A Mariano Israelit le sobran historias con Diego Maradona, fue su amigo por más de treinta años. Y ser amigo de Dios no deja de ser un shot de adrenalina. Nunca nada era normal cuando compartía tiempo con El Diez, las aventuras, las circunstancias inimaginables y los hitos se repetían una y otra vez, también las demostraciones de afecto y ciertos contratos implícitos que había que firmar. "Era un escorpiano celoso", repite el productor a lo largo de la charla con Revista GENTE.
Parte de ese legado, el de ser el mejor jugador de fútbol, el que le hizo el gol a los ingleses con la mano y el que levantó la copa del mundo está también en su manera de ser, en sus frases inolvidables y en los gestos con sus amigos y la gente querida. Maradona, dice Israelit mientras mira de reojo una de las fotos que adorna su casa, "fue único".
Israelit, autor del libro El amigo de Dios, conoció a Maradona por Hugo, uno de sus hermanos. Ellos estudiaban juntos en la Paternal, en la escuela Comercial 20. Las primeras visitas de Mariano a lo de Doña Tota fueron en carácter de "maestro particular" de Hugo. "Imaginate lo que era él para que le vaya a explicar yo", dice entre risas. Y recuerda el día en que Diego, que ya estaba por irse a jugar al Barcelona, casi no va a lo de Mirtha Legrand porque le quedaban chicos los zapatos. "El padre se los puso para ablandarlos un poco y empezó a caminar alrededor de la pileta que tenían para que él estuviese más cómodo", recapitula.
La relación con El Diez se fue gestando en los viajes que lo traían a casa. Mariano encontraba la forma de estar. Y Diego, que era una persona con mucho sentido del humor, encontró en él algunas características a destacar. "Yo cenaba en la casa de él y las hermanas y la mamá cocinaban espectacular. Yo por lo general soy de buen comer. Entonces, cuando yo levantaba la mano cuando la madre preguntaba quién quería repetir, Diego le decía a Hugo, que era mi amigo: `Che, Mariano vino con atraso, eh´. Yo creo que él hacía eso para descomprimir un poco la la situación de incomodidad por estar sentados en la mesa con él, ya era una estrella", cuenta el productor.
El día que el Diez cayó sin avisar al estudio de Badía y compañía

Mariano siguió siendo amigo de Hugo, aunque, a medida que profundizaba la relación con su hermano, se iba alejando de su compañero de colegio. En el 84, Israelit arrancó su carrera como asistente de producción en Badía y compañía...Y Maradona le regaló uno de sus mejores recuerdos.
"Un día lo llamo de cara dura. Nosotros preproducíamos el programa de lunes a viernes y el programa iba los sábados de 12 a 9 de la noche. Me acuerdo de que él había venido porque había nacido Dalma y la había venido a conocer y a llevársela a Nápoles. Lo llamo un sábado a la mañana y le digo: `Che, ¿qué haces, Diego? ¿Todo bien? ¿No te querés venir un rato a hacer una nota a Badía y compañía?´. Era un pendejo atrevido", dice Israelit.
Y sigue: "Me dice: `No, boludo, vine a buscar a Dalma, en seis horas me voy a Nápoles otra vez´".
Lo había intentando pero no había funcionado. Nada grave, siguió con su programación habitual. Pero con Diego nunca se sabía. A pesar de que el canal estaba en Constitución y de que no le quedaba a mano, pasaron unas horas, el programa ya había empezado y lo llamaron del control. "Mariano tenés un invitado en el estacionamiento. Él pensó: "Pero si no invité a nadie", pero lo que no se acordaba era que Diego cuando era Diego no necesitaba invitación.
"Cuando salgo, veo el auto, el Mercedes Vento, lo voy a buscar y le digo: `¿Qué hacés?´y me contesta: `No, boludo, la que me debés´. En esa época no existía el celular. Nadie entendía nada, me preguntaban: `¿Qué hace Maradona acá?´y les explicaba que era hermano de un amigo y que lo había invitado yo. Tuvieron que cambiar la rutina del programa para hacerle una nota. Para mí fue como un ancho de espadas", dice entre risas.
