Tras 120 presentaciones alrededor del mundo, en lo que va del año, y 20 años de carrera en el vertiginoso mundo de la música electrónica, Antü Coimbra, mejor conocido como Øostil, se encuentra en la cresta de la ola.
A horas de presentarse en el mítico festival de Creamfields (17 de noviembre), que vuelve a producirse en el país luego de 10 años ausente, el aclamado DJ argentino cierra una especie de ciclo, según sus palabras.
"Tuve la posibilidad de tocar en todas las provincias, desde Chaco hasta San Martín de los Andes o las mejores fiestas de Buenos Aires, pero Creamfields es como un cierre de ciclo en mi carrera, es uno de los festivales más reconocidos a nivel global, pero también es el festival que generó mucho impacto en lo musical en personas de mi generación y en mí", expresa el máximo exponente latino del tecno melódico, en diálogo con revista GENTE.
"Hoy, Creamfields englobaría el punto caramelo de mi carrera. Poder ver desde el lado del stage a la gente, y recordar ese pibe que hace 20 años tuvo su primer contacto con la música electrónica en este mismo escenario, donde conoció estos viajes musicales, de los que no entendía nada, es surreal", explica el argentino de 39 años que se fue del país con 500 dólares, cuando aún era muy joven, apostando a un sueño y a un estilo de vida, que arrancó casi que "sin querer".
La historia de Antü Coimbra: de tener un breve paso artístico en teatro y TV a recorrer el mundo como Øostil
A diferencia de lo que muchos músicos o artistas señalarían, Antü Coimbra no creció anhelando ser DJ. De hecho, recuerda no entender "qué hacía una persona parada rodeada de gente en un festival". Sin embargo, aquel shock de entretenimiento fue un momento bisagra en su vida y marcó definitivamente su futuro.
Es que aquel joven de 19 años, cuya infancia siempre estuvo marcada por el teatro, aspiraba a convertirse en actor. Es más, supo trabajar en algún proyecto con Pepe Cibrián, y hasta tuvo un breve paso por la televisión, aunque sus casi 2 metros de estatura le dificultó conseguir roles y posicionarse.
-¿Por qué querías ser actor o qué despertó ese interés artístico?
-Conecté con el teatro por medio de mi mamá, y eso me llevó a lo artístico. Arranqué estudiando y llegué a hacer obras con Pepe Cibrián. Después tuve un pequeño paso por la televisión, pero como era tan alto era imposible hacer nada, fue entonces que tome distancia y automáticamente dije que mi sueño estaba englobado por la música, que fue de alguna forma un camino de prueba y error.
-Tu sueño era ser artista, ¿en qué momento te replanteaste tu futuro actoral?
-Cuando llegué a empaparme del teatro, me di cuenta que iba a ser muy complejo generar una sustentabilidad, el poder viajar, expandirme, llegar a otros continentes, que eran cosas que también añoraba, fue entonces que me replanteé todo.
-¿Siempre te visualizaste en movimiento o con este tipo de vida nómade?
-Mi viejo era comandante de Aerolíneas Argentinas, viajaba mucho, entonces en la familia como que surgía esto de la distancia, de que vengan, se vayan, estar viviendo en movimiento, rodeado de maletas. Desde chico como que ya conectaba mucho con los aeropuertos, el movimiento. Al final somos energía, y la música también te transporta, y eso es lo que siempre traté de buscar, de descubrir el mundo. Yo creo que también el argentino tiene esto de ser muy jugado, de irse a la aventura, de luchar por sus sueños y no quedarse estancado.
El inicio de Antü Coimbra como DJ: un camino "accidental" y autodidacta
Si bien el lado actoral provino de su madre, Antü señala que en su casa siempre se respiró música: "Desde chico siempre la música estuve alrededor mío. Mis tíos son músicos, no se dedicaron a eso pero uno de ellos toca la guitarra y el bajo, el otro toca el teclado. Fue algo que estuvo muy presente en mi vida".
Asimismo, el popular DJ de tecno melódico deja ver que sus raíces actorales están aún muy enraizadas en su ser, y rescata aquel backup teatral: "El teatro me ayudó mucho también a ese desarrollo de poder conectar con el público, y tener esa cuarta pared que le llaman en el teatro al público. Jugar con los silencios y meterme en la escenografía, de poder llegar a un festival o un club y conectar con otro tipo de artistas como con los bailarines, y que todo tenga una conexión. El teatro de alguna forma me dio toda esa base".
-¿Cómo fue tu primer contacto con esta dinámica de ser DJ?
