La fuerte historia de Pablo Agustín: por qué esperó a que muriera su padre para salir del clóset y cómo eso cambió su vida – GENTE Online
 

La fuerte historia de Pablo Agustín: por qué esperó a que muriera su padre para salir del clóset y cómo eso cambió su vida

El youtuber se abrió como nunca en diálogo con +GENTE y relató su vida: una infancia complicada, la aceptación que llegó a los 17 años y un presente libre de prejuicios.
Por Gabriel Orqueda
Celebrities
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En los 12 años que pasaron desde que empezó a subir videos a YouTube, Pablo Agustín no sólo se convirtió en una de las personalidades de internet más conocidas de Argentina, sino que probó de todo: la actuación, la conducción, la música, el stand-up y la escritura.

Más de 1 millón de suscriptores en su canal siguen sus videos en la intersección humorística de actualidad y cultura pop, y sus ocasionales entrevistas con famosos. Más allá de esta exposición, a Pablo no le resulta tan usual el lugar de entrevistado: “No me gusta porque no me gusta escucharme después”, dice en su conversación con Juan Abraham, editor general de GENTE. “Sueno como muy soberbio, cuento cosas de mi vida y digo, ¿a quién le importa?”, suma.

En este reportaje para +GENTE, el ciclo de encuentros con referentes LGBTQ+, Pablo comparte sus reflexiones sobre la discriminación, su camino hacia la aceptación de su sexualidad y su perspectiva sobre el presente de las personas del colectivo. Pero la conversación comienza desde antes, cuando cuenta los recuerdos de su primera infancia y cómo fue la vida para ese niño ansioso que a los 4 años hablaba de depresión y de grande tuvo que aprender a navegar sus problemas de salud mental.

-¿Cuál es el primer recuerdo de tu vida?

-Mis recuerdos empezaron a los 4 años, ponele, del jardín. Siento que es como el capítulo de Marge cuando le empiezan a preguntar por el miedo de los aviones y de repente se acuerda que le pasó de todo (risas). Me acuerdo, de ir al jardín y largarme a llorar y querer irme y decirle a la directora que estaba deprimido con 4 años. Es una anécdota que la recordamos mucho con mi madre.

-¿Te la acordás vos o te la contó tu mamá?

-Me acuerdo yo. Arranqué a ir a los cuatro y para mí era todo nuevo: los compañeritos, sociabilizar con gente de mi edad. Yo era medio asquerosito, sigo siendo medio asqueroso. No me gustaban los gritos. Entonces, de repente, cuando voy al jardín, tipo, todos los pendejos gritando, llorando, algunos se meaban, se cagaban, te volcaban el jugo y yo estaba como ”esto es un zoológico”. Un nene que me dio una patada en la boca en el tobogán, había una nena que escupía, otra que mordía… Entonces agarré y, como era todo un quilombo y la maestra no sabía para qué lado ir, estaba como cuidando los nenes todo el tiempo, entonces yo aprovechaba que no estaba mirando y me iba, daba vueltas solo, y me venían a buscar y me cagaban a pedos. En un momento me harté. Fui a la puerta de la directora y le dije que llame a mi mamá porque yo estaba deprimido y me quería ir.

Pablo Agustín es uno de los youtubers más exitosos de la Argentina.

-¿Por qué creés que dijiste que estabas deprimido?

-Se lo habré escuchado a mi mamá decirlo, seguramente.

-¿Tu mamá tenía algún problema con la depresión?

-Sí, ansiedad, ataques de pánico, y después los tuve yo, obviamente, porque que un chico de 3 años diga "estoy deprimido", raro, ¿no?

-La depresión te atravesó en un momento de tu vida adulta. ¿Qué es lo que sentías en esos momentos?

-No voy a revelar mi diagnóstico acá, pero lo que sentía era una especie de distimia. Una depresión que es larga a lo largo del tiempo, pero no es tan notoria o imposibilitante como para sonar alarmas. Yo podía funcionar y hacer mis cosas, pero veía todo con un velo oscuro, el lado más negativo de las cosas. Tener pensamientos del estilo "el universo está en mi contra". Creer que todo siempre va a salir mal, y después termina saliendo mal y sos vos mismo el que hace que esas cosas salgan mal.

-Claro...

