Siempre se destaca el obsesivo perfeccionismo del ballet pero -casi como si quisiera minimizar esta característica de la disciplina-, Juan Pablo Ledo, Primer Bailarín del teatro Colón, aceptó una charla relajada y profunda para la categoría En Diálogo de GENTE. Una buena manera de mostrar el costado distendido de una verdadera estrella de la danza clásica.
A los 40 años, el bailarín se siente en plenitud y armonía con todo el camino recorrido a lo largo de su vida. Asegura que siempre se sintió muy apoyado por el el amor de su familia, nunca se privó de absolutamente nada, dejó que su carrera fluya y admite que hubo tantos aciertos como errores pero logró su objetivo principal: convertirse en Primer Bailarín del teatro más importante de la Argentina.
Comenzó a estudiar danza a los 7 años y a los 15 años bailó Carmen con Julio Bocca: un privilegio que jamás olvidará. Actualmente, Ledo protagoniza la obra Oneguin, basada en la novela de Alexander Pushkin, y su personaje es “un burgués ruso de mucho dinero”, según su propia definición.
La pieza -creada por John Cranko en 1965 y estrenada en nuestro país, por primera vez, en 1994- se puede ver hasta el 11 de septiembre.
La pasión rejuvenece el cuerpo
- ¿Te sentís cómodo con la exigencia que implica la danza o ya tenés ganas de empezar a relajarte un poco?
-La verdad es que, cuando era chico, pensaba que iba a llegar roto a los 40 años porque es real la exigencia que implica el ballet pero debo decir que no es asi: llegué a esta edad y me siento muy cómodo. Adopté hábitos muy sanos desde chiquito y me acostumbré entrenar siempre asi que es mi forma de vivir: sólo descanso cuando me voy de vacaciones. Nunca sentí el ballet como un trabajo porque lo disfruto mucho, tal vez, eso también tiene que ver con haber llegado "entero" a los 40.
Esta carrera es un placer para mi: disfruto cada ensayo, las giras, las galas y producciones. Todo tiene su adrenalina pero siento que no fue algo que me haya generado una exigencia tortuosa. Al contrario, cada actividad me dió felicidad y la hice con total entrega.
Sí es verdad que el cansancio se va sumando pero hoy siento que a mi edad, claramente, manejo la danza con la misma pasión de siempre pero sé cuándo tengo que relajarme y descansar. Aprendí a escuchar lo que me pide el cuerpo.
- Empezaste a estudiar ballet a los 7 años...
-Si, hice mis primeros pasos en la danza a esa edad. Fui a una academia en San Isidro y tomé clases con diferentes maestras, luego fui cambiando de academias: debo haber probado tres diferentes a lo largo de los primeros años.
La realidad es que mi primer contacto con el baile fue en un club donde, obviamente, se practicaba deportes y a mi siempre me gustó el fútbol asi que también jugué un tiempo. Tengo muchas fotos y recuerdos de esa época.
Creo que alrededor de los 10 años comencé a tomar clases más seriamente y aprendí con la técnica rusa pero a la maestra que destaco, especialmente, es a Lucía Wurst, quien me formó cuando yo ya tenía 13 años y ella enseñaba la técnica de ballet francesa. Otro gran maestro para mi fue Leandro Regueiro.
- ¿Cuántas horas entrenas por día ?
-Entreno seis a ocho horas por día, incluso a veces son doce, dependiendo la cantidad de espectáculos o proyectos que tenga. En el Colón trabajamos siete horas y a veces más. Luego si uno tiene actividades con producciones propias como me pasó a mí -galas e invitaciones al exterior- necesito quedarme más horas para prepararme y bailar.
En el teatro Colón trabajamos de martes a sábado. Sumado también a los domingos cuando nos toca función.
- ¿Completas el entrenamiento con algún otro tipo de ejercicio?
-No, yo soy un bailarín de la vieja escuela: siento que con los ensayos -fuertes- que tenemos no necesito sumar otro tipo de ejercicios. Algunos bailarenes ahora complementan con natacion o Pilates pero yo no lo hago.
No es que me parezca mal sumar otro tipo de actividades pero, tal vez, mi genética privilegiada y los hábitos saludables que adopté desde siempre hacen que a mi cuerpo le alcance con los ensayos diarios y no necesite sumar horas de gimnasio.
Sus grandes pilares: la familia y Dios
- De todos los ámbitos en los que trabajaste… ¿De quién te llevaste el mayor aprendizaje?
-Mis mejores maestros fueron mis padres y mis dos hermanas porque, claramente, ellos me enseñaron lo que es trabajar con constancia, perseverancia y responsabilidad.
Sin ese apoyo familiar que tuve desde chico, no hubiera logrado mis objetivos ni hubría podido dedicarme de lleno a la danza: ellos me ayudaron a entregarme por completo al ballet.
Toda esta enseñanza sobre el cuidado y la responsabilidad fue lo que mi familia me enseñó y la genética que Dios me dio, la misión por la que fui llamado a esta tierra. Después siempre aprendí de maestros, profesores y coreógrafos: ellos me enseñaron sobre la vida y sobre la danza misma.