-Llegué a Punta del Este por un trabajo que me habían dado de relacionista pública, fue casi un accidental. Ahí conecté con el DJ residente del lugar y un día el tipo se fue y dejó todos sus discos, porque los dueños del club eran amigos, y ahí fue que surgió la oportunidad de reemplazarlo. Me preguntaron qué prefería, invitar gente o ser el DJ, que en ese momento se tocaba en un cuarto oscuro, porque hace 20 años el DJ no tenía el protagonismo que tiene hoy en las fiestas. Se mantenía cierto enigma y misterio.
-Hablamos de cómo el arte y la música estaba muy presente en familia, pero, ¿qué te acercó a este mundo de la música o la fiesta electrónica?
-Bueno, lo loco fue eso. El primer impacto que tuve con música electrónica fue hace 20 años con el Creamfields. Yo no era de salir a fiestas, no podía salir los fines de semana porque vivía en una isla del Tigre, y era complicado el transporta, tenías una lancha que te llevaba pero cumplía un horario. Entonces trataba de salir a lugares más de día.
-Entonces el Creamfields te abrió las puertas de este mundo.
-Es muy loco recordarlo, porque cuando llegué a ese festival, que era un festival de día, yo como que estaba un poco perdido a nivel de entretenimiento, no tenía mucha noche, y en 2004, verlo a Hernan Cattaneo tocando con otro DJ, ahí parados los dos entre una multitud, era raro. Porque capaz para mí lo normal en ese contexto era dimensionar una banda, pero en ese momento ver un tipo parado, que ni entendía que estaba haciendo, me generaba intriga.
-¿Y qué te gustó?
-Ver a mi alrededor a la gente que estaba como en una especia de transe, todos de buen humor, sin teléfonos, todos conectando y pasando un momento alucinante, lo remitía a una especie de teatro pero con una intensidad mayor, porque tenés esta vibración sonora que te mantiene como en una especie de movimiento. Con Creamfields me pasó que me di cuenta que la música era algo más interesante que un ruido o mero entretenimiento. Sin duda marcó mi percepción.
-¿Sentís que fue un momento bisagra en tu vida artística?
-Totalmente. A partir de ahí me dije: 'pará, el teatro esta buenísimo, me encanta, va a ser mi pasión, la actuación es algo que me encanta, pero la música engloba todo esto que siempre soñé, que es poder irme a una montaña o a cualquier lado a hacer música, después viajar a una ciudad tocar, estar en movimiento, conocer diferentes culturas, además que me gusta el fashion la moda y acá todo se une.
-¿Qué pasó después de Creamfields, es ahí que arrancás como DJ?
-No, después de Creamfields quedé alucinado con la música, y no tenía ni idea que podía llegar a meterme en este mundo siendo DJ. Pero a los 6 meses, en 2005, me voy a Punta del Este, y sucede esto que conecto con este DJ que estaba como residente en el boliche y ahí me empiezo a interiorizar en el tema, casi que accidentalmente.
-¿Qué recuerdo tenés de esa etapa o inicio?
-Mirá, recuerdo que era un bajón, porque en aquel entonces tocar era muy básico, no era disfrutable, la consola no era lo que es hoy, tenías dos botones, como que te diga toca la batería con una pajita. Empatar una canción con otra era muy difícil, no se podía crear una progresión y generar un viaje sonoro. Entonces me pasó que accidentalmente era el DJ del lugar, y yo era como medio indio, porque ponía play, bajaba un volumen o subía otro, experimentando, pero veía que la gente igual se copaba. Después de eso lo fui profesionalizando, me fui a Nueva York, Estados Unidos, después me fui a México y de ahí no paré mas. Conecté con esto y no salí mas.
La vertiginosa vida como DJ: las claves de Antü Coimbra que lo llevaron a triunfar como Øostil
Desde el aeropuerto de Aeroparque en la ciudad de Buenos Aires, Antü Coimbra toma un café con GENTE, la revista con la que asegura haber crecido: "Otro momento surreal en mi vida, estar haciendo una nota para la revista que se solía leer en casa", señala con gran humildad, uno de los DJs con mayor proyección en la escena electrónica.
Aunque hoy asegura haber cumplido más de lo que esperaba alcanzar hace 20 años, Øostil repasa el sacrificado camino que recorrió, desde que dejó Argentina a los 19 años con 500 dólares en mano, hasta su vida nómade a los 49 años.
-¿Cómo fue ese proceso de hacerte paso en este camino de la escena electrónica?
