Solo unos meses atrás Eduardo Blanco se ponía en el papel de un hombre de ochenta que se encontraba con un par de su misma edad en un banco de un parque (en Parque Lezama), ahora va a interpretar a alguien más cercano a su generación que, después de conocer y perder al amor de su vida y de tener una carrera exitosa, la vida lo sorprende con una nueva oportunidad.
Otra vez Eduardo fue elegido por Juan José Campanella para ser el protagonista. Ésta vez, los amigos se unieron para contar una comedia romántica, Empieza con D siete letras, que estrena el 10 de enero en el teatro Politeamo. Completan el elenco Fer Metilli y Gastón Cocchiarale.
La historia fue escrita por Campa junto a Cecilia Monti y se centra en un hombre que se topa con una mujer, a la que le lleva más de 20 años, en la sala de espera de un dentista. Lo que sigue es una sucesión de hechos, donde la comedia, la sorpresa y la argentinidad traen de vuelta lo mejor de Juan José Campanella.
Sentado en el Politeamo, Blanco sonríe y hace un acting al escuchar la palabra "sexagenario". "Es de mal gusto", dice. En una nota con Revista GENTE, el actor habla de su vínculo con Campa, con quien trabaja casi sin descanso desde 1980, y de lo que él llama "el sello Campanella".
También reflexiona sobre el particular momento que vive el país y cuenta porqué sigue eligiendo a la Argentina más allá de las reiteradas crisis. "El límite es que te verdegueen. En gobiernos anteriores había mucha gente que no llegaba a fin de mes, pero de ahí a que se mofen de eso. O sea, me estás perjudicando y encima te mofás", opina al hablar del difícil momento que viven miles de argentinos.
-Tu sociedad con Campanella parece indestructible.
-No es una sociedad. Somos amigos hace, no me hagas hacer números. En 1982 estrenamos una obra que escribió él junto a Fernando Castex que se llamó Off Corrientes. Y, en el 80, ellos eran estudiantes de cine y yo, de teatro, hicimos un largometraje en súper 8, donde estuvimos durante catorce meses los fines de semana y feriados yendo a filmar.
-Es loco porque la amistad de ustedes dos fue de la mano de compartir trabajo.
-Te diría de los tres porque Fernando es guionista. Es coguionista de El hijo de la novia, de Luna de Avellaneda, de El mismo amor la misma lluvia, por decirte algunas películas. Y los tres somos amigos de aquella época. Los tres tenemos un grupo de WhatsApp y los tres viajamos mucho. Son amistades de 40 años.
-Además es todo un valor, poder trabajar con un amigo y no terminar peleado después de tantos años.
-Sí, sí. Es un regalo recontra extra. Para colmo, es amigo, le tengo admiración, me encantan las historias que cuenta, me encanta cómo las cuenta y el clima de trabajo que genera. Pero no porque es amigo mío, eh. Él, en eso, es un tipo muy exigente, muy riguroso. Es algo que se nota en sus trabajos y yo no tengo ninguna duda, jamás la tuve, no trabajo por ser amigo de él.
-A él le gusta lo que vos hacés...
-Sino no me hubiera llamado nunca. No tengas duda. Él es muy exigente y muy riguroso en su trabajo.
Blanco da detalles de comedia romántica que protagoniza
En la obra, Metilli es Miranda, una mujer de unos 40 que está divorciándose y conoce a Luis (Blanco), uno hombre unos 20 años más grande, en la sala de espera de un dentista.
"Miranda es una profe de yoga, spinning y pilates que está muy conectada con lo espiritual. Pero a su vez está escapando todo el tiempo. Más allá de que hace todo para estar a tierra... Y llega Luis a su vida y entre los dos creo que hacen un gran equipo. Es una historia de amor con mucho humor", adelanta Metilli a Revista GENTE..
-¿Qué me podés contar de Empieza con D siete letras?
-Qué te puedo contar... Es una nueva aventura, en un teatro hermoso como este que yo trabajé hasta agosto y que nos invita de vuelta a contar otra historia.
-Un código totalmente al de Parque Lezama.
-Otra cosa. A Parque Lezama la estrené con 55 años, en su momento, y el personaje tenía 85. Estaba bastante lejos, era una composición. Este es un personaje de mi edad... No de 55, eso fue cuando estrené. Ya pasaron bastantes años. Divina la historia. Te diría que más allá de lo que cuente tiene un sello que es el sello de él.
-¿Y qué incluye ese sello?
