME QUEDÉ, PORQUE EMPECÉ A VIVIR LA EXPERIENCIA DE HACER ALGO BIEN Y CON FACILIDAD. BUENO, TAMBIÉN COMÍA CON FACILIDAD…"
–¿Cuánto?
–Aunque leve, era el único en casa con sobrepeso. A la distancia, veo que me estaba morfando la angustia que vivía en mi hogar. Comía por la necesidad de tapar algo, no por placer. Me quedaba solo en casa y mi juego era descubrir dónde escondían mis padres la llave que abría el mueble donde escondían los alfajores Bon o Bon. Siempre la encontraba, y me clavaba tres. Fui a nutricionistas, me sumé a dietas, ayunos… Sufría. Mamá me levantaba preguntándome: “Buen día, amor, ¿cómo amaneciste?” “¡¡Gordo!!”, le mandaba. Hoy soy lo opuesto a aquel niño.
–Antes debutó en lo que sería su vocación: ¿My fair lady, versión barrial?
–Sí, tenía diez. Una cosa amateur, con playback, pero de una manera profesional. A los 12 ya era el Mono-monigote en El sueño del payaso maravilla. Mi primer sueldo, 60 pesos en dos semanas. No recuerdo en qué los gasté. Sí, que ahí descubrí mi pasión y fascinación por trabajar: llegaba a las 11 de la mañana, me ponía un vestuario para volantear y me iba desde Parque Rivadavia hasta el Shopping Caballito, a cinco cuadras. Frenaba al que pasara y vendía bien la obra. Incluso me hice amigo del vendedor de garrapiñadas. Volvía y me preparaba para la función de 20, 40 ó 60 personas dentro de una sala en la que entraban 400. ¡Era tan feliz! Terminábamos y nos comíamos un tostado al lado. Volvía a casa, dormía, y al otro día lo mismo. Lo gracioso fue que la obra llegó al Vitral, en Rodríguez Peña y Corrientes, y yo me iba a volantear hasta el Teatro Gran Rex, donde estaba Piñón Fijo, e intentaba convencer a los que no habían conseguido entradas para ese día. Allí mismo, doce, trece años después arranqué una seguidilla de cuatro temporadas seguidas haciendo Peter Pan: Todos podemos volar y Aladín, será genial. Es como que se cerraba el círculo.
–¿Ahí descubrió lo que quería para el resto de su vida?
–No sé. Era como si empezara a estudiar para ser abogado o astronauta. No sabía qué me depararía el futuro. El cambio llegó a los dos años, cuando entré a la escuela de Hugo Midón. Él abrió una audición para el espectáculo Derechos torcidos. Quedé, y pronto se me desmitificó la idea de que si eras actor y no te llamabas Francella o Darin, vivirías abajo de un puente. Claro, porque conocí a bastante gente que no tenía apellido “Francella” ni “Darin” y vivía mejor que mis papás. Así que cierto día me desafié: “Voy a ser actor, me voy a dedicar a esto”.
–¿Y arrancó todo de verdad?
–Sí, porque empecé a entender. Me iniciaba con el mejor, y él tenía el mejor equipo. Por ejemplo, Lala Mendia, la asistente de dirección de Hugo, en la actualidad es la directora académica del Instituto Argentino de Musicales que tenemos con Ricky Pashkus… Un clima perfecto, porque yo soy curioso y sé preguntar y escuchar las indicaciones y las correcciones. También los halagos. Mi objetivo -que lo traslado a la vida- se relaciona a querer ser lo mejor que puedo ser. Para construir, siempre parto del lugar de que no sé. Y luego tomo mis propias decisiones.
–¿En su casa lo apoyaban?
–Fui el cuarto hijo que llegó tarde, y a mis papás los agarré súper cansados. Tuve un panorama ideal en ese sentido, ya que no me sobreestimulaban ni me frenaban o coartaban. Al contrario, con mamá hablaba de estos temas, y papá me pagaba las clases y me iba a buscar a las once de la noche. Por otro lado, siempre fui muy autogestivo. Abría las Páginas Amarillas para llamar a los canales y averiguar por los castings. No me lo quería perder, porque desde chico, el arte era una salvación, un refugio para mí. ¡Yo les pedía a los gritos a mis viejos que se separaran!
–¿Había un clima hostil en lo de los Dente?
–Tal cual. Mis padres compartían una relación tóxica por demás, que finalmente duró treinta años. Una cosa es vivirlo como adolescente y otra verlo ahora, como adulto. Papá no era un ogro, yo lo amo; fue increíble con mis hermanos y conmigo. El tema era que no se guardaban sus problemas para ellos dos, y hacían como un show familiar. Así que no crecí viendo un ejemplo sano y amoroso de pareja. Me desesperaba mi falta de elección, porque a los 10, 11, 12 años no podía irme. ¿Sabés de qué me acuerdo?
