Días atrás, el príncipe Harry y Meghan Markle sufrieron una noche de locos en la ciudad estadounidense de Nueva York. Es que fueron víctimas del acoso de un grupo de paparazzi, que los persiguieron durante dos horas en el auto en el que viajaban.
La situación casi termina de manera "catastrófica", según señaló un vocero de la pareja, en un hecho que, claramente, remite a la muerte de Lady Di, ocurrida en un accidente automovilístico en 1997. Recordemos que "princesa del pueblo" fue blanco de los fotógrafos, que estaban desesperados por una instantánea con Dodi Al-Fayed.
El shock de Harry y Meghan: la aterradora persecución automovilística que les hicieron los paparazzi en New York
El hecho ocurrió luego de la salida de una ceremonia en la que la Duquesa de Sussex recibió un reconocimiento por su labor a favor de los derechos y libertades de mujeres y niñas; una ceremonia organizada por la Ms. Foundation for Women.
Según se supo, el episodio que vivió el hijo menor del rey Carlos III y Diana Spencer dejó "conmocionados" a los Duques de Sussex. Experiencia que calificaron de "aterradora persecución automovilística", reveló una fuente en exclusiva al portal estadounidense Us Weekly.
El trauma latente del principe Harry
Cabe mencionar que este evento público era el primero al que acudía la pareja desde la coronación de Carlos III, a la que asistió el príncipe Harry, quinto en la línea de sucesión, pero no su esposa.
Asimismo, el acoso de la prensa hacia su familia es un tema especialmente delicado para el hijo menor del rey británico, ya que recuerda al accidente automovilístico en París en el que murió su madre, Lady Di, cuando era perseguida por un grupo de paparazzi.
El enojo de Harry y Meghan Markle: "No fue exagerado"
Según expresa el comunicado, la persecución generó varias situaciones de riesgo para peatones y otros automovilistas, se extendió por más de dos horas a causa de que los duques de Sussex estaban alojados en una vivienda particular y no querían que trascendiera su ubicación.
Respecto a quienes tacharon de "exagerados" a los protagonistas de esta persecución, una fuente cercana al príncipe contó que los duques de Sussex “insisten en que su relato de la persecución en automóvil no fue exagerado en absoluto, y que la gente diga lo contrario es muy hiriente y fuera de lugar”.
Esa misma fuente aseguró que tanto Harry como su esposa Meghan no se callarán nada: “En cuanto a permanecer fuera de la vista y tener miedo de mostrar sus rostros, eso no va a suceder. El hecho acaba de fortalecer su determinación de seguir defendiéndose y hablar cuando se sienten agraviados”.
Por su parte, Chris Sánchez, miembro del equipo de seguridad de la pareja, afirmó a CNN que la terrible experiencia “podría haber sido fatal”, aunque, una declaración de la policía de Nueva York aclaró que Harry y Meghan pudieron llegar a su destino de manera segura.
Cómo fueron las últimas horas con vida de Lady Di
Las últimas horas con vida de Lady Di pusieron en evidencia la que seguramente fuera una de las relaciones de amor más tóxicas de la historia de la prensa. Desde que fue fotografiada por primera vez en 1980, Diana de Gales se había convertido en la celebridad más fotografiada, adorada y perseguida por los medios.
Obtener la instantánea de la princesa con su nuevo novio, Dodi Al-Fayed, hijo del riquísimo empresario británico de origen egipcio Mohamed Al Fayed, se convirtió en la obsesión de la prensa en el verano de 1997.
Los fotógrafos que la siguieron en julio en las costas de Saint Tropez llegaron a alquilar un barco para enganchar a Diana. La galería de fotos en bañador (turquesa, de rayas y pareo, de leopardo...) es hoy memorable.
Si la princesa no había querido que los paparazzi dieran con ella al principio, cuando llevaba a sus hijos de vacaciones, pronto volvió a imponerse el acuerdo tácito que parecía haber entre los fotógrafos y ella, acostumbrada a recurrir a la prensa como forma de conectar con los ciudadanos.
El fotógrafo francés Jean-Louis Macault fue el primero que consiguió sacar a la pareja juntos y de frente. Para que nadie le robara la imagen, contrató un servicio privado de helicóptero que llevó el carrete a la redacción de turno.
La persecución obsesiva de la prensa
Las imágenes se pagaban a decenas de miles de euros. Cuando Diana y Al-Fayed pusieron rumbo a París en un avión privado, quienes habían trabajado como fotógrafos de guerra se dedicaron entonces a perseguirla por la capital francesa.
Aquel 30 de agosto, cuando la pareja llegó al aeropuerto de Le Bourget, una decena de fotógrafos los esperaba tras las rejas. Al salir del avión, además de los guardaespaldas, Henri Paul, número dos de la seguridad del hotel Ritz, propiedad del padre de Al-Fayed, los condujo al lujoso establecimiento.
Horas más tarde, las fotografías en el aeropuerto de las cuatro víctimas del accidente –tres de ellas mortales, a excepción del guardaespaldas Trevor Rees-Jones, único superviviente– parecían desagradablemente proféticas.
En París, Diana de Gales no se mostró tan dispuesta a que la prensa lograra la buscada instantánea. La pareja cambió sus planes en incontables ocasiones y se reunía a destiempo para no ser fotografiada.
La noche del 30 de agosto, Henri Paul y Dodi Al-Fayed pensaron que saliendo por la puerta trasera del hotel evitarían los focos. Paul le dijo a la prensa que se concentraba en la Plaze Vendôme que esperara allí, pero la improvisada disponibilidad parecía demasiado evidente. La idea de Al-Fayed era salir sin seguridad para no levantar sospechas, pero los dos guardaespaldas lograron convencerlos para que al menos uno de ellos los acompañara.
Sin embargo, la puerta de atrás del Ritz estaba también vigilada por los reporteros que intentaron seguirlos por el centro de la capital a una velocidad de entre 100 y 150 kilómetros por hora. Bajo ese marco, en cuestión de minutos, el auto chocó contra una de las columnas del estrecho túnel.
En el documental Los últimos días de Lady Diana algunos de los paparazzi que la persiguieron recuerdan que muchos continuaron fotografiando bajo el túnel. La policía requisó algunas cámaras y a la una de la mañana del 31 de agosto muchos negociaban cantidades desorbitadas por llevar las imágenes del accidente de la princesa a las portadas de revistas y tabloides.
Por entonces, muchos pensaban que la Princesa de Gales, que había salido semiconsciente del accidente, se recuperaría. Para Al-Fayed y Paul pintaba peor. Pero Diana murió horas más tarde en el hospital de la Pitié-Salpetrière a causa de las lesiones internas sufridas.
La prensa sensacionalista británica desestimó entonces las fotografías repudiando a quienes acababan de proponer una fortuna e interrogándose, al menos durante un par de horas, sobre la responsabilidad de la prensa en aquella muerte.
Cuando se supo que Paul conducía bajo los efectos del alcohol y el Prozac, los directivos de la prensa, que parecía dispuesta a entonar el mea culpa, respiraron tranquilos y pasaron página de lo que para muchos fue la historia de una tragedia anunciada.
En París, la estatua de la llama de la libertad ha pasado a ocupar el centro de la rebautizada como "Plaza Diana". Paradójicamente, esa llama incandescente es el símbolo de una princesa inolvidable.