-Decís que siempre quisiste ser famosa, la pregunta es: ¿Por qué?
Sofía Gonet se sorprende ante la consulta. Piensa y analiza su propia frase, ensaya en su cabeza alguna respuesta, pero no la encuentra. Entonces, se sincera: “No sé”.
La influencer está sentada frente a las cámaras de GENTE para grabar lo que será la nota de su primera tapa en la revista. Detrás está su madre, Milena, quien la acompañará y la cuidará en cada detalle de una producción que se extenderá por 6 horas. Allí intentará encontrarle algún motivo a aquel deseo que siempre la acompañó.
“La verdad no sé por qué”, retoma la Reini (el apodo que obtuvo durante la pandemia cuando se hizo famosa en las redes sociales). “Desde muy chiquita pasaba que me preguntaban qué quería ser y yo decía ‘famosa’. No sé, era una necesitada de atención, como sigo siendo”, define.
Gonet tiene 25 años y ya no vive en Ramos Mejía. Hoy, instalada en Recoleta, la separa una hora de viaje de aquella localidad de la Zona Oeste de la que se “escapó” cuando un episodio que la marcó para siempre fue la excusa perfecta para animarse a cumplir el sueño de su vida: triunfar en las redes sociales.
De aquella situación extrema, hoy la influencer hablará como nunca. Pero para entender a la Reini del presente es necesario comprender a la del pasado. Así que primero, lo primero.
La infancia de Sofía Gonet y una adolescencia marcada por el bullying
Golosinas. Lo único que Sofía Gonet quería en su infancia eran golosinas. Pero su padre no la dejaba comer demasiadas. Por eso, ya hábil desde pequeña, la Reini encontró un insólito método para saciar su dulce apetito.
La abuela Nilda, fallecida hace unos 3 años, a quien durante esta charla definirá como "la persona más importante" de su vida, ideó el plan perfecto para malcriar a su nieta.
"Mi abuela fue básicamente mi segunda madre, me crió. Vivíamos en la misma casa y me acuerdo que me consentía mucho. Ella se las ingeniaba para darme gustos. Como mi abuela vivía abajo y yo en el piso de arriba, agarraba un balde, me lo tiraba con una soga, me lo subía y me pasaba las golosinas para que yo las comiera a escondidas. Me acuerdo muchas de esas tramoyas de mi abuela", rememora, en diálogo con GENTE.
-Mirá qué viva la abuela...
-Fue la persona más buena que pisó la Tierra. Solidaria, generosa. Atendía a todo el mundo. Era como muy dada, vivía para los demás. Para mí no existe alguien igual.
-¿Te quedó la mochila de tratar de ser como ella?
-No, todo lo contrario. Yo soy todo lo contrario a mi abuela. La amo, para mí fue la persona más buena del mundo, y yo no soy así de servicial. No te hago nada. Soy bastante egoísta. Ella era bondad pura. No, no me quedó esa mochila.
La personalidad de Sofía se formó en aquella casa del barrio cercano al Colegio Don Bosco donde convivió y disfrutó de su abuela. Pero también un poco en la escuela Santo Tomás de Aquino, el establecimiento educativo al que fue durante los primeros años de la Primaria y no la pasó nada bien.
"La pasé fatal en el colegio. No me gustaba estudiar, no me gustaba ir. Siempre llegaba a fin de año con el límite de las faltas. Amaba faltar, quedarme durmiendo. Nunca me gustó mucho. Tuve dos colegios yo. Primero fui al Santo Tomás de Aquino, en Ramos. Después me cambié al Instituto Federal en San Justo. Toda la parte del Santo Tomás fue…", comienza a relatar Gonet, pero se detiene.
"¿Viste el colegio católico?", pregunta. Y agrega rápidamente: "Yo soy medio anti colegio católico. La pasé fatal. Las preceptoras eran insufribles, los profesores eran insoportables. Muchas normas absurdas que a mí no me gustaban cumplir. Así que nada, ahí la pasé bastante mal".
-¿Por qué?
-No te enseñaban muchos valores. Estábamos todos muy en una en el curso. Después cuando me cambié al Federal ahí sí viví lo que era ir a un lindo colegio, más unido.