–A ver…
–Que cuando todo se ponía negro, me encerraba en el baño e imaginaba una gran balanza. De un lado aparecía toda esta porquería, y del otro, mi ilusión. De pronto lanzaba una especie de mantra: ‘Sé que ser actor me rescatará’. El marco, el ámbito, el presente no eran buenos, entonces a mí me salvaba el refugio que había encontrado. Por eso siempre repito al final del programa: ‘Sueñen cosas lindas, que seguro se cumplen’. En una época desalentadora y de caos, mi conexión poderosa con la esperanza era el barrilete que lograba sacarme hacia arriba.
AUNQUE LEVE, ERA EL ÚNICO EN CASA CON SOBREPESO. AHORA, A LA DISTANCIA, VEO QUE ME ESTABA MORFANDO LA ANGUSTIA QUE VIVÍA EN MI HOGAR. COMÍA POR LA NECESIDAD DE TAPAR ALGO, NO POR PLACER. ME QUEDABA SOLO EN CASA Y MI JUEGO ERA DESCUBRIR DÓNDE ESCONDÍAN MIS PADRES LA LLAVE QUE ABRÍA EL MUEBLE DONDE ESCONDÍAN LOS ALFAJORES BON O BON. SIEMPRE LA ENCONTRABA, Y ME CLAVABA TRES. FUI A NUTRICIONISTAS, ME SUMÉ A DIETAS, AYUNOS… SUFRÍA. MAMÁ ME LEVANTABA PREGUNTÁNDOME: ‘BUEN DÍA, AMOR, ¿CÓMO AMANECISTE?’ ‘¡¡GORDO!!’, LE MANDABA. HOY SOY LO OPUESTO A AQUEL NIÑO”
–¿Tiempos de psicólogo?
–A los 15 arranqué terapia para plantearme cómo sobrevivir a un proceso tan traumático, que finalmente derivó en la separación de mis padres. Obvio, había quedado con miedos, fobias, dudoso de cómo lograr continuar con mi vocación. Seguí hasta los veintipico, y dejé. Antes, en 2006, llegué a la tele.
–¿Como extra en Sos mi vida?
–Era un bolo, disculpame. Hablaba. Decía: “Uy, el cuida”. Si lo buscás en YouTube, lo encontrás… Pero lo más relevante llegó al año siguiente, con el reality High School Musical: La selección (versión local de las exitosas películas de la franquicia High School Musical, protagonizadas por Zac Efron y Vanessa Hudgens), que derivaría en la película High School Musical: El Desafío (2008). Ahí (chasquea los dedos) todo cambió, pasamos a otro capítulo, a otro libro.
–¿Quién fue cuando quedó en High School Musical?
–Cuando entré en High School Musical: La selección todo cambió. Te juro que al día de hoy me sigue emocionando. Era un sueño tan grande y una apuesta tan importante, 26 mil chicos, que me anoté convencido y sin miedos: “Voy a ser Troy Bolton a como dé lugar”. Los nervios, la sensación y la experiencia de estar 24 horas los siete días de la semana pensando en una misma cosa. Lo disfruté a full. Mi mamá educó mi cabeza desde chico: en cómo pensar, en qué poner la atención ante el miedo de que se me cruzara por la cabeza que no me eligieran. Al punto de que, y lo recuerdo patente, el día de la elección final salí de mi casa de Almagro y empecé a caminar por la calle pensando: “Algún día todas estas personas con las que me cruzo me van a conocer”. No era por la fama, sino porque crecí escondiendo mi vocación. Cuando me eligieron sentí que me habían cambiado el aire y la sangre de todo el cuerpo, pensé que finalmente empezaba mi vida, que tomaba las riendas. A partir de ahí conocí afectos que se mantienen hasta la fecha.
–¿Por ejemplo?
–Amigos como la actriz Agustina Vera, a la que hoy considero una hermana.
–¿Su “hermana” Agustina fue la que le dijo: “Fer, no hablés más de confusión. Sos gay”, no?
–(Resonante carcajada) En realidad la frase era más fuerte, algo así como: “Si pasa (tal cosa), no estás confundido”. No puedo repetirla literal al micrófono de GENTE. Ni siquiera me animo a contártela fuera. Pero ahí me hice cargo de mi identidad. Agus me hizo entrar en razón a su manera. Y comencé a estar con chicos. Los primeros vínculos fueron difíciles. Hasta que me encaminé. A los 17 años me pasó de todo. Por eso tengo marcado el número en mi cuerpo junto a otros siete tatuajes. ¿Escuchaste lo de “Dios aprieta pero no ahorca”? Las cosas llegan cuando uno las puede procesar. Porque aquel año también me enteré de que no era hijo del papá que creía… Sin embargo, no me acompaña un recuerdo traumático de nada: andaba en otra frecuencia.