-Es muy difícil de entender porque es algo que funciona a un nivel más inconsciente, lo aprendí después con terapia. No lo haces a propósito. Hay una parte inconsciente tuya que se siente cómoda en el sentirse mal, ¿entendés? Entonces siempre te lleva para el mismo camino, para que estés en tu zona de confort, aunque sea totalmente incómoda, pero es lo que conoces. Entonces, es muy difícil darte cuenta que tenés un problema y que la vida no se ve así para el resto de la gente,

¿En qué momento te diste cuenta de que estabas deprimido?

-Fue en terapia que me di cuenta que era depresión después. Fui por ansiedad. La ansiedad puede ser un síntoma de depresión, entre otras cosas, pero es un síntoma. Entonces yo empecé a tener mucha ansiedad desde chico, recuerdo tener ansiedad, sobre todo para las fiestas. Era Navidad y yo me descomponía, iba al baño, me daban ganas de vomitar y empezaba… no sabía qué era. Creo que era angustia.

¿Esa angustia nacíaen el vínculo familiar?

-Seguro, seguro. Tuve una infancia bastante complicada.

-¿Por qué?

-No tenía una buena relación con mi padre. Aprendí a perdonarlo con el tiempo y con terapia, pero tenía muchos problemas de adicción. Yo estaba en estado de alerta constante. Nunca sabías en qué estado llegaba. Y quizás las fiestas o cualquier cosa que involucre el alcohol puede ser lo que a desencadenaba ansiedad en mí. No era solamente eso. También me acuerdo de mi viaje de egresados y que antes de ir tenía fiebre. Esto es rarísimo, no sé si es normal para la gente que tiene ansiedad o solo me pasa a mí, pero empecé a sacar espuma por la boca. Mi mamá, como ya había experimentado ansiedad, me dice: "Pablo, eso es ansiedad lo que tenés. Cuando te subas al micro se te va a pasar". Y yo estaba: "No, me voy a morir. O sea, siento que no llego a Bariloche, la quedo en el micro". Bueno, mi mamá me insistió, yo fui y literal arrancó el micro y me sentí bien. Entonces ahí empecé a decir: "Esto me parece que es ansiedad".

-¿Y después?

-Bueno, después empecé a robarle medicación a mi madre. Si mi mamá está viendo esto, le mando un beso. Yo era de sentir las emociones como demasiado. Entre otras cosas, tengo ese tema también. Entonces por una boludez de adolescencia, tipo un chico que me gusta que no me da bola, me agarraban ataques de ansiedad muy fuertes. Y ahí, nada, yo sabía que mi mamá cuando tenía ansiedad tomaba una pastilla, entonces yo agarraba y le robaba la pastilla.

-¿Cuando te volvió a pasar?

-En un trabajo donde no me sentía cómodo, era un ambiente hostil. Empecé a tener muchos ataques de ansiedad antes de ir al trabajo. Y un día me agarró un ataque de pánico, solo en mi casa. La ansiedad empieza a subir a tal punto que rompe un límite. Tenés una taquicardia tan fuerte que decís: "Me va a explotar el corazón, me voy a morir acá". Un día tuve la mitad del cuerpo paralizado, y estaba convencido que tenía un ACV. Mi instinto era salir a correr por la calle, gritar y solo podía estar en posición fetal y sentir que me moría y esperar la muerte. Ni siquiera llamé a la ambulancia, quedé así duro. Ahí decidí ir a terapia por los ataques de pánico. Y a partir de ahí, revolviendo cosas, con medicación, mi vida cambió 180 grados.

"Sentía que me iba a ir al infierno", asegura Pablo Agustín sobre cuando descubrió su sexualidad.

Pablo Agustín: “Me acuerdo de mirarme al espejo y pensar ¿Se me irá algún día?”

Para los nativos de internet, Pablo Agustín es un referente gay. Uno que no tuvo la necesidad de salir del clóset, en esos ya clásicos videos de coming out emotivos que tuvieron otros youtubers. Para su comunidad de seguidores, la orientación de Pablo estuvo naturalizada desde el minuto cero. Pero Pablo, que hoy tien 34 años, viene de una generación anterior, criada con la tele argentina de los 90, cuando se hablaba de maneras muy diferentes de la homosexualidad. A continuación nos cuenta su camino a la aceptación de la sexualidad y cómo estuvo afectada por los referentes mediácticos como por circunstancias familiares.

