Enviada especial a Mar del Plata
A una semana del inicio de la exitosa temporada de verano de OLGA, transmitida desde el parador Helena Beach, Lucas Fridman se hace un espacio en su abultada agenda para hablar sobre su rol fundamental en uno de los canales líderes del streaming. Con casi 12 horas dentro del estudio, aún se encuentra ajustando algunos detalles de la programación que acaban de estrenar.
Si bien aclara que le posar para las cámaras no es lo suyo, se muestra predispuesto y tranquilo. En medio de las primeras tomas, un grupo lejano le grita. Son Grego Rosselló, Nati Jota y Gime Accardi. Parte del equipo de la señal está disfrutando del sol y de la playa con otros amigos y colegas. Sin dudarlo, él le pide a ellos que se sumen en una foto grupal que retrata cómo son sus días en Mar del Plata.
Minutos después, pide sentarse en la sombra para comenzar con la entrevista mientras pide permiso para fumar un cigarrillo. Sin tocar su celular durante 40 minutos y en medio de una semana muy ardua en lo laboral, se presta a contar algunos datos desconocidos de su vida, cómo es el funcionamiento de OLGA y cuál es la clave de su relación con Migue Granados.
Hijo de un ingeniero y de una actriz (Gabriela Izcovich quien participó en ficciones nacionales como Tiempo de valientes y División Palermo), Fridman absorbió la meticulosidad de él y el arte de ella, aunque hace un tiempo se enteró de una coincidencia inesperadísima con su progenitor.
Hoy, a sus 38 años, se encuentra al frente de uno de los éxitos que dejarán huella en los medios de comunicación, pero asegura que no vive para trabajar y destaca la importancia del ocio para airear sus ideas. Además, aunque eso no sea lo suyo, se anima a hablar sobre su relación que ya lleva 6 años con Paula Castellano.
La cabeza creativa de OLGA: cómo se crea y lleva al aire un programa
—Hace una semana arrancaron la temporada de verano de Olga, ¿pudiste desconectar en algún momento?
—Por ahora no, pero espero que más adelante pueda. Recién estamos arrancando...
—¿Creés que va a ser posible el momento de desconexión?
—Sí, yo creo que sí. Todavía no lo viví. Estoy viniendo muy temprano para acompañar a los chicos de Paraíso Fiscal. Es un grupo nuevo y tenemos que estar con ellos...
—Son personas que tienen bastante recorrido y experiencia, ¿qué es lo que tenés que acompañar desde tu rol?
—En este caso, es un equipo nuevo y hay que estar atento a cualquier cosa que surja. Siempre armamos una especie de puntapié inicial para un programa y se piensa por dónde debería ir. Tenés que verlo y escucharlo para darte cuenta de qué funciona y qué no. Uno tiene que estar prestando atención si esa teoría funciona en la práctica o no. Siempre hay algo para ajustar.
—¿Cómo se lleva un programa de la teoría a la práctica?
—Uno flashea que serán unas vacaciones, o sea: es un imaginario. Desde el armado tratamos de equilibrar las energías de la gente y de imaginar cómo puede funcionar ese grupo humano y cuál puede ser la combinación de ellos.
—Es como ser Recursos Humanos del entretenimiento...
—Exacto. Vas pensando qué puede sumar cada uno y cómo se van a llevar. Además, ellos van poniendo su impronta. Hay que confiar en el criterio de ellos porque por algo los elegís y se tienen que sentir libres y contentos, pero con estructura. La típica es que pensás ideas que pueden estar buenísimas y no funcionan. También pasa con cosas que uno no les tiene tanta fe y quedan increíbles.
—Basándonos en el último año de OLGA, casi no se notan esos fracasos...
—Es que al estar tan expuesto los fracasos los capitalizás. Yo creo que muchas veces están en pequeñas secciones que pensaste que podían estar bien y no. En nuestro caso, por suerte, suelen ser cosas más chiquitas. Estás todo el tiempo aprendiendo. Son muchas horas de contenido y de aire. El desafío también es no aburrirse y generar cosas nuevas.
—¿Estás detrás de todos los programas de OLGA?
—Sí, de todos. Cuesta a medida que se van sumando programas, pero es mi responsabilidad.
Su rol como conductor y el vínculo con sus fans
—Estás en la co-conducción y ya la gente te reconoce en la calle...