El primer regalo improvisado que le hizo Maradona a Israelit
Antes de ese día, Mariano ya había recibido un gran gesto de Diego. Fu en una de las visitas a la casa familiar desde Barcelona. Otra vez, Israelit se las había arreglado para estar en la bienvenida. Solo había familiares y se escondió en el baño, le dio vergüenza. Cuando finalmente se animó a salir, el único lugar que quedaba era justo al lado del crac futbolístico.
"Todos le tenían un respeto bárbaro. Me acuerdo de que me descansó todo el asado y cuando ya casi terminaba el asado dijo: `Ahora bajo con unos regalos´". Pero como no sabía que yo iba a estar no tenía nada para mí. Me pidió perdón pero a mí no me importó", detalla.
Antes de irse, el Diez le dijo que subiera a su habitación. Lo hizo con un afiche del Barcelona para pedirle si se lo podía firmar pero en lugar de eso se llevó una camiseta del equipo español.
"Agarra una bolsa del Corte inglés y me dice: `Mirá, no te traje nada porque no sabía que ibas a estar acá´, aunque sea te doy esto de regalo´. A mí me dio una vergüenza y le agradecí pero no abrí la bolsa", recuerda.
"¿No la vas a abrir?", le pregunta el Diez y cuando la abre se encuentra con una camiseta del Barcelona. "Con esta le hice un gol cal el Real Madrid, con el que empatamos uno a uno", le dijo. Ese fue el primer regalo que recibió de su amigo.
Años más tarde, en el 2000, cuando producía para FOX, lo invitó al partido por la paz que se celebró en Bolivia.
"Che, gordo, ¿hacemos un partido en contra de la FIFA porque le quiere sacar la sede de La paz por la altura a Bolivia?", le dijo. Y El Diez no lo dudó. No solo jugó sino que le regaló la camiseta que usó.
Cuando Maradona le pidió a Fidel que arranque una palmera en medio de un huracán
Mariano y Diego tuvieron otras aventuras, como cuando el Diez lo invitó a pasar parte de su tiempo de rehabilitación en Cuba con él.
Primero lo acompañaron los padres, su mujer, sus hijas y su amigo y representante, Guillermo Coppola, pero el tiempo se extendió casi 4 años.
"Diego nos mandó a llamar a mí, a Omar Suárez, a Mariano Castro y a Leo Sucar, que éramos los más amigos para hacerle compañía", cuenta el productor que por esos años trabajaba como manager de Alejandro Lerner y pasaba gran parte de los meses en Estados Unidos.
En Cuba, Diego se la pasaba jugando al golf. "Estábamos 10 horas dentro de la cancha de golf jugando al golf con 40 grados a la sombra. Pero bueno, eso le hacía bien, comíamos parados en la cancha para no parar. A la noche salíamos, ha venido Fidel Castro a comer con nosotros varias veces", cuenta.
Y sobre Fidel va la charla. "Todo lo que teníamos ahí era porque nos lo daba Fidel", sostiene y reconstruye una de las anécdotas más disparatadas que vivió en Cuba.
En 2002, en Cuba, hubo un huracán, el Michelle, y ellos estaban ahí. "Estaba heavy el huracán y yo me asomo y había una palmera en la puerta de la casa nuestra que se movía. Yo estaba en planta abajo y Diego, en el el primer piso. Entonces subo a la habitación y le digo: `Diego, hagamos una cosa, bajate el colchón a mi habitación porque hay una palmera que se va a caer y, si se cae, se cae arriba de tu techo´", relata.
Pero Diego no quiso saber nada y lo llamó a Fidel. Eran las 3 de la mañana pero tenía todos los teléfonos y, según Mariano, Diego arguyó que el Comandante le había dicho que lo llamara por cualquier problema que tuviera. "Cuántos más nos les decías a Diego más lo iba a hacer", dice Mariano.
