-¿Qué le diría la Sole de 2020 a la de 2024?
Soledad Larghi respira y piensa. Las lágrimas le brotan y casi que se le escapan, pero no: las aguanta. Entonces, respira y contesta.
-Que tenga fe.
Son las 2 de la tarde de un día de mayo cuando la conductora de América Noticias se emociona y se presta a esta sincera entrevista con revista GENTE. Está embarazada de 3 meses, contenta y súper conmovida. Y no para de sonreír. Pero no siempre fue así.
Cuatro años atrás, Larghi perdió un embarazo. Y, a partir de allí, comenzó a caminar un sendero plagado de dudas e incertidumbres. Un trayecto que nunca había pensado que tendría que transitar, pero que se le apareció y le dejó muchas enseñanzas. En esta charla, lo contará en primera persona.
Soledad Larghi, un viaje al pasado para entender el presente: su increíble historia de amor
Navidad de 2016, Soledad Larghi recibe un mensaje por Instagram de Luciano Vitullo, pero no lo ve.
Navidad de 2017, Soledad Larghi recibe un mensaje por Instagram de Luciano Vitullo, pero no lo ve.
Año 2018, Soledad Larghi recibe un mensaje por Instagram de Luciano Vitullo y… ¡Sí lo ve!
Podría decirse que así comenzó la historia de maternidad de la figura de América TV. O al menos la historia de amor que derivó en la mayor alegría de su vida: la llegada de su primer hijo.
Vitullo, por aquel momento de 35 años, le había escrito para avisarle que regresaría a la Argentina, de donde se había ido a los 17 años, tras terminar una relación con ella, rumbo a Europa en busca de un sueño: triunfar en el mundo del tenis (NdR: llegó al puesto 440 del ránking ATP).
Larghi estaba separada desde hacía poco más de siete meses y no lo dudó ni un segundo. Sin embargo, hoy, seis años después, asegura que nunca imaginó que ese reencuentro desembocaría en una relación.
“Empezamos un noviazgo a nuestros 19 años. Luciano estaba jugando al tenis, le iba muy bien y viajaba muchísimo. Y yo estaba en plena facultad. Y surgió en un momento la idea de que yo lo acompañe, porque nos separábamos mucho tiempo, y la verdad que no era opción para mí”, recuerda en diálogo con GENTE.
-¿Por qué?
-Yo tenía muy claro que quería recibirme, que quería estudiar, trabajar de esto. Así que en ese momento lo tomamos como una decisión madura de decir “bueno, no es el momento, quién sabe qué pasara, pero no es éste el momento”. Y cada uno siguió su camino. Y no tuvimos contacto. No es que hablamos o nos mensajeamos. Cada uno siguió su camino, cada uno tuvo sus relaciones muy largas. Y en ese momento, cuando se dio el reencuentro, yo ya estaba soltera y me llegó un mensaje de Lu y…
-¿Qué te decía?
-Me saludaba muchas veces por navidades. Pero no los había visto a los mensajes por varios años.
-¿No lo seguías?
-No, no nos seguíamos.
-¿Entonces?
-Yo me había perdido esos mensajes, esos saludos. Esa vez justo me contaba que estaba en Barcelona pero que estaba viajando en la Argentina y quedamos en encontrarnos para cenar. Y ahí empezó todo. Increíble.
-¿Por qué lo definís como increíble?
-Porque era una persona que yo no había hablado en los últimos veinte años, no lo había visto.
-¿Dudaste en ese momento?
-No, me encantó. Pero me encantó como de decir “me encuentro con alguien que quiero mucho y que conozco de toda la vida”. Sin ninguna expectativa de que pudiera pasar todo esto, para nada.
-¿Y qué pasó?
-Nos vimos y fue increíble. Fuimos a cenar y no paramos de hablar y de contarnos las vidas. No sé, ¿viste cuando algo fluye y parece que no pasó el tiempo y esa química entre las personas sigue? Y nos vimos varias veces más y, bueno, después se dio la relación.
-¿Reencuentro a primera vista?
-Al principio yo por ahí estaba como que no. Hacía como 7 u 8 meses que me había separado y no estaba para una relación formal, pero se terminó dando por lo que sentíamos.
-Él se encontró con una persona famosa y se fue cuando no eras famosa. ¿Cómo lo vivieron?
-Y yo me encontré con alguien que había dejado el tenis. Fue totalmente distinto. Él al principio se impactaba porque él me conocía de muy chica y yo ahora era un mar de obligaciones, horarios, estaba con agenda e iba todos los días corriendo de un lado al otro. Y él, en cambio, estaba con mucha más tranquilidad, con una vida mucho más tranquila. Entonces sí, al principio era como, bueno, tratar de coordinar las energías.