-Bueno, hubo un tiempo que estuve en muchos festivales en México, e hice unos contactos muy fuertes que me invitaron a Nueva York a tocar en un bar que estaba muy bueno. Recuerdo llegar y que me metieron debajo de una escalera con una puerta cerrada, no veía nada, y a la media hora de repente me sacaban de ese lugar, que parecía un chiste, y me dicen 'bueno ahora tocás en esta parte y me abren una puerta en el piso, había un subsuelo y de la nada a la media hora estaba tocando con Tiësto al lado, en una fiesta privada de 100 personas.
-Antes de empezar a tocar en estos lugares grosos, de qué vivías. ¿Hubo sacrificios en esta búsqueda de tu sueño o todo fluyó redondo?
-Si, absolutamente. Cuando nos fuimos a vivir con mi mamá al Tigre, nos estafaron y perdimos todo, nos quedamos en la lona, y ahí tuve que trabajar de todo. De hecho, antes de la electrónica, conecté con lo permisivo a través de una murga, que era como lo más barrial, y a partir de esta conexión latente con la música, fue que empecé a plantearme cómo puedo sobrevivir de esto. De hecho, con un amigo creamos una empresa para crear conceptos musicales de marcas.
-Ahí empezaste a trabajar con la música.
-Hacíamos el diseño sonoro de hoteles, restaurantes, spas, el slogan era: 'Subí el volumen de tus ventas'. Trabajamos la música desde un foco psicológico, era como un lado b de trabajar en la música sin exponerme, que duró hasta la pandemia, pero me dio la versatilidad de interiorizaren con diferentes géneros como el house o el tango, y al final entretener a las personas con ello.
-¿Tu camino en el mundo de los DJs, fue puramente autodidacta?
-100%, fue a prueba y error, después vas aprendiendo, te vas juntando con músicos profesionales. Porque una cosa es cómo empecé como DJ, que era agarrar música de otros, y después que me pasó que estaba como residente en Club69, que es uno de los movimientos más importante de la noche porteña, y en club vivía lo musical y lo teatral todo junto, me voló la cabeza. Fue una de las primeras residencias que tuve, era como un Moulin Rouge argentino. De alguna manera me fui interiorizando y una noche hice el click de decir que quería generar esto pero con mi propia música, y de autodidacta empecé a estudiar un poco de piano, de producción, para tener una tangente de decir: che me siento en un estudio, hago mi música y después genero lo mismo pero con mis tracks. Estuvo bueno porque ahí se va englobando más, porque una cosa es ser DJ, pero después si no haces o producís tu música para que gente en el mundo te escuchen en spotify tu nombre o marca no trasciende como tal.
-¿Entonces ganas fama o notoriedad produciendo?
-Claro, pensá que en los ‘90 habían muy buenos DJs que no hacían su música pero que eran increíbles, pero bueno, cuando yo le dije a mi mamá que quería ser DJ, me dijo buenísimo pero andá trabajar, como que en ese momento era algo como que la gente mayor ni entendía de qué se trataba. Entonces, en el profesionalizarte en hacer tu música y decir mirá estoy generando esto, pero con algo que estoy creando yo, es como que se genera toda una sinergia en la cual la gente te puede escuchar en Japón lo que sacaste, que es un tema, y te contratan para que vayas a tocar ahí por la canción, no por un set que subiste que les gustó, porque nadie te contrata por un set que está bueno, porque hay muy buenos DJs en todo el mundo, entonces al final lo que te diferencia es producir tu música.
-¿Cómo funciona el tema de las plataformas, es como con los cantantes?
-Hay que exponerla en disqueras importantes que son esa plataforma digital, eso es también lo que te da el reconocimiento para que toques como Øostil con el sello de Afterlife y que esa insignia te dé credibilidad de representar también un movimiento que no sea solamente tu visión.
-Tenías 19 años cuando decidís dejar Argentina ¿Qué dijo tu mamá?
-Era muy chico, pero mi vieja fue la que me alentó siempre a abrir las alas y a volar, y lo que nos pasó en ese entonces fue muy fuerte: de vivir en la casa de nuestros sueños y perder todo, que a los años igual logramos recuperar, pero cuando pasó eso me dijo que vaya detrás de mis sueños, Argentina en ese momento había pasado lo del corralito, nos había golpeado a todos, y como que la parte artística era un poco difícil consagrarla para tener una buena calidad de vida, era hacer mil trabajos...
-¿En qué momento te das cuenta que podías vivir de esto?
