En la segunda temporada de MasterChef Celebrity, sobre todo en los últimos envíos, Damián Betular cobró un protagonismo que no había tenido. Más relajado, entendiendo el juego, se animó a ser parte del reality desde otro lugar, más allá del de jurado. Esto, por supuesto, le abrió otra puerta dentro del ciclo que conduce Santiago del Moro.
Divertidas ocurrencias, aportes ingeniosos, hicieron que el público lo adoptara desde otro lugar. Cada noche, cuando el programa está al aire, suele ser tendencia en las redes sociales. Ya tiene un púbico fiel que lo sigue y festeja cada aparición y cada uno de los gestos ocurrentes, en el momento indicado.
Hoy disfruta de su gran presente lleno de gloria y felicidad en cuanto a lo laboral. Mira para atrás y observa todo el sacrificio que realizó para encontrar su lugar y poder destacarse como pastelero, profesión que eligió sabiendo que no muchos pueden ganarse la vida de esa manera. Pero insistió y confió en sus posibilidades y cualidades.
Betular nació en Dolores, donde empezó a hacer sus primeras armas. Hace unos meses, en Telefe Noticias, contó que los fines de semana iba de casa en casa, de lo de sus abuelas o lo de sus tías con una sola misión: cocinar. Siempre fue su pasión y actualmente da crédito de eso.
“En la misma cuadra vivían mi abuela, su cuñada y otra tía abuela más, así que lo típico de los domingos era ir recorriendo casa por casa. Una hacía los ñoquis, la otra canelones, otra los sorrentinos, era lo más divertido”, comentó.
Siempre fue partidario de los oficios, nunca le gustaron las profesiones. Desde siempre avisó en su casa que a él no le interesaba ser abogado o médico, por ejemplo, que iba a seguir otro camino, y lo apoyaron. Siempre estuvieron sus padres ahí, apostando por él.
A los 18 llegó a Buenos Aires para trabajar en un restaurante y conoció a su primera maestra, la pastelera Pamela Villar. El siguiente paso fue irse a estudiar afuera, a Nueva York y a Londres, para después regresar con todos los honores. Gracias a su capacitación, tuvo su reconocimiento cuando empezó a trabajar en el Palacio Duhau. ¿Lo más lindo de esta historia? El reconocimiento familiar por sobre todas las cosas. “Mis padres siempre estuvieron muy presentes y confiaron todo el tiempo en mí”.