-¿Algo de lo que contás sobre tus problemas de ansiedad tuvo que ver con tu sexualidad o nada?

-Todo y nada, viste. Si lo tengo que desgranar, empezando por mi padre, acá me meto en un tema que tiene que ver más con el psicoanálisis y la figura paterna…. Así que puede estar relacionado eso. Y después con respecto a lo que es la depresión, me parece que el hecho dtener que estar toda tu vida ocultando quién sos, tenerlo reprimido desde chico. Sentía que me iba a ir al infierno, ¿entendés? Era algo muy normal en los 90.

-¿A qué edad?

-La primera vez que me gustó un chico fue a los seis años. Se llamaba Pablo, igual que yo. Iba a mi curso. Todas las nenitas estaban enamoradas de él, un chico rubio lindo, bueno, estudioso. Pero era chico, no había nada sexual en el medio, entonces como que si hacía el esfuerzo, también me podía enamorar de una chica.

-¿Tuviste novias?

-Sí, tuve en la adolescencia como mi último intento de decir "voy a ser normal, me voy a curar" (risas).

¿Realmente lo pensabas así?

-Sí, por supuesto. Me acuerdo mirarme al espejo y decir "soy puto. Esto no se me va a ir". No lo podía creer. Hoy el mundo ha avanzado muchísimo, en gran parte, gracias a la conectividad que tenemos. En el año 1990 recién la Organización Mundial de la Salud quitó a la homosexualidad como una parafilia y una perversión. Estaba catalogado al igual que la zoofilia, la pedofilia, ¿entendés? Exactamente igual, como si fuera una enfermedad. No sé si fue el DSM-IV o el DSM-III, no me acuerdo, el manual de psiquiatría mundial aprobado. A partir de 1990 se pone la homosexualidad como una orientación sexual más. Hasta que eso llegó a la población, pasaron años. Entonces los 90 fueron bastante complicados en ese sentido. De chico si veía un homosexual en la tele era porque se burlaban de él. Era el objeto para reírse.

-¿Te afectaba a vos ver esa imagen?

-Sí. Era como "mi destino en la vida es ser el hazmerreír de la gente". Y después me convertí en comediante. La vuelta de la vida, dije "si la gente se va a reír de mí, que me paguen y por lo menos guita" (Risas). Pero sí, eso me traumó un poco. Y de chico pensaba que se me iba a pasar, obviamente, porque no había impulsos sexuales. Ahí es donde creo que cambia todo y te das cuenta de que no lo vas a poder controlar. Esto ya fue más a los 12 o 13 años, cuando empiezo a tener las hormonas, que es como de repente una explosión. Veía a mi compañerito jugando al fútbol y decía "bueno, ¿me gusta esto o no me gusta?" Me acuerdo mirarme al espejo y decir "¿se me irá algún día? Por favor, que se me vaya". Era como que me miraba y era un monstruo. Decía "no puedo creer que me esté pasando esto a mí, si yo soy bueno, si hago todo bien, me va bien en el colegio, entonces me saco 10, ¿qué más querés de mí?"

-¿Cuándo llegó la aceptación?

-Creo que cuando murió mi padre. Tenía 17 años.

¿Nunca llegaste a contarle a tu papá que eras gay?

-No, no. Creo que él estando sobrio, se lo hubiese tomado bien. Pero los días que no estaba sobrio, no. Entonces me ahorré ese disgusto, la verdad. Ya lo hablé bastante y no me arrepiento de no haberlo dicho.

-¿Y tu mamá?

-Sí, sabía antes que falleciera mi papá. Lo hablé de más chico, a los 16. Ya le venía tirando pistas. Pasa que cuando uno no quiere ver, no lo ve. Porque yo hablaba así desde chiquito, yo bailaba Britney. No todos los gays cumplen todos los estereotipos, pero yo cumplía varios. ¿Conocés la canción de Pet Shop Boys "Go West"? Bueno, es un himno gay. Yo de chiquito estaba fascinado con esa canción y la bailaba, y mi mamá decía "ay, qué bien el nene que baila". Siento que no lo quería ver. Después yo empecé a tirar más pistas y un día me preguntó: "Pablo, ¿a vos te gustan los chicos?" y yo dije sí. Mi mamá quedó tiesa y me dijo "bueno, está bien, qué sé yo" y se fue. Después me contó que en ese momento se descompuso, se fue a acostar porque le bajó la presión.