-Alguna vez contaste que sufriste bullying. ¿Qué te hacían?
-Cuando era muy chiquita era nada que ver a como me ven hoy. Era mega tímida, no hablaba, me daba vergüenza todo. Yo pasaba a dar un oral, esto te estoy hablando tipo 8 años, y se burlaban un poco de mí porque no hablaba y era muy callada. ¿Vieron de quién se burlaron?
-¿Pero qué pasaba?
-Me acuerdo de una vuelta que había pasado a dar una lección de música. Me puso una buena nota el profesor pero yo estaba temblando, tenía pánico escénico de pasar adelante de los 15 pibitos. Las chicas del curso vinieron a felicitarme y los chicos me tiraban papelitos. No se hace eso.
-¿Hubo otro episodio, además?
-Después me pasó muchas veces con un chico que me gustaba, medio que me cargaba. Una vuelta me hizo un chiste de que se quería poner de novio conmigo, todo el curso sabía que yo estaba muerta de amor con él, porque yo intensa desde chica, y le dije “no te creo”. Después, cuando le dije “bueno, está bien, sí, quiero”; me dijo: “¿Cómo voy a querer ser tu novio?”. Me partió el corazón.
-¿Volviste a hablar con él?
-Sí, después me puse de novia de verdad porque se terminó enamorando de mí y le rompí el corazón ochenta veces. Las cosas se dan vuelta en esta vida. Karma.
Sofía ríe. Recuerda cómo terminó aquella relación y parece disfrutarlo. Su presente luce inmejorable, pero no siempre fue así. "Fui bastante conflictiva. Era terrible. Me escapaba de mi casa", confiesa.
"¿Para qué me escapaba? Me gustaba salir a bailar mucho de chica y capaz mis viejos me decían que no saliera. Yo salía igual. Me hacía tatuajes a escondidas de mis papás. A la vuelta del colegio había un lugar en el que no te pedían autorización. Mis papás me daban 300 pesos para comprarme algo en el kiosco del colegio y yo con esa plata iba y me hacían un tatuaje o un piercing. Lo hacía para llamar la atención. Tuve muchas de esas secuencias. Muchas veces me puse en situaciones de riesgo posta por ser inconsciente total en la adolescencia", sostiene.
-¿Como cuáles?
-Subirme a autos de desconocidos, escabiar del vaso de cualquiera, ponerme muy en pedo, perder la consciencia, irme con cualquier persona. Esas cosas que no tomás dimensión de lo que estás haciendo. Eso fue más en la adolescencia, 16 o 17 años.
-¿Qué te tatuaste?
-Un álbum de Marilyn Manson, que era mi artista favorito.
-¿Era?
-Lo amo mucho, pero está muy cancelado. Así que, amor, vamos a hacernos los boludos… No lo banco públicamente, banco su arte. También me tatué un cuchillo en el cuello. Unas alitas también tengo. La fecha en la que me puse de novia con un chabón. Tengo mucha bizarreada. Pero nada, un pino, tengo tatuado un pino.
-¿En medio de toda esa etapa de búsqueda fue que empezaste a trabajar?
-Antes de terminar el colegio empecé a trabajar con mi papá. Tenía un restaurante en San Justo. Y ahí arranqué a laburar con él un año antes de terminar el colegio. Quería tener mi plata. Hice de todo: de moza, de cajera, de delivery. Cuando terminé el colegio no sabía qué era lo que quería estudiar. Pasé por una etapa en la que hice en la Universidad de La Matanza el curso de ingreso… Hice 20 cursos de ingreso. O sea, probé veinte millones de carreras. Llegaba al curso de ingreso, hacía dos clases y chau.
-¿Estudiaste marketing?
-En lo que más tiempo duré fue en marketing. A mí siempre me fascinaron las redes sociales, siempre me gustó mucho la fotografía, la edición, el maquillaje. Lo que hoy en día encontrás en mi perfil son las cosas que me apasionaron toda la vida. Siempre estuve en las redes intentando pegarla.
