“Como te ven, te tratan. Si te ven mal, te maltratan y si te ven bien, te contratan”, asegura la "Chiqui" en una de sus tantas frases icónicas que se fundieron en letra de molde en la cultura pop. Pionera de un ciclo inédito en el mundo (Almorzando con Mirtha Legrand) es reina de récords: desde hace 57 temporadas sabe cómo hacer alquimia y que la vean coqueta, lúcida y contratable a la vez.
Mirtha no sabe de “años sabáticos” ni de vacaciones, y no se amedrenta por compartir lo que piensa. Más allá de lo que puedan decir sobre ella, la diva que cree que es “milagroso” llegar a esta edad ejerce un estoicismo fuera de serie al evolucionar en la pantalla. "En realidad yo siento que tengo 50 años", le dijo ayer, mientras celebraba los 98 años, a Alfredo Leuco en Le doy mi palabra, por Radio Mitre.
Aguda, incisiva y meticulosa, no teme repreguntar, ser el aguijón en el zapato o generar cuestionados debates. Y aunque sabe que “bastante esfuerzo hace” (carajo, mierda –tal como exclamó en una grabación filtrada–) no tiene rollo alguno con las cámaras ni con la edad que tiene.
“No puedo creer haber llegado”, repite. Pero tampoco le quita el sueño el paso del calendario. Y a pesar de hasta haber “sobrevivido” a la reina Isabel II (que reinó ¡siete décadas!) la tiene sin cuidado si los cien le llegan o no. “No me imagino eso, dejo que la vida corra”, asegura siempre magnetizando el presente. Mientras a algunos los desvelan los balances, la Chiqui va el grano: “Yo vivo la realidad”.
A propósito de por qué la emociona su vida bajo los focos, dos cosas quedan claras: conducir la mantiene activa y su cerebro sigue trabajando. Ni hablar de su envidiable producción de tailleurs con camelias, peinados legranescos que consumen horas de brushing y tacones para tomar el té con amigos o salir al teatro. Incansable, siempre está a la altura de la leyenda que es.
Como cada 23 de febrero, la acuariana se convierte en la agasajada de su familia (secundada por la dinastía que integran Marcela Tinayre, Juana Viale y Ámbar de Benedictis) y amigos íntimos en su departamento sobre la Avenida del Libertador, en el barrio de Palermo. Esta vez, su ambientador, Ramiro Arzuaga, recoge el guante del historial de la diva que nació antes que la penicilina pero es perfecta chateadora: “La idea es decorar con fotos de Mirtha de todos los tiempos”.
De Villa Cañás al estrellato, y con récords en los bolsillos
Nacida en 1927 en Villa Cañás, Santa Fe, como Rosa María Juana Martínez Suárez, Mirtha y su hermana gemela, Silvia (más conocida como Goldie; 1927-2020), mostraron desde temprana edad una inclinación natural por el arte.
Mirtha debutó en el cine con Hay que educar a Niní (1940), compartiendo pantalla con la legendaria Niní Marshall. Este fue solo el comienzo de una carrera cinematográfica que la vería participar en 36 películas, incluyendo clásicos como Los martes, orquídeas (1941) y La patota (1960). Con su candidez, se convirtió en la gran estrella de la época de Oro del cine argentino.
Pero fue en 1968 cuando la Chiqui redefinió su legado al iniciar Almorzando con las estrellas, que luego derivaría en Almorzando con Mirtha Legrand, ciclo de inquebrantable longevidad que superó modas, planillas de rating y censura durante la dictadura. Además de un clásico, el envío continúa siendo considerado como un verdadero “mojón” en las carreras de políticos, artistas y personalidades de todos los ámbitos que consideran que “llegaron” cuando logran sentarse a su mesaza.
Hizo teatro (contabiliza 11 obras), TV (en 2012 regresó con La Dueña) y no le quedó nada por hacer. “Desde 1946 que amenaza con retirarse”, satirizó su amigo y productor, Carlos Rottemberg. Su capacidad para reinventarse y mantenerse relevante en tiempos de streaming y adicción de las redes sociales es un fenómeno cautivante. Como la realeza local que representa dentro del showbiz… no hay indicios de que la reina “abdique”. El romance con las cámaras será hasta el final.
Las tapas de Mirtha Legrand en Revista GENTE
Fotos: Archivo Grupo Atlántida
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