-¿Por qué?

-Por el miedo. No tanto porque yo fuera gay o esté con hombres, sino por el peso de la sociedad y de cómo me iba a tratar la gente. Pero bueno, en esta época ya estamos en el 2008. Así que todavía queda mucho camino por recorrer, pero siento que la ignorancia poco a poco deja de ser la excusa. Creo que mucho tiempo fue una excusa válida porque digo, ser ignorante no se elige: en algunos casos es falta de información, dónde te criás, en qué contexto, cuál es la información que te bajan, de dónde sacás la información.

"Queda mucho camino por recorrer", afirma sobre la discriminación que aún sufre la comunidad LGBTQ+.

Pablo Agustín: “No podés esperar que te acepte y te quiera todo el mundo”

Como un referente público nacido de YouTube, Pablo está expuesto tanto al cariño de sus seguidores como a las críticas de los usuarios. Estas últimas, desde ya, pueden tomar formas homo-odiantes. Tanto por su historia pública como personal, Pablo aprendió a lidiar con el odio, generar sus espacios seguros y a armar un entorno con personas afines que lo acompáñan en los altibajos de la vida. De esta experiencia surgen sus reflexiones sobre discriminación, la búsqueda de validación externa que muchas veces no llega y el camino a la aceptación propia.

-En una entrevista decías que el odio hacia los homosexuales es por el desconocimiento. ¿Seguís pensando lo mismo?

-Me parece que es intrínseco al ser humano discriminar. Es parte de nosotros. Discriminamos todo el tiempo, de manera positiva o de manera negativa. Vos decidís con quién te juntas y también eso está bueno para los jóvenes que me escuchan. O sea, si a vos en el colegio te están discriminando, bueno, vos también discriminas porque vos también vas a decir "yo con este tipo de gente que juzga por esto, yo no me quiero juntar". Es mutuo…

-Sí, pero una es ofensiva y la otra es más pasiva.

-Pero es discriminación igual, ¿entendés? No lo digo para justificarlo, sino para entenderlo. Porque si no, nos podemos quedar con que ellos son los malos de la película y ya está. Para encontrar la solución a un problema, tenés que ver qué envuelve eso. El ser humano se ha caracterizado siempre por discriminar a lo desconocido, algo que no entendemos. Tendemos a discriminar, a correrlo. Hasta que no pueda estudiarlo y entender bien qué es, me preservo. Eso pasa no solamente con la homosexualidad sino en todos los órdenes de la vida. Me parece que este mensaje cada vez va llegando más y la excusa de la ignorancia ya va perdiendo sentido. Siempre va a existir gente ignorante, pero no creo que sea el problema principal hoy en día. Creo que el problema principal hoy en día puede ser el odio, la violencia, que muchas veces busca una excusa.

-No tuviste una salida del clóset pública, pero evidentemente sí en el ámbito privado. ¿Cómo fueron esas salidas del closet?

-Todo fue a la misma edad, tipo 16. Creo que le conté a mis amigos más cercanos, después a mí mamá, y a los 18 ya a todo el mundo, cuando terminé la secundaria. Ahí empecé a discriminar yo y decir "bueno, yo voy a empezar a elegir con quién me junto y con quién no". Fue lo mejor que pude hacer.

-¿Por qué?

-Porque mucha gente se queda esperando la aprobación de personas que quizás no te van a aprobar. ¿Qué te importa si no los vas a ver más? La mayoría de mis compañeros de secundaria se quedaron pelados, son infelices, ¿qué me importa? Yo estoy bien. Tengo un círculo de amigos con los que me llevo increíble, gente abierta de mente que no discrimina. Me parece que vos podés discriminar a alguien por si piensa distinto que vos. Lo ideal sería que no, pero si tiene un pensamiento muy radical que no va con vos, podés decir "che, con esta persona no me junto". Pero por algo que tiene que ver con raza, religión, color de piel, cosas que no elegís, o la sexualidad, que no elegís, no tiene ningún sentido. Hay aprender a soltarlo y decir "bueno, la vida se encargará de enseñárselo o abrirán la cabeza o no". Quizás te están discriminando porque no pueden aceptar que ellos son homosexuales o que tienen algún pensamiento o una bisexualidad, y te ven a vos como el representante de eso. No te podés meter en el mambo del otro y querer que te acepte y que te quiera todo el mundo. Ese aprendizaje lo aprendí después y lo apliqué para las redes. Cuando empecé a hacer videos en el 2012, el comentario que más tenía era “puto de mierda, ojalá te mueras de sida".

