George Rivera (64), el padre de Naya Rivera, la actriz que perdió la vida al nadar en el Lago Piru, en California, y mientras salvaba a su hijo, Josey Dorsey, relató cómo vivieron la tragedia familiar que el 8 de julio cumplirá un año.
Naya fue declarada muerta el 13 de julio, cinco días después de desaparecer en el agua en la que nadaba con su pequeño de 5 años y a quien salvó poniéndolo a salvo en el bote. La actriz, la famosa protagonista de Glee, tenía 33 años.
"Fue una situación difícil para Josey, especialmente porque él estaba allí, era como si hubiera estado hablando con un fantasma. Él también tiene recuerdos pero se está recuperando", contó Rivera.
Acerca del traumático episodio que vivió su nieto, George reveló que el niño pregunta frecuentemente por su madre, y les da el crédito a su padre, Ryan Dorsey, y a la hermana de Naya, Nickayla Rivera, por ayudarlo a atravesar el dolor.
"Ellos están haciendo un gran trabajo y Josey es un chico muy fuerte. Cuando él quiere hablar sobre su madre, lo hacemos. Él está creciendo y lo está manejando muy bien", señaló.
El padre de Naya recordó su última y "desgarradora" conversación con Naya
Además, recordó cómo fue su última llamada por Facetime con Naya el día de su muerte. "Simplemente desgarradora", así describió esa última comunicación en diálogo con revista People. "Quería ir a nadar con Josey en medio del lago", señaló, para luego contar que cuando su hija lo llamó, al saber que la embarcación no tenía ancla se dio cuenta de que tirarse al lago era "una mala idea".
"Podía ver que el viento soplaba y mi estómago se encogía. No paraba de decirle: '¡No salgas del barco! ¡No salgas del barco! Se irá a la deriva cuando estés en el agua'", rememoró George, que sabe bastante de navegación.
La videollamada se cortó a los tres minutos. "Fue desgarrador", repitió George. Su último recuerdo fue la captura de pantalla que hizo de su hija. Lucía unas gafas de sol y una gorra de beisbol, mientras sonreía. "Tenía un presentimiento que me estaba matando", sostuvo. Al poco tiempo esa sensación, casi un trágico final anunciado, se hizo realidad.