-¿Esa era la principal diferencia entre ustedes?
-Sí. Pero también él estaba con una energía mucho más linda. Y a mí me gustó eso. Decir: “Bueno, pará, es más por acá la vida, por lo menos en esta etapa”. Yo corrí desde los 20 años. Así fue mi vida: hacer tele, radio, no parar. Y así un poco también pasaron los años, ¿no?
Cómo fue el momento en el que decidieron tener un hijo y la charla que cambió su vida para siempre
“Todo esto empezó a mis 39, cuando quedé embarazada”, cuenta Larghi, hoy con 43, entre suspiros. Y al darse cuenta del tiempo transcurrido, nada menos que cuatro años, reflexiona: “Los años te pasan en un tratamiento”.
Corría 2019 cuando Soledad y Luciano lo hablaron seriamente por primera vez. Llevaban casi dos años juntos y la pregunta llegó una semana en la que la conductora estaba de vacaciones, una tarde en su departamento de Palermo que no olvidará jamás.
“Lu me dijo: ‘¿Cómo estás con este tema, amor?’. Concretamente, me preguntó por qué todavía no había tenido hijos”, recuerda.
-¿Y qué le contestaste?
-Él me dijo que siempre lo había deseado pero que no se le había dado por sus parejas. Yo también siempre lo había deseado, pero también un poco el trabajo había sido el centro de mi vida antes. Y mis parejas anteriores también eran muy obsesivas del trabajo. Entonces como que no había ocurrido, pero el deseo estaba. No era que yo en algún momento dije “bueno, no”. Así que fue la primera vez que se habló seriamente del tema. Ya era momento y empezamos la búsqueda.
-¿Por qué esta vez sí?
-Los dos teníamos la misma visión de familia, el mismo deseo, no sé, es como que también hay mucha confianza entre nosotros. Al conocernos de chicos sabemos qué tipo de persona es el otro, y eso excede por ahí un proyecto de pareja. Dios quiera que estemos siempre juntos, pero más allá de eso, yo sé qué tipo de hombre es él y qué tipo de padre va a ser, y él lo sabe también conmigo. Y dijimos: “Bueno, capaz que es momento de explorar por acá”. Estábamos seguros de que por lo menos nosotros dos nos elegíamos.
-¿Y qué pasó?
-Ahí nos metimos en una aventura sin saber muy bien cómo se iban a dar la cosas. Eso fue 2019, lo de la charla, y en 2020 quedamos embarazados en plena pandemia.
2020: el año que Soledad Larghi nunca podrá olvidar
-¿Cuánto tiempo iban de relación en ese momento?
-Tres años.
-¿Cómo fue esa etapa?
-Fue súper difícil porque el embarazo en pandemia tuvo la característica de que todo lo tenía que hacer sola. Ibas al médico y no podías estar acompañado de tu pareja, ibas a hacerte ecografías y no podías estar acompañado de tu pareja.
-Todo sola y con barbijo.
-Sí, y así se termina dando que en una de esas ecografías de rutina, por un chequeo que nos teníamos que hacer, yo termino conociendo la noticia de que el embarazo estaba detenido y estaba sola.
-¿Él dónde estaba?
-Lu estaba abajo esperándome en el auto. Fue un momento que lo tengo grabado como muy dramático. La peor noticia y no tenés a quién abrazar porque estás sola. Todo lo que vino después también porque yo no fue que tuve pérdidas ni nada. No pasó nada. Simplemente se detuvo y hubo que hacer una intervención que también fue en total soledad.
-¿De cuánto tiempo estabas?
-Me entero a las 10 semanas pero se había detenido casi a los 8 semanas.
-¿Qué recordás de ese momento? ¿Qué aprendiste, si es que aprendiste algo?
-Recuerdo que fue como decir “esto es lo más grave que me pasó en mi vida”. Sentí un grado de tristeza que dije “por ahí no se me va nunca más”.
-Describí esa sensación.
-Es como una tristeza distinta… En aquel momento decidimos entre los dos juntarnos, unirnos. Bueno, son cosas que hay que pasar y el objetivo seguía: vamos a dedicar nuestro tiempo a esto también porque no fue de un día para el otro decir que “ya está, borrón y cuenta nueva”. Fue un impacto.
-¿A qué nivel en lo personal?
-Para mí era lo más triste que me había pasado en la vida y para mi familia también. No teníamos en la familia alguna situación parecida. Entonces fue darle un tiempo. También fue un tiempo en el que hablábamos entre nosotros y no queríamos hablar con nadie más porque era algo nuestro. Y cuando pasó ese tiempo y nos empezamos a sentir bien tratamos de conectarnos no con ese sentimiento tan triste sino con la felicidad que habíamos sentido al estar esperando un bebé.