CUANDO QUEDÉ EN HIGH SCHOOL MUSICAL: LA SELECCIÓN TODO CAMBIÓ. TE JURO QUE AL DÍA DE HOY ME SIGUE EMOCIONANDO. ERA UN SUEÑO TAN GRANDE Y UNA APUESTA TAN IMPORTANTE -26 MIL CHICOS-, QUE ME ANOTÉ CONVENCIDO Y SIN MIEDOS: ‘VOY A SER TROY BOLTON A COMO DÉ LUGAR’. LO DISFRUTÉ A FULL. EL DÍA DE LA ELECCIÓN FINAL SALÍ DE MI CASA DE ALMAGRO Y EMPECÉ A CAMINAR POR LA CALLE PENSANDO: ‘ALGÚN DÍA TODAS ESTAS PERSONAS CON LAS QUE ME CRUZO ME VAN A CONOCER’. NO ERA POR LA FAMA, SINO PORQUE CRECÍ ESCONDIENDO MI VOCACIÓN. CUANDO ME ELIGIERON SENTÍ QUE ME HABÍAN CAMBIADO EL AIRE Y LA SANGRE DE TODO EL CUERPO, SENTÍ QUE FINALMENTE EMPEZABA MI VIDA”
–¿Su madre le comunicó que no era hijo de José?
–Exacto. Sabia y pilla, ella vio que en esa época iba a poder asimilar mejor la noticia, y me confesó que era hijo de un cura. Catequista de un grupo del colegio, mamá se había enamorado de él, y él de ella. Resaltó que fui fruto “de un gran amor”. Me sentí ante una historia de novela. Cuando me pongo nervioso, río, pero ahí me reí de verdad. No lo podía creer. Si mi madre siempre había sido mi ídola, ese día subió aún más de categoría. ¡Qué osada!, ¡¡qué valiente!!, ¡¡¡qué jugada!!! Me encanta pensar que tengo algo de eso de ella, de ir por todo, contra todo.
–¿Ser hijo de un cura resultó un alivio para usted?
–Quizá. Tenía en la mente el tortuoso y horrible proceso de separación. Pensé: “Quizá por eso no podía conectar con mi papá, con Pepe”. Las vueltas de la vida me hicieron lograrlo después con él de otra manera, porque empecé a ver la película entera. Y entendí que con todo lo cavernícola, cerrado y conservador que era, me adoptó, eligió como su hijo y me crió con un inmenso amor. En la actualidad, te afirmo, es una de las personas que más ternura me generan en la vida.
–¿Volvería a elegirlo como padre, pese a todo el dolor que quedó allí guardado?
–Un millón de veces. A mi papá y a mi mamá, a los dos. Lo único, sí, les daría una linda charlita, con algunas cláusulas, antes de firmar (mira al techo). Estoy recontento con la persona que soy hoy, y sé que gran parte es por todo lo que viví. Y recontento no sólo porque me caigo bien, sino porque las cosas que me pasaron terminan dándome ventaja respecto a muchos muchachos de mi edad, ya que desde chico tuve que enfrentarme a un montón de situaciones extremas. Gracias a Dios sobreviví. Hay que sacar provecho de eso. Algo tengo que haber aprendido.
–¿José, Pepe, supo que no era su padre?
–En esta novela, nunca lo sabremos.
–¿Para usted?
–Sí. Papá no era tonto. En aquellos tiempos mamá se había distanciado de él por la salud de todos. Cierto día Pepe le propuso un “viaje de reconciliación” a Bariloche. Ella entró en pánico y, embarazada, con tres hijos y sin trabajo, terminó aceptando… La novela queda abierta.
–¿Cómo se contactó usted con su padre biológico?
–Lo conocí, sí, pero yo elegí que no fuera mi papá ni construir un vínculo con él. Es como ahora el hijo de un vientre subrogado: la responsable del vientre no es la mamá. Eso no convierte a mi padre biológico en mejor ni peor persona. Mi realidad es que Pepe Dente y Ada Rizutti fueron mis papás.
