A la hora de conversar con Benito Cerati (30) sobresale su capacidad de observación, que en parte lo motorizó en su momento a estudiar antropología. Su tía, Laura Cerati, de profesión psiconanalista, asegura que podría ser un buen psicólogo. No es exagerado decir que al analizar los sueños de sus amigos tiene una facilidad innata para desencriptar símbolos y dar en la tecla. Pero es un don que lleva con naturalidad y capitaliza a su favor a la hora de autoanalizarse, como cuando dice que necesita “contrarrestar las emociones con un poco de lógica”.
Mientras graba su segundo disco solista y minutos antes de tocar con La canción sin fin (proyecto de Seba Furman) por los cuarenta años de Piano Bar, el álbum de Charly, el músico se entrega a una charla sin limitaciones. Casi en una sesión de diván, sintetiza cómo se cura a sí mismo (y a los demás) con la música, revela que está enamorado (“y que esta vez no tiene nada que ver con la idealización”), explica lo importante que es saber perdonar y cómo dejó atrás el sufrimiento por las comparaciones con su padre: “Ya no me importan porque me gusto a mí mismo”.
Su nueva etapa creativa, su “bronca” y el arte como paliativo
Tanto en Unísono como en el estudio que montó en el subsuelo de su casa en Saavedra, Benito se pasa la mayor parte del tiempo grabando y manipulando sonidos minuciosamente, ya sea para su segundo disco solista, el sucesor de Shasei, como para otros artistas. Al hablar de sus nuevas canciones, Benito asegura que las hizo motivado por "la falta de valores" que se vive.
“Mi idea es que salga en septiembre u octubre, calculo. Pero es un disco cortito, de siete temas, y todo hecho en mi estudio. Así que me salió bastante barato este álbum”, dice entre risas.
–¿No lo tenías planeado pero estás haciendo economía?
–Sí, también siento que me debía hacer algo más mío y más chiquito. Es un álbum autogestivo en el que hago todo. Digamos que crisis o no crisis, es el camino que estoy tomando.
–Además te estás autoproduciendo, te veo haciendo todo.
–Más o menos. Sólo hubo partes en las que grabó un baterista porque, aunque me gusta mucho tocar la batería, no me manejo tanto.
–Recuerdo una foto tuya de chiquito con la batería…
–Sí… la verdad que las veces que me he sentado en la batería siento que la podría romper si me pusiera con eso. Y así con muchas cosas: “Si pudiera sería genial en esto y esto” (Risas). Pero la verdad es que estoy muy contento con este proceso en el estudio, no hay nadie que esté trabajando conmigo, más allá de Estani, que me ayuda con la mezcla.
–Cuando estás en una nueva etapa creativa como esta, ¿te dejás permear así por la realidad o te encapsulás fuerte?
–En las cosas que estoy haciendo ahora creo que hay muchas emociones. Hay un poco de enojo, o bronca más bien. Siento que hay mucha decepción en el aire y que se está pudriendo un sistema social de valores que nos tiene a todos un poco confundidos.
Pero también me gusta resaltar el poder de la comunidad, de tus pares, del otro, algo que falta en la sociedad, que cada vez es más individualista, inclusive cuando se habla de grupos o minorías. Me parece que lo principal es retomar al otro.
Las redes, la terapia, las emociones y la lógica
–En las redes, ¿cómo te estás manejando últimamente? Antes parecías sufrirlo y engancharte con lo que se decía de vos.
–Hoy ya no me acerco a esas expresiones… Las redes me parecen una herramienta muy útil para comunicar lo que uno hace y meter arenga con quienes esperan lo que hago. Digamos que para ellos uso las redes. La verdad es que me apena el odio en general, pero hoy parece más candente sólo porque en otros momentos no había internet.
Hubo muchos períodos en los que la gente estuvo muy enojada, y con razones también, pero hoy eso se hace mucho más visible en esta era. Por eso está bueno tomar conciencia de que estos son ciclos y lo que hay que hacer es buscar contrarrestar todo eso en lugar de apenarse.
–¿En qué sentido el arte es una herramienta?
–Primero que nada creo que el arte es un paliativo. No sé si cambia el mundo, pero es mi mundo el que cambia. Ahí creo que, por lo menos, puedo expresar lo que me pasa, tanto lo personal, como lo social o incluso crear algo ficticio y crear un personaje. Eso es lo que me hace feliz. Creo que si no hubiese estado tres meses encerrado en el estudio haciendo estos temas, no sé qué sería de mí.
–Pensando en todas las cosas que te gustan hacer, te gusta el mundo de los videojuegos, ¿te coparía programar?