-¿Y cuando lo lograste con qué te encontraste?
-Para mí es hermoso, viste que mucha gente te puede decir muchas contras de la exposición, pero yo no. A mí me encanta. No tengo nada malo para decir del reconocimiento. De repente el hate te puede molestar un poco más, hay personas a las que les debe afectar muchísimo, pero no es mi caso. Me gusta que me reconozcan, que me saluden, que me digan cosas, que me cuenten cosas de sus vidas. A mí puntualmente lo que me pasa es que tengo un público que es mayormente femenino.
-¿Y eso en qué influye?
-Me pasa algo muy amigable cuando salgo a la calle y me encuentro chicas que me saludan, siento que somos amigas de toda la vida. Yo siento que tengo muchas amigas y me gusta…. porque de chica, cuando me hacían bullying, no tenía muchas amigas y las anhelaba.
-¿Por qué?
-Siempre fui de pocas amigas. Entonces a mí me pasa que…
-¿Cuántas tenías?
-En el colegio, en la secundaria tenía una. Entonces yo siempre anhelaba esto de tener amigas.
-¿Cómo se llama?
-O sea, tuve dos: Antonela, mi mejor amiga de la infancia; y después Daira. Pero perdí el contacto cuando terminamos el colegio.
-¿Por qué creés que tenías pocas amigas?
-Nunca fui muy sociable de chica. Era más callada, más reservada. No hablaba mucho.
-Hablamos de tu infancia y tu adolescencia, y ahora estamos llegando a los 19, que es cuando finalmente te vas de tu casa, ¿no?
-Ay… Sí, ahí empezó el desmadre.
Sofía Gonet: "Estuve amenazada de muerte"
Aunque Sofía Gonet habló en ocasiones sobre la tormentosa relación que tuvo con uno de sus ex, más precisamente con el hombre con el que se fue a vivir cuando tenía 19 años, nunca dio demasiados detalles sobre los episodios de violencia de género que padeció.
Hoy, seis años después de aquel doloroso momento, la influencer se siente fuerte y preparada para contar su verdad, incluso brindando detalles que nunca se animó a revelarles a sus propios padres.
En 2018, la vida de la Reini cambió por completo. Superado por la crisis familiar, su padre Federico decidió abandonar el hogar en el que vivían. Y eso, esa decisión tiempo atrás inesperada, desencadenó una serie de eventos desafortunados.
"Se peleaba mucho con mi mamá y se fue de la casa. Se destetaban, no podían hablar. Mi mamá siempre trabajó, pero más como ama de casa, ¿viste? No es que nuestro ingreso principal era el laburo de mi vieja, sino el de mi viejo. Pero mi viejo piró y dijo 'chau, me borro'. Y yo dije: 'Bueno, ¿qué hago?. Y me metí a trabajar en boliches. Y acá es cuando empieza el caos", explica.
-¿De presencia?
-Sí. En realidad duré, mirá, hasta para eso fui vaga, duré tres salidas de boliche. Y dije: “No, esto no es para mí”. Ahí yo conozco a un chico con el que me pongo de novia, y arranca el personaje de la Reini. Era más grande, era independiente, le iba bien, tenía plata, nos mudamos. Yo me mudo a un departamento con él por ahí cerca. Y después de un tiempo, en pandemia, arranqué a subir videos. Tenía una relación muy tóxica con esta persona y fue todo bastante caótico.
-En algún momento hablaste de una etapa oscura, ¿por qué?
-La época fue justamente porque este drama familiar me llevó a meterme en el ambiente de la noche que es horrible, jamás le diría a una mujer que se meta ahí porque es completamente oscuro. Y esto me llevó a conocer mi ex y esa es la época oscura, básicamente. Es que me puse de novia con una persona más grande. Claramente había mucha diferencia. O sea, estaba en pareja con una persona que…
-¿Como 20 años más grande, no?
