“El rodaje entre Argentina e Israel fue una experiencia maravillosa desde todo punto de vista: espiritual, emocional, geográfica, físico… todo. Tanto los talentos como el equipo técnico desplegaron sus capacidades al máximo y se logró un producto de altísima calidad”, lanza Rodrigo Fernández Engler (43) con la serenidad del trabajo cumplido.

Es que se encuentra en la cuenta regresiva del estreno de La noche que luché contra Dios, filme de 103 minutos basado en hechos reales protagonizado por Tomás Kirzner, Luciano Cáceres y Carolina Kopelioff, que cuenta las vivencias de Benjamín y de Jacob, hombres separados por casi cuatro mil años, pero unidos por una misma causa, enmarcada en un drama histórico y en la búsqueda de la memoria, la verdad y la justicia”, según el realizador santafesino radicado hace tres décadas en Córdoba.
–¿Cuándo, cómo y por qué la concibió?
–Si bien esta es una de las preguntas “de manual”, realmente para mí es algo difícil de responder… No lo sé bien, y sé que podría ser una respuesta políticamente incorrecta. Cuando fue el atentado contra la AMIA-DAIA yo sumaba apenas 13 años, así que no tengo muchos recuerdos, ni tampoco familiares o conocidos que hayan padecido aquel atroz atentado. Pero, bueno, a mí me interesan los hechos históricos y en particular los que ocurrieron en mi país. Por otro lado, como asiduo lector de la Biblia desde niño, el personaje de Jacob siempre me fascinó. Hasta hoy intento entender cómo fue que se me ocurrió unirlos para contar esta historia.

La Historia siempre vuelve, está, nunca deja de ser. Y siempre será sí. Además, me interesa mucho recordar que a tres décadas del infame atentado en la calle Pasteur aún no hay justicia"
–¿Quién es Benjamín y quién Jacob en la historia de La noche que luché contra Dios y cuál es el paralelo que usted traza entre ambos?
–Benjamín (Toto) y Jacob (Luciano) somos nosotros. Personas que sufrimos algún evento traumático, en mayor o menor medida y huimos de algo o de alguien (muchas veces de nosotros mismos) en algún momento. Personas que intentamos reconstruirnos y encontrar la redención. Refiere a que más allá de la separación milenaria de las personas las problemáticas pueden ser las mismas.
“¿Es necesario volver a repetir lo que representa el cine argentino en el mundo?”
“Desde niño me fascinó el Séptimo Arte –rememora Fernández Engler–. Cuando tenía 12 años mi mamá me llevó a ver Jurassic Park (1993), y quedé asombrado y enamorado de aquella película. Ahí supe que quería hacer cine. Hoy el cine es una herramienta. Lo necesito para contar historias”, explica.

Desde niño me fascinó el Séptimo Arte –rememora Fernández Engler–. Cuando tenía 12 años mi mamá me llevó a ver 'Jurassic Park' (1993), y quedé asombrado y enamorado de aquella película. Ahí supe que quería hacer cine. Hoy el cine es una herramienta. Lo necesito para contar historias”
–Cartas a Malvinas, Soldado Argentino sólo conocido por Dios, Primera Expedición al Polo Norte 2016 y Yo, traidor… Usted es un guionista, productor y director de cine al que le gusta meterse con la Historia y con las historias de vida. ¿Por qué?
–Porque me interesa basar mis relatos en personajes que existieron o en hechos que acontecieron. Siento que en las narraciones verídicas podemos sentirnos más identificados, recordar, aprender y reflexionar. Mis películas no buscar sanar. Nadie puede arrogarse eso. Buscan llamar a la reflexión… para intentar sanar.

–Usted asegura que necesita el cine para contar historias. ¿Qué considera que es el cine para la sociedad?
–Creo que debería ser un instrumento para entretener, pero por sobre todas las cosas para dar un mensaje y llamar a la reflexión.
–En tiempos donde las palabras “INCAA” (Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales) y “Gaumont” se vienen viralizando a partir de una actualidad económica nacional que las pone en uno de los centros de la escena política y cultural, ¿dónde entiende que se debería encontrar el equilibrio?
–Es un tema complejo. Me llama la atención con qué liviandad y desconocimiento mucha gente habla al respecto, intentando llevar este asunto sólo a las arenas de la política o de la ideología, sin saber que el cine es una industria con todo lo que ello encierra. ¿Es necesario volver a repetir lo que representa el cine argentino en el mundo? Quizás mucha de esa gente debería ver más cine…

Me llama la atención con qué liviandad y desconocimiento mucha gente habla al respecto, intentando llevar este asunto sólo a las arenas de la política o de la ideología, sin saber que el cine es una industria con todo lo que ello encierra"
–Considerando que La noche que luché contra Dios parte del atentado a la Asociación Mutual Israelita Argentina en 1994, ¿siente que aquel hecho tiene, aunque sea de manera indirecta, algún correlato, mensaje o conclusión relacionados con la descarnada actualidad que viven Palestina e Israel en los tiempos que corren?
–Sí, porque la Historia siempre vuelve, está, nunca deja de ser. Y siempre será sí. Además, me interesa mucho recordar que a tres décadas del infame atentado en la calle Pasteur aún no hay justicia.
Hacía rato que quería trabajar con Tomás (Kirzner), Luciano (Cáceres) y Carolina (Kopelioff). Son grandes profesionales y hermosas personas. Le dieron a la película su impronta y lo entregaron todo. Estoy muy orgulloso de ellos y de todos los artistas que completan el elenco"
–¿Cómo imagina que saldrá el público luego de ver La noche...?
–En silencio. Ya nos sucedió con la avant première que hicimos en la AMIA con familiares de muertos en el atentado y sobrevivientes. Fue una experiencia tremenda.

Fotos y videos: gentileza de R.F.E.