–Siento que todavía no es tarde y que siempre tuve el sueño de hacer un soundtrack o música para videojuegos. En la cuarentena aproveché para estudiar programación y me empezó a gustar mucho la matemática. Y me ayudó mucho a ordenar la cabeza. ¿Viste que se dice que cada humano tiene que tener un pie en lo artístico?
Siento que también cada humano tiene que tener un pie en lo lógico. Porque vivimos en una sociedad donde eso también es importante. Y esos conocimientos me ayudaron a bajar a tierra y me he dado cuenta de que no perdí la voladura de ideas, si no que me sirvió entender hacia dónde vuelo más fácilmente. Entiendo que todo lo voy incluyendo.
–¿Y qué tan importante es el psicoanálisis hoy para vos?
–Estoy con una especie de personal trainer que me trabaja lo físico. Yo tengo el historial de que la motricidad fina se me vio muy afectada... he crecido con esa dificultad. Que también aplica a tocar instrumentos, que siempre en ese punto me ha costado. Así que es muy interesante porque hace que toma el control de mi cuerpo y trabaje los bloqueos emocionales que surgen a partir de eso.
–¿Es algo que practican en un parque o dónde lo hacen?
–Hacemos distintas cosas en base a lo que va viendo que me va costando. Es para trabajar la seguridad de cómo se mueve uno. Siempre fui catalogado como bastante torpe; una de mis características es ser atolondrado, que me gusta pero no quiero que me limite.
–Claro, algo súper arraigado a lo emocional…
–Es que definitivamente lo que nos tira para atrás no son nuestras capacidades motoras u otras cosas, es más que nada la cabeza. Y lógicamente este es un debate de personas que pueden darse el lujo de poder pensarse; hay muchos que tienen que salir al ruedo sin tiempo ni posibilidad de psiconalizarse ni investigarse. Pero sirve para tener una data.
–¿Y esto puede convivir con la terapia tradicional?
–Creo que son complementarios. Yo no soy de la cognitiva conductual, pero ayuda un montón. Y lo que te ayuda está bien. La religión, lo que sea que te haga ser una mejor persona entre comillas, que para mí es esto: la conexión con el afuera y preocuparte por el otro.
Yo no soy católico, pero se ha perdido mucho de vista amar al prójimo. No digo que haya volver a creer en cosas pero no sé, amigate con tus padres, algo que es más rápido y efectivo, ¿no? De esa manera uno se ahorra bastante.
El análisis y la importancia de perdonar a nuestros padres: “Siempre la gente está haciendo lo que puede”
–Uno siempre les factura a sus padres, ¿verdad?
–Sí, y con razón y sin razón. Creo que hay algo que entender que es que la mayoría de la gente está haciendo lo que puede, aunque a los ojos de uno sea muy poco. Está en uno aguantar, quedarse por el otro o no en la medida en la que entendés tus propias limitaciones y qué cosas te hacen mal.
–Y en ese sentido, ¿hubo cosas que te han costado más perdonar a tu familia?
–No sé, a veces las cosas no salen bien y son como un golpe. Pero yo soy siempre de tratar de ser mejor persona y no hacerle mal al otro… tal vez más de la cuenta…
–¿Sentís que das siempre más que de lo que te dan?
–Claro, creo que en algún momento fui de esas personas que quería quedar bien con todos, pero por esa necesidad de ser querido. Eso a veces trae sus contras y hace que te odien más todavía, pero son cosas que pasan. Pero en cuanto a tu pregunta no creo que tenga un beef o algo imperdonable que me hicieron.
(Hace una pausa y continúa). No te sabría decir algo concreto pero perdonar está bueno. A veces uno cree que está haciendo el bien y no se da cuenta de que daña, entonces aplicar esa lógica universal y ser más piadoso con uno hace que puedas ser más piadoso con otros.
–¿Entonces sí te costó pedir perdón?
–Más que costarme me ha herido enterarme que he herido a alguien o que alguien me odia por haber dicho algo que no gustó. Más de chico estas cosas eran terribles para mí, me vivía preguntándome "qué hice”. Siempre tuve ese dilema. Pero ya es importante poder reconocer que hiciste mal algo.
–A veces la omnipotencia de querer tener la razón nos nubla…
–La gente que quiere tener la razón siempre creo que no puede soportar equivocarse siempre, es al revés. Entonces cuando se los enfrenta diciéndoles que se equivocaron, no quieren aceptar el error y lo defienden a muerte. Hay como un malentendimiento de este tipo de mecanismos, también.
–¿Siempre fuiste muy analítico con vos mismo?
