La historia de amor de Cecilia Amenábar y Gustavo Cerati: quién fue su célebre “Cupido” y a qué mandatos se rebelaron – GENTE Online
 

La historia de amor de Cecilia Amenábar y Gustavo Cerati: quién fue su célebre “Cupido” y a qué mandatos se rebelaron

Una llamada inesperada, un encuentro clandestino y un romance que desafió todo. Así recordó la exmodelo y DJ chilena los inicios de una relación que tenía todo en contra, hasta la diferencia de edad.
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“Contaré hasta tres/ Y llamaré a tu puerta/ Yo te llevo para que me lleves”, cantaba Gustavo Cerati (1959-2014) en Amor Amarillo, el álbum en el que destiló el amor iluminado que compartía con Cecilia Amenábar (53). La DJ y modelo chilena, quien se casó con el líder de Soda Stereo el 25 de junio de 1993 en la parroquia Sagrada Familia de Santiago de Chile, estuvo a su lado hasta 2002 y es madre de sus hijos, Benito y Lisa. Recientemente, recordó el primer instante que unió sus destinos.

Tal como lo describiera Cerati, fue un “feroz flechazo” en una conferencia de prensa de Soda Stereo: “Me encantó. Ahí comenzamos una relación intermitente, viviendo cada uno en su país, con cartas y llamadas telefónicas”. La situación estaba lejos de ser fácil: Cecilia era 12 años menor, vivían en distintos países y Gustavo estaba en pleno proceso de separación.

“Era 1988, suena el teléfono y la nana dice: ‘Cecilita, la llama su tío’. Eran las 12 del mediodía, y mi tío me dice: ‘Ceci, en un ratito voy a una conferencia de prensa al Hotel Crowne Plaza. Yo sé que te gusta Soda Stereo y me están mandando a reportearlos’”, rememoró Cecilia en una entrevista con una radio chilena.

El flechazo inicial: Cecilia Amenábar conoció a Gustavo Cerati en 1988, en una conferencia de prensa de Soda Stereo en Santiago de Chile. Ella asistió gracias a un permiso especial de su madre y al apoyo de su tío.

Su madre, fanática de Los Beatles y enamorada de George Harrison, entendía perfectamente lo que significaba tener un ídolo. “Mi mamá era bien brava, pero por empatía me dio permiso”, explicó.

Así comenzó todo. Su tío la pasó a buscar y llegaron al subsuelo del hotel donde se desarrollaba la conferencia de prensa. “Yo era la única chiquilla, con los pelos teñidos de blanco, así medio new wave, vestida de negro y con el pelo sucio porque no me había bañado; estaba enferma. Me siento atrás con mi tío, súper piola, mirando la situación. Gustavo me cachó al tiro y no me dejó de mirar. Yo trataba de no mirarlo, estaba muy nerviosa. Decía: ‘Me tengo que ir de acá’”, relató Cecilia.

Su historia de amor comenzó de manera intermitente, entre cartas y llamadas telefónicas. Cecilia enfrentó la oposición de su madre, quien le escondía cartas y bloqueaba llamadas, preocupada por la diferencia de edad, la condición de Gustavo como hombre casado en proceso de divorcio, y su vida como rockero.

La conferencia terminó, y mientras ella se disponía a irse con su tío, Gustavo se acercó y le tocó el brazo: “‘Hola, hola, ¿qué tal? ¿Vos quién sos? Yo soy Gustavo’. Me temblaban las piernas. Le dije que me llamaba Cecilia y él me invitó a un programa en Canal 13 esa noche. Pero le dije que no, que tenía que volver a mi casa”.

Ahí entró en escena el “Cupido” de esta historia, Charly Alberti. Mientras entrevistaba al baterista, el tío de Cecilia fue testigo del puente que Charly comenzó a construir: “Gustavo me dice que si querés venir a la noche, ¿por qué no venís con amigas?”, recordó Cecilia. Finalmente accedió, y le pidieron su número para pasar a buscarla.

Cecilia y Gustavo se opusieron a todo: mandatos y resistencias familiares.

Esa noche, Cecilia asistió junto a su amiga Paula Bascuñán. “Llegamos al hotel, baja la banda y fuimos en auto con ellos. Imaginate, no lo podía creer, era como una película”. Gustavo no perdió el tiempo: “Se me sentó al lado, me daba la mano, a full. Él avanzó, pero yo soy re tímida. Ese día empezó todo, pero no pasó nada, ni siquiera nos besamos. Fue una situación muy adolescente”.

