Cada vez que vuelve a casa e intenta bajar de la adrenalina de conducir en vivo, dormirse es una verdadera batalla. Es por eso que asegura que la meditación y “las cuestiones de espiritualidad” que vienen marcándole el pulso (desde lecturas de Neville Godard a textos de Rhonda Byrne) lo llevaron a encontrar las llaves para disociarse “de la zanahoria que siempre está por delante”. Léase las propias noticias y el exitismo que a todos nos hace vivir corriendo una cruzada que a veces es más para los demás que para uno mismo.
Argentino de origen, dejó una carrera en ascenso en América TV para cruzar el charco y asentarse en Estados Unidos, en busca de un nuevo horizonte. En una conversación íntima con Revista GENTE, Hernán Fratto (51), presentador de noticias en Telemundo Chicago, comparte sus vivencias, los altos y bajos del “sueño americano” y cómo fue que logró mantener su identidad en un país que, aunque lleno de oportunidades, le exigió mucho más de lo que imaginaba.
Además, analiza cómo una serie de sincronicidades lo llevó, gracias a decretar sus deseos, a la cumbre de una carrera que, a su vez, tiene un “techo”. Si bien los noticieros americanos tienen caras de más de 55 años y hasta 60, se pregunta cuánto vale seguir detrás de la noticia, analiza el periodismo en época de redes y cuenta el corazón de las historias de éxito que investigó y lo llevaron a ganar cinco premios Emmy. De emigrar e inventarse una nueva vida fuera de su país a los proyectos editoriales con los que hoy se reinventa, desnuda todo lo que aprendió en el camino.
Los primeros pasos hacia el “sueño americano”
Mudarse a Estados Unidos fue una decisión difícil. Fratto había construido una vida en Buenos Aires: su carrera estaba en crecimiento, tenía estabilidad y, sobre todo, estaba cerca de su familia. Sin embargo, la inseguridad que vivía el país en ese momento, sumada a su deseo de explorar nuevos horizontes, lo impulsó a buscar algo más. “Quería que mis hijos tuvieran una vida mejor, más segura. Eso siempre fue mi motor”, confiesa.
Junto a su esposa Karina y sus dos hijos (Luca, de 18 años, y Lola, de 21), en 2013 Hernán se embarcó en una aventura que, desde el principio, estuvo llena de desafíos. Desde el proceso para obtener la Green Card hasta la adaptación cultural, cada paso fue una prueba. “Fue difícil. Al principio, no sabíamos si íbamos a poder adaptarnos, especialmente los chicos. Luca, mi hijo menor, lloraba todas las noches porque no entendía nada en la escuela. Imaginate llegar a una clase donde todos hablan en mandarín. Así de perdido se sentía”, revela, agradecido de que los suyos lo hayan seguido en un sueño que parecía una locura.
El choque cultural y la adaptación
La vida en Estados Unidos no es fácil. "Lo más difícil fue entender cómo funcionan las cosas acá. Todo está planeado, hasta la espontaneidad. Y eso es algo que, viniendo de Argentina, me chocó mucho. Extraño esa falta de previsibilidad que allá tanto nos irritaba, pero que hoy añoro”, explica Hernán, que durante el envío de noticias que lidera suele sorprender a sus jefes al no leer en ningún momento el teleprompter. “Algo completamente inusual en el rubro”, comparte entre risas.
Sin embargo, a pesar de las diferencias culturales, decidió no ceder ante las presiones de cambiar su identidad. "Nunca cambié mi acento, porque eso habría sido traicionar quién soy. Y aunque tal vez me impuso ciertos límites, también fue mi marca, mi sello personal”, cuenta el periodista que sorprende por su habilidad para sintetizar historias impactantes en informes de tres minutos y que es capaz de viajar kilómetros para encontrar la historia que más logre conmoverlo.
Si bien asegura que su profesionalismo y el propio “minuto a minuto” (marcado por noticias efímeras de las que no se habla al día siguiente) logra “teflonarlo” (“A veces no me entra una bala”), todo eso le hizo replantearse cómo es posible. Entre las historias que lo marcaron, destaca la cobertura del tiroteo en Highland Park, el 4 de julio de 2022.
–¿Cuál es la noticia que más te costó dar y por qué?
–Aunque muchas veces me sienta blindado, la verdad es que el noticiero es un trabajo en el que la mayoría de las cuestiones que damos son tan difíciles como complejas. Pero si tengo que contarte una de esas veces que dolió y mucho me tengo que remontar al 4 de julio de 2022, en un suburbio hermoso a una hora de Chicago, donde vive gente con muchísimo dinero.
Está lleno de mansiones con parques increíbles. Ahí, un chico de 23 subió a una terraza y empezó a matar gente. Llegar a esa calle y ver los carritos de los bebés tirados, y todo dado vuelta, porque la gente había tratado de escapar, fue como estar en una película de terror. Veníamos de una serie de tiroteos en otra escuela, y otra, y otra, y yo había hablado con papás que ya no tienen a sus hijos y que van por todo Estados Unidos a pedir que se prohíban los rifles.
Venía de una semana con toda esa carga, y aunque yo esté muy acostumbrado al circo periodístico que se monta, y a las noticias que nadie sigue al día siguiente, para mí fue un cimbronazo. Fue uno de esos momentos en los que te das cuenta de lo frágil que es la vida y del poder que tiene contar una historia.
Los Emmy y la satisfacción de contar historias
Con los años, Hernán no solo logró adaptarse, sino que también triunfó en el mundo del periodismo estadounidense. Hoy, ostenta cinco premios Emmy, pero para él, lo importante no son los trofeos. “Ganar los Emmy fue emocionante, pero lo más gratificante fue saber que lo logré haciendo lo que amo. Contar historias es lo que siempre quise hacer, y hacerlo en otro país, sin perder mi identidad, es lo que más valoro”, comenta.