- Si pudiera elegir, ¿volverías a recorrer el mismo camino para llegar a dónde estás hoy?
-Creo que uno tiene una sóla vida y no me planteó que haría si tuviera otra. Lo posible es lo real y lo que nos toca y la vida, gracias a Dios, me hizo que aproveche bien el tiempo. Desde chico que mi vida fue bastante generosa porque me pude dar el gustos de practicar muchas actividades, no sólo me dediqué al ballet, como te conté antes: jugué al fútbol porque me encantaba.
Fui incluso corredor de kayak en competencias, remé en el Rio de la Plata en K1 y K2, y también navegué en velero y hasta he ganado también medallas en natación. !Realmente hice de todo!
Pero volviendo a tu pregunta: amo el camino que elegí en la vida y agradezco haber aprovechado cada minuto hasta hoy. Más allá de los errores que cometemos todos siento que los resultados de mi esfuerzo están a la vista y eso me genera un enorme orgullo.
- ¿Hay algún fracaso del que hayas aprendido?
-No me gusta mucho el término fracaso porque no coincido con el significado que se le da: yo siento que en la vida todos son procesos que uno transita y algunos que, son menos exitosos, ayudan a entender cómo corregir el rumbo.
Un fracaso puede ser pensar que le pusiste toda la energía a un proyecto que no funcionó. Pero, en realidad, tal vez lo que ocurrió es que elegiste un camino que no era el correcto para vos y no supiste cambiar de dirección a tiempo porque fuiste muy necio.
Por eso, no creo en los fracasos y tampoco en los éxitos: todo es un proceso que hay que transitar, dejar fluir y esperar a que de sus frutos. Así me manejo yo, al menos.
- De todo lo que hiciste en tu vida… ¿Cuál crees que es tu mayor logro?
-Mi mayor logro personal es haber conocido a Jesús y tenerlo siempre presente en mi vida. Jesús me dió los valores que tengo en la vida, me enseñó el camino a seguir, diseñó mis objetivos porque Su fuerza es algo único. Él me enseño un camino perfecto: me ordenó y me armó de paciencia, esperanza, motivos para ir tras los sueños y objetivos para los cuales fui llamado.
Ese es mi mayor logro en mi vida personal, con Jesús tengo una relación muy fuerte: confió en El y amo tener su ayuda y guía diaria. Por eso, todo lo demás a partir de ahí todo fue maravilloso.
Si miro hacia atrás y pienso en que me recibí en el Colegio Nacional Buenos Aires, bailo en el teatro Colón, recibí los premios del Diario Clarín y el de La Nación, en el Konex, sólo puedo decir que mi vida está llena de logros. Sin hablar de que sigo vigente a los 40 años y aún tengo muchísimo para aportar.
- Hasta ahora sólo hablamos de trabajo... ¿Qué te gusta hacer en tu tiempo libre?
-No tengo demasiado pero un domingo me podés encontrar bailando... !Y eso que no tengo ensayo! (Se ríe) Pero también me gusta mucho salir, estar al aire libre y en contacto con la naturaleza para poder desintoxicarme un poco de la ciudad.
En general los domingos se los dedico a mi familia.
- ¿Qué le diría el Juan Pablo de hace 20 años al de hoy?
-Al de 20 años atrás,le diría que siga con esa fuerza, pasión y ganas, siempre muy enfocado. Le repetiría mucho que no pierda su tiempo y que no escuche los consejos de personas que no suman o sean negativas.
Pero, como hablábamos antes, de los errores también se aprende asi que no le daría muchas recomendaciones más, dejaría que haga su camino y fluya. Eso sí, tal vez, lo guiaría con un: "Es por ahi, no te estás equivocando".
El Teatro Colón, la segunda casa
- ¿Cuál crees que es la clave para llegar al Colón?
-La clave está en perseverar, ser apasionado, tener mucho amor por la carrera y sentirte siempre protagonista. El Colón ya es protagonista, pero uno se tiene que sentir también protagonista frente al teatro. Al Colón se llega con esfuerzo, perseverancia y mucha humildad para aprender y corregir cada error que te marcan
Estos dos años de pandemia me enseñaron a formarme como maestro y enseñar a diferentes generaciones, desde lo más básico hasta lo más complejo y ha sido una gran experiencia para mi.
Pero lo más importante es respetar a la música como inspiración y trabajar en lo que a uno le cuesta para lograr la excelencia.
- Dónde te ves mejor: ¿En el Old Strafford jugando de delantero o en el escenario del teatro Colón?
-(Se ríe) A ver....Si hubiese sido futbolista jugaría de 9 o de 7, claramente. Esa era mi posición. Y creo que hubiera disfrutado mucho de una carrera profesional. Pero el Teatro Colón es mi lugar el mundo: llegué al sitio al que muchos quieren ingresar y no lo logran. Disfruto a pleno de lo que elegí: era mi vocación y estaba destinado a ser bailarín. El ballet y el teatro Colón me ayudaron a desarrollarme a todo nivel y hoy me siento una persona plena tanto en lo emocional como en lo intelectual y laboral. .
Fotos: Chris Beliera