-¿Qué es para mí su sello? Vas a encontrar una historia donde la gente se va a divertir, porque el humor siempre es un elemento que juega mucho en sus historias; se va a emocionar seguramente, porque la emoción también está presente y, seguramente también, va a invitar a reflexionar sobre algunas cosas. Cuando una obra conjuga estas cosas seguramente salgas del teatro de ver la función y no termine cuando baje el telón sino que invite a reflexionar sobre la propia existencia. Creo que también va a tener ese elemento.
-Lo interesante es cómo logra hacer éxitos globales con películas basadas en nuestra ideisincracia.
-Que es la de él... Sin embargo apostando a lo local ganó un Oscar y compitió dos veces. El hijo de la novia llegó al Oscar, lo perdió pero eso hizo que se estrenara en todo el mundo y Luna de Avellaneda no ganó nada pero hizo un recorrido internacional... Hay una historia que recuerdo de Luna de Avellaneda...
-Contame...
-En esa época se inauguró un microcine en la Antártida, en una de las bases argentinas, y se inauguró con esa película. A mí me me invitaron y no pude ir. Juan fue. Suerte que no fui porque tuvieron que ir en barco desde Ushuaia, dos días de ida, dos días de vuelta. No se llegaba en avión a esa base. Pasaron de todo, pero no importa. Estaban ahí y apareció un gomón a motor con unos coreanos, de la base coreana. Se habían enterado por internet, era el año 2004 y si bien ya existía internet no era como hoy. Los coreanos se enteraron de que inauguraba y fueron hasta ahí con el objetivo de ver la película y después de intercambiar películas. No sé cómo será la vida ahí. Juan pensaba: "Qué deben entender de la idiosincracia de la película, de Luna de Avellaneda...". Por más que estaba con subtítulos en inglés... pensó: "No van a entender".
-Es muy Argentina.
-Claro. Dice que terminó la película, lo abrazaron emocionados y le dijeron: "Igual que en Corea". Pero años después que conocí más de la cinematografía coreana, de Corea del Sur... Me acuerdo de la película que ganó el Oscar, Parásitos, y vos decís: "Igual que en Argentina". Entonces eso de "pinta tu aldea y pintarás el mundo", bueno... Juan lo hace. Por más que todas sus obras denoten argentinidad al palo... Acá es igual, te cuento la historia de Empieza con D siete letras. Podés decir: una historia de amor. Ahora yo te digo: "Dos familias que se odian y sus hijos se enamoran", puede ser una novela de la tarde, mala, o Romeo y Julieta. Depende el sello que tenga. Yo creo que esta es una historia que puede ser una historia romántica, una de amor, de encuentros y de desencuentros, con el sello Campanella.
-Un sexagenario con una chica de cuarenta...
-¡Qué feo lo que decís! ¿Cuál es la palabra que usaste que me levanto de la entrevista y me voy ofendido? Sexagenario... ¡qué palabra! ¿Esto te lo dijo Fernanda?
-Mejor digo un jubilado.
-Sí.... Podrías decirlo de una forma más elegante: un hombre que le lleva 25 años, ¿pero sexagenario? Es de una falta de elegancia terrible usarla. Es un hombre viudo de una historia de amor de toda la vida, de una pareja de 40 años, se conocieron a los 20... y recién jubilado. Qué más puede esperar ese hombre, ya está... su vida está hecha. Tuvo éxito profesional, su mujer murió, su hijo ya está grande... y la vida siempre te sorprende. Ella está recién separada, una mujer de 40 años, mucho más joven, con una historia medio trunca inesperadamente. No es que ella no tiene mucho por delante pero cuando vos venís de un fracaso a veces no es tan fácil reponerse y a determinada edad vos podés decir: "Capaz que ya no quiero que me vuelvan a lastimar o si me vuelvo a encontrar con alguien que me sorprenda". Porque sí relaciones pasajeras, aventuras, a cualquier edad cualquiera puede tener... Yo estoy hablando de otra cosa, de un encuentro.
-¿De amor?
-De un encuentro y eso no es tan fácil tampoco para una mujer que viene de un fracaso matrimonial o vincular o lo que sea.
-Los 40 en la mujer también son...
-Es que la sociedad está armada así para la mujer mucho peor que para el hombre, pero la vida siempre te puede sorprender.
-¿Es una historia de esperanza?