—Tengo algo muy a favor que es que la gente que me saluda se acerca con muy buena onda. Veo en famosos de la tele que la gente va y les pide fotos. A mí se me acercan y te das cuenta de que te quieren. Es un vínculo un poco amistoso. No me estresa ni me disgusta para nada.
—Si esos acercamientos son tan amistosos significa que lo que estás queriendo transmitir está llegando de manera correcta.
—A mí no me interesa ser famoso en sentido masivo. Me gusta este vínculo que estamos teniendo desde el stream hablándole a una comunidad. Por otro lado, no lo termino de afrontar. Me sorprendo mucho cuando estoy en otra ciudad caminando y alguien me llama por mi nombre. Lo primero que pienso es que es un compañero del primario del que no recuerdo la cara...
—¿Te gusta esta faceta?
—La disfruto un montón. Me gusta y se dio naturalmente porque yo siempre fui productor. A medida que fueron aumentando mis participaciones al aire, que fueron graduales, terminé quedando. De hecho, pasé a la conducción para reemplazar a Julián Lucero. Fue natural porque había que resolver algo puntual y Migue me dijo que pase a la mesa. Yo le dije que pasaba, pero mientras íbamos a buscar un reemplazo. No sabía si iba a querer, poder y si iba a funcionar.
—¿Era por un tema de tiempo o miedo a mostrarte más?
—Era un miedo total a la exposición y a no saber si lo iba a poder hacer bien. Con la producción me siento cómodo y eso era todo un desafío. Hoy habitamos las redes sociales y hay muchos comentarios. Esa transición sirvió porque entré como una prueba para cubrir un bache y terminó siendo algo fijo. En ese interín previsorio yo estaba tranquilo y al final me quedé.
—¿La repercusión de la gente con tu incorporación te gustó?
—Yo me siento bien. Siento que recibo buena onda en general. No recibo hate ni nada que me asuste. No estoy en un lugar de riesgo. Siempre recibí comentarios muy lindos y siento que mi trabajo es entrar en sintonía con una mesa que está buenísima. Migue es un chabón recontra talentoso y me río genuinamente de él. Yo también quiero que él me haga reír y le dejo las pelotas picando para pasarla bien.
Cómo es su relación con Migue Granados más allá de OLGA
—¿Hay límites en esta relación de amistad y trabajo con Migue Granados?
—Yo creo que hay algo que nos protege bastante y es que nos queremos mucho. No siento una cuota de maldad porque todo es desde la buena leche. Yo creo que hay algo clave y es que él me dijo cuando empezamos a trabajar juntos: "Yo necesito que nosotros podamos decirnos todo". Hay una cuota de sinceridad total y habilita una discusión franca y sincera. Es una relación como de hermanitos. Es muy sincero y sano porque no te atragantás nada. Eso es lo que nos permitió sobrevivir en todos estos proyectos tan intensos.
—¿Hay relación fuera de lo laboral?
—Recontra. Igual siempre terminamos hablando de trabajo en algún momento, pero tenemos esos espacios. Salimos mucho a comer... Mi novia y la pareja de él son muy amigas entre ellas. A veces vamos a comer los cuatro juntos o a veces vamos los fines de semana a comer a la casa de ellos. A mí me toca hacer el asado porque él es muy mal asador... En un par de semanas nos vamos a ir a Uruguay... Tratamos de armar planes diferentes para divertirnos.
—Asumo que cuando meten un gol laboral se festeja el doble.
—Y sí, porque hay algo del transitar juntos que es lindo, porque también recordás todo lo que nos llevó hasta acá. Desde las tomas de decisiones, momentos de estrés y cosas que hicimos que nos salieron bien.
—Pasaron muchas cosas juntos en los últimos 8 años.
—Uff, un montón de cosas. Hicimos Últimos Cartuchos en Blue y en Vorterix, La Cruda para Spotify y luego el armado de OLGA.
—Uno piensa en esos programas y de inmediato se relacionan con Migue, ¿son cosas que piensan en conjunto o de dónde surgen?
—Hay un estilo que está muy apalancado en Migue, pero es un universo más grande. Las figuras que elegimos nos gustan a los dos, pero tienen que ser distintas porque si no queda muy cerrado. El canal tiene mucho de su espíritu, obviamente.
—¿Qué planean juntos a futuro?
