Mientras regresa al ruedo estrenando mañana la película "Yo, adolescente", comparte el aislamiento con su familia y dos perros, cumplió años, compone, practica piano, descubrió el yoga, medita y proclama: “La Malena del año pasado y la de éste son muy distintas”.
La chica con nombre de tango (“Mis padres solían bailarlo –explica–. Son actores y se conocieron trabajando en una peli, cuyo nombre no me sale”) debió posponer un par de horas la nota para llevar de urgencia a la veterinaria a su cachorro. “Me asusté. Se había tragado una media, el desconsiderado...”, lanza, más tranquila desde el primer piso de Caballito, donde transcurre su aislamiento a causa del Covid-19. “Antes de la cuarentena solía compartir algunos días con mi ex novio. Sucede que como la relación se terminó antes, me vine a la casa familiar”, relata, sin nombrar a Julián Serrano (26).
“Y me resultó. Transitaba un duelo intenso por la muerte en enero de mi abuela Lala (Ofelia), mi segunda madre, y una etapa de gran tristeza, por el final, semanas después, de una historia de amor, así que necesitaba contención. Había muchas cosas personales que aceptar y sanar”, admite la porteña Malena Narvay (23) en una semana especial: “Mi retorno al ruido con Yo, adolescente, que rodé en 2019, acá en la Capital, y ansiaba que se estrenara”.
–Allí toca un tema universal que no sabe de épocas. Hablamos de la adolescencia. ¿Cómo evoca la suya?
–Reconozco que, aun siendo hermosa desde el aspecto hogareño, me retrotrae a ciertos momentos heavy, en los que sufrí bastante bullying y trastornos alimentarios que me hicieron cambiar de cole. Aunque acá, ahora, tal problemática adolescente se expresa a partir del drama de Cromañón.
–¿La retrotrae a algún recuerdo personal la imborrable tragedia del 30 de diciembre de 2004, que registrara 194 muertos, la mayoría jóvenes ?
–Andaba en los siete años, vivía a pocas cuadras del boliche, en el límite de Once y Almagro, y algo que jamás olvidaré es la cantidad de ambulancias y camiones de bomberos que circulaban con sirenas. A partir de entonces les tomé miedo a los incendios, y sólo presencié eso. Calculá si te tocó de verdad y como adolescente, que es lo que sucede en el filme...
–Su argumento, basado en las notas que escribía Nicolás Martín Zamorano (Zabo) en la extinta plataforma Fotolog, aborda la problemática de los adolescentes de una manera bastante realista y cruda.
–Tal cual. Porque hay que ponerse en sus cabezas e intentar comprenderlos. ¿Cómo? Preguntándoles. ¡A veces piden ayuda de una forma silenciosa! Incluso en medio del actual confinamiento social. Si a nosotros, mayores en edad, nos invade una montaña rusa de sensaciones, imaginate ellos: sensibilidad, ansiedad, depresión, euforia. Con toda la energía adentro, para sacar, y tienen que quedarse ensimismados, encerrados en su cuarto. Hay que consultarles, insistirles, que cuenten lo que les ocurre.
Lo dicho. La porteña comparte el aislamiento con los suyos: Valeria y Eduardo (ambos de 52), su hermana Violeta (17) y sus perros Morena (11) y Ciro (seis meses). “Me crié viendo a mis padres detrás de las butacas, porque son del palo del teatro. De nenita ya quería actuar. Tomé clases a los ocho con Hugo Midón, participé en obras independientes, formé parte del taller de baile en lo de Julio Bocca, la escuela de Julio Chávez, seminarios, cursos, asistí a mis primeros castings para Polka a los 16. Inquieta y curiosa, escuchaba desde Charly, Cerati, Queen y reggaetón a ritmos clásicos, franceses y de todo tipo y época. Inicié un terciario en la Escuela de Música de Buenos Aires, hasta que el trabajo me absorbió...”, admite. Y continúa:
“Mis días en casa me remontan a aquello. Es un ambiente que extrañaba y me viene ayudando a redescubrirme, alimentar mi sed de crear y despertar los sueños de aquella nena. ¡Me había olvidado que vivo de lo que siempre deseé! Y me puse a meditar y a practicar yoga. Acá adentro vengo creciendo de golpe, evolucionando. La Malena del año pasado y la de éste son muy distintas”, subraya la morocha de 1,59 metro y ojos verdes, a quien le sigue dando risa que la comparen con Angelina Jolie. “Ocurre que en el espejo yo me encuentro parecida a mí, no a ella”, se defiende.
–Previamente a la cuarentena se separó de su colega Julián Serrano. Pronto usted mencionó, a pura sinceridad, que él marcó el adiós “procurando experimentar nuevas cosas, mientras que a mí me significó una etapa triste y desgarradora”. ¿Algo que agregar?
–Nada. O sí, que ando estoy bien, apuntando para adelante y deseándonos lo mejor a ambos. Ya pasó.
–¿No hay vuelta atrás?
–Mirá, por ahora no lo creo. Hace tiempo que no me siento tan en paz. Pese a que suene a cliché, hoy lo mío es buscar el amor propio, buscarme a mí como amiga. Volví a enamorarme, pero de mí: estoy retomando una relación conmigo misma. Lo necesitaba. Y ojo, que me cuesta enamorarme. Sólo tuve dos novios. Uno, de los 13 a los 19 años, que sigue siendo mi amigo, y el otro, de 2018 a... Bueno, a la fecha sólo pienso en a dónde quiero ir yo y mi carrera con la música y la actuación.
–¿Una especie de Lady Gaga? ¿Sabe inglés?
–Sí, y algo de italiano. Estudié en el Galileo Galilei. También daban francés. Adoro a Lady Gaga y a Lali. Viajar para desarrollar ambas actividades sería lo máximo. Giras cantando, rodando series y películas. Hay algunas propuestas de España.
–Perdón que rebobinemos ante una duda que nos quedó pendiente: ¿Terminará siendo amiga de Serrano, como lo es de su primer novio?
–Mmmm. No sé si él terminará siendo amigo mío.
Fotos: Cortesía de Anita Thomas e Instagram de M.N.
Agradecemos a Erica Denmon.