-¿Sólo lo habían hablado en el ámbito familiar?
-Sí. Después empezamos a abrirlo un poco a los amigos. Y cuando empezamos a abrirlo se daba esto de decir “a mí me pasó”, “yo también lo viví”. Y ahí fue como que yo dije: “No debiera ser esto un tema tan tabú, que nadie lo cuenta”. Yo al principio pensaba que me había pasado sólo a mí. Y después, cuando hablaba con mi entorno, me daba cuenta de que le había pasado a muy buena parte de mi entorno. Entonces dije “hay que hablar un poco más de esto”, porque sino le ponés una carga de silencio que hace que sea más difícil de llevarlo.
-¿Cómo lo transformaste?
-Lo recontra trabajé y lo transformé. Yo no soy hoy la persona que era en ese momento. Aprendí. Trabajé en mí. Cambié mi manera de ser. Bajé diez millones de cambios. Me escuché más. Trabajé sobre temas que tenía pendientes, sin resolver. Me di mi espacio, me puse como prioridad y busqué tiempos para mí, para meditar, para analizarme, para saber qué me estaba pasando con todo, para saber si efectivamente quería volver a intentarlo o no. Me puse como prioridad por primera vez en mi vida.
-Fuerte esa frase.
-Y lo acomodé en un lugar distinto, en un lugar de decir “bueno, esto tiene unos tiempos que me exceden”. Un poco de eso se trata la maternidad, te pasan cosas que simplemente pasan. Y de repente yo soy una persona que todo en mi vida fue muy pensando, diagramado, y esto era revolucionario. Y dije: “Bueno, ¿qué tengo que hacer con esto? ¿Qué más tengo que aprender? ¿Cómo tengo que salir de esta situación?”.
-¿Y con qué te encontraste?
-Y… el salir fue así, explorando un montón de puertas que hasta el momento no me había interesado abrir. Y hablando con un montón de personas desde el lugar de “che, ¿qué se hace con esto?”. Aparecieron amigas que me dieron re buenos consejos, que me recomendaron libros. Me conecté con un montón de personas que habían transitado estas cosas. Lo tomé como que algo me faltaba aprender.
-Y volviste a intentarlo…
-A partir de eso, sin saber se iba a dar, porque en todo momento, a mí me pasó… Hay muchas personas que me dicen “yo sabía que se iba a lograr”. Yo hubo un momento, cuando íbamos tantos tratamientos y no salía, que dije “bueno, capaz no se da, capaz el plan para mí es otro”. Estaba dispuesta a dar todo de mí para conseguirlo y si esto no ocurría iba a decir “lo intenté todo”. En paz, intenté todo lo posible. Yo no sabía, no tenía esa fe ciega de que se iba a dar. Por ahí hablo con mi entorno y todos dicen “sabíamos”. Bueno, yo no sabía. Yo dije “capaz pasa o capaz no pasa”, pero sabía que iba a dar todo de mí para que pase.
-¿Era una manera de quitarle peso?
-No me daba lo mismo para nada, pero quería hacer todo lo que estuviera a mi alcance. Mirá, para darte un ejemplo, yo antes me tenía que sacar sangre una vez al año para hacerme el chequeo anual y sentía que me desmayaba por los pinchazos. Me transpiraban las manos.
-¿Y ahora?
-Como que me puse al extremo, porque estos tratamientos de fertilidad son muy invasivos, y más los que hice yo, que tenían que ver con qué pasaba con mi sistema inmune, que por ahí detectaba un embarazo y no lo dejaba implantar. Muchas cosas tuve que trabajar, muchos exámenes dolorosos. Para mí fue decir “voy a dar todo para que pase y será lo que tenga que ser”. Un poco aceptar y soltar el control. A eso voy. Es soltar el control, es saber que esto va a ocurrir o no va a ocurrir y que lo que puedo hacer desde mi lugar es darlo todo y después ya me excede lo que pase.
El no rendirse, los tratamientos y la llegada del embarazo
-¿Qué tratamientos hiciste?
-Tratamiento de fertilidad, pero también tuve que hacer toda una parte que tuvo que ver con mi sistema inmune, con qué pasaba con mi cuerpo y mi sistema inmune, qué hacía con el embrión, por qué no lo dejaba implantar. Fue más específico. Pero eso se descubre a partir de un montón de implantaciones que fallan, ¿entendés? Es una prueba y error muy dolorosa.
-¿Cómo llegaron al diagnóstico final?