Si bien ganó cinco estatuillas, fue nominado diez veces, entre ellas por contar la historia oculta de las mujeres de Pablo Escobar y relatar “la difícil lucha por la identidad de los argentinos Pablo y Diego Russinyol, quienes fueron víctimas de horrendos abusos durante su infancia a manos de una madre psicótica”.
Y acaba de recibir un nuevo diploma que celebra su labor. La investigación por la que fue nuevamente nominado a los Emmy se trata de un especial que hizo junto a otros cuatro colegas sobre la Virgen de Guadalupe. “Investigué la devoción que hay por esa santa en Indiana, una comunidad hispana muy pequeña”, amplía, mientras adelanta que la próxima Navidad, como de costumbre, lo encontrará maquillado una vez frente a las cámaras.
–¿Cómo analizás hoy la evolución del periodismo, la conversión digital y cómo impactan las redes sociales en nuestro trabajo?
–Mientras que antes una reunión de producción empezaba con las ideas que cada uno tenía, ahora empiezan al revés, es con lo que es trending topic. Primero te preguntás qué pasa en las redes sociales, y a partir de lo que anduvo, se prioriza. Mientras nosotros tenemos el minuto a minuto del aire, acá en el noticiero se cuantifica a partir de lo que la gente está buscando en Google y en nuestro portal; esa es la data crítica para lo que demos al aire.
Además, acá hay una categoría nueva de trabajadores que son dúctiles para los tres formatos, pueden cubrir para redes, para el site y, si se necesita, capaz te hacen un informe. El tipo pone su cámara en trípode en cualquier lugar, hace un minuto y medio, cubre treinta segundos para las redes y escribe una nota. Así están empezando aquí muchos colegas nuevos.
Del "peso" de la edad a su reinvención y nuevos proyectos
–¿Y cómo se da el contraste con los periodistas de más bagaje y experiencia? ¿En televisión les juega en contra la edad, es una suerte de cárcel?
–La verdad es que jugás en contra de la edad. Es decir, te sentís como como con cierta fecha de caducidad, por eso también me reinvento. Mirá, me lo pregunté mucho, y no sé si tiene que ver directamente con la edad.
Voy a cumplir 52 en diciembre, y si bien en el medio gringo hay muchos presentadores que tienen un lugar concreto en el que la experiencia cuenta más allá de cómo se ve en pantalla, y la gran mayoría de los que conducen los debates son hombres y mujeres adultas que están por su bagaje cultural, hay cosas que no te las van a decir. Una es que es cierto que buscan personas jóvenes, y lo segundo es el techo del salario.
Puede que te pase que digas qué hago con esto que amo. Me pregunto si tengo ganas de estar todo el tiempo maquillándome para salir al aire. Es una pregunta continua.
–Por eso también te estás reinventando y estás escribiendo.
–Exacto, estoy en tratativas con editoriales para publicar dos de mis libros, y además estoy escribiendo uno nuevo, del que tendré casi de cien páginas. Aún no se lo conté a nadie.
–¿De qué se trata, se puede saber?
–Me empecé a interesar cada vez más por la espiritualidad y, como te decía, en la búsqueda de hacer meditaciones para empezar a dormir, di con autores súper interesantes como Neville Godard, que habla sobre la Ley de la Asunción. Yo la llamo “la ley de lo asumido”. Se trata de disociarse y dar por hecho lo que deseás, vivir básicamente tal como lo imaginás. Pero, además de visualizar, hay que llevarlo al cuerpo y crear las emociones exactas que sentirías con eso cumplido.
Todas las lecturas a las que llegué, incluso me empujaron a hacer un canal de You Tube en el que comparto meditaciones. Fijate que como tengo exclusividad con Telemundo y no puede aparecer mi voz, lo llamativo es que lo hago con una voz de Inteligencia Artificial. Por ahora estoy subiendo los videos en inglés, pero pronto los voy a poner también en castellano. Es una búsqueda nueva que me tiene muy entusiasmado, y se trata de compartir con la gente las herramientas que me ayudaron a cumplir todo lo que vivo. Ni más ni menos.
La conexión con Argentina
A pesar de su éxito en Estados Unidos, Fratto nunca perdió su conexión con Argentina. "Amo mi país. Hay cosas que no podemos cambiar, pero también hay muchas que nos hacen únicos. Cada vez que vuelvo a Buenos Aires, siento esa energía, esa espontaneidad que acá no existe. Allá podés llamar a un amigo y decirle 'vamos a tomar un café', y antes de que te des cuenta, estás sentado en un bar charlando por horas. Acá, en cambio, todo es más rígido, más planeado," explica con nostalgia.
Sin embargo, aunque su corazón sigue dividido entre dos mundos, no descarta la posibilidad de volver. "Argentina siempre será mi hogar, pero hoy mi vida está acá, con mi familia. Eso no significa que no sueñe con algún día volver y hacer algo grande allá. Tal vez una investigación, un documental, quién sabe. Nunca cierro puertas", aclara.
Cuando le preguntamos qué historias argentinas le gustaría contar, no duda, y enseguida arma un sumario ideal, que encararía a su estilo, bien al maxilar como "el nuevo periodismo" que lo marcó en sus comienzos: “Me encantaría hablar sobre ídolos. Contar la vida de Carlos Monzón, de Sandro, El Potro Rodrigo. Alguna cuestión policial bien armada, también”.
Fotos: gentileza Casey Mitchell.