COMO DIGNO HIJO Y HERMANO MENOR, CARECÍA DE AUTONOMÍA EN NUESTRA HABITACIÓN. SIEMPRE LA COMPARTÍA. O DORMÍA CON TOMÁS, QUE LO PLAGABA DE PÓSTERS Y FOTOS DE ROXETTE. IGUAL, EL RATITO QUE HABITÉ SOLO UN CUARTO, ADMITO QUE NO TENÍA ÍDOLOS. ME GUSTABAN REINA (REECH), BRITNEY SPEARS, CHIQUITITAS Y, OBVIO, FREDDY MERCURY, QUE ME HIPNOTIZABA Y RESULTÓ UN REFERENTE. DE MÁS GRANDE ME DI CUENTA CUÁNTO ME HABÍA INSPIRADO. LO TENGO TAN VIGENTE QUE A VECES ME OLVIDO QUE MURIÓ”
–Un ratito atrás señaló que José, Pepe, “es una de las personas que más ternura me generan en la vida”. ¿Logró reencontrarse con él antes de que falleciera en 2014?
–Sí. Quien está fuera de la novela podría opinar de distintas maneras. Unos afirmarían: “¡Qué monstruo, tu padre!”. Otro: “Está perdidamente enamorado de Ada”. Unos terceros: “Qué manera rara de amar”. La realidad es que él nunca superó la separación y que dolió un montón la muerte de mamá, en 2009. No obstante, pasó algo muy loco: cuando ella falleció, se liberó. Y así como enterarme que mi madre tuvo esa historia de amor, me encantó verlo a papá más humanizado. Porque para ellos siempre fuimos su prioridad. Repetían: “Primero soy mamá”, “Primero soy papá”. Entonces, al final, iba a comer con Pepe y hablábamos de otra cosa que no fuera mamá, hablamos de juntar a la familia. ¡Quería ponerme a cargo!, cosa a la que yo reiteradamente me rehusaba. Pero resultó lindo, divertido…
–¿Lindo, divertido? Coméntenos detalles.
–Me había abierto una caja de ahorro en dólares y cuando podía me depositaba cien. Era su manera de demostrar su cariño. O, muy fan, muy orgulloso de mí, venía a verme a las obras y ¡les hablaba a todos en tano! Pepe dio vuelta su vida. Un inmigrante que había venido a los cinco años, con un montón de hermanos, escapándole a la Segunda Guerra Mundial, con cero inteligencia emocional. Y así y todo me acuerdo que una vez, después de lo de High School Musical, me escribió una hermosa carta pidiéndome disculpas por no haberse dado cuenta antes de mi vocación.
–¿Cuál fue su último contacto con él?
–Lustrándome los zapatos para ir a lo de Mirtha Legrand… Cuando vaciamos su departamento encontré una bolsa gigante con recortes de cada una de las notas que me habían hechos los medios en mi trayectoria. Si bien daría cualquier cosa por tener a mis papás conmigo ahora, siento que pude darle un cierre súper feliz a mi vínculo con cada uno de ellos, que fue muy distinto. Siento que no me deben nada. Y eso me parece bueno para poder andar un poco más liviano en la vida.
–Aquel evento del 10 de noviembre de 2018, ¿también se lo permitió?
–… ¿Sí? ¿Qué hice?
–¿No recuerda? Publicó en sus redes: “Soy…”
–… ¡gay!, jajajaja. Puse el celular en modo avión y me fui a entrenar.
–¿La frase más corta y a la vez más larga de su vida?
–Tal cual. Yo me convencí de mi realidad cuando estaba transicionando el medio, con las cosas que se podían decir y las que no. La cuestión ya me había empezado a hacer ruido. De repente me planteé: ‘Por si alguien guarda una duda, yo-no-ten-go-nin-gún-dra-ma-con-es-to. Me gustaría aclararlo, y sacarme el tema de encima’. Y estuvo relindo. Me di cuenta de que, aunque pensaba que no, sí me pesaba.
–¿Se lo llegó a contar a sus padres?
–A mi madre. A papá no hubiese podido hacerlo jamás. Hubiera sido un tema. Igual, ojo, mamá tampoco fue muy feliz.
A LOS 17 ME HICE CARGO DE MI IDENTIDAD, Y COMENCÉ A ESTAR CON CHICOS. LOS PRIMEROS VÍNCULOS FUERON DIFÍCILES. HASTA QUE ME ENCAMINÉ. A ESA EDAD ME PASÓ DE TODO. POR ESO TENGO MARCADO EL NÚMERO 17 EN MI CUERPO JUNTO A OTROS SIETE TATUAJES. ¿ESCUCHASTE DE ‘DIOS APRIETA PERO NO AHORCA’? LAS COSAS LLEGAN CUANDO UNO LAS PUEDE PROCESAR. AQUEL AÑO TAMBIÉN ME ENTERÉ QUE NO ERA HIJO DEL PAPÁ QUE CREÍA…”
–¿Usted pensó que gritarlo a los cuatro puntos cardinales podía atentar contra su carrera?