-Yo creo que 4 años después de Punta Del Este cuando me establecí en Estados Unidos, cuando empecé a ver qué se podía pagar los gastos y sobrevivir ahí fue cuando me empecé a profesionalizar y de alguna forma todo eso empezó a englobar a tener mejores fechas, mejores lugares, hacer mi música, colaborar con otros artistas, y entender el music business de la industria, que no era nada más ir a poner música, sino: promocionar los shows, hacer PR con la gente, estar en los eventos de moda de Nueva York, donde te relacionás con gente importante, tocar en la fiesta privada de alguien en lugar de estar en un club. Todo ese movimiento me empezó a dar una pauta de decir que era por acá.
-¿Qué referentes o colegas sentís que de alguna manera te abrieron las puertas de esta industria?
-Sin duda la oportunidad que me da el dúo de DJs Tale of Us para firmar con su sello, Afterlife. Soy el primer representante sudamericano que en 2018 se suma a este proyecto global, fue increíble. Haber sido el primer latinoamericano, el primer argentino en estar en esa disquera, generó una relevancia, porque Afterlife empezó muy underground y explotó exponencialmente en muy poco tiempo. Además de esa oportunidad que me generaron ellos, siempre lo tuve a Hernan Cattaneo como una especie de mentor, tuve la posibilidad de tocar con él muchas veces en México.
-¿Cómo es tu vínculo con Hernan?
-Siempre lo vi como un referente, no solo en lo artístico sino en lo personal, como padre de familia… Siempre que tuve una duda, levanté el teléfono y Hernan, como hace con muchos otros artistas, me supo dar consejos: desde explicarme que si toco en Siria no entro más a UK o USA, esas pequeñas cosas que capaz no sabía, y de haberlo hecho no hubiese podido participar de grandes shows. Te puedo decir que a lo largo de todos estos años tenemos una amistad forjada en la que ha sido como un faro y siempre me iluminado de alguna manera.
-¿Lugares donde hayas tocado que te hayan volado la cabeza?
-Desde tocar debajo de una escalera, o en el medio de un desierto en Saudí, que falta que te pongan una capucha en la cabeza y de repente llegás a una cueva y que esté lleno de argentinos, lugares que ni yo pensé que iba a conocer y de repente te topas con argentinos, que falta que te dé un mate y te conectás con eso.
Øostil: el DJ que pocos saben que es de Argentina pero que la tiene marcada en su vida cotidiana
-¿Cómo surge esto de darte cuenta que no sabían que eras argentino y de querer darte a conocer más?
-Cuando empecé a ver qué hay un montón de argentinos distribuidos en todo el planeta y que todos venían a hablarme en inglés. Porque al ser el primer latino en Afterlife toda mi comunicación fue a nivel global, me enfoqué a que mi música se esparza por el mundo, pero a partir de esto quise volver a lo terrenal, y ahora con una carrera sólida quise proponerme volver para descubrir nuevos talentos en todo Argentina.
-¿Qué te gustaría marcar en ellos?
-Me gustaría mostrar que si yo lo logré y que me fui con 500 dólares de Argentina, ellos también pueden. Logré mis objetivos principales, claramente tengo muchos más, pero si me decís que hasta acá llegue, bueno, ya esta, porque logre mucho más de lo que me imaginaba. Con utilizar esta plataforma que es Oostil, para poder dar a conocer artistas emergente sería mi siguiente paso de realización.
-¿Cómo es este proceso de exponer tu música?
-Es el paso más difícil, porque tenes ciertas disqueras. vos como artista haces tu música, pero si firmas con un label mediano, no llega a nadie, pero si lo firmas en un lugar como Afterlife, automáticamente ese reconocimiento te permite tocar en una esfera a nivel mundial. Es como entrar al Real Madrid o Barcelona, que es como muy difícil, entonces poder generar ese trampolín para que nuevos talentos logren sus sueños me daría mayor realización.
-¿Cuál es tu percepción sobre el público argentino?
-Mirá, al tocar en lugares tan inhóspitos como Saudi o Qatar a veces te pasa que llegás con toda la energía y que la gente no conecta, no entendió, que no baila, pero a veces tenés 4 argentinos en medio de la pista que esparcen energía a todos los otros. Me pasó hace un mes en Japón, que el público es alucinante pero es más estático, y de repente tenés esta energía del argentino que contagia al resto y es muy loco.
-¿Hay algún lugar donde te guste tocar por fuera del país donde te sientas como en Argentina?
-Me pasa con una residencia que tengo en Barcelona que son todas argentinos, y es como que te metas a una fiesta en Buenos Aires, pero es Barcelona y estás rodeado de unos 2mil argentinos con esa efervescencia. Es muy loco porque capaz después de ahí me voy a tocar a otra fiesta donde todos son españoles y es ahí donde te das cuenta de este cambio de energía del que hablo.