-Por un montón de análisis específicos. Fue un tratamiento más tradicional que se volvió más específico al final. Todo el recorrido vale. Por ejemplo, yo tuve tres médicos. Jorge Baratini fue el del comienzo del tratamiento, donde fuimos a un esquema más tradicional. Después pasé a otro tipo de tratamientos más centrados en esto que mencioné, con Celia Gómez Salas y Laura Kanzepolsky. Todo fue importante. Todas las etapas llevaron a que podamos lograrlo.
-¿Estás inyectándote heparina?
-No tengo una trombofilia, pero en una instancia del tratamiento, todos estos meses yo me tengo que inyectar igual heparina. Y bueno, nada, pasar de no poder hacerte un análisis a inyectarte vos mismo también habla de que te vas al extremo de tus posibilidades. Y eso lo mueve sólo el amor.
-¿Cómo fue el momento en el que se enteraron ahora que estabas otra vez embarazada?
-Fue súper fuerte. Estábamos tan ansiosos porque sabíamos que ese día llegaba el resultado que no nos aguantábamos en casa. Yo después tenía que ir al noti. Así que decidimos salir y llegar a algún lugar que nos pinte y parar el auto y esperar ahí el mail.
-¿Dónde frenaron?
-Terminamos parando en los bosques de Palermo. Llovía un montón. Era lluvia, lluvia y lluvia. Yo no paraba de actualizar el mail. Y bueno, de repente llega y me quedo helada. Y digo: “No lo abramos, pará, ¿qué número tiene que dar?”. Necesitaba visualizar lo que quería ver. Y bueno, ahí cuando abrimos… No sé.
-… (Larghi se emociona)
-Veníamos de tantos negativos que ver que el número era positivo fue mágico. Fue mágico y cada uno a su estilo. Lu pudo súper emocionarse y yo me quedé dura, diciendo “bueno, pará, hay que hacer otro para ver que está todo bien”. Yo siempre con más cautela porque ya habíamos vivido lo otro.
-Definí ese momento.
-Fue mágico. Estuvimos como, te diría, cinco días en donde nos mirábamos y decíamos “no lo puedo creer”. Era lo único que decíamos. Cada uno estaba haciendo su procesión interna y no lo podíamos creer. Después lo empezamos a contar a un círculo muy íntimo, que se quedó muy callado hasta los 3 meses. Y a los 3 meses empezó la noticia.
-¿A quién se lo contaron primero?
-A nuestros hermanos. Al hermano de Lu y a mis hermanos. Se re emocionaron. Re. Y después se los contamos a nuestros papás que… Ahí te das cuenta cómo un papá también sufre estas cosas que le pasan a los hijos y sostiene en silencio. Ahí los dos descomprimieron. Fue como un aflojar para todos.
-¿Qué te emociona ahora?
-Todo. Ahora me emociona todo. Estoy como más floja, más blanda. Me emociona imaginarme en ese rol, hasta los líos de horarios, cómo voy a hacer con todo. Tener ese tipo de preocupaciones me emociona porque hubo momentos en donde pensé que no lo iba a vivir. Todas las cosas, hasta las más complejas, me resultan emocionantes. Hasta cuando me dicen “no vas a poder dormir y te va a doler esto”. Lo cual no significa que cuando me pase no me queje porque esté colapsada, pero ahora lo veo como “qué bueno que estoy viviendo esto”.
-¿Qué sensaciones tenés que antes no tenías?
-Estoy bastante bien. Salvo un día que me sentí muy mal, con vómitos con todo. Ese día no tomé más mate, que el mate era todo en mi vida. Ese día me sentí mal y no pude volver a tomar mate. Duermo mucho. Muchísimo. A veces me apoyo en el camarín y duermo, medio irreconocible. Tengo un poco más de hambre y estoy como, no sé, contenta. Todo el día contenta. También medio como dispersa, eso me pasa. Cuando tengo que leer la rutina del noticiero me cuesta más, no me puedo concentrar tanto.
-¿Qué pasó cuando lo contaste públicamente?
-Nunca me imaginé tanto repercusión, tantos mensajes. Jamás. Me han pasado cosas en donde tuve aluvión de mensajes, pero nunca esta cantidad y nunca tantas personas diciéndome “lloré con el momento”.
-¿Recibiste muchos mensajes?
-Yo ya me di cuenta cuando iba a las clínicas la cantidad de personas que viven esto, de todas las edades. Está creciendo mucho la cantidad de parejas que necesitan este tipo de tratamientos. Lo mío logró emocionar a mucha gente, me siento muy querida. Es todo como… Para mí fue una muestra de amor. Y me emociona que tantas personas sientan felicidad por esto que me pasa.
Fotos: Diego García
Video: Mailén Ascui
Maquillaje: Daniel Brizzi
Retoque y edición fotográfica: Gustavo Ramírez y Darío Alvarellos
Looks: Markova (negro)