—Estamos armando la programación de 2025, que es un enorme desafío. Va a empezar en marzo y estamos proyectando todo el evento de cosas que queremos hacer. El año pasado los days que hicimos tuvieron mucha repercusión, pero son parte de nuestra identidad. Es algo que nos gusta hacer bien. Estamos pensando en los eventos del año que viene, ya sean viajes o eventos musicales...
—Entre todo eso lograron entrevistar a Lionel Messi, ¿qué otro personaje de esa magnitud les gustaría?
—Estaría bueno hacer a Antonela Roccuzzo... Yo no soy tan fanático de los "inalcanzables". Me gusta más cómo son los contenidos generales en el día a día más allá de los hitos. Tenemos que pensar en la compañía de las personas que nos eligen todos los días. Mi obsesión va a ir más por ver qué podemos ofrecer en el canal de YouTube, pero me gustaría producir cosas más elaboradas, como ficciones.
De la carrera trunca de derecho a la composición musical y el inesperado consejo de su mamá
—Estudiaste composición musical, ¿de dónde te surgió estudiar esa carrera?
—Siempre me copó la música de chiquito. Yo flasheaba desde escuchar a María Elena Walsh. La que me abrió la idea de ponerlo en práctica fue la mamá de un amigo de la primaria, tipo a los 7 años. Fui a su casa y la vi con una guitarra, me enseñó un par de acordes. Volví a mi casa y les dije a mis viejos que quería aprender y me bancaron de una.
—¿Eras muy aplicado?
—Sí... Creo que es porque fui al Colegio Nacional Buenos Aires y era muy exigente. Se te arma un perfil más estructurado que un poco me ayudó en algunas cosas y en otras no.
—¿En cuáles no te ayudaron?
—Siento que te vuelve una maquinita productiva que no sé si está buena. En mi caso, el colegio impidió que pudiera profundizar en la música porque tenía que estudiar muchísimo química, biología, matemática... Yo salí del colegio y me puse a estudiar derecho porque era un impulso... Venía medio esquivándole a la música como carrera. Además, algo que me pasaba es que cuando vos empezás a estudiar música pasa algo difícil de afrontar: te rodeás de compañeros que también estudian lo mismo y ves los niveles de talento que se pueden tener. En la comparativa no me sentía con tanta confianza para estudiar música.
—¿Por eso te mandaste a estudiar derecho?
—Sí, una parte quería hacer algo musical, pero lo reprimí. Hice el CBC. El tema fue cuando a mis viejos les dije que no iba a seguir la carrera. Mi papá es ingeniero y mi mamá es actriz. A ella le costó un poco más porque padece el tema de ser artista y los ingresos económicos.
—¿Te sorprendió por parte de ella, teniendo en cuenta que es artista?
—Ella me lo planteó muy seriamente. Me dijo: "A mí me cuesta un montón y tengo muchos amigos a los que les pasa lo mismo. La realidad general del artista es que cuesta". Siento que ella temía que yo sufriera lo que ella sufre.
—Tampoco te frenó en tomar la decisión...
—Sí, porque yo siempre me tranquilizo pensando que no es algo definitivo. Yo le dije que lo entendía y que me daba el mismo miedo, pero que me dejara probar un año. Yo tenía la necesidad de ver cómo me iba...
—¿Y tu papá qué decía mientras?
—De una me dijo que sí. Me sorprendió porque abrió una beta familiar. Recién ahí me enteré de que él había querido estudiar la misma carrera y su papá no lo había dejado. Él me dijo: "Yo lo quise hacer y no pude. Si esto te hace feliz, hacelo". Mi abuelo le dijo que tenía que estudiar algo que diera plata y lo mandó a estudiar ingeniería. Se nota que él lo había padecido mucho y por eso me alentó. Además, ese tipo de decisiones se toman distinto cuando estás más o menos cubierto económicamente. Era una decisión que planteé y tenía un entorno familiar que me bancaba. Entonces, sentí que era menor el riesgo y que iba a tener un tiempo para el volantazo.
—No muchos pueden tener esa consciencia de clase y decirlo con tanta sinceridad.
—Hay algo del pensamiento crítico que es clave para ubicarte en tiempo, espacio y situación. Me ayudó a aprovechar las oportunidades. Yo creo que hay muy pocas personas que realmente pueden saltar al vacío. Si no lo aprovechamos los que podemos hacerlo, es una injusticia... No me parece no hacer algo por una cuestión de culpa.
—A casi 20 años de haber terminado el colegio y de tu decisión de cambiar de carrera, ¿qué piensan tus papás?