Al día siguiente, Cerati volvió a invitarla, esta vez al rodaje de un videoclip en Ritoque. Pero Cecilia tuvo que rechazarlo nuevamente: “Mi mamá me decía: ‘A las 21:15 te quiero en casa’. Él me llamaba todas las noches. Yo tenía que ir a otra casa para devolver las llamadas porque, si mi mamá se daba cuenta de que hablaba con alguien en Argentina, me mataba”.

La relación no fue fácil. La madre de Cecilia, al percatarse de que la cosa iba en serio, comenzó a bloquear el romance: le escondía cartas y colgaba el teléfono. “Él era casado y se estaba separando. Mi mamá me decía: ‘¿Qué hacés con un hombre así, doce años mayor y rockero?’”. Incluso su padrastro llegó a burlarse: “‘Cecilia, ¿cómo te puede gustar si parece un hermafrodita?’”.

A pesar de todo, el amor persistió. “Gustavo la luchó mucho, porque tenía que luchar contra mi mamá”. Cuando Cecilia quedó embarazada de Benito, su madre finalmente aceptó la relación. “La verdad es que fue un padre espectacular. Me amaba por sobre todas las cosas, y su familia era súper amorosa”, concluyó.

Manuscrito original de Gustavo Cerati. Primera carta que le escribió a Cecilia Amenábar y que luego se convertiría en canción.

Una boda que desafió todo

La boda de Gustavo Cerati y Cecilia Amenábar, celebrada el 25 de junio de 1993 en Santiago de Chile, culminó con una fiesta en el Club de Polo de Vitacura. La familia de Cecilia, socia del club, enfrentó consecuencias inesperadas: al día siguiente de la celebración, fueron expulsados de la membresía.

Aunque no se especificaron públicamente las razones exactas de la expulsión, se presume que la naturaleza de la fiesta, posiblemente más animada o fuera de las normas tradicionales del club, pudo haber influido en esta decisión. La presencia de músicos y artistas, junto con una atmósfera festiva propia del mundo del rock, podría haber contrastado con las expectativas conservadoras de la institución.

A pesar de su gran popularidad, Cerati optó por celebrar su boda sin excesos, eligiendo un ambiente cálido y sencillo.

Cecilia llevaba un vestido de novia que perteneció a su madre, reinterpretado en una versión mini y acompañado por unas botas acordonadas forradas con la misma tela. Gustavo, por su parte, eligió un look diseñado por Andrés Baño, ícono del under, con un toque new romantic: saco de lamé, camisa con jabot y calzas de lycra negra. Mientras sonaba un CD de Spectrum, Gustavo esperaba en el altar, acompañado por su madre, Lillian Clarke de Cerati, y su suegra, Cecilia Granella Goich.

El rol de Charly Alberti: Fue un mediador clave en los primeros acercamientos, conectando a Cecilia con Gustavo al invitarla a eventos y salidas con la banda.

Los otros romances de Gustavo

Ícono del rock latinoamericano, Cerati tuvo varias relaciones sentimentales que dejaron huella en su vida y obra. Antes de alcanzar la fama con Soda Stereo, mantuvo un noviazgo con Silvia Fernández, a quien conoció en un baile de carnaval en Buenos Aires y a quien sus amigos llamaban “Silvana”. Esta relación juvenil fue significativa en sus primeros años, pero culminó cuando Gustavo decidió enfocarse plenamente en su carrera musical.

En 1987, Cerati contrajo matrimonio con Belén Edwards, una diseñadora argentina. Sin embargo, su unión fue breve, y se separaron en 1989. Posteriormente, en 1992, conoció a Amenábar, verdadera musa inspiradora y parte creativa del álbum Amor Amarillo, donde intervino como vocalista y actuó en videos como Te llevo para que me lleves.

El amor en sus letras: Cerati expresó este romance en canciones del álbum Amor Amarillo, donde reflejó la intensidad y la luz que marcaban su vínculo con Cecilia en aquellos años.

Tras su separación de Amenábar, Cerati mantuvo relaciones con distintas figuras del ámbito artístico, como la cantante Déborah de Corral, quien previamente había tenido una relación con Charly Alberti, baterista de Soda Stereo. Más adelante, sostuvo un romance con la actriz Leonora Balcarce y, en sus últimos años, con la modelo Chloé Bello.

Fotos: archivo Grupo Atlántida, redes sociales y Flaco Stereo.

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