-¿Te afectaba?

-No, ya a esa altura no. Ya había pasado toda la primaria y secundaria con esos insultos. En un momento me acostumbré.

-¿Te acordás la primera vez que te sentiste libre?

-Supongo que a los 18, cuando ya todo el mundo sabía cuál era mi preferencia sexual. Empecé a tener mis primeros novios, mis primeras cosas. Me relacionaba solamente con gente a la que le daba igual mi sexualidad. Entonces, a partir de ahí, sentí que podía ser yo al 100%, y que eso no me iba a definir ni limitar, ni nadie me iba a mirar raro o hacer un chiste desubicado.

"Soy impulsivo y muy emocional", cuenta Pablo Agustín.

-¿Hubo un momento en el que te miraste al espejo nuevamente y dijiste "OK, sí, soy esto"?

-Lo de mirarme al espejo no tanto como que veo y digo "soy todo eso" pero no por la homosexualidad. Eso ya pasó a un segundo plano, el combo total. Me miro al espejo y digo "¿por qué sos así?".

-¿Qué es lo que más te molesta de vos?

-Que soy impulsivo, que soy muy emocional. Mi mayor problema son las emociones, me cuesta mucho controlarlas. Algo que para una persona quizás es como no sé, se pega una lloradita y a seguir, yo puedo literal tirarme al piso, llorar en mi casa solo. Igualmente no me suele pasar seguido, estoy medicado, entonces a veces siento como unas emociones que quieren salir y hay algo que me quedan acá y me cuesta sacarlas. Creo que eso tiene que ver con la medicación. Pero a veces paso ese límite y si estoy enojado, estoy muy enojado; si estoy triste, estoy muy triste; si estoy contento, estoy muy contento, estoy como muy arriba, muy excitado. La gente está como "pará un poco, me estás aturdiendo", pero yo necesito expresar la felicidad y lo que me está pasando y cómo me siento. Una frase que me dijo mi psicóloga: "No podés vivir en el cielo y en el infierno, tenés que vivir en la tierra". Yo o estoy muy bien o estoy muy mal. Hay que aprender a encontrar un punto medio, que me sigue costando hasta el día de hoy.

-¿Sos creyente?

-“Agnóstico” sería la palabra. Quiero creer pero hasta que no vea…

-¿No creés que hay algo después de esto?

-No, eso no. Nada. Negro, se cierra, se apaga la luz. Por suerte, chicos. Iimaginate esta neurosis para siempre, mirando al mundo desde afuera. No, me da un ataque de pánico.

-¿Entonces vos creés que tu viejo ya no está mirando desde ningún lado?

-No, no, no.

-¿Y eso te liberó?

-Puede ser. Mira, no lo había pensado. Lo voy a llevar para decírselo a mi psicóloga. No lo pensé, la verdad. Pero sí, no creo que me esté mirando. Igual, si me estás mirando, pa, todo bien, ya te perdoné en terapia. Si ves todo, ya lo habrás visto.

-Si el Pablo de hoy pudiese viajar al pasado, ir al Pablo de 17, ¿qué le diría?

-Comprá dólares (risas). Ahora empieza tu vida, porque también es esto. Con esto me gustaría cerrar: En la infancia y la adolescencia pensás que tu vida es la secundaria, tu vida es tu casa, tu mamá, tu papá. Y todavía tenés ese pensamiento de permanencia y de infinidad, de que no termina nunca y que ese es tu círculo. Y a partir de los 17, 18 empezás a armar tu propio círculo, tu propia familia. De hecho, hay gente de mi familia con la cual no me hablo hace años porque no me interesa tener contacto con cierta gente. No quiero estar rodeado de gente mala leche, de gente oportunista.

-¿Estás describiendo a tu familia con eso que dijiste recién? Es un poco fuerte.

-No me van a ver. Los que no me caen bien, no. Muchos están muertos.

-Ya no te están viendo entonces.

-No.

Fotos: Mailén Ascuí
Entrevista: Juan Abraham

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