–Sí. Mirá, desde muy chico mi tía, que es psicoanalista, me dijo que siempre fui psicólogo. Pero ojo que tanto interpretar también me ha jugado en contra, porque a veces poner tanta cabeza hace que no entienda cómo juegan el papel emocional de las cosas, el poder más crudo de los seres humanos.
A mí me rige demasiado la cabeza, y eso tiene su lado negativo, ha hecho que ciertas relaciones sean más frías de lo que podrían haber sido. Porque no conectaba con lo más profundo, por ahí eran vínculos distantes, de codo con codo, como en la pandemia (risas).
El amor real vs la idealización: “No tenía expectativas puestas y me enamoré desde ahí”
–¿En qué incide el amor o el sentirte enamorado en esta etapa de tu vida? (N.d.R: desde hace tiempo está en pareja con Tomi, alguien que se ha convertido alguien más de su familia).
–Es un factor para la vida, no sé si tanto para la música en mi caso. Hay tanta sobresaturación de gente diciendo qué le haría en la cama a otros o contando que le rompieron el corazón, que tal vez inconscientemente trato de escaparle a eso.
Pero me encanta estar enamorado, y aprendí mucho de eso, porque quizás me he enamorado de gente que no daba o que me hizo daño… Ahora estoy en pareja desde hace mucho tiempo y siento que es perfecto, porque no sé si sentí eso de estar nublado por el otro, pero sí un cariño y un compañerismo enormes… Gustar de la otra persona física y emocionalmente, y es como más real la relación.
–¿Y cómo se dio eso?
–Fue un enamoramiento de a poco, de irnos conociendo. Quizás al principio me negué a estar en algo con alguien pero esta persona estuvo ahí y se demostró una y otra vez, y me empecé a enamorar desde ahí. No es que hubo una idealización de mi parte.
–A veces nos confunde eso, ¿no?
–Sí, creo que es un error, porque cuando uno idealiza le pone al otro lo que le gustaría que haya. Y cuando empecé la relación no sabía qué quería, y al no haber expectativas puestas todo lo que sucedía era hermoso. Y hasta el día de hoy sigo considerando eso.
–¿Y están conviviendo o no?
–No, yo no convivo más. Necesito mi espacio solitario, pero nos vemos mucho todos los días.
El homenaje a la obra de Gustavo: “Siento que rock y la escena a la que perteneció mi padre es donde más se me valora”
–¿Cómo viviste la experiencia de tocar tus versiones tan laburadas
de los álbumes más icónicos de tu viejo, por ejemplo por los 30 años de Amor Amarillo. Le has puesto mucho amor y trabajo muy minucioso.
–Sí, creo que a veces le pongo más que a mi propio trabajo porque siento que son cosas tan engranadas en el inconsciente de la gente que hay una responsabilidad mayor que en mi proyecto, donde puedo hacer cualquier cosa y hacerla mal si quiero. Lo que he hecho en relación a mi viejo creo que han sido dos shows muy lindos (N.d.R: en 2022 homenajeó Dynamo y Colores Santos, álbumes de Soda Stereo) que me puse al hombro y en los que hice un muy buen trabajo de producción.
También me pasó con Charly cuando participé de homenajes, y me encanta ser parte de un grupo de cantantes o de personas que son tomadas en cuenta por el rock nacional legendario. También me pasó con Virus, que me llaman para cantar y están encantados con como canto, y es algo re lindo. A la vez es un logro propio y es muy loco porque es una escena donde perteneció mi viejo, ¿entendés? Y siento que es el lugar donde más se me valora.
–¿Y cómo se dio toda esa búsqueda? ¿Cómo te hizo sentir?
–Está buenísimo porque es algo que sucedió post cuarentena, yo ya estaba más seguro de mis cosas y con una idea más clara de hacia donde quiero ir, cómo quiero cantar y qué cosas quiero hacer. Creo que todo eso salió para afuera y a veces ni yo me lo creo que gente tan grosa que siempre admiré me diga qué bien que canto y “qué voz tenés”.
–¿Tal vez son necesarios esos mimos para creérsela un poquito más?
–Los comentarios que más me importan son los de la gente que siempre admiré y tengo la posibilidad de poder escucharlos, entonces me digo: “Ya está, un poco ya estoy hecho con eso”.
–¿Tiempo atrás estabas pendiente de las críticas?
–Ya hoy no. Creo que las últimas cosas que hice fueron positivas, y también entiendo que hay gente a la que no le voy a gustar nunca. Pero principalmente me gusto yo, entonces no me importa mucho.
Fotos: gentileza BC y equipo.
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