Juan Ingaramo creció en un barrio donde el cuarteto sonaba en las veredas y en tiempos donde las infancias eran bien distintas: se jugaba sin filtros con amigos en la calle y en donde el deporte era una parte fundamental. "Nosotros éramos más self-made, hechos por nosotros mismos. Me la pasaba afuera. Jugaba al fútbol, al básquet, al tenis… era como un polideportivo humano", cuenta a Revista GENTE sobre cómo fueron sus primeros años en Córdoba.
La música también era parte de su vida: su papá, Mingui Ingaramo, era muy conocido en el mundo del jazz cordobés. A Juan, los acordes ya lo acompañaban desde chico. No sólo adentro de casa: se crió en el barrio Sargento Cabral, donde está la bailanta de la Mona Jiménez. "La Mona era todo. Un Dios popular. Y la bailanta… era como entrar en otro planeta. Ahí bailaban tus tías, tu mamá, tus vecinas. Yo nací y me crié a pocas cuadras", recuerda.
Sin embargo, la crianza de Lila, de cinco años, poco tiene que ver con esa liberad: del self-made. No solo cambiaron los tiempos, sino que también cambió la locación. Ya no hay sierras cerca ni esa posibilidad de estar jugando en la calle. Juan ahora vive en Buenos Aires y, si bien su casa junto a Violeta Urtizberea tiene parque, las cosas no son cómo eran y él, un poco, se cuestiona el nuevo paradigma que acompaña a la paternidad moderna.
Los desafíos de Juan Ingaramo en la paternidad

Hoy, a los 38, Ingaramo asegura que la crianza de Lila lo confronta con su pasado y con un presente lleno de preguntas. "Hay un paradigma nuevo, muy distinto al que nos crió a nosotros. Todo es más contenido, más estructurado. A veces siento que no termina de fluir", dice. "Me da miedo que los chicos crezcan tan atendidos, tan consentidos. Los ‘niños amos’ me asustan un poco", suma.
Ingaramo no busca idealizar su infancia ni hablar mal de la actual. Pero observa los contrastes. "No sé si antes era mejor o peor. Este mundo es el resultado de aquellas crianzas. Y el de ellos será fruto de lo que hagamos ahora. Veremos qué pasa dentro de treinta años", reflexiona.
En casa, el foco está puesto en encontrar un equilibrio: entre presencia y libertad, entre contención y autonomía. "Vivimos en comunidad y eso me parece clave. A Lila le tratamos de transmitir eso, que somos parte de algo más grande. Me gusta estar con ella, darle lo mejor, pero sin olvidarme de que tiene que hacer su camino", detalla.
Cómo es la infancia de Lila Ingaramo: entre arte y amor

Lila nació en 2019 y, desde entonces, viene creciendo en un entorno artístico y amoroso. Violeta y Juan suelen compartir en redes sociales momentos junto a su hija. En los videos y fotos puede pispearse parte de esa crianza donde se percibe amor y creatividad. Ya sea tocando instrumentos o jugando en los sets de grabación donde acompaña a su madre, Lila vive rodeada de estímulos artísticos que parecen estar dejando una huella en su personalidad .
"Lila fue buscada pero no tan rápido como apareció. A mí me dio miedo cuando nos enteramos que Violeta estaba embarazada. Si bien yo tenía 32 años, me sentía un adolescente de 19”, contaba Ingaramo quien ya viene fantaseando con tener otro hijo.
Por su parte, Violeta, quien está trabajando en la tercera temporada de Envidiosa (Netflix), ha compartido su deseo de que su hija crezca en un ambiente de libertad y expresión artística, similar al que ella vivió en su infancia. “Ese mismo espíritu bohemio que aprendí de chica se revela hoy en el hogar donde criamos a Lila”, sumaba Violeta, quien es hija de Mex, músico y actor como el papá de su hija.
Lila además tiene una crianza en la que comparte tiempo de calidad con sus padres y también tiempo a solas. Es que tanto el trabajo de su mamá como el de su papá a veces no se desarrolla en Buenos Aires. "Nos cubrimos. Si Viole viaja me quedó yo y rompemos un poco las reglas. Miramos tele hasta tarde. La verdad la despierto a mi hija todos los días, la llevo al jardín... Estoy mucho más tiempo con mi hija de lo que estuvieron mis viejos conmigo. Es un cambio radical", dice a Revista GENTE.
Y suma sobre cómo es su vínculo con Lila: "Es cada día más increíble. Pasan los días y, en un punto, es arena en las manos, porque se va... Ese cuerpito, esos canchetes, esa ingenuidad, esa vocecita... Toda esa cosa de la niña que va dejando de ser y que también se va convirtiendo en una persona que salió de uno. La verdad es que la paternidad es apasionante y disfruto mucho de poder compartirla con Viole".
De la bailanta de la Mona a la calle Corrientes

Este mes, Ingaramo dará un paso gigante en su carrera: estrena Mujer bonita en el Teatro Astral, el musical basado en la película de 1990, en versión argentina dirigida por Ricky Pashkus. Él encarna a Edward Lewis, el millonario que interpretó Richard Gere, y comparte escenario con Florencia Peña, en el rol de Vivian Ward. El debut es el 28 de mayo, pero la experiencia ya empezó mucho antes.
"Fuimos con Flor a Los Ángeles a recrear escenas de la peli en el hotel Beverly Wilshire. Una locura", contaba tras su viaje a Estados Unidos. La producción fue parte de la campaña de lanzamiento, pero también una especie de rito iniciático. "... Y eso que yo vengo de la Mona y del Sargento Cabral. Mirá hasta dónde me trajo la música", sumaba.
El cruce de mundos no lo incomoda: más bien es algo que celebra. En sus discos conviven el trap con el bolero, el RKT con la canción romántica. En su vida, la calle de Córdoba se entrelaza con las luces de la avenida Corrientes.
“Mi infancia fue esa: Mona, deporte, amigos y calle”, resume. Y eso, dice, es lo que también quiere transmitirle a Lila... La vida no pasa solo en las pantallas ni en los libros, sino que se aprende con el cuerpo, con el otro, con la risa y con el juego. “Bailar siempre es una buena idea”, concluye, como quien acaba de entender algo que sabe desde siempre.