-¿Qué características podes señalar que te hacen distinguirlos entre tu público?
-Definitivamente la efervescencia que tienen y su forma de bailar. El argentino tiene un movimiento que cuando baila, de alguna manera es único, te das cuenta que esta conectado con la musica. Por ej, en Mexico capaz gritan más y son más efervescentes pero el argentino cierra los ojos, y de repente conecta con su pareja o amigos y conectan como si fuesen una tribu. Eso es muy loco porque no suele suceder en muchos lugares.
-¿Cómo vas midiendo la energía de tu público? ¿Estás pendiente de eso?
-Depende del lugar, si es algo más íntimo donde pueda tener mayor contacto con la gente, yo suelo llegar y voy tanteando hasta que me quedo marcado con una persona y digo ‘listo, a este lo tengo que hacer bailar’ y lo tomo de parámetro.
-Dentro del mundo de la música electrónica no se haba de la música como tal, sino de un viaje que crea el set del Dj. ¿Cómo es el proceso de crear esa experiencia?
-Depende mucho de si es un festival o una residencia, eso delimita el tiempo que vas a tener, también el line up influye un montón, porque no se trata de tocar individualmente, tenés que ver quién está antes o quien es el artista principal, y ver de interaccionar con tu sonido y el de ellos sin romper esa magia y que no se vea como un set individual.
-¿Cómo es tu vida fuera de la consola? ¿Cómo equilibrás la vorágine del Dj con tu yo terrenal?
-El tema es que cuando decidís hacer esto, es como un lifestyle. Es un estilo de vida porque de alguna forma no podes desconectarte de la música. Ahora, a partir de eso traigo mis orígenes que estuvieron más conectados con la naturaleza, y suelo aprovechar que toco en algunas ciudades donde tengo lugares donde hago como retiros, donde conecto y hago yoga en medio de la selva. Ahora por ejemplo me voy a Brasil, y desconecto un poco entre la naturaleza.
-¿Cómo sería un día ideal para vos?
-Mirá, por todo lo que fue mi historia, te diría que soy una persona más diurna. Me gustaría poder tocar en sunsets y luego a la noche disfrutar de un vino en casa y como tarde dormirme a la 1, pero bueno también sucede que a veces te invitan colegas a verlos tocar a la noche y uno tiene que ir y hacer el aguante así como lo hacen conmigo.
-Veo que estás acompañado por tu pareja. ¿Cómo es la dinámica de pareja respecto a esta vida adrenalínica y casi nómade?
-Nos acompañamos mucho. Yo me siento muy apoyado por ella, porque de repente pasas mucho tiempo rodeado de mil o 15 mil personas y de repente estás solo en una habitación de hotel. Tener este apoyo con tu pareja es vital, porque si estuviera solo, sería como poner música para nadie. Somos un equipo que potenciamos nuestros sueños, porque de repente estás saltando por todo el mundo en dúo.
-¿Cómo regulas la adrenalina luego de cada set o presentación?
-Depende mucho del feedback de la gente. Cuando ves que todo salió bien, vas bajando un cambio automáticamente y te das cuenta que ya entregaste todo.
-¿Qué es lo más argentino que tenés o llevás con vos a estos lugares recónditos en los que tocás?
-Yo creo que la pasión por el fútbol, el mate, el rock nacional. Mi vieja tuvo cercanía con Charly García, esa época de Charly y Gustavo Cerati, que tenían matices electrónicos también me marcaron como artista.
-Messi lleva el mate a las canchas y Franco Colapinto lo hizo en la F1. ¿Vos lo llevaste al Afterlife?
-(Se ríe) Para mí es un poco más difícil, porque los lugares a los que viajo suele llamar mucho la atención, al frecuentar tanto los aeropuertos se hace complejo transportarla. Pero cuando tengo la posibilidad lo hago, y presento esta comunión de matear a colegas como Colyn. Que para ellos es algo raro, porque es agua caliente y un sabor amargo.
-¿Qué mirada tienen colegas tuyos del país?
-Todo lo que yo te digo, es como si fuese un vocero de lo que le pasan a los artistas afuera. Muchos recorren el mundo pero cuando llegan a la Argentina, vienen y hacen 10 shows, o si quieren filmar el show, vienen y lo hacen acá.
Fotos: Cortesía del equipo de Antü Coimbra
Agradecimientos a Camilo García, PR