–Cuando lo hice, no. Antes, sí, estaba ese fantasma volando. Siento que somos el resultado de las decisiones que no tomamos, más que de las que tomamos. Yo tomé más decisiones de las que no tomé. A mí me atrae meterme en el conflicto. Le puedo hacer “oooooso” sólo un ratito.
–A propósito, a la fecha, ¿se considera el conductor revelación del año, el cantante consagrado, el director de musicales, el maestro de teatro, el bailarín plástico…?
–Me cuesta definirme. Lo he vivido por momentos como una ventaja y por momentos como algo que me torturaba, porque no sentía que ningún traje que me ponía me terminaba de completar.
–¿Artista no?
–Siempre sentí que esa definición era como un halago que debía venir de afuera. Al final me amigué con el término, por esto de que vivo en una isla que es mi vocación, que son las expresiones artísticas y, al fin, ser artista no es solamente estar arriba del escenario o pintar o dibujar: también es pensar una forma de comunicar, armar un equipo. Si lo tomo en ese amplio sentido de la palabra, podría admitir que sí, me considero un artista. En mi constante intención de descubrirme, quizás algún día encuentre el rótulo exacto que me defina. Noche al Dente, por lo pronto, me permitió descubrir lo mágico que es “integrar”, poder ser y hacer a la vez.
–¿Quién quiere ser hoy? ¿El Jimmy Fallon argentino?
–Si lo querés decir vos, te lo agradezco muchísimo, me honra enormemente, pero no me hago cargo en absoluto –responde cuidadoso-... Transito otro momentazo. Distinto a lo de High School, que no se va a repetir nunca más porque me estaba salvando, era como el helicóptero que me rescatada del naufragio. “¡Me encontraron!, ¡me encontraron!”. Esto es otra cosa…
Pronto, el caballero sin segundo nombre, que huele a Hero -de Burberry-, usa arito de plata en el lóbulo derecho y no culminó la secundaria (“Tengo previas Química de tercero y Física de cuarto -o al revés- y quinto año completo”), se adentra en las semanas, los días, las horas, los minutos, los segundos que desde el 20 de marzo de 2023 le toca transitar, a partir de su llegada al prime time de América TV, con Noche al Dente. “Si desde mi mayoría de edad vivo una vida que me gusta mucho vivir, ¡imaginate ahora!”, lanza. “Pero no hablo sólo del éxito. A ver: yo te puedo puntualizar que con tal obra tuve más suceso y más popularidad, obvio, y que amo agotar localidades y que al programa le vaya bárbaro, que tenga un súper rating y esté sobrevendido de PNTs, pero aprendí que para mí el éxito, la verdad, está en cómo la paso”, subraya.
–¿Y qué es entonces lo que más disfruta de este momento?
–El amor de la gente, literal. No sé si es porque habré sido un niño herido o un huérfano jovencito, sin embargo que me paren por la calle para decirme cosas sentidas, no deja de sorprenderme. Y sentir esa frase de que “entramos en la casa de la gente”. ¡A mí me encanta! Es lo más lindo de lo que hago. El productor José Núñez, mi mentor en los tiempos que corren, suele repetir antes de que arranque el programa: “Lo más importante es la gente que está del otro lado de la pantalla”. Tomo al público como mi norte. Pienso constantemente en brindarle un momento distinto, en el que pueda conectar con otra cosa.
–Lo de “entrar a la casa” es muy de Tinelli. ¿Lo habló con él? ¿Cómo se llevan?
–Súper bien. Su careta sobre mi escritorio de Noche al Dente va a quedar ahí para siempre. El otro día fui a comer un asado a la casa de Marcelo. Cuando estoy con él siempre me surgen setenta millones de imágenes de mi infancia frente a la pantalla. Es el único al que aún no puedo humanizar al cien por ciento. ‘Ufffff, es Tinelli’. Y no hace nada para generarlo. Pasa que fue tan fuerte su presencia en la diaria durante toda mi vida, que… Hasta que lo conocí, primero estando en el Bailando (2015/19), y después, haciéndome muy amigo de Mica, a través de la mirada de su hija mayor. Varias veces se lo admití: “Si alguna vez me convierto en padre, mi objetivo será que mis hijos hablen de mí como tus hijas hablan de vos”.