-Vos viste que hablábamos del sello Campanella. Bueno ese es otro sello de él: en general sus historias siempre tienen una mirada positiva hacia la vida más allá de cualquier cosa que pase. En Luna de Avellaneda, tienen que cerrar el club, se va el hijo a vivir a otro país... bancarrota absoluta y termina la película con una pregunta: "¿Cómo se arma un club nuevo?. En El hijo de la novia, algo parecido... En Parque Lezama, que si bien no era una historia original de él pero sí es una historia que le impactó cuando la vio a los veintipico en Estados Unidos, es una historia de dos ancianos que comparten, octogenarios... el banco de un parque. Uno está esperando que nada más lo lastime y viene el otro y viven todo lo que viven y supuestamente termina la obra colocando las cosas en su sitio y, sin embargo no, la obra termina con la invitación a seguir soñando.
Eduardo Blanco y una mirada crítica al gobierno y sus políticas
Blanco es de esos actores que tiene un largo recorrido también en España. Y, más allá de haber hecho cosas en el viejo continente, tiene las patas firmes en la Argentina. A un año del gobierno de Javier Milei y con varias profesiones en crisis, el actor comparte su mirada adusta sobre las políticas que se están llevando adelante.
"Por supuesto que los números tienen que cerrar, claro que sí, en eso no me meto. Pero hay como una perversidad. Yo entiendo que un gobernante tiene que tomar medidas que desagradan a mucha gente y lo tiene que hacer, aunque sea lamentable, pero de ahí a que además te verdegueen... Hay como un límite. `Me estás perjudicando y además te mofás de eso, bueno, pará´", dice al reflexionar sobre las formas.
-Hay algo de esa forma de contar historias que me recuerda a la Argentina.
-Si vos me llevás a la realidad, no sé si tengo una mirada tan Campanellistica para eso. Intento que sí, pero me cuesta más. Prefiero soñar en estos ámbitos que es un poco más fácil y que depende más de nosotros.
-¿Estás como muy desencantado?
-Cómo no voy a estar desencantado. Yo no me puedo quejar en lo personal pero vivo rodeado de gente.
-Además el ámbito artístico viene golpeado...
-¿Te parece que exclusivamente? ¿Querés que te hable de los científicos, de los deportistas, en general...? La verdad no es una mirada que yo comparta y no es que yo estuviera encantado con alguna otra cosa, no. Es más, creo que esto es el resultante del fracaso de las otras cosas. Pero me parece una mirada inclusive fuera de cualquier ideología que uno pueda tener. Como sociedad tenemos eso de :"O estás a favor o estás en contra". No hay posibilidad de acuerdo, no hay posibilidad de construir juntos... "O sos amigo o sos enemigo". Además es una mirada, por lo menos la que tenemos en este momento, muy de solo la economÍa, como si no existieran otras cosas y que uno fuera solo eso. Por supuesto los números tienen que cerrar, claro que sí, en eso no me meto, pero hay como una perversidad. Entiendo que un gobernante además tiene que tomar medidas que desagradan a mucha gente y lo tiene que hacer, aunque sea lamentable, pero de ahí a que además te verdegueen hay como un límite. "Me estás perjudicando y además te mofás de eso".
-Claro, la gente no está pudiendo llegar a fin de mes.
-Va más allá. La gente tampoco llegaba a fin de mes antes... pero además de que no llego, ¿me verdugueas?
-Más allá de esto seguís apostando a la Argentina.
-¿Qué es apostar a Argentina? Es mi país, vivo acá. Mucha gente piensa que he vivido en España, yo nunca fui a vivir a España. He ido y voy a trabajar, amo España, voy y me encanta, pero vivo acá. No es que sigo apostando, sigo contando historias e intento contar historias para poder comunicarme con la gente. Tuve la satisfacción, porque a mi edad tengo un recorrido y me han manifestado que muchas de las historias que conté le han servido a mucha gente. Vientos de agua fue una historia que acompañó a muchos argentinos acá y afuera y que cuando te lo comentan... llegaste a un lugar, a una entraña, que es satisfactorio, porque uno hace esto justamente para eso.
-¿Qué tipo de historias te llegan?
-A mí me gusta que me cuenten historias y muchas historias que me han contado me han servido para reírme, para emocionarme, para entretenerme, para lo que sea. Además muchas me invitan a reflexionar sobre mi propia existencia y eso me invita a repensarme y todo eso me encanta. Pero vivo en una sociedad donde hay otros y cuando a esos otros no les va bien... Siento que la existencia del otro hoy no es un valor. Cada uno va y transita con la urgencia y se tiene que salvar, porque lo han colocado en ese lugar. Eso es lamentable, que uno no pueda detenerse a pensar que hay un otro, porque somos y existimos en función de que hay un otro.
Fotos: Chris Beliera.