-Quince… Mucha diferencia entre nosotros. Yo estaba conviviendo con él y sí… Capaz él salía mucho a bailar. Hubo un momento en el que yo dije “ya está, no quiero salir más”, que fue cuando me puse a estudiar, me metí en la facultad, en marketing. Me vi envuelta en una relación en la que yo no estaba bien. Esta persona tenía malos tratos, malas contestaciones, malos modos. Era muy mentiroso. Me hacía sentir encerrada. Prácticamente yo fui ama de casa con 19 o 20 años. Después me terminé separando porque me cagó.
-¿Por eso puntualmente?
-Que me haya sido infiel fue lo que me hizo falta para abrir los ojos y decir “me tengo que ir de acá”. Era una relación muy tóxica, me controlaba mucho. A ver… boludeces, pero…
-¿Qué es controlarte mucho?
-Me tenía básicamente con un GPS para ver dónde estaba yo todo el tiempo.
-¿Cómo con un GPS?
-Él tenía mi ubicación en todo momento para ver dónde yo estaba. También me enteré después que durante un año tuvo mi Instagram abierto y veía todos los mensajes que a mí me llegaban. Tenía un tema muy de controlar.
-¿Cómo te enteraste eso?
-Me lo contó él después de un año de relación. Yo, viste, nunca hice nada, no es que lo cagué. Entonces me lo contó como “ay, qué bien, te voy a contar que estuve un año con tu Instagram abierto y ahora confío en vos porque no me cagaste”. Era un enfermo serial.
-¿Qué le dijiste vos en ese momento?
-Fijate cómo normalicé esas cosas… Ni siquiera me sonó como una alerta, me di cuenta después de la gravedad de todo.
-¿Tu familia qué te decía?
-Justo era el momento en el que estábamos atravesando una crisis familiar y no contaba nada de todas estas cosas. Mi familia sabía que estaba con una persona más grande y yo lo vendía como el mejor hombre del mundo, que me trataba re bien, que era un ser de luz. Imaginate, yo no quería que mi familia supiera que era un psicópata ni nada de eso. Entonces yo fingía demencia.
-¿No lo conocieron?
-Creo que lo habrán visto una o dos veces, pero todo bien, todo normal. Puertas adentro la cosa era completamente diferente.
-¿Un día fuiste y se los dijiste?
-Cuando decido separarme porque había pasado esta cosa de la infidelidad, lo primero que hice fue ir a la casa de mi mamá y decirle que me estaba separando. Pero la separación fue bastante heavy y yo tenía que fingir que me estaba separando en buenos términos.
-¿Por qué fue heavy? ¿Qué pasó?
Gonet hace una pausa. Piensa, repasa la historia y consulta si puede contar algo muy fuerte. Entonces, lo hace.
-Cuando yo me separo... eh… yo estaba básicamente amenazada de muerte y tenía que fingir demencia con mis viejos, como si estuviera todo bien. Al mismo tiempo lo tenía al otro diciéndome que me iba a matar si yo estaba con otro, si nos separábamos y qué sé yo. Era bastante complicada la situación.
-¿Llegaste a hacer la denuncia?
-No, porque yo sabía que él estaba armado. Y él me amenazaba con eso. Fue traumático. Me tenía controlada, sabía dónde estaba, dónde no estaba. Él tenía mucho poder sobre mí porque yo en ese momento, cuando me separé, sí estaba teniendo mi independencia, tenía mi sueldo con marcas como para bancarme sola, pero era como que yo tenía que cambiar completamente todo. En esa situación, decidí fingir con mis viejos que estaba todo bien, que no estaba siendo amenazada de muerte. Y la verdad es que fue terrible ir hasta mi casa y llevarme todo.
-¿Cómo fue?
-Muy tranquila le dije a mi viejo: “Pa, me tengo que llevar todas las cosas del departamento, necesito que me des una mano”. Yo no quería estar nunca sola y aproveché justo que mi ex se había ido de viaje para en ese momento llevarme todo. Y desde ahí nunca más lo vi. Coincidió justo con un viaje que a mí me vino de diez.
-Paralelamente a toda esa cosa fea que te estaba pasando, estabas logrando lo que querías en redes. El contraste era muy fuerte.
