El miércoles 19 de junio de 2013, a las 10 de la mañana, Valeria Mazza y su esposo, Alejandro Gravier, estaban bien cerca de la valla que divide a los visitantes del recorrido que realiza el Papa Francisco todos los miércoles, cuando él los divisó.
En ese momento, con treinta grados a la sombra y un mar de seguidores observándolo, él no dudó en acercarse a ellos para charlar y bendecirlos.
¿Qué se dijeron? La rosarina brindó detalles de las palabras que intercambiaron. Dijo: "Él es un hombre muy simpático, carismático y humilde. Recordó la última vez que nos habíamos encontrado –en un viaje, cuando él venía a Roma y yo seguía mi camino a Milán–, nos preguntó por nuestros hijos (Balthazar, Tiziano y Benicio y Taína) y se alegró mucho cuando le entregué un sobre con cartas de Benicio y de todo el grupo de catequesis que estudia con él".
Luego, a puro corazón, sumó: "Lo que genera nuestro Papa es un cambio en la Iglesia, que se ve y se siente. Es muy importante rezar por su misión. Considero que tener un Papa argentino es un verdadero orgullo, una satisfacción. ¡Es un referente de tanta gente, un hombre tan humilde, respetado y amado...! Y nos muestra a los argentinos como somos. Deseo con el corazón que Dios lo ayude a cumplir su misión de amor".
Su encuentro con Juan Pablo II: "De solo verlo, me emocioné y empecé a llorar"
“Disfruté encuentros con tres Papas: Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco”, comenta con naturalidad la mujer que desfiló para las marcas internacionales de mayor renombre y junto a célebres colegas de la talla de Claudia Schiffer, Naomi Campbell y Cindy Crawford.
Eso sí, el encuentro pontificio que más disfrutó fue el de Juan Pablo II: “Tuvo lugar en 1998, año en que me casé con Ale y fue imponente reunirse con un referente tan importante de los católicos. En aquel momento, yo estaba haciendo televisión en Italia, cuando me invitaron desde el Vaticano a leer unas palabras de la Madre Teresa de Calcuta en el primer aniversario de su muerte. Y en esa ocasión el Papa se acercó hacia donde estábamos nosotros. Yo, de solo verlo, me emocioné y empecé a llorar. Antes de dirigirle la palabra, le pregunté al cardenal que tenía al lado si le podía hablar, me contestó que sí, y yo balbuceé en italiano: ‘Nosotros nos casamos hace poco… Nos gustaría formar una familia’. El Santo Padre me miró con esos ojos turquesas que no voy a poder sacarme nunca del alma, ¡y me habló en español! Preguntó: ‘Y para ustedes, ¿qué es el amor?’. ‘Un sentimiento’, le respondí’ Y él agregó: ‘También una elección: sigan eligiéndose’. Yo morí, fue muy impresionante. Pero pude reponerme a tiempo para contarle que estaba trabajando con la comunidad de Olimpíadas especiales y para pedirle por los atletas especiales de todo el mundo. Él, generoso, nos regaló su bendición”.
Fotos: AFP y Archivo Atlántida