Maradona llamó a Fidel al teléfono rojo que tenía en su habitación. Lo despertó y le dijo, según relata Israelit: "Hola Comandante, ¿cómo anda? Le informo, por si usted no lo sabe, que hay un huracán y tengo un problema porque hay una palmera que se me está por caer arriba del techo y tengo miedo de que se me caiga arriba de la habitación".
Fidel le contestó: "Bueno, Diego, quédate tranquilo que ya lo vamos a solucionar". "A los 15 minutos se escucha un estruendo", recuerda Israelit. "Había una grúa con cuatro personas que había sacado la palmera de cuajo en medio del huracán. Subo y estaba Dios escuchando música, no se había enterado de nada. Le cuento y me contesta: `Y boludo, no te dije que Fidel es amigo mío y le podía pedir cualquier cosa?´", suma.
Por esos tiempos también hubo una pelea que los distanció y que tuvo que ver con que no veía a Diego tomarse en serio el tema de las adicciones. "Un día me terminé yendo de Cuba y le dije: `Yo acá tomo distancia´. Estuvimos 5 meses distanciados", cuenta.
Cuando Diego le animó el casamiento

El día que Mariano se casó hubo dos situaciones vinculadas con Maradona. La primera tuvo que ver con Coppola. "Guillermo me regaló el traje para mi casamiento, la corbata Versace, el cinturón... Pero no vino. Lo llamé para agradecerle y me dijo:`¿Sabés por qué no fui?" Porque yo sé de los celos de Diego y, si iba, iba a estar celoso´", relata.
También recuerda que fue el alma del casamiento. "Era una fiesta normal en un salón. Eran las 9:30, no venía, las 10, las 11, las 2... Cayó a las 3:30 de la mañana, vestido de camisa hawaiana, pescadores, vincha y ojos azules", cuenta.
Y suma: "No sé de dónde venía, pero se fue al carajo mi casamiento. Todo el mundo sacándose fotos y en el momento él se enojó. `Es el casamiento de mi amigo, el centro de la fiesta es mi amigo´, decía. Pero olvídate que el centro fue él. A las 6:30 de la mañana yo le perdí de vista, no sabía dónde estaba, le pregunto a uno de los mozos y me dice: `Me parece que está abajo´. Eran las 6:30, la gente se estaba yendo del salón y estaba Diego en la puerta diciéndole a la gente: `Gracias por venir al casamiento de mi amigo´. Era el wedding planner. Tenía esas cosas, Diego te desestabilizaba todo el tiempo".
La última vez que lo vio a Diego y los 100 millones de dólares

Mariano y Diego llevaban casi ocho meses sin verse cuando el Diez murió. Justo fue en 2020, cuando Argentina vivía confinada por el coronavirus. También fue un tiempo en que Maradona estuvo rodeado de amigos que no eran los de siempre y también bastante aislado.
La última vez que lo vio, cuenta Mariano, Maradona no era el de Cuba. Era un Maradona disminuido, no podía caminar, le cambiaban el celular todo el tiempo, le bloqueaban a las hijas y a los amigos.
"La última vez que lo vi, fui a comer a la casa y él me cuenta ahí que había vuelto de Dorados y ahí me dice: `¿Vos te acordás de cómo vivíamos en Cuba?´" Le digo: "`Sí. Fidel nos daba las dos casas, la comida, el golf, auto de protocolo, chofer´. Me dice: `Hoy tengo más de 100 millones de dólares´".
"Lo felicité y le dije que era el número uno. No sé qué pasó con esa plata. Yo había ido con Mariano Castro. Nos abrazamos los tres y él nos dice a los dos: `No me abandonen, no me dejen solo´. Esto fue en marzo del 2020 y él se murió el 25 de noviembre del 2020. Yo hablé con él la última vez por teléfono por medio del sobrino en septiembre que fue mi cumpleaños, el 12", suma.
Pero, según dice, el de septiembre no era el Diego de marzo. "A Diego lo asesinaron", concluye.
Fotos: Alejandro Carra /Gentileza Mariano Israelit