Graciela Alfano abrió su corazón en una entrevista íntima y se refirió al abuso que padeció cuando aún era una niña.
"La persona que abusó de mí está muerta, pero me hubiera ayudado a darle un cierre que terminara preso", confesó en diálogo con Clarín en una reciente entrevista.
La actriz, quien siempre tuvo una tirante relación con su mamá, también contó que no dudó en salir a decir que no se sintió respaldada por ella cuando logró poner en palabras lo que le estaba pasando.
“Sé perfectamente lo que es denunciar algo y que no te crean. Entonces, yo no sabía lo que pasaba, pero había cosas que estaban mal porque lo mismo que él me hacía a mí, yo se lo hacía a mis compañeritos en la escuela y cuando se lo conté, ella lo ignoró”, reveló, con muchos años de terapia encima.
Si bien no es la primera vez que Grace se refiere a esta experiencia en su vida, sí es la primera vez que menciona sus sensaciones ahora que pasó el tiempo, haciendo hincapié en el poco sabor a justicia que le quedó en su historia.
La cruda historia de abuso que sufrió Graciela Alfano
Si bien Graciela Alfano vive un presente inmejorable, lo cierto es que su historia de vida quedó marcada a fuego por esta experiencia horrorosa.
Como mencionamos más arriba, la actriz pudo tratar sus traumas en terapia pero a lo que le tocó vivir se le sumó la complicidad que terminó teniendo su mamá. Los abusos tenían lugar cada vez que su madre no la pasaba a buscar por el jardín a dónde iba.
Un vecino del barrio se había ganado la confianza y las llaves de la casa, entonces se encargaba de pasarla a buscar. La actriz sufrió estos hechos durante tres largos años de su niñez, desde los 4 a los 7.
“Me tocaba de la manera que él quería y me obligaba a tocarlo”, reveló, aún conmocionada aunque bien plantada, gracias al trabajo que se tomó para resolver este trauma a lo largo de sus 71 años.
Y fue ahí cuando Carmelo, su papá, les dio una mano importantísima para ayudar a las mujeres de su vida de salir de esta dinámica en la que las veía envueltas. “Nos llevó a mi mamá y a mí a vivir a otro lado", recapituló.
Él vivía en otro lado y tomó la posta justo en medio de un viaje a Buenos Aires, cuando Graciela se lo contó entre lágrimas, intentando no ser ignorada esta vez. "Me agarró del brazo, me subió al auto y nos fuimos a un hotel esa misma noche. Pasó una semana o diez días hasta que empezamos a vivir en Belgrano", recordó con pesar.
Y sentenció, sobre su percepción sobre la Justicia: “Las víctimas necesitamos que los culpables sean señalados".