SABIA Y PILLA, Mi MADRE VIO QUE EN ESA ÉPOCA IBA A PODER ASIMILAR MEJOR LA NOTICIA, Y ME CONFESÓ QUE ERA HIJO DE UN CURA. SE HABÍAN ENAMORADO EN EL GRUPO DE CATEQUESIS DEL COLEGIO. RESALTÓ QUE FUI FRUTO ‘DE UN GRAN AMOR’. ME ENCONTRÉ ANTE UNA HISTORIA DE NOVELA. CUANDO ME PONGO NERVIOSO, RÍO, PERO ahí ME REÍ DE VERDAD. NO LO PODÍA CREER. SI MAMÁ SIEMPRE HABÍA SIDO MI ÍDOLA, ESE DÍA SUBIÓ AÚN MÁS DE CATEGORÍA. ¡QUÉ OSADA!, ¡¡QUÉ VALIENTE!!, ¡¡¡QUÉ JUGADA!!! ME ENCANTA PENSAR QUE TENGO ALGO DE ESO DE ELLA, DE IR POR TODO Y CONTRA TODO”
–¿Y a la hora del pase?
–Me resulta muy flashero. Veo las promos de América anunciando a Ángel (De Brito), a Marcelo y a mí, o Tinelli gritando: ‘¡Y ahora viene Fer Dente! ¡¡Chau chau chau chauuuu!!’… En algún instante caeré.
–¿Volvió al psicólogo?
–Sí, desde hace unos meses me analizo con (Gabriel) Rolón.
–¿De qué habla ahora con él? ¿Del éxito, la fama, el dinero?
–Nooooo (expresa sorpresa).
–Contaba cómo, en la previa de High School Musical caminaba por la calle pensando que las personas que se cruzaba pronto iban a saber quién era… Ahora que lo saben, y en bastante mayor escala, ¿cómo se lleva con esa fama?
–La vivo con gran felicidad. A mí me pone más incómodo que no tengan muy claro quién soy, a que lo sepan perfectamente. ¡Me mata el que me mira y no termina de sacarme! Ahora, con la tele, pasa cada vez menos. Mi objetivo es que lo que hago sea lo más masivo posible... Son divinas las cosas que la gente me escribe por redes y el nivel de amorosidad y contención. Me siento recontra-archi-mega-privilegiado, y lo disfruto: freno, escucho, más allá de la foto. Pienso: “Parezco demagogo”, pero lo mío es súper genuino, porque además soy charleta.
–¿Con Rolón también habla del amor?
–Sí, sí…
–¿Cómo anda en esas cuestiones?
–Hace poco terminé una relación súper linda y sana. Todas mis parejas fueron vínculos hermosos. Con mis ex mantengo la mejor de las ondas. Los adoro, nos juntamos, me encanta verlos plenos con nuevos vínculos. Lógico, el amor se modifica.
–¿Cómo es usted en soledad?
–A mí me encanta estar solo, me disfruto mucho, pero no soy de los que desafía: ‘Cuando estoy solo hago lo que quiero’. Cuando yo estoy en pareja también hago lo que quiero. Reconozco que entre las cosas que más me gustarían está la de armar una familia. No sé cuándo, no sé cómo, sí sé que deseo ser padre.
–¿Mientras tanto?
–No te digo que ando viviendo la vida loca, porque me falta tiempo y viene difícil coordinar agendas…
–Falta tiempo, pero ¿sobran ganas?
–Reconozco que siempre me divirtió conocer gente (mueve la cabeza de arriba hacia abajo).
–¿Tuvo muchas relaciones?
–De los 20 a los 21; de los 23 a los 28; y después, de los 30 a los 33. Pero bueno, yo creo que el tiempo me viene demostrando que todo se acomoda. Así que veremos el próximo.
MIS PADRES COMPARTÍAN UNA RELACIÓN TÓXICA POR DEMÁS, QUE FINALMENTE DURÓ TREINTA AÑOS. UNA COSA ES VIVIRLO COMO ADOLESCENTE Y OTRA VERLO AHORA, COMO ADULTO. PAPÁ NO ERA UN OGRO, YO LO AMO; FUE INCREÍBLE CON MIS HERMANOS Y CONMIGO. EL TEMA ERA QUE NO SE GUARDABAN SUS PROBLEMAS PARA ELLOS DOS, Y HACÍAN COMO UN SHOW FAMILIAR. ASÍ QUE NO CRECÍ VIENDO UN EJEMPLO SANO Y AMOROSO DE PAREJA… ME DESESPERABA MI FALTA DE ELECCIÓN, PORQUE A LOS 10, 11, 12 AÑOS NO PODÍA IRME”
–¿Le quedó alguna piedra en su zapato?
–Mmmmmnooo, ¡no!
–¿La relación con sus hermanos?