—No lo pueden creer. A mi vieja la vuelve loca el nivel de convocatoria que tenemos... No lo puede creer. Ve que todo es en pos de hacer algo lindo y cultural. Creo que se enorgullece.
—Podría estar en una de las series de OLGA, ¿no?
—Me acabás de dar una idea y la voy a tomar. Me gustaría hacer algo con ella porque es buena actriz.
—¿Y tu papá?
—Mi viejo no la puede creer. Yo creo que están orgullosos.
Cómo fueron sus primeros pasos en la radio cerca de la Negra Vernaci y Mario Pergolini
—¿Arrancaste composición y te encontraste con esos fantasmas que temías de la comparación?
—No, porque me recopé y me reestimuló. Me encantó y la pasaba bien. A mí me escriben muchos pibes o pibas que están empezando a estudiar. Para mí hay algo clave, que es anotarse en carreras que, más allá de la salida laboral, te den ganas de aprender. Ese motor te lleva adelante. Para mí sentarme a estudiar música era desbloquear un conocimiento.
—Mientras vos hacías la carrera, ¿de qué te imaginabas trabajando?
—Yo quería hacer música para películas y publicidades. Ese era mi norte. Me copaba mucho. En paralelo tenía mis bandas. Intentando hacer eso empecé a estudiar producción musical. Eso fue lo que me terminó llevando a la radio. Tenía un amigo que necesitaba editar unas piezas para la Rock and Pop y me dijo de hacerlo juntos. Ahí empezó toda la otra faceta...
—Sin buscarlo estabas trabajando en radio...
—Sí, y me encantó. Estuvo buenísimo porque todo lo que aprendí en medios lo aprendí haciendo. Había algo mío de querer aprender todo. Todos ahí eran de primera línea. Me cruzaba a la Negra Vernaci y me daba miedo...
—Y ahora ella terminó haciendo un programa en OLGA...
—Sí, la vida es increíble. Me decía "Rulo" porque no se sabía mi nombre.
—También estabas con Mario (Pergolini)...
—Ahí tuvimos poquito cruce porque al poco tiempo se fue a armar Vorterix. Después pasé a Metro y nos cruzamos 8 años después.
—¿Qué aprendiste de él?
—Aprendí a tratar de ser claro en el diálogo. No dibujarla ni caretearla. Me parece que es importante mantener cierta sinceridad. Él es muy directo y lo valoro. Hay mucho caretaje en los medios.
—¿Y en lo laboral?
—No lo conocí tanto porque no teníamos un trato muy diario de seguimiento de cosas. Nunca lo vi mucho, pero me acuerdo de sus épocas en Rock and Pop, donde él le daba una gran importancia a la música y al contenido musical. De él saqué que transmitir un concierto era un contenido buenísimo para acercar a la gente. Me parece que con Mario a la cabeza se dio mucho eso de eventos, estar en el backstage de músicos, salir a la calle...
Cómo vive Lucas Fridman su presente laboral y amoroso
—¿Frenás en algún momento a decir: "Listo, lo logré"?
—Un poco sí, pero con mucha cautela porque le tengo respeto al sube y baja. Sé que las cosas cambian de un día para el otro y hay que estar atento a no enfrascarte en tus propias ideas porque tienen un límite.
—Estando tantas horas con todos los programas de Olga, ¿cómo hacés para nutrirte creativamente?
—En ese sentido, a mí las redes sociales, que son súper tóxicas en algún punto, me hacen ver un montón de cosas que por ahí no tendría forma de ver. Si veo algo interesante, después voy al origen de eso. Miro mucho y me meto más a fondo. En lo que creo mucho es en el ocio. Para mí es productivo. Desconectar dos días de la semana y leer unas hojas de un libro me renueva.
—Estás en pareja hace un montón de tiempo, ¿cómo es salir con alguien que no es del medio?
—¡Me encanta! Me gusta que sea así porque ella vivió conmigo todo este flash de OLGA. Vio todo el proceso y sabe todo lo que tengo de laburo atrás. Me conoce bien. Siento que me gusta que sea una persona que me haya elegido antes de todo esto. Hay algo muy genuino.
—¿A qué se dedica ella?
—Es ambientóloga. Me copa ese tema porque ella tiene los pies puestos en la tierra y me baja mucho. Es una buena persona con mucha consciencia. Todo el tiempo está complementándome. Yo a ella también, y es lindo.
Fotos: Rocío Bustos.