Javier Calamaro habló a fondo sobre sus adicciones y reveló que un famoso actor fue clave en su proceso de recuperación. Además, recordó cómo tomó la decisión para cambiar por completo su estilo de vida.
El relato de Javier Calamaro sobre sus adicciones
"Mucho mejor que dejar que el porro es dejar la merca...", comenzó diciendo Javier con brutal honestidad en una entrevista al aire del programa Zona Liberada (Vorterix).
Y sobre el momento en el que decidió cambiar por completo su vida comentó: "Me dije: 'Yo no quiero esto para mí'. Cuando dejás de tomar falopa te das cuenta que la vida no era eso... La vida es lo que pasa después de que dejaste de tomar".
Sobre esto, agregó: "Lo que pasa es que tomar merca es lo contrario al amor a la vida porque te pone frío. Te enfría el alma...".
Respecto a cómo pudo dejar sus adicciones, comentó entusiasmado: "¿Sabés cómo dejé de tomar? Me hice montañista...".
Sobre el actor que lo acompañó en este proceso, reveló: "Un día lo fui a visitar a Facundo Arana y le dije: 'Quiero escalar el Aconcagua con vos'. Ese día dejé y nunca más volví a tomar".
"Me puse a entrenar y entrenar. No es tan fácil revertir tres décadas de vicios. El montañismo es tu cuerpo resistiendo la falta de oxígeno, el frío, el mal dormir y los dolores... ", indicó sobre los pasos que realizó para alejarse por completo de las drogas.
Y para finalizar, reflexionó: "Eso implica autosuperación y convertirte en una persona con 100% de tu potencial. Hice 30 montañas en 2018 y la última fue el Aconcagua".
La reflexión de Javier Calamaro por los impactos positivos del montañismo
Tiempo atrás, el músico había dialogado con La Nación sobre esta actividad física que lo ayudó en muchos aspectos de su vida.
Y acerca de la profunda transformación que le generó el montañismo, había reflexionado: "No tengo equipo de fútbol y tampoco religión, ¿para qué?, si tengo la música, la familia y los amigos. ¿Sabés dónde lo vi a Dios? Durante 2018 abandoné prácticamente todo para hacer montañismo y autosuperarme”.
Respecto a cómo vivió esa fuerte experiencia, detalló: "Cuando subís la montaña y te empieza a doler hasta el alma, se te revuelve el estómago y descubrís la cantidad de dolores de cabeza que podés tener simultáneamente, pero seguís subiendo. Cuando llegás a la cumbre, es lo más parecido a Dios que conocí en mi vida".
Al ser consultado sobre qué quería lograr al realizar esta ardua actividad, comentó: "Autosuperación, ser una mejor versión de mí mismo. Tan simple como eso. Tuve treinta años de rock and roll...".
Además, había explicado: "Vi cómo llegan los tipos a mi edad, si no la cortan. Primero la corté, después lo revertí y cambié automáticamente mi alimentación".
"Para subir el Aconcagua hay que entrenar, por lo menos, dos horas por día durante un año. Antes de ese cerro tenés que hacer un montón de otras montañas, ir in crescendo en el dolor. Hay que aprender a no dormir por el malestar", explicó sobre el exigente entrenamiento que tuvo que realizar para estar apto para semejante travesía.