–Es dinámica. Siempre lo fue. Siento que es una relación que está bien. Con el que menos vínculo mantengo es con Tomás, pero ni mejor ni peor que con los demás. Adoro a mis sobrinos Santino y Valentino, los hijos de Lucas... Lo bueno de nosotros cuatro es que somos cero reclamo, porque crecimos en una familia que fue cero reclamo. Me gusta el ejercicio de sostener y alimentar la relación, aunque admito que a veces descanso sabiendo que el de hermano es el único vínculo que me queda para siempre. En mi familia también incluiría a Agustina (Vera), sí, a quien, como te comenté, considero mi hermana. Es el sol de mi vida, alguien muy especial, una mujer increíble. Se convirtió en mi mamá cuando perdí la mía a los 19. Vivimos juntos. Es la persona que más me conoce de atrás para adelante. Que hace tres años haya sido madre de Julia me llena el corazón, y aumenta mis ganas de ser papá.
–¿Le pregunta al analista por qué cree que le viene sucediendo lo que que ahora: su suceso popular, su descubrimiento a nivel masivo? ¿O usted olfatea una respuesta?
–Entiendo que se debe al esfuerzo, a la curiosidad, a la certeza de un camino… Vuelvo a mis padres, que ahí fueron ejemplo. Porque al mismo tiempo que yo entré en primer grado, mamá empezó la facultad. Ellos eran distintos pero con varios puntos en común que me gusta haber heredado. Yo crecí viendo a mi madre quemándose las pestañas noche a noche y yendo a rendir para recibirse de abogada, con ese disfrute de dar un paso para aprender y progresar. Mis viejos también eran la anti-queja. Aunque medio pasados los dos, se la bancaban. No éramos una familia “de vacaciones”. Mi papá se quejaba por la plata pero no lo hacía a la hora de levantarse cada día a las 7 de la mañana para irse a su gomería y quedarse laburando hasta las ocho de la noche. Yo lo escuchaba tempranito, como rezando: “¡Dale, dale, dale! ¡Huevo, huevo, huevo!”. Me veo mucho de ellos dos, porque a mí me encanta tomar clases, puedo hacer mil millones de funciones (en dieciocho años sólo falté a tres), y me cuesta aceptar que estoy cansado.
–¿Y qué quiere ser cuando sea grande?
–Eh -reflexiona uno, dos, tres, cuatro segundos–… A partir de ahora quiero hacer un poco de quilombo.
–¿Se va a dedicar a la política?
–No tanto (suspira). A ver… Tampoco es que la tuve fácil, pero sí accedí a oportunidades buenas, servidas. Obvio que le metí mucho esfuerzo y curiosidad, como recién te comenté. No me quito mérito, aunque reconozco que transité gran parte de ese camino con viento a favor. Y como siempre siento que debo trabajar el triple de cara a honrar tales oportunidades y poder construir desde ahí, pienso en un montón de cosas para devolver lo que me tocó en suerte. ¡Necesito devolver!
ME ACUERDO QUE CUANDO TODO SE PONÍA NEGRO, ME ENCERRABA EN EL BAÑO E IMAGINABA UNA GRAN BALANZA. DE UN LADO APARECÍA TODA ESTA PORQUERÍA, Y DEL OTRO, MI ILUSIÓN. DE PRONTO LANZABA UNA ESPECIA DE MANTRA: ‘SÉ QUE SER ACTOR ME RESCATARÁ’. EL MARCO, EL ÁMBITO, EL PRESENTE NO ERAN BUENOS, ENTONCES A MÍ ME SALVABA EL REFUGIO QUE HABÍA ENCONTRADO. POR ESO SIEMPRE REPITO AL FINAL DEL PROGRAMA: ‘SUEÑEN COSAS LINDAS, QUE SEGURO SE CUMPLEN’. EN UNA ÉPOCA DESALENTADORA Y DE CAOS, MI CONEXIÓN PODEROSA CON LA ESPERANZA ERA EL BARRILETE QUE LOGRABA SACARME HACIA ARRIBA”
–¿Qué imagina para conseguirlo?
–Ahora, dirigiendo Heathers, el musical (obra sarcástica y provocadora sobre los lazos de la venganza y complicidad, basada en la película de 1988 protagonizada por Winona Ryder y Christian Slater), viajé por el país buscando nuevos talentos, audicionando a seis mil personas. A mí me emociona el ejercicio de trabajar con mucha gente: me inspira, me moviliza. Un año atrás por ahí te hubiese confiado que andaba más perdido. Este 2023, en el que llegué a los 33 años, apareció la tele y la dirección, empiezo a percibirme de una manera más adulta (aunque tenga una vida de adulto desde jovencito), y hay un montón de proyectos y contenidos que me gustaría hacer. Obvio que me fascina el público de la tevé y del teatro, pero como quedé medio trabado de pibe, pretendo ayudar a los jóvenes. Me siento muy conectado con la etapa de post secundaria, con el planteo de qué hay que hacer, cómo. Quiero estar cerca y pensar proyectos y contenidos para ellos. ¡Necesito devolver!