-Sí, porque ahí fue cuando yo arranqué a trabajar con marcas. Yo decía “wow, se puede vivir de esto”. Antes lo consideraba más un pasatiempo, un hobby. Pero las marcas estaban interesadas en mí y podía laburar de esto. Estaban las dos cosas sucediendo al mismo tiempo.
-¿Dónde encontraste la fuerza para romper con eso y empezar otra vez?
-Era lo que había que hacer. No me quedaba otra. Yo sabía que tenía que irme sí o sí de esa relación, que no tenía que hablarle nunca más en la vida. De alguna u otra manera me las tenía que ingeniar para arreglármela sola y poder irme de ahí. Fue más un instinto de “corto todo, no le hablo más, voy a lo de mis viejos, me consigo un departamento y que nadie sepa a dónde me estoy mudando”. Fue todo así, muy extremo lo que viví.
-¿A quién te aferraste?
-A mi mamá, mi tía. Mi papá también. Mucha contención familiar.
-¿Cuándo lograste hablar con tu mamá y tu papá?
-Una vez que ya me separé les pude decir que mi ex no era como yo se los había pintado, había un montón de situaciones que estaban mal. Y después creo que se enteraron en una nota que hice para Para Ti. Nunca me gustó entrar en detalles porque me daba vergüenza.
-No te tiene que dar vergüenza. De hecho, pudiste salir.
-Pero hay algo con el tema de contárselo a mi viejo. Me pesaba mucho. No quería que lo supiera, que no viera nunca mis redes sociales, que no se enterara nada de todo esto que me pasó.
-¿Por qué con tu papá te pasaba eso?
-No sé por qué era con mi viejo. El padre siempre esta cosa de la protección, de la hija, de esto, de lo otro…
-¿Cuando se lo contaste qué te dijo él?
-Es que nunca se lo conté directamente. Fue un “bueno, está medio loco”. Lo minimizaba mucho. Entonces él pensaba que no era grave. Yo te digo: con mis viejos fingí demencia hasta el día de la fecha. Mi papá se fue enterando de clips míos de cosas que yo conté y me dijo que lo quería matar.
-¿Esto no se lo contaste nunca?
-No. Nunca entré en detalle de cosas que me pasaron ni por qué.
Sofía se sincera. Respira y toma un trago de agua. Pasaron cuatro años desde una de las peores etapas de su vida y siente que ahora todo es diferente. "Hoy puedo decir que estoy en mi mejor momento", asegura.
"Estoy en un desarrollo de personaje. Estoy encontrando mi nueva personalidad. Yo tengo una por mes. Depende mi aburrimiento. Ahora estoy con esta, la del pelo corto. Estoy en la búsqueda constante. De qué no sé, pero estoy en la búsqueda", bromea.
-¿Te estás conociendo?
-Sí, me estoy conociendo ahora en esta nueva etapa.
-¿Cómo fue tu 2024?
-¿Estamos en 2024? Increíble. Este año viene siendo fabuloso.
-¿Por qué?
-Es mágico. Me desvinculé de las cosas que me tenía que desvincular. Pude soltar a la gente que no me estaba sumando, que me estaba haciendo mal. Pude evolucionar un montón. Más allá de las marcas, siento que fue un año en el que crecí mucho y entendí un montón de cosas. Sigo en esta búsqueda total de entender qué es lo que me gusta comunicar y cómo. Siento que fue un año muy bueno internamente. Pude soltar las cosas que me hacían mal y quedarme con lo bueno. Hoy estoy rodeada de gente que es grosa y que no tiene malas intenciones. Mi familia está unida otra vez, todo es increíble. Cruzo los dedos, espero que siga así.
Fotos: Miranda Lucena
Videos: Candela Petech.
Edición de video: Mailén Ascuí.
Edición fotográfica y arte de tapa: Darío Alvarellos.
Retoque digital: Gustavo Ramírez.
Management de Sofía Gonet: Nicolas Di Raimondo para Di Raimondo Agency.
Maquillaje: Sara Pereyra Iraola.
Pelo: Bruno Incicco para Mala Peluquería.
Estilismo: Carolina Maxwell.
Looks: Pucheta Paz (blanco) y Sadaels (negro).
Accesorios: Ginger joyería.