El sábado pasado, Mora Godoy volvió a los escenarios luego de 3 años sin actuar y confesó: "Estoy muy nerviosa por el estreno". A pesar del estrés, el espectáculo "Mora Godoy, 20 años de grandes éxitos" en el teatro Coliseo fue un súper éxito y la bailarina demostró que sigue siendo la número 1 de nuestro país.
La familia ensamblada y sus vericuetos
En diálogo con GENTE, Mora contó que se enamoró -en plena pandemia- de Santiago Gilligan, un vecino de su barrio que tiene 2 hijos.
"La verdad es que nos llevamos los 5 muy bie -Mora, su novio, Bianca (la hija de la bailarina) y los 2 hijos de Santiago- pero me gustaría aprovechar la oportunidad para dejar de romantizar la vida de familia ensamblada. Siento que ahora está como establecido que dos personas -con hijos- comienzan a convivir y se genera un proyecto de vida genial, perfecto, en el que siempre reina la armonía. ¿Por qué debería ser así? Nosotros, realmente, nos llevamos los 5 muy bien pero porque se dio naturalmente así: no se forzó. Si Bianca no tuviera onda con los hijos de Santiago, ¿cuál sería el problema?", se pregunta la bailarina con total naturalidad.
-Entiendo que no sos una militante de este nuevo modelo familiar
-Me gusta decir que Bianca y yo somos una familia; Santiago y sus hijos, otra; y todos interactuamos con mucha fluidez. No quiero que exista el mandato de: “Somos una familia ensamblada, debemos llevarnos todos muy bien”. No tiene que ser obligatorio que esto pase: yo soy partidaria de la libertad. Me gusta que ambos, Santiago y yo, podamos elegir compartir tiempo juntos con nuestras respectivas familias.
Una historia de amor que empezó en pandemia
"Ni historia con Santiago es muy graciosa y actual! Estábamos en plena cuarentena y yo había ido a la ferretería -uno de los pocos comercios abiertos en la cuarentena estricta- y Santiago -Gilligan, 45 años- estaba en la verdulería. Yo pensé que era la primera vez que nos cruzábamos pero después, con el tiempo, me confesó que ya me había visto en un café del barrio. ¿Viste que, en ese momento, cuando conseguías una mesa afuera te amotinabas ahí porque, si te ibas, la perdías para siempre? Se ve que me vio alguna mañana tomando algo y me echó el ojo.
-¿Cómo empezaron a hablar?
-Él se me acercó en la calle, me habló, me pidió el teléfono y comenzamos a chatear. Y así nos fuimos conociendo: por WhatsApp. Llevó un tiempo llegar a la primera cita que, claro, fue en uno de esos bares con mesas en la calle que valían oro (Se ríe)