-Parece masticando y saboreando por allí algo que aún no se anima a contar...
–Ehhhh. ¿Por qué lo decís?
–Instinto de periodista.
-(Lanza una carcajada)… Algo hay.
–¿Cuánto tiempo podemos insistirle para que lo revele?
–En 2024 voy a dirigir Rent.
–Ah, bueno. ¿En la calle Corrientes?
–Exacto.
–Nada menos que el mítico musical (escrito por Jonathan Larson en 1996 e inspirado en La Bohème, lleva casi tres décadas cautivando a las nuevas generaciones y acercándolos a la butaca teatral, a partir de su despliegue e historia: la de un grupo de jóvenes neoyorquinos que luchan por salir adelante bajo la constante amenaza del sida) que conquistó a Broadway y el mundo.
–Con un mensaje siempre vigente: acudir al amor como la mejor manera de medir el tiempo que nos toca, festejando la diversidad de género y alertándonos que tanto la marginalidad como los prejuicios son los máximos enemigos de cualquier sociedad.
–¿Saldrá nuevamente, como en 2022, a buscar talentos a lo largo de Argentina?
–Así será. Me tiene súper motivado y pleno de emoción. Como todo lo que me viene ocurriendo en estos tiempos.
A MÍ ME PONE MÁS INCÓMODO QUE NO TENGAN MUY CLARO QUIÉN SOY, A QUE LO SEPAN PERFECTAMENTE. ¡ME MATA EL QUE ME MIRA Y NO TERMINA DE SACARME! AHORA, CON LA TELE, PASA CADA VEZ MENOS. MI OBJETIVO ES QUE LO QUE HAGO SEA LO MÁS MASIVO POSIBLE… SON DIVINAS LAS COSAS QUE LA GENTE ME ESCRIBE POR REDES Y EL NIVEL DE AMOROSIDAD Y CONTENCIÓN. ME SIENTO UN RECONTRA-ARCHI-MEGA-PRIVILEGIADO, Y LO DISFRUTO: FRENO, ESCUCHO, MÁS ALLÁ DE LA FOTO. PIENSO: ‘PAREZCO DEMAGOGO’, PERO LO MÍO ES SÚPER GENUINO, PORQUE ADEMÁS SOY CHARLETA"
–21 ciclos de televisión, cuatro películas, 27 obras y musicales (más Rent, sumamos ahora), participaciones en siete discos, dos giras, premios Clarín espectáculos, Hugo y Konex, suceso con Noche al Dente… ¿Le hubiese gustado que sus padres lo vieran hoy, así de erguido tras tanta lucha?
–Sin dudas, pero, ¡atención!… qué monstruo… la mirada del padre y la madre pesan. Ya me pesan no estando. Seguro ahora lo lograría trabajar, y saldría airoso. No obstante, por más que suene espantoso, sé que su partida me dio mucha libertad. Me lo tomé como: “Ahora soy yo solito”. Igual, y métanme en el loquero si quieren, ellos están, me acompañan. Ayer antes de dormirme me quedé un rato charlando con la foto de mi mamá. Y cuando necesito, aparece. Lo mismo papá. Es la manera que encontré para seguir. La pérdida de los padres y la sensación de orfandad es literalmente desgarradora. Mi mamá me enseñó que ser feliz no sólo es un derecho, es un deber.
–Contestó qué quiere hacer –“un poco de quilombo”- pero no qué quiere ser cuando sea grande, Fer...
–(Risas) Es cierto.
–¿Qué le gustaría responderle a su madre en el futuro si de repente lo despertara: “Buen día, amor, ¿cómo amaneciste?”
–Lo mismo que en este preciso momento: “¡Feliz!”.
Foto & Idea Creativa: @brunoilusorio
Estilismo. Elías Agustín (@eloagustin)
Arte de GENTE: Gustavo Ramírez
Diseño de tapa: Mariana Alen
Diseño de edición interior: Inés Auquer
Videos: Mailén Ascui
Producción del video: Juan Rostirolla
Beauty: Vero Fioravanti (@verofioravanti)
Ropa: @ginebrabsas & @gnzgonzalez_
Estudio: Carbon (@carbonphotostudio)
Agradecemos a Paula Aisenberg y a Sofía Maldonado (Soy Prensa)